domingo, 27 de julio de 2008

UN TANGO EN EL CARTUCHO


UN TANGO EN EL CARTUCHO
J. Arturo Sanchez Trujillo
Niña Liliana.
Ingenua saltarina de nubes en la noche,
fiel picotera de ilusiones embaladas.

De las tragedias del amor partió temprano,
para bailar y fumarse una tragedia,
en sus brillantes islas de sal;
que eran los ásperos bosques de hormigón,
por arrabales.

Allí tropezó en su luna negra.
Un ángel del placer que guardaba cuchillos en las alas,
la abrazó con turbulencia de vientos olorosos e implacables.

También fue dama de arandela y cachivaches,
flor del cartucho,
supernota.
La tierna bailarina del show de pasarelas

Ahora patina solitaria en el trajín de tijeradas
sus huellas interiores.
Fatigas, consumos, abstinencias,
ceniza de carencias en su rostro.
Y ha perdido sus dientes en estrechos jardines agitados,
debajo de algún puente en la entramada.

Ahora va muriendo en muchas calles.
Lleva encima la verdad de la intemperie.
Espera vadear últimos tramos al azar de algunos puchos,
entre pasos anónimos de todos los nombres.

Y un crudo aceite nocturno,
ha hecho casa en sus dedos infectados,
rotos
como sus sueños.

Ahora declinan sus ojos día a día,
en el espantoso misterio de su existencia.
Dúo de luz, sus antiguos bellos ojos,
ayer destellantes colibríes enmielados.
Hoy avechuchos del horror
que caen de un cielo ennegrecido,
donde todo se ha ido derrumbando.
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J. Arturo Sánchez Trujillo. Medellín, 1954.—Cofundador de revistas y grupos literarios en Medellín. 1970—1980.— Premio Radio Habana Cuba. 1975.— Columnista y Director suplemento literario de Diario El pueblo en Nicaragua. 1978.—Talleres Literarios en barrios, centros educativos y culturales de Medellín.1980—1990.—Director Casa de la Cultura de Caucasia Antioquia. 1989.—Profesor de literatura y talleres literarios en Casa de la Cultura de Copacabana. 1990.—Cofundador del Festival Internacional de Poesía en Medellín. 1990.— Premio “Poesía Capital” en convocatoria de la Casa de Poesía Silva 2005.Publicaciones.—Sus poemas han sido publicados en revistas y suplementos Literarios del país y deCentroamérica, y en la Antología de Literatura Antioqueña, Clásica y Contemporánea. 2003.—Poemarios publicados: Ágata 1.994, Baile en el Bosque del Extravío 1996 y Makela Bantú1998.Inéditos.—Cuentos por Cobrar. Novela 2003.— Fuego en el Lago. Poemario 2005.—Décimas para niños y niñas. 2006

jueves, 24 de julio de 2008

Mederos, bandoneón y sinfónica




Manos en el fuego

Mederos, bandoneón y sinfónica
Jaime Jaramillo Panesso

Rodolfo Mederos pertenece a esa reducida cofradía de los grandes bandoneonistas que, con él, conforman el cuadro de oro en el tiempo actual del tango, como Leopoldo Federico, Ernesto Baffa, Raúl Garello, Pascual Mamone, Marcucci, Osvaldo Montes, Juan Mosalini, Arturo Penón, Julio Pane, Osvaldo Piro (mejor como pianista), Eduardo Rovira, Dino Saluzzi, y por supuesto los dos grandes, Aníbal Troilo y Astor Piazzolla, muertos hace algunos años y cuya influencia marca a los nuevos digitadores.
Mederos nació en la ciudad de Córdoba, Argentina (1940) y allí comenzó sus estudios musicales y de biología, abandonando esta última disciplina por el tango. Además de bandoneonista excepcional, es director, compositor y arreglista. Trabajó en la orquesta de Osvaldo Pugliese y es de la escuela contemporánea de Piazzolla. No obstante su vanguardismo, Mederos tiene un pie atado al tango original histórico, lo cual permite abarcar el sentimiento de la música ciudadana in extenso. Vivió muchos años en Europa donde por poco se ahoga en ese tipo de tango “a la europea”, más música de cámara o para películas que con el sabor popular de la melodía porteña. En 1996, en la brillante compañía del pianista judeo-argentino Daniel Baremboim, plasmó en un disco de antología, varios temas tangueros y del folclore que hacen parte de lo mejor en el género.
Con la Orquesta Sinfónica de Eafit, dirigida por Cecilia Espinosa Arango, Mederos se presentó el 18 de julio en el Teatro Metropolitano de Medellín. Hace unas semanas hubo de terminar el Festival Internacional del Tango, con deficientes voces femeninas y actividades académicas notables. El Festitango debiera pensar que la calidad de intérpretes como Mederos, no para presentarlo en plaza abierta con parejas de baile en zapatos tenis, contribuiría a mejorar la apreciación del tango refinado y exquisito en lo musical, que bastante falta nos hace.
El programa con la Sinfónica se desarrolló, en su primera parte, con temas musicales de la más rancia y bella tradición tanguera con arreglos del maestro Mederos. De la Guardia Vieja, aquella de los comienzos del siglo XX, cuando despuntaba apenas la orquesta típica y perfilaba la paternidad del tango con Don Ángel Villoldo, se escuchó La Biblioteca de Augusto Berto, El Caburé de Arturo de Bassi y de Villoldo El porteñito, con aire de milonga copetona. De Carlos Gardel: Volver, Soledad, El Día que me quieras y Melodía de Arrabal, donde el bandoneón se cuelga de la orquesta , alentando la melodía que expresan las cuerdas de los violines, chelos y contrabajos, mientras el “fueye” adorna de manera fulgurante. En El día que me quieras, Mederos extrae los mejores jugos románticos de un tema canción que está en la boca y en el corazón de los latinoamericanos y de todos los hispano-parlantes del mundo. Con Sur, de Aníbal Troilo, Mederos realiza un solo de bandoneón, donde el dominio del instrumento pareciera que al contacto de sus manos, como en la lámpara que al frotarla da nacimiento al genio en la literatura árabe, Mederos hace resucitar a Troilo y al poeta Homero Manzi que suscribió los versos “Ya nunca me verás como me vieras, recostado en la vidriera esperándote”.
La orquesta de Eafit, con todos sus músicos en la entera orgía del tango, se extiende por los predios de Piazzolla, Milonga del Ángel y Oblivión. Pero es el climax logrado en las composiciones de Rodolfo Mederos, donde se alcanza a evidenciar la alta calidad del maestro y la integración orquestal, especialmente en Memorias y Olvidos.
Mederos, con su blanca cabeza, la sobriedad y el señorío decantados en ese gusano musical, el bandoneón, que se desarruga montado sobre la manta de su pierna izquierda, adquiere una estampa de Quijote con frac, el que anuncia, el que convoca a los oídos gozadores de la música ciudadana, donde las manos, donde los dedos succionan la notas blandas, las notas duras de la milonga procesional.