lunes, 21 de julio de 2025

Carlos Gardel en Cartagena. / Víctor Bustamante

 

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Carlos Gardel en Cartagena.

Víctor Bustamante

Carlos Gardel, junto a su comitiva, viajaron el 6 de junio de 1935 en un hidroavión de Scadta que había despegado del Hidropuerto de Veranillo en Barranquilla. Allí quedaban los hangares, los talleres, el edificio para la atención al público y las bodegas. En Veranillo se armaron los dos primeros aviones Junker F-13, sus talleres eran visitados por curiosos para ver cómo se armaban aquellos aparatos metálicos. Los primeros aviones de Scadta aterrizaban en el río Magdalena y luego entraban por un caño hasta las instalaciones de Veranillo. Ya para 1921, habían llegado tres aviones más y se estableció un servicio regular de vuelos entre Barranquilla y Girardot.

A las tres de la tarde el hidroavión con los visitantes acuatizó en la bahía y se dirigió al muelle flotante de madera cerca de la Isla de los Chivos, para así llegar a las instalaciones de Scadta. El terminal de Cartagena de Indias, se denominaba la “Casa de Cruceros” y era una edificación de madera que ahora se utiliza para brindar a los turistas un sitio acogedor. La “Casa de Cruceros”, fue erigida en la zona portuaria por la Frederick Snare Corporation, durante la construcción del terminal marítimo en 1932. En esas casas de madera, tambos, residieron los funcionarios de alto rango. En este lugar funcionó, hasta 1939, la sección operativa de la sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo “Scadta”. Allí se destacaba un gran kiosco y sobre él una veleta, para indicar la dirección de los vientos. Los hidroaviones acuatizaban en la bahía, y propulsados por sus hélices se aproximaban a un muellecito flotante, por donde los pasajeros abordaban o se desembarcaban de los aviones.

El día anterior a la visita del cantor había caído en Cartagena un sorpresivo, desusado e inevitable aguacero que llegó a preocupar a sus organizadores; temían que no asistiera nadie o pocas personas al espectáculo, ya que el teatro no poseía techo.

Gardel con sus guitarristas y otras personas, su secretario Plaja y Celedonio Palacios fueron recibidos, especialmente por el empresario Rafael Pinzón Rivera y por Ignacio Villarreal Franco, dueño de la emisora “Ondas de la Heroica”. Rafael Pinzón Riveros, había trabajado en la capital del país al lado del capitán Pablo E. Nieto, padre de Víctor Nieto Núñez, protagonista de la historia local del cine. Pinzón Riveros, bogotano, llegó a Cartagena desde 1921. Así lo describe el "Tuerto" López en un soneto de 1936.

RAFAEL PINZON RIVEROS

(Natural de Hollywood)

"Diminuto y locuaz" como el partido

de Carlos E. Restrepo, bien pudiera

ser el último gnomo aquí escondido,

sin gorro puntiagudo y sin chivera...

 

Minúsculo, simpático y garrido,

plantó un cinematógrafo a la espera

de hacer plata y quedarse mal ferido...

Y en su enorme obsesión peliculera,

 

siempre anda por la calle a todo trapo...

y cuando va de prisa por la calle,

con la intranquilidad de un delincuente

 

y toda la inquietud de un gusarapo,

da la impresión, según Jacob Delvalle,

¡de una sílaba que huye de la gente!

 

Pinzón Riveros vio que para 1930 el Teatro Variedades, ubicado en la antigua capilla de Santa Cruz, había caído en desuso y era un depósito de basuras. Pero consiguió que la familia Porto le cediera el teatro y lo puso a funcionar.

Pinzón muy creativo corrigió algo con lo que el denomina sincronización. Y añade:

 

“Tenía yo una gran colección de discos y yo mismo hacía la programación y ponía las piezas según los episodios de las películas. En ésa época solía suceder que la banda de músicos podía estar tocando un danzón caliente mientras se moría alguien en la pantalla. Yo cambié el sistema poniendo en casos semejantes un disco de música fúnebre. En la película 'Pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo', cuando Pedro estaba negando a Jesús, puse un sonoro canto de gallo que tenía grabado. El público aplaudió a más no poder y mi sistema de 'sincronización' quedó consagrado, con lo que me ahorraba treinta pesos que me cobraban los músicos"

Tambien lo aguardaba Antonio Dáger que cuando estudiaba en París, se hizo amigo del cantor y había servido de enlace con el empresario Pinzón.

Gardel sabía utilizar los nacientes medios de comunicación y, por supuesto, se dirigió a la emisora Ondas de la Heroica situada en el segundo piso del edificio Pombo, de la calle del Cuartel para saludar al público y, además, para invitarlos a sus presentaciones como había pocos receptores de radio en la ciudad fue necesario disponer bocinas en Boca del Puente para que los ciudadanos acudieran al Camellón de los Mártires a escuchar la programación estelar.

El cine era una de las pocas actividades nocturnas. Allí incluso, en el teatro, se podían ver los asistentes con sus mujeres añoradas, pero desde lejos, ya que como norma general las mujeres asistían solas al palco y los hombres se situaban en platea. Desde abajo los hombres miraban hacia arriba como si atisbaran un paisaje ajeno en el entreacto, y no a una mujer determinada. El teatro no tenía techo lo cual daba la posibilidad de que cuando lloviera el público se guareciera bajo un cobertizo o en el palco. Este teatro fue construido en el patio del antiguo convento de San Francisco, donde antes rezaban sus oraciones los monjes. El lienzo de proyección para las películas estaba pegado a las murallas del templo antiguo y casi unidas al escenario, además hay unas veinte palmeras que daban la apariencia en conjunto de un zoco en algún país árabe. Cuando terminaba el espectáculo se encendían las luces eléctricas y se veía la torre desde otra óptica, así como la vegetación a los alrededores, solo quedaba mirar las estrellas desde las sillas y escuchar a lo lejos la música de los negros bulliciosos y alegres que se imponía.

Rafael Ballestas Morales, en su libro, Cartagena de Indias, Relatos de la vida  cotidiana y otras  historias, relata:

 “Recuerda Rafael Franco Carrasquilla, "Tony Porto", que, cuando llegó Gardel con sus guitarristas al frente del “Teatro Variedades”, él, junto con sus amigos Juan Zarur y Francisco Rodríguez Briñes, todos muchachos, corrieron hacia el carro que los traía a cargarles las maletas que contenían los diferentes instrumentos, para poder "colarse" al teatro con ellos y no pagar las entradas, lo que, en efecto, lograron. Esta audaz pilatuna le dio a “Tony Porto” y sus amigos, sin quererlo, la ocasión de ver a Gardel en "paños menores" porque al llegar al camerino improvisado con cuatro varas de mangle y una lona, los artistas comenzaron a cambiarse de ropas, entre ellos Gardel, quien usaba, dice “Tony Porto”, unos calzoncillos largos hasta las espinillas, con ligas, que en aquellos tiempos llamaban" calzoncillos de conservadores", porque eran parte de la indumentaria de los viejos patricios de ese partido”.

 Como el teatro solo estaba habilitado para presentar cine existía un telón en la mitad. De tal manera se habilitó una suerte de escenario con guirnaldas y serpentinas, lo cual fue tambien engalanado con un telón con paisajes de la pampa, el cual le daba ese aspecto de llevar a los espectadores a otro país a lo cual se sumaba la vestimenta de los artistas, orgullosos en el escenario al lucir la estampa del folklor argentino, en el escenario al salir y actuar elegantes como los gauchos de las películas. Los visitantes, por supuesto, aportaron su toque de distinción al sacar de sus maletas este que llamaba la atención., pero también aparecieron otros visitantes, y fueron aquellas personas que se encaramaron a las palmeras para observar el show de tango.

Al final del espectáculo ante una afluencia de hermosas y apasionadas seguidoras del cantor que obstaculizaban el automóvil Pontiac de Pinzón Riveros, fue proverbial la acostumbrada simpatía de Gardel. Cuando lograron zafarse de su afición hacia él, se dirigieron al Hotel Americano, donde se hospedaban.

En las primeras décadas del siglo XX el Hotel Americano, fundado por la visionaria señora Walters, fue símbolo de modernidad y prestigio. La señora Camila Walters, era mujer adelantada a su tiempo, conocida como “la madama Walters”, era considerada una figura excéntrica y revolucionaria, siendo la primera mujer en la ciudad en usar pantalones, fue la primera chofer de la ciudad, jugaba tenis y sabía de mecánica; Es decir que desafiaba los convencionalismos de la época y generaba admiración y controversia. Luego llegaría a ser la directora de una Feria del libro.  

El Hotel Americano, ubicado al lado de la Universidad de Cartagena, era más que un simple hospedaje, pues se trataba de un punto de encuentro para viajeros, intelectuales y figuras prominentes de la ciudad.

Además, en un edificio contiguo, la señora Walters estableció la fábrica de gaseosas Kola Walters, que se destacó no solo por su calidad, sino también por su compromiso con el deporte local, durante las décadas de 1920 y 1930, Kola Walters patrocinó equipos de béisbol, un deporte que comenzaba a consolidarse como pasión cartagenera.

Esa misma noche Gardel fue presentado exitosamente en el Teatro Variedades, que era un coliseo al aire libre donde se presenta los días el jueves 6 y viernes 7 de junio, con un lleno total en vespertina y noche. En un restaurante céntrico le celebraron el cumpleaños a Alfredo Le Pera que cumplía 35 años con una gran cena con los empresarios y autoridades. Henry Swartz, representante de la Universal, se encuentra presente y es el organizador de los recitales que hará el cantor en Bogotá.

Luego reaparece la parte nocturna, el paseo a las casas de citas que se hace tan presente ante los visitantes, y es atenderlos como se merecen ante otras mujeres visitadas, para así conocer y apropiarse como el capitán  Burton hizo en Namibia que buscaba mujeres en los burdeles para que le contaran como era la ciudad, parece que unos aficionados a Gardel y al tango lo homenajearon en un burdel, en donde el cantante hizo deshizo con una pupila llamada la “Mula Americana”, con amplia experiencia en la Zona del canal y en algunos puertos españoles, lo que casi produce un incidente al darse su cuenta Don Juan que era engañado de una manera magistral con un cantor de postín.

Continúa Rafael Ballestas Morales, en su libro, Cartagena de Indias, Relatos de  la  vida  cotidiana y otras  historias .

“El "Zorral Criollo" fue objeto de numerosas atenciones de sus admiradores y amigos en esta villa. David Dager Gerala, quien lo había conocido en París, lo recibió efusivamente y lo invitó a cenar a su casa de El Cabrero. El Cónsul de Argentina, Tomás Watts Amaya, hijo del segundo matrimonio de Tomás Watts Porras, bisabuelo de Karol Rumié Bossio, le ofreció un almuerzo en su residencia del Camino Arriba del Pie de la Popa. Resulta que el señor Watts Amaya había viajado a la ciudad de New York y allá conoció a unad ama argentina de apellido Romeli, muy acaudalada, con quien contrajo matrimonio. Luego se radicaron en Cartagena, donde se les designó cónsules de aquel país austral. Por ello agasajaron a Gardel y a sus tres guitarristas, Aguilar, Plaja y Riverol, e invitaron a lo más granado de la sociedad cartagenera. Allí estaban, además, "Fun" Lequerica Martínez y Karol Rumié Bossio, unos curiosos impúberes; el primero, vecino y amigo de una hija de los dueños de casa y, el segundo, sobrino del anfitrión. Cierto asistente recuerda cómo el señor Watts Amaya, luego de una canción de Gardel, le presentó a los menores, diciéndole: "Este es "Fun", vecino y amigo de mi hija Milisen,  y este es Karol, mi sobrino, en quien tengo puestas todas mis esperanzas de que será un gran cantante, porque siempre lo oigo tararear tus canciones". Gardel puso su mano derecha sobre la cabeza de Karol, y, sacudiendo su rubia cabellera, exclamó: “¡Che, pero qué pebete tenés en la familia...!". El anhelo del pariente del pequeñuelo no se cumplió y, en vez de cantante, Karol se convirtió en médico del alma y de la mente y fecundo volador de alfombras mágicas, con el pilotaje de su prodigiosa imaginación. Gardel quedó encantado con el Pie de la Popa e interpretó "Barrio Plateado por la Luna...", "Mary, Peggy, Betty y July”, "Rubias de New York" y "Por una cabeza", con su impecable vestido entero de lanilla, color crema, y unos zapatos bellísimos, según testigos del ágape”.

Emprendería el regreso a Barranquilla para viajar a Medellín.