Conversaciones
con
Luciano Londoño López
Entrevista realizada por Víctor Bustamante
Envigado, febrero 10/2009
Luciano Londoño López es Académico Correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo y de la Academia Nacional del Tango (ambas de Buenos Aires, Argentina) y Asociado correspondiente de la Academia de Tango de la República Oriental de Uruguay.
En su labor como difusor del tango ha dictado numerosas charlas en universidades y centros culturales. Sus investigaciones y entrevistas han sido publicadas en periódicos y revistas de Colombia, Venezuela, Puerto Rico, España, Estados Unidos, México, Argentina, Uruguay y Australia. Y, hasta febrero/2009, sus trabajos han sido incluidos o citados en 27 libros de autores de diversos países americanos.
En palabras de José Gobello, presidente de la Academia Porteña de Lunfardo de Buenos Aires (Argentina), Luciano Londoño es “el principal referente del tango en Colombia”. El investigador uruguayo Nelson Bayardo, por su parte, le dedicó el libro Carlos Gardel a la luz de la Historia, “en expreso reconocimiento a una trayectoria que lo ubica en el máximo nivel de expertos en música popular de las Américas”.
Su vida y obra fue exaltada en junio de 2008 por el Municipio de Medellín, mediante Decreto 0898 de junio 20/2008, en el cual se destacó que él es un reconocido experto en la canción ciudadana y que un hijo de sus calidades humanas y profesionales constituye un orgullo para la ciudad.
El periodista Reinaldo Spitaletta dijo que Luciano Londoño es un amante de la teoría de los indicios propuesta por el historiador italiano Carlo Ginzburg. Y agregó que es dueño de prodigiosa memoria y que es: “lector además de literatura e historia, sabe de las viejas guardias, de la guardia nueva, de Astor Piazzolla, de Aníbal Troilo, de historia argentina, (...). Conoce de grabaciones y versiones, discografías, fechas clave. Y siguiendo los lineamientos de José Gobello, presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, ha retirado a Gardel del anecdotario y lo ha puesto en la historia”. Agrega Spitaletta que Luciano “ha leído con fruición y apasionamiento a Roberto Arlt, Osvaldo Soriano, Mempo Giardinelli, Leopoldo Marechal, Borges, Silvina Bullrich, Olga Orozco y un sin fin de escritores y poetas argentinos”.
Víctor Bustamante: Hay una persistencia suya en lo del nacimientos de Gardel en Uruguay. Por qué toma usted partido por la teoría uruguayista. Qué importancia tiene que Gardel haya nacido en Toulouse o en Tacuarembó.
Luciano Londoño: Soy de los que piensan que es sano ventilar todo tipo de ideas, como único camino de llegar a la verdad.
En mi caso personal investigo y me oriento por la teoría uruguayista porque la considero la más seria y la que más indicios ha aportado para esclarecer el origen del Carlos Gardel, y siempre dentro de los lineamientos propuestos por la Academia Porteña del Lunfardo:”Sacar a Gardel del anecdotario”.
Muchas otras personas en nuestro medio, que han investigado en serio sobre el tango, también han estado orientados por la teoría uruguayista, bastaría con citar los nombres de Hernán Restrepo Duque, Jesús Vallejo Mejía, Javier Tamayo Jaramillo, Reinaldo Spitaletta y Jorge Iván Arango Lopera.
Ni la teoría francesista ni la teoría uruguayista tienen pruebas irrefutables sobre el origen de Gardel. Si ello fuera así, todo estaría claro y no habría discusión. Si existen las dos teorías es porque existen dudas. La teoría francesista se basa en un testamento (tachado por algunos investigadores y personalidades de la cultura argentina de ser falso) y un registro civil de nacimiento (perteneciente a otra persona, según los mismos investigadores).
La teoría uruguayista se basa en múltiples indicios y tiene su origen en la afirmación de que existieron dos niños (Charles Romuald Gardes y Carlos Gardel), basada en las declaraciones de Bertha Gardes, en 1936, a la revista La Canción Moderna y las dos fotografías que ella entregó a esta publicación, en las cuales es evidente que se trata de dos niños distintos. Con base en ello la tesis uruguayista afirma que Gardel no nació en 1890, que no era hijo de Bertha Gardes ni era francés.
Muchas personas, entre ellas Luciano Londoño López, desde 1994, hemos solicitado algo obvio para solucionar la discusión: Un examen de ADN. Esta solicitud se ha hecho de manera insistente desde Uruguay y por parte de algunas personas desde Buenos Aires. A esta solicitud le han resultado enemigos: unos dicen que los restos que hay en la Chacarita no son los de Gardel, porque hubo confusión en la marcación de los diversos restos en Medellín y también posteriormente en el traslado a Buenos Aires. Y otros dicen (sin bases científicas) que no se le puede hacer el examen a los restos de Gardel.
En lo que tiene que ver con el origen de Gardel la prueba definitiva, como es apenas obvio, es el examen de ADN. Ella contribuiría a aclarar muchas de las dudas actuales. Sin embargo para la realización de esta prueba todavía existen dificultades de distinto tipo. De todas maneras, estamos seguros que algún día podrá hacerse la misma. De lo contrario llegaríamos a la paradoja de que a los restos de Gardel no se le puede hacer el análisis de ADN (74 años después), mientras que si se le han podido hacer los análisis de ADN a los restos de Francesco Tetrarca (650 años después de fallecido), a los de Cristóbal Colón (500 años después de muerto), a los del Zar Nicolás II (85 años después de su asesinato).
Todo lo que tiene que ver con Gardel interesa. Estamos seguros de que si se fuera a hablar sobre el origen de otro personaje el tema no convocaría la atención de tanta gente. Valga de ejemplo el caso de Discépolo, de quien se investiga hoy en día su origen y se afirma que no es hermano de Armando Discépolo. Sin embargo el tema no trasciende y se queda meramente entre especialistas.
La personalidad de Gardel importa. Y para conocer su personalidad no puede soslayarse su biografía. La nacionalidad de Gardel es un aspecto histórico que “los uruguayistas” investigan dentro de los conceptos de la "Nueva Historia".
Esta escuela se caracteriza por haber desarrollado una historia en la que se han incorporado otras ciencias sociales como la geografía, la sociología, la economía, la psicología social y la antropología. El mérito de la Nueva Historia fue comprender y hacer comprender que los actos privados se desarrollan en un marco social que acepta o repele determinadas conductas. Lo que nos hace felices o infelices, lo que nos distrae o lo que nos aburre, lo que nos ilusiona o lo que nos desilusiona. Tanto lo público como lo privado están marcados por un imaginario simbólico del que participamos sencillamente, sin hacer nada. El solo hecho de vivir hoy, y no hace cincuenta años o dentro de diez años, nos hace los que somos. Y hoy somos sujetos ávidos de la vida privada de los otros. Es una hojeada casi lasciva sobre los aspectos más intrincados de las vidas privadas ajenas. Lo que hacen o lo que no hacen los otros nos habla de nuestras propias vidas. Cuando los historiadores dieron forma a la Historia de la vida privada invirtieron el punto de vista desde el que se podía leer la historia. La Historia de la vida privada permitió descubrir un universo que había sido evitado por otras historiografías. Ello supuso un giro teórico: el interés pasó de lo público a lo privado, porque lo privado es una fuente inagotable de información acerca de las mentalidades de época. De los hechos puntuales, las batallas y las fechas, pasaron a investigar mentalidades: Cómo se vive, con quién, en qué términos: Qué comía un campesino medieval, cuál era el destino de las mujeres solteras en el Renacimiento, en fin.
En mis investigaciones (las realizadas por Luciano Londoño) tengo en cuenta los métodos de la Nueva Historia y lo dicho sobre el tema por importantes personalidades de la cultura Argentina. Algunos de ellos son:
Ricardo Ostuni, Vicepresidente de la Academia Porteña del Lunfardo (de Buenos Aires, Argentina), dice en su libro "Repatriación de Gardel": "nadie, seriamente, puede sostener como verdad inconmovible que Carlos Gardel nació en 1890" puesto que "son demasiadas las constancias que presumen una fecha muy anterior a la que surge del acta de Toulouse".
“¿Por qué el empeño de regalar a Francia la cuna de un hombre que siempre quiso ser criollo? (…) Por ello causa asombro la cantidad de argumentos que se han elaborado para invalidar la voluntad de Gardel de declararse uruguayo (…) en el fondo subyacía un viejo antagonismo irracional con la vecina orilla. Sea como fuere la leyenda del desertor resulta insostenible (…). Es sugestivo el silencio judicial ante estas enmiendas que, claramente constituyeron un acto doloso, que torna nulo de toda nulidad el testamento”.
El escritor Blas Matamoro, en su libro “Carlos Gardel” expresa: “¿Es falso el testamento atribuido a Gardel y suscripto el 7 de noviembre de 1933? Razzano y otros así lo han dejado entrever…” y agrega "En resumidas cuentas: es muy factible que el testamento atribuido a Gardel, y que fue cabeza de expediente en su testamentaria, sea falso. Concurren varios indicios a fundar esta conclusión: fecha y lugar de nacimiento, contradictorios con los habitualmente conocidos en la vida del artista; necesidad de evitar la sucesión vacante (que pasaba al fisco argentino); posibilidad por parte de Defino, mediando consentimiento testamentario de la Sra. Gardes, de quedarse con el patrimonio de Gardel; existencia en poder de Defino de papeles suscritos por Gardel en blanco, según consta en su correspondencia, lo que habría facilitado la fragua del testamento ológrafo intelectualmente falso, y con firma auténtica de Gardel”.
El escritor Horacio Vásquez Rial, en entrevista de El Observador, de Montevideo, con ocasión del aniversario de Medellín de 1998, dice: “Gardel en 1933 ya está de vuelta de muchas cosas, es un hombre de alrededor de 50 años, edad que en aquella época era considerable. Edad en la que el hombre revisa sus ideas, una edad proclive a decir la verdad, por lo que no debe extrañar que en su último viaje a Montevideo, haya sido tan explícito en relación a su nacimiento en Tacuarembó. (…) Aquellos años eran de fuerte afrancesamiento tanto en Buenos Aires como en Montevideo, sabido es, y sonaba elegante dotarlo de esa nacionalidad. Pero por supuesto, el real motivo fue quedarse con su herencia (…). Es evidente que en Buenos Aires no caía nada bien que Gardel fuera uruguayo (…). Una idea de un doble Gardel suena fantasiosa hasta que se empieza a hurgar en la investigación. El hecho en realidad es bastante claro. Gardel es hijo de Carlos Escayola y nada tiene que ver con el nacido en Toulouse en 1890. No sería nada difícil aclarar la situación, pero para ello se necesitaría de buena voluntad, algo que es evidente que no hay. Seguramente se han ocupado de hacer desaparecer la partida de defunción de Charles Gardes, quien debe haber muerto de pequeño. Bueno, desapareció de Gardel todo lo que no convenía, al punto que su carpeta en la policía argentina quedó vacía”.
El escritor y filósofo Juan José Sebreli, en su libro “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación” dice: “Gardel estuvo prontuariado como ratero y rufián”. Como es obvio se refiere a quien fuera el cantor, no a Charles Romuald, quien fue alumno modelo.
El escritor Horacio Salas, autor del libro EL TANGO, traducido a más de quince idiomas dice refiriéndose a Gardel:" "Poco o nada se ha indagado sobre las lagunas biográfica de Gardel, o los aspectos oscuros de su trayectoria".
“En todos sus documentos y entre sus amigos decía ser uruguayo (...)".
Y plantea, además una opción cuya solución parece estar implícita: “(…) si es verdad que en el Abasto le decían El Francesito, también lo es que en todos sus documentos y entre sus amigos, decía ser uruguayo (…). Estos datos se reiteran en otros documentos, el último de los cuales, la escritura por la compra de unos terrenos en Montevideo, es de octubre de 1933. Ese día figura como testigo quien luego sería su albacea, Armando Defino, quien es justamente el mayor sostenedor de su nacionalidad francesa, descubierta sólo después de su muerte, en un testamento ológrafo que muchos suponen falso. Allí Gardel figura ser nativo de Toulouse en Francia, nacido el 11 de diciembre de 1890. Sin embargo algunos amigos del cantor aseguraban que privadamente reconocía ser del ochenta y tres”.
Julio Jorge Nelson, en su revista "Carlos de Buenos Aires" dice:"Hay quienes afirman que su partida de nacimiento fue modificada por Defino, a efectos de poder integrar el cuadro de actores para el sello Paramount de Estados Unidos, quienes no deseaban un galán cincuentón".
Y es que Armando Defino, apoderado de Gardel y quien realizó el testamento no era un modelo de honestidad. Así lo afirma el periodista Tabaré Di Paula cuando dice en julio/1969, en el número 27 de “Todo es historia”: "Tal vez esta apreciación signifique dudar de la honestidad de Defino. Pero no es menor duda que la que en diciembre de 1937 llevó a Azucena Maizani a demandar a Defino y exigirle rendición de cuentas por haberse apoderado de $ 8.575 en su gestión como representante y administrador de la artista".
Además, Tabaré Di Paula, en esa ocasión escribió: “Una copia de una partida de nacimiento extendida catorce años antes y un presunto testamento ológrafo del cantor, propiciaron el montaje de un rostro sobre otro, confundiendo a Gardel con una persona ajena, insertándola en otra vida y otra historia. Ya se vio que la edad del cantante no podía coincidir con el natalicio de 1887. Mucho menos podía coincidir con el de 1890. Aunque no corresponde ahora pronunciarse sobre las irregularidades que hicieron posible una fabulación semejante, parece indudable que el supuesto testamento está amonestado por una seria contradicción jurídica, ya que un texto consagrado a establecer el auténtico nombre de una persona no puede ser firmado luego con el nombre seudónimo (…)”.
El escritor y periodista Osvaldo Soriano, en la contratapa de “Página 12” de enero 29/1995 dice: “…sólo que ahora –con Gardel uruguayo—somos todos un poco más uruguayos que antes (…). Por ahora no creo que haya devaluación. Pero si los taxistas se enteran de que Gardel era uruguayo, en una de esa no hay más remedio”.
Soriano, en “La Maga” (Nº 28, especial, Buenos Aires, 1997), en nota del cineasta Héctor Olivera, fue terminante al condenar el oscurantismo que rodeó el origen del cantor: “(…) quienes se niegan a aceptar que El Mudo fuera uruguayo, eran los argentinos que asumían este asunto con la misma rivalidad rioplatense que si se tratara de un campeonato de fútbol”.
Y, además, Soriano en “Brecha”, de Montevideo, nos dejó la siguiente semblanza de Erasmo Silva Cabrera: “Recuerdo mi encuentro con Silva en un café de Montevideo. Era un loco capaz de invertir una noche entera para convencer a un solo tipo de su tesis. Era el tema de su vida. Eso me emociona (…) Creo que en el fondo pienso que Silva merece tener razón. Creo que yo quiero en el fondo que tenga razón y que Gardel nazca nomás en Tacuarembó”.
En la película "Crónica de un día triste", de Raggy y Bortnovsky, el maestro Julio De Caro, íntimo del cantor, dice: “Gardel actuaba como uruguayo, se sentía uruguayo, y cada vez que podía, escapaba para allá". Y en una carta que De Caro envió a Erasmo Silva Cabrera le dice: "Y como epílogo agrego que yo también pienso que Carlos Gardel es URUGUAYO".
Ireneo Leguisamo le declaró en junio 23/1985 al diario La Nación: "Manteníamos una rivalidad permanente por Paysandú y Salto, los pueblos de donde veníamos..."
El escritor Ernesto Sábato, en su libro “Tango, discusión y clave” demuestra no desconocer las carencias de la tesis francesista y transcribe un artículo publicado en Buenos Aires titulado “El gran misterio”, donde quedan patentizadas las sospechas que en esa ciudad despertaba el extraño vínculo entre Carlos Gardel y Berthe Gardes. Con esta nota Sábato plantea sus serias dudas sobre el origen oficial de Gardel francés. Allí se lee: “…y luego de obtener varias fotos con poses del Mago, al ver pasar a M.B. Gardes le dije: “Carlitos, decile a tu mamá que venga y te sacamos con ella”. “¡No, eso no!”, fue la respuesta de Gardel, tan rápido como en un tono de extrema nerviosidad. Luego, como dándose cuenta de la sorpresa que había causado a su visitante, quiso explicar de alguna manera la negativa. No deja de asombrar, aparte de esa incidencia, que Gardel no haya viajado nunca con Berta Gardes, que no se le hubiese visto por las calles de Buenos Aires o Montevideo con ella (…)”
El periodista y hombre de teatro Edmundo Guibourg en el reportaje "El último bohemio", que le hace Mona Moncalvillo, al referirse a Gardel dice "No vivía con su madre tampoco". Y a El Diario, Montevideo, de junio 24/1985 aseguró refiriéndose al cantor: “…no quería aclimatarse en la vida común con la madre (y) la había confiado a viejos amigos para que fueran protectores de ella”.
La escritora y poetisa Olga Orozco, en el suplemento de La Nación de junio 23/1985, escribe un artículo sobre Gardel, en el que introduce elementos de duda que por si solos se encargan de dar la respuesta. Dice ella en su nota: “¿Cuál es pues, la fecha de partida? ¿1883, 1884, 1887 ó 1890? ¿Y cuál es el lugar: Francia o el Uruguay? Sería lógico que el notorio y notable cantor se quitara edad, pero no que se la aumentara. ¿Y por qué declarar una patria por otra? Se ha dicho que con documentos argentinos eludía su infracción al servicio militar uruguayo y viceversa, y también se ha argüido que el motivo era no aparecer como desertor francés después de la Primera Guerra Mundial, sobre todo. Pero, ¿preveía la guerra, preveía futuros y triunfantes viajes a Francia desde su oscura niñez? ¿Y cuál es el documento legal que lo autoriza a usar el seudónimo Carlos Gardel en todos sus papeles, si su verdadero nombre es Charles Romuald Gardes? ¿Lo era en realidad? Se ha acusado a Defino de haber fraguado el testamento de Gardel en que así lo declara, para ser el albacea de doña Berta, quien lo nombra a su vez heredera universal. Extrañamente, unos años después, al heredar a doña Berta, Defino vende a Razzano, con quien estuvo y siguió estando enemistado, todos sus derechos, por casi menos que un plato de lentejas. ¿Y por qué tenía Gardel que dejar un testamento nombrando especialmente como heredera a quien lo era de todos modos, por vía natural? A menos que ese testamento sirviera a un mismo tiempo, para documentar un parentesco declarado, pero dudoso o inexistente”.
El gran compositor, músico y bandoneonista Astor Piazzolla, en la página 81 de sus "Memorias" dice al referirse a la época en que lo conoció en Nueva York (1934): "Y de él tengo el recuerdo de su simpatía, su forma arrabalera de ser, y el sonido de su voz, hablaba como un uruguayo. Me quiso llevar a la gira, ..."
El escritor Abelardo Castillo, en la revista Gente, 1977, habla de Gardel como un “sueño colectivo” y señala: “Este Gardel ya no es más francés, sino porteño; a lo sumo uruguayo. Y admitamos a la Banda Oriental en su genealogía, porque de esa tierra provienen ciertos atributos nacionales sin los cuales seríamos menos argentinos: la literatura de Sánchez y Quiroga, La Comparsita, quizá el Geniol”.
El escritor Andrés Chinarro, en su libro El tango y su rebeldía, dice: “Pepe Guerriero, flautista de la “guardia vieja” me señaló hace muchos años –con carácter de secreto— que doña Berta no era la madre de Gardel sino solo su madre adoptiva”.
Entrevistado por el periodista porteño Enrique Pepe, el músico Augusto P. Berto le comentó: “Un día vi cruzar por detrás de mi amiguito a quien yo tenía por madre y como le buscaba le dije: “Mirá, Carlitos, te llama tu mamá”. Fue entonces que él me contestó: “Ella no es mi madre; me recogió de chico”.
El cantor, actor y director de cine Hugo del Carril le comentó a la revista “Gente” (Buenos Aires octubre 27/1966): “Es un raro paralelo con Gardel, ¿se dio cuenta? A él lo crió esa francesa que tampoco era su madre. Esa mujer era lavandera; la que me crió a mí era modista…”
El escritor y Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo José Gobello dice en su libro “Tres estudios gardelianos”: “Un amigo de Gardel, Alfredo Frigerio, relataba que hacia los años 1926/28, el cantor le dijo en Buenos Aires: “Mirá hermano, si yo dijera aquí en estos momentos que soy uruguayo, ahora mismo se acaba la fiesta para mí”
El cineasta Eduardo Morera, quien dirigiera a Gardel en los cortos de 1930, en entrevista que le hiciera Enrique Estrázulas en el periódico El País (Montevideo junio 24/1994):
E.E.: --¿Usted conoció a Armando Defino?
E.M: --Sí, cómo no. Fue el que hizo pelear a Gardel con Razzano. Se duda mucho de que el testamento de Gardel fuera real. Una francesa no podía heredar a un uruguayo y lo hicieron pasar por Charles Romuald Gardes, que era otro. El verdadero Gardel que usted conoció era otro. Yo tengo el documento del certificado del nacimiento de Carlos Gardel; se hizo aquí en Buenos Aires, en el Consulado uruguayo. Yo se que era uruguayo. No sé si hablé con él sobre eso porque pasaron sesenta años, pero todo eso se sabía”.
El músico y letrista Cátulo Castillo se sorprende de un “Gardel que ya “pasados los cincuenta”, lucía como un adolescente en las películas”. Además le dijo a “Buenos Aires Tango (mayo-junio 1971) : “Carlos Gardes, escamoteaba un poco a la cachada, aquel segundo nombre que le gustaba poco, pero que doña Berta, su madre, respetaba en recuerdo elogioso de un famoso Romualdo –Don Romualdo—ligado a su epopeya de allá en Tacuarembó, donde supo vivir por mocedades épicas”.
VB: Por qué razón no sale Luciano Londoño de su refugio para compartir con otros sus conocimientos sobre tango. ¿Por qué usted no pertenece a la Asociación Gardeliana, al Club de Amigos del Tango, al Club de Tango de Niquía, ni a la Academia Colombiana de Tango?
LL: Una razón para vivir la vida que vivo es que yo soy una persona tímida y de carácter introvertido. Otra (para abreviar) es que nunca se me ha invitado a participar de ninguna agremiación tanguera en Colombia…
VB: Hay muchos coleccionistas con sus joyas musicales guardadas. ¿Son en realidad egoístas que se deleitan mostrando sus rarezas? ¿Qué hacer para que las compartan?
LL: Yo por mi parte he sido beneficiario de la amistad y bondad de varios coleccionistas colombianos y del exterior, ninguno de ellos pertenecientes a colectivos de tango en Medellín. Algunos de ellos son: la puertorriqueña Rosaura Vega Santana, el cubano Cristóbal Díaz Ayala, los argentinos Roberto Selles, Jorge Göttling y Héctor Blotta, el mexicano Luis Chapa, la sicóloga María Carmenza Zuleta, los ex-magistrados de la Corte Suprema de Justicia Jesús Vallejo Mejía y Javier Tamayo Jaramillo, el historiador Fabio Mejía Fernández, el médico ginecólogo Jorge Iván Arango Lopera, los abogados Álvaro Mejía Restrepo, Hernán Vélez Arango y Jorge Hernán Londoño López, el colombiano residente en Australia Javier Velásquez, el colombiano residente en Estados Unidos Jaime Jaramillo Suárez, los periodistas Reinaldo Spitaletta, Carlos Emilio Serna y Rodrigo Pareja Montoya y los especialistas en música caribeña César Pagano, Sergio Santana, Orlando Montenegro Rolón y Luis Fernando Martínez Marrugo.
Creo que la labor de convocatoria y unión para compartir, en bien del tango en Medellín, le corresponde a los colectivos de tango existentes en la ciudad.
VB: De pronto veo que, respecto al tango en Medellín, hay personas poco serias y otros que son simuladores. Entre estos dos bandos que dividen la opinión tanguera en Medellín con cuál de todos se queda y a cuáles les gusta causar resquemor.
LL: Dado mi carácter y ritmo de vida, conozco pocos amantes de este género musical en Medellín y por ello nada puedo opinar sobre los dos grupos que usted cree que existen en la ciudad.
VB: En Medellín hay varias asociaciones de tango, qué opina de ellas. Sirven para difundir el tango o para hundirse en las reminiscencias.
LL: Pienso que los colectivos dedicados al tango pueden serle de utilidad al género si son manejados sin envidias y con criterios de difusión de la totalidad de épocas del tango y apertura sin restricciones en la investigación histórica.
VB: Hay un respeto inusitado de muchos tangueros (de Colombia y el exterior) hacia sus juicios, hacia sus investigaciones. Usted tiene el reconocimiento internacional, en países como Argentina, Uruguay, Puerto Rico y Australia. Para Luciano Londoño qué significado tiene todo ese ruido en el exterior acerca de sus juicios.
LL: Yo agradezco la acogida que tienen mis investigaciones entre personas conocedoras del tango en Uruguay, Argentina y otros países (sobre todo en las Academias). Para mí, esa acogida significa que mis investigaciones han sido novedosas y han aportado a la historiografía del tango.
VB: Los amantes del tango en Medellín operan en clubes casi cerrados. ¿Por qué se da este hecho, sabiendo que el tango tiene una honda raíz popular, por qué se ha vuelto tan elitista?
LL: Desconozco las razones por las cuales el tango en Medellín se ha vuelto elitista. Como ya le dije, conozco pocos amantes de este género musical en Medellín.
VB: Entre el tango que es un gran corpus musical, hay un pasado que pesa sobre los creadores actuales. Es como si Piazzolla hubiera creado un camino individual sin retorno. Como ve Luciano Londoño la evolución de este género, pensando en la creatividad total, sin caer en las fusiones. ¿Qué hay de nuevo en el tango mundial que sea contemporáneo?
LL: Piazzolla todos sabemos que ha sido un artista polémico y discutido y que con sus golpes de genialidad es representativo de lo distinto, lo nuevo, la encarnación del cambio, y fue quien llevó al tango hasta sus más avanzados límites.
El tango siempre ha tenido variantes e innovadores. Es benéfico para el tango que los jóvenes las hagan. Hoy en día existen talentosos músicos, tanto dentro del concepto del tango tradicional como dentro del concepto tango moderno, sin desconocer los muchos aciertos que se han dado, en los últimos tiempos, dentro de las llamadas fusiones y dentro del tango electrónico.
VB: Hablemos de diferentes países donde el tango ha tenido creadores y compositores. ¿Qué diferencia existe entre ellos? Hay una curiosidad, ¿por qué los japoneses, tan lejanos en costumbres y en gustos tienen esa afición por el tango?
LL: Como es bien conocido, letristas y compositores de tango solamente han existido en Uruguay y Argentina, y podríamos decir (de manera general) que no existen mayores diferencias entre ellos. En cuanto al resto de países, son muy pocos los creadores que han dado en esta materia.
Sin desconocer el gusto por el tango en Japón, debo aclarar que (dada su mucha población) allá también se da el tango dentro de una élite. Sobre este tema son bien claros los libros de Luis Alposta (El tango en Japón), Carlos Manus (El tango en Japón) y el ensayo de Masami Takaba (El tango es Japón, publicado en Todo es Historia, año 1985).
VB: ¿Qué o cuáles tangos colombianos le gustan?
LL: Me gustan los tangos de los colombianos Tartarín Moreira, José Barros y Abel de J. Salazar.
VB: En realidad cuál es el aporte de Medellín al tango: ¿Sólo la muerte de Gardel? ¿El largo corpus en lo crítico, en los ensayos y en lo narrativo sobre el tema? ¿A quién destaca en éstos temas?
LL: El aporte de Medellín al tango se da en diferentes frentes, según nuestras capacidades, así: investigación histórica, periodística, narrativa y musical.
VB: ¿Por qué hay tanta diferencia entre el tango culto y el tango de la gente común y corriente? Por qué en la pasada antología el tango, realizada por diversos amantes del tango, es tan difícil que ellos se refieran al tango más popular: a los interpretados por Oscar Larroca, Pepe Aguirre, Armando Moreno. ¿Será que les resulta necesario adoptar una pose intelectual?
LL: En mi caso personal, y como lo dije al realizar la selección de los tangos que más me gustan, debo aclarar que me gustan casi todos con excepción de algunos con letras ramplonas y música muy elemental.
Desconozco si los amantes del tango en Medellín adoptan poses intelectuales. Creo que las diferencias entre los tipos de tangos se dan dependiendo de los conocimientos sobre tango y la cultura musical que tenga cada persona en particular. Se me ocurre que los que gustan del tango que usted menciona no fueron consultados para hacer su selección o les dio temor participar en el trabajo colectivo por usted propuesto.
VB: En el festival pasado se trajo una bandoneonísta argentina para crear en Medellín una escuela de bandoneonístas. Algunos piensan que con muchos bandoneones habrá mucho tango. ¿Qué piensa de eso?
LL: Bienvenidas todas influencias musicales e históricas que se den en bien del tango. Creo que para que haya mucho tango en Medellín es necesario difundirlo entre los jóvenes, con el fin de crear un amplio espectro y lograr que no muera entre nosotros la afición y amor por este género musical. Esta labor, como ya lo dije, le corresponde a las asociaciones y clubes que funcionan en la ciudad.
VB: Entre las dos épocas de realizaciones de festivales de tango en Medellín, podría hacerme una comparación en calidad y afición por el tango.
LL: El Medellín de hoy nada tiene que ver con el Medellín de los años 40, 50, 60 y 70 del siglo veinte, en el cual hervía el tango. En ese orden de ideas es difícil de hacer comparaciones, sencillamente debemos adaptarnos a los tiempos que corren y los intérpretes de tango que existen en la actualidad.
Como hecho simplemente histórico, del cual usted puede sacar conclusiones, le menciono algunos de los participantes de los cuatro primeros festivales de tango en Medellín, así:
1968: Aníbal Troilo, Tito Reyes, Edmundo Rivero, Orquesta de Baffa-Berlingieri, Ángel Cárdenas, Enrique Dumas, Alba Solís, Roberto Arrieta, Armando Moreno, Alberto Podestá, Horacio Deval.
1970: Carlos Dante, Oscar Larroca, Armando Moreno, octeto de Osvaldo Berlingieri, Leopoldo Federico.
1971: Hugo del Carril, Agustín Irusta, Elba Berón, Rubén Juárez, Armando Moreno, Elsa Rivas, Armando Pontier, Pedro Laurenz.
1973: Armando Lacava y su sexteto, Sexteto Tango, Roberto Ayala, Alberto Marino, Floreal Ruiz, Oscar Ferrari, Jorge Valdez, Nelly Vásquez, Néstor Fabián, Agustín Copelli (Chile), Héctor Cabrera (Venezuela), Miguel Solano (Costa Rica), Raúl del Mar (Perú).
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Luciano Londoño López es Académico Correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo y de la Academia Nacional del Tango (ambas de Buenos Aires, Argentina) y Asociado correspondiente de la Academia de Tango de la República Oriental de Uruguay.
En su labor como difusor del tango ha dictado numerosas charlas en universidades y centros culturales. Sus investigaciones y entrevistas han sido publicadas en periódicos y revistas de Colombia, Venezuela, Puerto Rico, España, Estados Unidos, México, Argentina, Uruguay y Australia. Y, hasta febrero/2009, sus trabajos han sido incluidos o citados en 27 libros de autores de diversos países americanos.
En palabras de José Gobello, presidente de la Academia Porteña de Lunfardo de Buenos Aires (Argentina), Luciano Londoño es “el principal referente del tango en Colombia”. El investigador uruguayo Nelson Bayardo, por su parte, le dedicó el libro Carlos Gardel a la luz de la Historia, “en expreso reconocimiento a una trayectoria que lo ubica en el máximo nivel de expertos en música popular de las Américas”.
Su vida y obra fue exaltada en junio de 2008 por el Municipio de Medellín, mediante Decreto 0898 de junio 20/2008, en el cual se destacó que él es un reconocido experto en la canción ciudadana y que un hijo de sus calidades humanas y profesionales constituye un orgullo para la ciudad.
El periodista Reinaldo Spitaletta dijo que Luciano Londoño es un amante de la teoría de los indicios propuesta por el historiador italiano Carlo Ginzburg. Y agregó que es dueño de prodigiosa memoria y que es: “lector además de literatura e historia, sabe de las viejas guardias, de la guardia nueva, de Astor Piazzolla, de Aníbal Troilo, de historia argentina, (...). Conoce de grabaciones y versiones, discografías, fechas clave. Y siguiendo los lineamientos de José Gobello, presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, ha retirado a Gardel del anecdotario y lo ha puesto en la historia”. Agrega Spitaletta que Luciano “ha leído con fruición y apasionamiento a Roberto Arlt, Osvaldo Soriano, Mempo Giardinelli, Leopoldo Marechal, Borges, Silvina Bullrich, Olga Orozco y un sin fin de escritores y poetas argentinos”.
Víctor Bustamante: Hay una persistencia suya en lo del nacimientos de Gardel en Uruguay. Por qué toma usted partido por la teoría uruguayista. Qué importancia tiene que Gardel haya nacido en Toulouse o en Tacuarembó.
Luciano Londoño: Soy de los que piensan que es sano ventilar todo tipo de ideas, como único camino de llegar a la verdad.
En mi caso personal investigo y me oriento por la teoría uruguayista porque la considero la más seria y la que más indicios ha aportado para esclarecer el origen del Carlos Gardel, y siempre dentro de los lineamientos propuestos por la Academia Porteña del Lunfardo:”Sacar a Gardel del anecdotario”.
Muchas otras personas en nuestro medio, que han investigado en serio sobre el tango, también han estado orientados por la teoría uruguayista, bastaría con citar los nombres de Hernán Restrepo Duque, Jesús Vallejo Mejía, Javier Tamayo Jaramillo, Reinaldo Spitaletta y Jorge Iván Arango Lopera.
Ni la teoría francesista ni la teoría uruguayista tienen pruebas irrefutables sobre el origen de Gardel. Si ello fuera así, todo estaría claro y no habría discusión. Si existen las dos teorías es porque existen dudas. La teoría francesista se basa en un testamento (tachado por algunos investigadores y personalidades de la cultura argentina de ser falso) y un registro civil de nacimiento (perteneciente a otra persona, según los mismos investigadores).
La teoría uruguayista se basa en múltiples indicios y tiene su origen en la afirmación de que existieron dos niños (Charles Romuald Gardes y Carlos Gardel), basada en las declaraciones de Bertha Gardes, en 1936, a la revista La Canción Moderna y las dos fotografías que ella entregó a esta publicación, en las cuales es evidente que se trata de dos niños distintos. Con base en ello la tesis uruguayista afirma que Gardel no nació en 1890, que no era hijo de Bertha Gardes ni era francés.
Muchas personas, entre ellas Luciano Londoño López, desde 1994, hemos solicitado algo obvio para solucionar la discusión: Un examen de ADN. Esta solicitud se ha hecho de manera insistente desde Uruguay y por parte de algunas personas desde Buenos Aires. A esta solicitud le han resultado enemigos: unos dicen que los restos que hay en la Chacarita no son los de Gardel, porque hubo confusión en la marcación de los diversos restos en Medellín y también posteriormente en el traslado a Buenos Aires. Y otros dicen (sin bases científicas) que no se le puede hacer el examen a los restos de Gardel.
En lo que tiene que ver con el origen de Gardel la prueba definitiva, como es apenas obvio, es el examen de ADN. Ella contribuiría a aclarar muchas de las dudas actuales. Sin embargo para la realización de esta prueba todavía existen dificultades de distinto tipo. De todas maneras, estamos seguros que algún día podrá hacerse la misma. De lo contrario llegaríamos a la paradoja de que a los restos de Gardel no se le puede hacer el análisis de ADN (74 años después), mientras que si se le han podido hacer los análisis de ADN a los restos de Francesco Tetrarca (650 años después de fallecido), a los de Cristóbal Colón (500 años después de muerto), a los del Zar Nicolás II (85 años después de su asesinato).
Todo lo que tiene que ver con Gardel interesa. Estamos seguros de que si se fuera a hablar sobre el origen de otro personaje el tema no convocaría la atención de tanta gente. Valga de ejemplo el caso de Discépolo, de quien se investiga hoy en día su origen y se afirma que no es hermano de Armando Discépolo. Sin embargo el tema no trasciende y se queda meramente entre especialistas.
La personalidad de Gardel importa. Y para conocer su personalidad no puede soslayarse su biografía. La nacionalidad de Gardel es un aspecto histórico que “los uruguayistas” investigan dentro de los conceptos de la "Nueva Historia".
Esta escuela se caracteriza por haber desarrollado una historia en la que se han incorporado otras ciencias sociales como la geografía, la sociología, la economía, la psicología social y la antropología. El mérito de la Nueva Historia fue comprender y hacer comprender que los actos privados se desarrollan en un marco social que acepta o repele determinadas conductas. Lo que nos hace felices o infelices, lo que nos distrae o lo que nos aburre, lo que nos ilusiona o lo que nos desilusiona. Tanto lo público como lo privado están marcados por un imaginario simbólico del que participamos sencillamente, sin hacer nada. El solo hecho de vivir hoy, y no hace cincuenta años o dentro de diez años, nos hace los que somos. Y hoy somos sujetos ávidos de la vida privada de los otros. Es una hojeada casi lasciva sobre los aspectos más intrincados de las vidas privadas ajenas. Lo que hacen o lo que no hacen los otros nos habla de nuestras propias vidas. Cuando los historiadores dieron forma a la Historia de la vida privada invirtieron el punto de vista desde el que se podía leer la historia. La Historia de la vida privada permitió descubrir un universo que había sido evitado por otras historiografías. Ello supuso un giro teórico: el interés pasó de lo público a lo privado, porque lo privado es una fuente inagotable de información acerca de las mentalidades de época. De los hechos puntuales, las batallas y las fechas, pasaron a investigar mentalidades: Cómo se vive, con quién, en qué términos: Qué comía un campesino medieval, cuál era el destino de las mujeres solteras en el Renacimiento, en fin.
En mis investigaciones (las realizadas por Luciano Londoño) tengo en cuenta los métodos de la Nueva Historia y lo dicho sobre el tema por importantes personalidades de la cultura Argentina. Algunos de ellos son:
Ricardo Ostuni, Vicepresidente de la Academia Porteña del Lunfardo (de Buenos Aires, Argentina), dice en su libro "Repatriación de Gardel": "nadie, seriamente, puede sostener como verdad inconmovible que Carlos Gardel nació en 1890" puesto que "son demasiadas las constancias que presumen una fecha muy anterior a la que surge del acta de Toulouse".
“¿Por qué el empeño de regalar a Francia la cuna de un hombre que siempre quiso ser criollo? (…) Por ello causa asombro la cantidad de argumentos que se han elaborado para invalidar la voluntad de Gardel de declararse uruguayo (…) en el fondo subyacía un viejo antagonismo irracional con la vecina orilla. Sea como fuere la leyenda del desertor resulta insostenible (…). Es sugestivo el silencio judicial ante estas enmiendas que, claramente constituyeron un acto doloso, que torna nulo de toda nulidad el testamento”.
El escritor Blas Matamoro, en su libro “Carlos Gardel” expresa: “¿Es falso el testamento atribuido a Gardel y suscripto el 7 de noviembre de 1933? Razzano y otros así lo han dejado entrever…” y agrega "En resumidas cuentas: es muy factible que el testamento atribuido a Gardel, y que fue cabeza de expediente en su testamentaria, sea falso. Concurren varios indicios a fundar esta conclusión: fecha y lugar de nacimiento, contradictorios con los habitualmente conocidos en la vida del artista; necesidad de evitar la sucesión vacante (que pasaba al fisco argentino); posibilidad por parte de Defino, mediando consentimiento testamentario de la Sra. Gardes, de quedarse con el patrimonio de Gardel; existencia en poder de Defino de papeles suscritos por Gardel en blanco, según consta en su correspondencia, lo que habría facilitado la fragua del testamento ológrafo intelectualmente falso, y con firma auténtica de Gardel”.
El escritor Horacio Vásquez Rial, en entrevista de El Observador, de Montevideo, con ocasión del aniversario de Medellín de 1998, dice: “Gardel en 1933 ya está de vuelta de muchas cosas, es un hombre de alrededor de 50 años, edad que en aquella época era considerable. Edad en la que el hombre revisa sus ideas, una edad proclive a decir la verdad, por lo que no debe extrañar que en su último viaje a Montevideo, haya sido tan explícito en relación a su nacimiento en Tacuarembó. (…) Aquellos años eran de fuerte afrancesamiento tanto en Buenos Aires como en Montevideo, sabido es, y sonaba elegante dotarlo de esa nacionalidad. Pero por supuesto, el real motivo fue quedarse con su herencia (…). Es evidente que en Buenos Aires no caía nada bien que Gardel fuera uruguayo (…). Una idea de un doble Gardel suena fantasiosa hasta que se empieza a hurgar en la investigación. El hecho en realidad es bastante claro. Gardel es hijo de Carlos Escayola y nada tiene que ver con el nacido en Toulouse en 1890. No sería nada difícil aclarar la situación, pero para ello se necesitaría de buena voluntad, algo que es evidente que no hay. Seguramente se han ocupado de hacer desaparecer la partida de defunción de Charles Gardes, quien debe haber muerto de pequeño. Bueno, desapareció de Gardel todo lo que no convenía, al punto que su carpeta en la policía argentina quedó vacía”.
El escritor y filósofo Juan José Sebreli, en su libro “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación” dice: “Gardel estuvo prontuariado como ratero y rufián”. Como es obvio se refiere a quien fuera el cantor, no a Charles Romuald, quien fue alumno modelo.
El escritor Horacio Salas, autor del libro EL TANGO, traducido a más de quince idiomas dice refiriéndose a Gardel:" "Poco o nada se ha indagado sobre las lagunas biográfica de Gardel, o los aspectos oscuros de su trayectoria".
“En todos sus documentos y entre sus amigos decía ser uruguayo (...)".
Y plantea, además una opción cuya solución parece estar implícita: “(…) si es verdad que en el Abasto le decían El Francesito, también lo es que en todos sus documentos y entre sus amigos, decía ser uruguayo (…). Estos datos se reiteran en otros documentos, el último de los cuales, la escritura por la compra de unos terrenos en Montevideo, es de octubre de 1933. Ese día figura como testigo quien luego sería su albacea, Armando Defino, quien es justamente el mayor sostenedor de su nacionalidad francesa, descubierta sólo después de su muerte, en un testamento ológrafo que muchos suponen falso. Allí Gardel figura ser nativo de Toulouse en Francia, nacido el 11 de diciembre de 1890. Sin embargo algunos amigos del cantor aseguraban que privadamente reconocía ser del ochenta y tres”.
Julio Jorge Nelson, en su revista "Carlos de Buenos Aires" dice:"Hay quienes afirman que su partida de nacimiento fue modificada por Defino, a efectos de poder integrar el cuadro de actores para el sello Paramount de Estados Unidos, quienes no deseaban un galán cincuentón".
Y es que Armando Defino, apoderado de Gardel y quien realizó el testamento no era un modelo de honestidad. Así lo afirma el periodista Tabaré Di Paula cuando dice en julio/1969, en el número 27 de “Todo es historia”: "Tal vez esta apreciación signifique dudar de la honestidad de Defino. Pero no es menor duda que la que en diciembre de 1937 llevó a Azucena Maizani a demandar a Defino y exigirle rendición de cuentas por haberse apoderado de $ 8.575 en su gestión como representante y administrador de la artista".
Además, Tabaré Di Paula, en esa ocasión escribió: “Una copia de una partida de nacimiento extendida catorce años antes y un presunto testamento ológrafo del cantor, propiciaron el montaje de un rostro sobre otro, confundiendo a Gardel con una persona ajena, insertándola en otra vida y otra historia. Ya se vio que la edad del cantante no podía coincidir con el natalicio de 1887. Mucho menos podía coincidir con el de 1890. Aunque no corresponde ahora pronunciarse sobre las irregularidades que hicieron posible una fabulación semejante, parece indudable que el supuesto testamento está amonestado por una seria contradicción jurídica, ya que un texto consagrado a establecer el auténtico nombre de una persona no puede ser firmado luego con el nombre seudónimo (…)”.
El escritor y periodista Osvaldo Soriano, en la contratapa de “Página 12” de enero 29/1995 dice: “…sólo que ahora –con Gardel uruguayo—somos todos un poco más uruguayos que antes (…). Por ahora no creo que haya devaluación. Pero si los taxistas se enteran de que Gardel era uruguayo, en una de esa no hay más remedio”.
Soriano, en “La Maga” (Nº 28, especial, Buenos Aires, 1997), en nota del cineasta Héctor Olivera, fue terminante al condenar el oscurantismo que rodeó el origen del cantor: “(…) quienes se niegan a aceptar que El Mudo fuera uruguayo, eran los argentinos que asumían este asunto con la misma rivalidad rioplatense que si se tratara de un campeonato de fútbol”.
Y, además, Soriano en “Brecha”, de Montevideo, nos dejó la siguiente semblanza de Erasmo Silva Cabrera: “Recuerdo mi encuentro con Silva en un café de Montevideo. Era un loco capaz de invertir una noche entera para convencer a un solo tipo de su tesis. Era el tema de su vida. Eso me emociona (…) Creo que en el fondo pienso que Silva merece tener razón. Creo que yo quiero en el fondo que tenga razón y que Gardel nazca nomás en Tacuarembó”.
En la película "Crónica de un día triste", de Raggy y Bortnovsky, el maestro Julio De Caro, íntimo del cantor, dice: “Gardel actuaba como uruguayo, se sentía uruguayo, y cada vez que podía, escapaba para allá". Y en una carta que De Caro envió a Erasmo Silva Cabrera le dice: "Y como epílogo agrego que yo también pienso que Carlos Gardel es URUGUAYO".
Ireneo Leguisamo le declaró en junio 23/1985 al diario La Nación: "Manteníamos una rivalidad permanente por Paysandú y Salto, los pueblos de donde veníamos..."
El escritor Ernesto Sábato, en su libro “Tango, discusión y clave” demuestra no desconocer las carencias de la tesis francesista y transcribe un artículo publicado en Buenos Aires titulado “El gran misterio”, donde quedan patentizadas las sospechas que en esa ciudad despertaba el extraño vínculo entre Carlos Gardel y Berthe Gardes. Con esta nota Sábato plantea sus serias dudas sobre el origen oficial de Gardel francés. Allí se lee: “…y luego de obtener varias fotos con poses del Mago, al ver pasar a M.B. Gardes le dije: “Carlitos, decile a tu mamá que venga y te sacamos con ella”. “¡No, eso no!”, fue la respuesta de Gardel, tan rápido como en un tono de extrema nerviosidad. Luego, como dándose cuenta de la sorpresa que había causado a su visitante, quiso explicar de alguna manera la negativa. No deja de asombrar, aparte de esa incidencia, que Gardel no haya viajado nunca con Berta Gardes, que no se le hubiese visto por las calles de Buenos Aires o Montevideo con ella (…)”
El periodista y hombre de teatro Edmundo Guibourg en el reportaje "El último bohemio", que le hace Mona Moncalvillo, al referirse a Gardel dice "No vivía con su madre tampoco". Y a El Diario, Montevideo, de junio 24/1985 aseguró refiriéndose al cantor: “…no quería aclimatarse en la vida común con la madre (y) la había confiado a viejos amigos para que fueran protectores de ella”.
La escritora y poetisa Olga Orozco, en el suplemento de La Nación de junio 23/1985, escribe un artículo sobre Gardel, en el que introduce elementos de duda que por si solos se encargan de dar la respuesta. Dice ella en su nota: “¿Cuál es pues, la fecha de partida? ¿1883, 1884, 1887 ó 1890? ¿Y cuál es el lugar: Francia o el Uruguay? Sería lógico que el notorio y notable cantor se quitara edad, pero no que se la aumentara. ¿Y por qué declarar una patria por otra? Se ha dicho que con documentos argentinos eludía su infracción al servicio militar uruguayo y viceversa, y también se ha argüido que el motivo era no aparecer como desertor francés después de la Primera Guerra Mundial, sobre todo. Pero, ¿preveía la guerra, preveía futuros y triunfantes viajes a Francia desde su oscura niñez? ¿Y cuál es el documento legal que lo autoriza a usar el seudónimo Carlos Gardel en todos sus papeles, si su verdadero nombre es Charles Romuald Gardes? ¿Lo era en realidad? Se ha acusado a Defino de haber fraguado el testamento de Gardel en que así lo declara, para ser el albacea de doña Berta, quien lo nombra a su vez heredera universal. Extrañamente, unos años después, al heredar a doña Berta, Defino vende a Razzano, con quien estuvo y siguió estando enemistado, todos sus derechos, por casi menos que un plato de lentejas. ¿Y por qué tenía Gardel que dejar un testamento nombrando especialmente como heredera a quien lo era de todos modos, por vía natural? A menos que ese testamento sirviera a un mismo tiempo, para documentar un parentesco declarado, pero dudoso o inexistente”.
El gran compositor, músico y bandoneonista Astor Piazzolla, en la página 81 de sus "Memorias" dice al referirse a la época en que lo conoció en Nueva York (1934): "Y de él tengo el recuerdo de su simpatía, su forma arrabalera de ser, y el sonido de su voz, hablaba como un uruguayo. Me quiso llevar a la gira, ..."
El escritor Abelardo Castillo, en la revista Gente, 1977, habla de Gardel como un “sueño colectivo” y señala: “Este Gardel ya no es más francés, sino porteño; a lo sumo uruguayo. Y admitamos a la Banda Oriental en su genealogía, porque de esa tierra provienen ciertos atributos nacionales sin los cuales seríamos menos argentinos: la literatura de Sánchez y Quiroga, La Comparsita, quizá el Geniol”.
El escritor Andrés Chinarro, en su libro El tango y su rebeldía, dice: “Pepe Guerriero, flautista de la “guardia vieja” me señaló hace muchos años –con carácter de secreto— que doña Berta no era la madre de Gardel sino solo su madre adoptiva”.
Entrevistado por el periodista porteño Enrique Pepe, el músico Augusto P. Berto le comentó: “Un día vi cruzar por detrás de mi amiguito a quien yo tenía por madre y como le buscaba le dije: “Mirá, Carlitos, te llama tu mamá”. Fue entonces que él me contestó: “Ella no es mi madre; me recogió de chico”.
El cantor, actor y director de cine Hugo del Carril le comentó a la revista “Gente” (Buenos Aires octubre 27/1966): “Es un raro paralelo con Gardel, ¿se dio cuenta? A él lo crió esa francesa que tampoco era su madre. Esa mujer era lavandera; la que me crió a mí era modista…”
El escritor y Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo José Gobello dice en su libro “Tres estudios gardelianos”: “Un amigo de Gardel, Alfredo Frigerio, relataba que hacia los años 1926/28, el cantor le dijo en Buenos Aires: “Mirá hermano, si yo dijera aquí en estos momentos que soy uruguayo, ahora mismo se acaba la fiesta para mí”
El cineasta Eduardo Morera, quien dirigiera a Gardel en los cortos de 1930, en entrevista que le hiciera Enrique Estrázulas en el periódico El País (Montevideo junio 24/1994):
E.E.: --¿Usted conoció a Armando Defino?
E.M: --Sí, cómo no. Fue el que hizo pelear a Gardel con Razzano. Se duda mucho de que el testamento de Gardel fuera real. Una francesa no podía heredar a un uruguayo y lo hicieron pasar por Charles Romuald Gardes, que era otro. El verdadero Gardel que usted conoció era otro. Yo tengo el documento del certificado del nacimiento de Carlos Gardel; se hizo aquí en Buenos Aires, en el Consulado uruguayo. Yo se que era uruguayo. No sé si hablé con él sobre eso porque pasaron sesenta años, pero todo eso se sabía”.
El músico y letrista Cátulo Castillo se sorprende de un “Gardel que ya “pasados los cincuenta”, lucía como un adolescente en las películas”. Además le dijo a “Buenos Aires Tango (mayo-junio 1971) : “Carlos Gardes, escamoteaba un poco a la cachada, aquel segundo nombre que le gustaba poco, pero que doña Berta, su madre, respetaba en recuerdo elogioso de un famoso Romualdo –Don Romualdo—ligado a su epopeya de allá en Tacuarembó, donde supo vivir por mocedades épicas”.
VB: Por qué razón no sale Luciano Londoño de su refugio para compartir con otros sus conocimientos sobre tango. ¿Por qué usted no pertenece a la Asociación Gardeliana, al Club de Amigos del Tango, al Club de Tango de Niquía, ni a la Academia Colombiana de Tango?
LL: Una razón para vivir la vida que vivo es que yo soy una persona tímida y de carácter introvertido. Otra (para abreviar) es que nunca se me ha invitado a participar de ninguna agremiación tanguera en Colombia…
VB: Hay muchos coleccionistas con sus joyas musicales guardadas. ¿Son en realidad egoístas que se deleitan mostrando sus rarezas? ¿Qué hacer para que las compartan?
LL: Yo por mi parte he sido beneficiario de la amistad y bondad de varios coleccionistas colombianos y del exterior, ninguno de ellos pertenecientes a colectivos de tango en Medellín. Algunos de ellos son: la puertorriqueña Rosaura Vega Santana, el cubano Cristóbal Díaz Ayala, los argentinos Roberto Selles, Jorge Göttling y Héctor Blotta, el mexicano Luis Chapa, la sicóloga María Carmenza Zuleta, los ex-magistrados de la Corte Suprema de Justicia Jesús Vallejo Mejía y Javier Tamayo Jaramillo, el historiador Fabio Mejía Fernández, el médico ginecólogo Jorge Iván Arango Lopera, los abogados Álvaro Mejía Restrepo, Hernán Vélez Arango y Jorge Hernán Londoño López, el colombiano residente en Australia Javier Velásquez, el colombiano residente en Estados Unidos Jaime Jaramillo Suárez, los periodistas Reinaldo Spitaletta, Carlos Emilio Serna y Rodrigo Pareja Montoya y los especialistas en música caribeña César Pagano, Sergio Santana, Orlando Montenegro Rolón y Luis Fernando Martínez Marrugo.
Creo que la labor de convocatoria y unión para compartir, en bien del tango en Medellín, le corresponde a los colectivos de tango existentes en la ciudad.
VB: De pronto veo que, respecto al tango en Medellín, hay personas poco serias y otros que son simuladores. Entre estos dos bandos que dividen la opinión tanguera en Medellín con cuál de todos se queda y a cuáles les gusta causar resquemor.
LL: Dado mi carácter y ritmo de vida, conozco pocos amantes de este género musical en Medellín y por ello nada puedo opinar sobre los dos grupos que usted cree que existen en la ciudad.
VB: En Medellín hay varias asociaciones de tango, qué opina de ellas. Sirven para difundir el tango o para hundirse en las reminiscencias.
LL: Pienso que los colectivos dedicados al tango pueden serle de utilidad al género si son manejados sin envidias y con criterios de difusión de la totalidad de épocas del tango y apertura sin restricciones en la investigación histórica.
VB: Hay un respeto inusitado de muchos tangueros (de Colombia y el exterior) hacia sus juicios, hacia sus investigaciones. Usted tiene el reconocimiento internacional, en países como Argentina, Uruguay, Puerto Rico y Australia. Para Luciano Londoño qué significado tiene todo ese ruido en el exterior acerca de sus juicios.
LL: Yo agradezco la acogida que tienen mis investigaciones entre personas conocedoras del tango en Uruguay, Argentina y otros países (sobre todo en las Academias). Para mí, esa acogida significa que mis investigaciones han sido novedosas y han aportado a la historiografía del tango.
VB: Los amantes del tango en Medellín operan en clubes casi cerrados. ¿Por qué se da este hecho, sabiendo que el tango tiene una honda raíz popular, por qué se ha vuelto tan elitista?
LL: Desconozco las razones por las cuales el tango en Medellín se ha vuelto elitista. Como ya le dije, conozco pocos amantes de este género musical en Medellín.
VB: Entre el tango que es un gran corpus musical, hay un pasado que pesa sobre los creadores actuales. Es como si Piazzolla hubiera creado un camino individual sin retorno. Como ve Luciano Londoño la evolución de este género, pensando en la creatividad total, sin caer en las fusiones. ¿Qué hay de nuevo en el tango mundial que sea contemporáneo?
LL: Piazzolla todos sabemos que ha sido un artista polémico y discutido y que con sus golpes de genialidad es representativo de lo distinto, lo nuevo, la encarnación del cambio, y fue quien llevó al tango hasta sus más avanzados límites.
El tango siempre ha tenido variantes e innovadores. Es benéfico para el tango que los jóvenes las hagan. Hoy en día existen talentosos músicos, tanto dentro del concepto del tango tradicional como dentro del concepto tango moderno, sin desconocer los muchos aciertos que se han dado, en los últimos tiempos, dentro de las llamadas fusiones y dentro del tango electrónico.
VB: Hablemos de diferentes países donde el tango ha tenido creadores y compositores. ¿Qué diferencia existe entre ellos? Hay una curiosidad, ¿por qué los japoneses, tan lejanos en costumbres y en gustos tienen esa afición por el tango?
LL: Como es bien conocido, letristas y compositores de tango solamente han existido en Uruguay y Argentina, y podríamos decir (de manera general) que no existen mayores diferencias entre ellos. En cuanto al resto de países, son muy pocos los creadores que han dado en esta materia.
Sin desconocer el gusto por el tango en Japón, debo aclarar que (dada su mucha población) allá también se da el tango dentro de una élite. Sobre este tema son bien claros los libros de Luis Alposta (El tango en Japón), Carlos Manus (El tango en Japón) y el ensayo de Masami Takaba (El tango es Japón, publicado en Todo es Historia, año 1985).
VB: ¿Qué o cuáles tangos colombianos le gustan?
LL: Me gustan los tangos de los colombianos Tartarín Moreira, José Barros y Abel de J. Salazar.
VB: En realidad cuál es el aporte de Medellín al tango: ¿Sólo la muerte de Gardel? ¿El largo corpus en lo crítico, en los ensayos y en lo narrativo sobre el tema? ¿A quién destaca en éstos temas?
LL: El aporte de Medellín al tango se da en diferentes frentes, según nuestras capacidades, así: investigación histórica, periodística, narrativa y musical.
VB: ¿Por qué hay tanta diferencia entre el tango culto y el tango de la gente común y corriente? Por qué en la pasada antología el tango, realizada por diversos amantes del tango, es tan difícil que ellos se refieran al tango más popular: a los interpretados por Oscar Larroca, Pepe Aguirre, Armando Moreno. ¿Será que les resulta necesario adoptar una pose intelectual?
LL: En mi caso personal, y como lo dije al realizar la selección de los tangos que más me gustan, debo aclarar que me gustan casi todos con excepción de algunos con letras ramplonas y música muy elemental.
Desconozco si los amantes del tango en Medellín adoptan poses intelectuales. Creo que las diferencias entre los tipos de tangos se dan dependiendo de los conocimientos sobre tango y la cultura musical que tenga cada persona en particular. Se me ocurre que los que gustan del tango que usted menciona no fueron consultados para hacer su selección o les dio temor participar en el trabajo colectivo por usted propuesto.
VB: En el festival pasado se trajo una bandoneonísta argentina para crear en Medellín una escuela de bandoneonístas. Algunos piensan que con muchos bandoneones habrá mucho tango. ¿Qué piensa de eso?
LL: Bienvenidas todas influencias musicales e históricas que se den en bien del tango. Creo que para que haya mucho tango en Medellín es necesario difundirlo entre los jóvenes, con el fin de crear un amplio espectro y lograr que no muera entre nosotros la afición y amor por este género musical. Esta labor, como ya lo dije, le corresponde a las asociaciones y clubes que funcionan en la ciudad.
VB: Entre las dos épocas de realizaciones de festivales de tango en Medellín, podría hacerme una comparación en calidad y afición por el tango.
LL: El Medellín de hoy nada tiene que ver con el Medellín de los años 40, 50, 60 y 70 del siglo veinte, en el cual hervía el tango. En ese orden de ideas es difícil de hacer comparaciones, sencillamente debemos adaptarnos a los tiempos que corren y los intérpretes de tango que existen en la actualidad.
Como hecho simplemente histórico, del cual usted puede sacar conclusiones, le menciono algunos de los participantes de los cuatro primeros festivales de tango en Medellín, así:
1968: Aníbal Troilo, Tito Reyes, Edmundo Rivero, Orquesta de Baffa-Berlingieri, Ángel Cárdenas, Enrique Dumas, Alba Solís, Roberto Arrieta, Armando Moreno, Alberto Podestá, Horacio Deval.
1970: Carlos Dante, Oscar Larroca, Armando Moreno, octeto de Osvaldo Berlingieri, Leopoldo Federico.
1971: Hugo del Carril, Agustín Irusta, Elba Berón, Rubén Juárez, Armando Moreno, Elsa Rivas, Armando Pontier, Pedro Laurenz.
1973: Armando Lacava y su sexteto, Sexteto Tango, Roberto Ayala, Alberto Marino, Floreal Ruiz, Oscar Ferrari, Jorge Valdez, Nelly Vásquez, Néstor Fabián, Agustín Copelli (Chile), Héctor Cabrera (Venezuela), Miguel Solano (Costa Rica), Raúl del Mar (Perú).
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Entrevista realizada por Angie Lopera
Envigado, junio 22/2008 y febrero 9/2009
Quienes conocemos a Luciano Londoño sabemos que es disciplinado, de pocos amigos, lector incansable, amante del cine y melómano. Le mueven la fibra, casi tanto como el tango, el jazz, la música cubana, la música de Puerto Rico, la salsa de New York, el vals peruano, la música ecuatoriana y la música colombiana.
La pasión de Luciano por este género musical rioplatense se ha traducido en múltiples entrevistas (entre ellas al maestro Astor Piazzolla, en 1982, cuando visitó Medellín), investigaciones y artículos. Sus estudios, análisis y conclusiones los ha compartido con universitarios, radioescuchas y televidentes, sin esperar a cambio figuración y fama. El hecho es que por sus venas no corre sangre sino canciones porteñas. Como lo dijo en alguna ocasión el periodista argentino de tango Jorge Göttling, Luciano Londoño es un protagonista del tango que merece ser conocido.
Angie Lopera: En una entrevista que le hiciste al salsero Tite Curet Alonso, él responde de una manera inteligente y jocosa: “yo, la fecha de nacimiento mía, la digo porque me la dicen, ¿verdad? Yo no recuerdo exactamente ese momento”. ¿Qué te contaron en tu familia sobre tus orígenes?
Luciano Londoño: “Me contaron que nací en el barrio La Milagrosa de Medellín, arriba del barrio Buenos Aires, en el año 1951. Para esa época se dieron varios hechos simultáneos que confluían en un aspecto del que voy a hablar a continuación: En mi casa se mantenía sintonizada la emisora Radio Reloj, la cual daba la hora cada tres minutos y “molía” tangos, rancheras, boleros, pasillos ecuatorianos, música colombiana, mexicana, venezolana, peruana, en fin. Ese es un hecho. El otro es que nací y viví muchísimos años en una cuadra con dos cafecitos, en la esquina de arriba y en la esquina de abajo, donde ponían tango todo el día. Uno se llamaba “El Botecito”, que tenía una mesa de billar, y el otro se denominaba “Mar del Plata”. El tercer hecho es que para esa época el tango hacía parte de la cotidianidad de Medellín y era imposible sustraerse a él. Escuchar tangos era igual a respirar o escuchar los programas de la radio elemental e ingenua de esa época. Por lo tanto, uno nacido y desenvuelto en ese medio era normal que le gustaran los tangos-canción, no los tangos instrumentales, que hoy en día me agradan y distingo, pero que al tanguero normal colombiano le dicen poco. Salvo La Cumparsita y La Puñalada, el tanguero del común no es capaz de distinguir otro tango instrumental. Lo que sonaba era tango-canción y esto le atraía a ese niño y así pues discurrió mi infancia y gran parte de mi juventud”.
AL: Ahondemos más en por qué te atrapó el tango.
LL: “Parece mentira, pero muchísimas palabras del castellano y algunos conceptos los escuché por primera vez en el tango-canción, el cual fue una fuente inicial de diversas nociones para un muchacho (como yo) de la década del cincuenta del siglo veinte. Esas canciones hablan de historias tristes unas y de situaciones con las cuales me sentía identificado. Los tangos canción son pequeñas óperas, novelas de tres minutos, las cuales me gustaba cantar, meterme en sus personajes y vivir las historias que narraban. Hoy en día mi panorama dentro de la música popular es más amplio, pero, de todas maneras, el tango sigue siendo mi hit parade”.
AL: Relátanos tus inicios como estudioso del tango.
LL: “Yo recalé en este mar tanguero en que me encuentro hoy de la siguiente manera: A comienzos de la década del setenta comencé a almorzar con frecuencia en “Versalles”, donde llegaban los músicos y cantantes que traía el dueño del lugar para que se presentaran en la Casa Gardeliana, sitio del que también era propietario. Empecé a tratar a los artistas y ellos me contaron diversas cosas, seguro que también muchas mentiras, pero todo esto aumentó el amor por el tango y el deseo de aprender sobre él. Ellos me relacionaron con mucha gente y también les entregaba algún dinero para que me enviaran libros de Argentina y así fui acrecentando mi pequeña biblioteca sobre el tema.
Por otro lado, el profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana Juan Manuel Serna, quien hacia 1974 dio las primeras charlas de tango en Medellín, llevaba para ilustrar sus exposiciones a artistas de la Casa Gardeliana y las remataba con una minicharla sobre lunfardo. Los asistentes a sus charlas de esa época eran sus alumnos y los tangueros como yo.
Hacia ese mismo año 1974 yo era alumno de la Facultad de Derecho en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín y el profesor Jaime Jaramillo Panesso, nos daba “Teoría Económica”. En esta materia él rápidamente llegaba a América Latina y ahí se estacionaba, especialmente en Colombia, México y Argentina. La base del curso para hablar de Argentina era el libro Revolución y contrarrevolución en Argentina, de Jorge Abelardo Ramos, en el cual los ejemplos para ilustrar hechos sociales son fragmentos literarios o tangos. Me impresionó muchísimo esa manera de estudiar la historia y, como consecuencia, me interesé más por el tango. Me sorprendió gratamente saber que sobre algo que era tan silvestre y elemental para mí (el tango), había estudios serios y conceptualizaciones a nivel de los grandes pensadores. Después visité la ciudad Buenos Aires, donde ya tenía varios amigos, y pude comprar algunos libros y discos”.
AL: ¿Cómo te convertiste en académico correspondiente de la Academia Porteña de Lunfardo y de la Academia Nacional de Tango (ambas de Buenos Aires-Argentina) y en asociado correspondiente de la Academia de Tango de Uruguay?
LL: “En 1985 vino a Medellín, para cantar en la Casa Gardeliana, el argentino Héctor Blota, una persona que considero sumamente importante en la historia del tango en esta ciudad. Él era más que un cantor: era buen coleccionista de tango y un conocedor profundo de la historia y los personajes de este submundo. Blotta fue quien primero habló en Colombia sobre la Academia Porteña de Lunfardo y la importante labor que cumplía. Cuando escuché de la existencia de esta entidad, de inmediato me suscribí a sus boletines y comunicaciones, los cuales devoraba, y por ese amor al tango me atreví a escribir sobre el tema y ellos me hicieron el favor de publicar mis notas. Eso me animó a seguir investigando. Lo anterior hizo que en el año 1993, don José Gobello, que es el actual presidente de la Academia y una figura destacada de la literatura y de los estudios gramaticales argentinos, y el maestro Sebastián Piana, autor de milongas con Homero Manzi y para esa época presidente de dicha Academia, me propusieran como académico correspondiente y desde entonces hago parte de ella. Claro, ya como miembro de esta Academia y por mi activa producción de artículos, unos años después me nombraron académico correspondiente de la Academia Nacional de Tango de Argentina, por postulación que hicieron de mi nombre Jorge Göttling y Horacio Ferrer, y hace dos o tres años el doctor Nelson Sica, presidente de la Academia del Tango de Uruguay, me pidió que hiciera parte de la misma, como asociado correspondiente”.
AL: ¿Por qué son importantes esas academias?
LL: “Pudiéramos decir, para resumir, que estas academias son unos centros culturales de mucha significación cultural y que sus miembros aportan con escritos e investigaciones. La de Lunfardo sirve para muchísimas cosas. Todos los patrocinantes reciben las comunicaciones y los estudios que realiza la Academia. Ésta tiene también una portentosa biblioteca sobre lunfardo y cultura popular de Buenos Aires, visitada de forma permanente por investigadores locales y europeos. Creo que tiene un promedio de visitas al mes de 300. Fuera de lo anterior, es un organismo consultor hasta de los tribunales para definir el significado de una palabra en los pleitos. De hecho, dictámenes de la Academia Porteña de Lunfardo sirven de sustento a fallos judiciales”.
AL: Escribiste un artículo para un boletín reciente de la Academia Porteña de Lunfardo sobre la verdadera autoría del vals Aurora. ¿De quién es?
LL: “Es un vals que interpreta Carlos Gardel, que se creía que le pertenecía a él y José Razzano, porque así figura en las partituras y en las discografías. A través de una seria investigación logré demostrar que la letra de este vals, que originalmente es un soneto titulado Jaspe, es del poeta peruano Federico Barreto Bustíos, quien es muy reconocido en su país.
“Jaspe” es un poema que salió a la luz 10 ó 12 años antes que la versión de Gardel, lo que quiere decir que no hay discusión en ese aspecto. Para la época de los inicios de Gardel había una concepción distinta sobre los derechos de autor: por ejemplo, alguien componía un poema y se lo regalaba a una persona porque no le gustaba o simplemente deseaba hacerlo, y esa persona podía hacer con el escrito lo que quisiera, no estaba en la obligación de decir de quién era. No podemos hablar de plagio, hay que entender las circunstancias históricas en las que ocurrían estos hechos, pero, de todas maneras, conviene a la historia aclarar los verdaderos autores de las obras de arte. Lo anterior no le quita absolutamente nada a Gardel. Gardel sigue siendo Gardel, el cual es importante por ser el creador del tango-canción y tener una voz irrepetible, no por ser autor de canciones”.
En este ensayo sobre el vals “Aurora” apliqué, a las investigaciones sobre tango, los conceptos de la "Nueva Historia", “Historia de las mentalidades” y “Teoría de los indicios” (propuesta por Carlo Ginzburg).
Sobre esta investigación el profesor Fabio Mejía, Jefe del Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia, dio en enero/2009 el siguiente concepto que me honra por venir de quien viene: “…considero que es un juicioso proceso de investigación de fuentes, en el que, Luciano Londoño, utiliza la Historia Comparada y la Imaginación Histórica.
“En su ensayo, colige la existencia de un “autor público o social”, del cual forma parte importante el intérprete con su sello original.
“Luciano Londoño muestra conocimiento sobre costumbres de la época y realiza el lleno de vacíos de las fuentes. Hace uso formal de fuentes a modo de prueba documental. La diversidad documental se evidencia en la tipología (fuente primaria y fuente secundaria) y la diferenciación de las fuentes se hace por su soporte escrito, oral y musical. En el texto hay un ejercicio de contrastación y por derivación se hace una comparación entre las versiones, con lo cual se da un APORTE ORIGINAL EN EL ENSAYO, basado en argumentos de conocimiento y en fuentes”.
AL: Ahora nos contabas que tu panorama musical se ha ampliado con el tiempo. Por ejemplo, eres seguidor y estudioso de los ritmos del Caribe.
LL: “Sí, entendiendo como música caribeña la música de Cuba y Puerto Rico y la salsa de Nueva York. El Caribe es un mundo de muchas nacionalidades, que obviamente no es lo mío. Lo mío es, como ya dije, Cuba, Puerto Rico y la salsa de Nueva York”.
AL: Esos ritmos parecen muy distintos al tango.
LL: “Son totalmente diferentes. De pronto la explicación de esa mezcla sería la ubicación de Colombia en la mitad del continente, pegada al Canal de Panamá. Por eso para un colombiano es imposible escapar a los ritmos que vienen de todos los lados de América y para este oyente colombiano es completamente normal escuchar la Sonora Matancera, música mexicana o ecuatoriana, Ortiz Tirado y Carlos Gardel. Y para el caso específico de Medellín, te confieso que la culpable de que nos agrade esa mixtura es la emisora Radio Reloj. Le decía al periodista Reinaldo Spitaletta, en una entrevista que me hizo para un programa en “Radio Bolivariana”, que lo bueno de todo esto es que la música que le agrada a la gente en Medellín de más de 45 años es aquella que escuchó en Radio Reloj. Y creo que estuvo bien porque nos produjo alegría y nos enteró de un montón de artistas que de otra manera no hubiéramos sabido de ellos, o sea que la emisora en las décadas de los años cincuenta y sesenta tenía su gracia”.
AL: ¿El tango está siempre en tu rutina diaria?
LL: “Siempre y surge de manera improvisada. Muchas veces en vez de decir cualquier refrán a mí siempre me brota un verso de algún tango para ilustrar el asunto sobre el cual se esté hablando. Además tengo un corazón y un espíritu bohemio, aunque siempre he sido una especie de monje, que hace 15 años no consume licor, por lo tanto, es difícil que frecuente un sitio público de tangos. Los escucho en mi casa o en la casa de uno o dos “locos” como yo que oyen lo que quiero y que tienen música difícil de conseguir, traída de Uruguay, Australia y Argentina o que la han adquirido a través de gente muy especializada en la materia. El tango siempre ha estado presente en mi vida y, para entenderlo mejor, tomé un curso de narrativa, pero la idea no era convertirme en escritor, simplemente quería aprender a entender lo que leo y conocer las herramientas para poder escribir sobre tango. No sé cuántas notas he producido, pero sin ser periodista he escrito bastantes, de las cuales fácilmente el 80% son sobre tango”.
AL: La noche, los bares y el tango están íntimamente ligados, ¿cómo ha sorteado esta situación ese monje?
LL: “Fui trasnochador porque tuve durante seis años un trabajo en el que debía pernoctar (pues era en turnos de 12 horas de trabajo por 24 horas de descanso), pero para mí, en mi época de bohemia, era mucho mejor mientras más temprano empezara la reunión, con amigos, canciones incorporadas y los intentos de cantarlas…
AL: Has ejercido el periodismo de forma empírica, ¿qué opinas de este oficio?
LL: “Tengo muy buen concepto del periodismo porque otra de mis pasiones ocultas es la Historia. Lo que pasa es que muy tarde, ya era un hombre hecho y derecho, siendo profesional, me di cuenta de que a mí lo me gustaba era la Historia. Estudié Derecho por varias circunstancias laborales que me eran muy favorables y tampoco sabía en aquella época que la Historia existía como profesión. Dos conocedores de la Historia (Fabio Mejía Fernández y Reinaldo Spitaletta) me dieron a conocer una extensa bibliografía que compré y leí y dentro de ella aparecieron unos personajes que, aunque son importantes dentro de la nueva Historia, en realidad son periodistas, como Gay Talese y Carlo Ginzburg. Esta es la prueba de todo lo que puede hacer un periodista. El director de un taller de narrativa que cursé en una oportunidad mantenía una pelea casada entre el periodismo y la literatura e invitaba constantemente al periodista a dejar su oficio y a dedicarse a la literatura. Nunca estuve de acuerdo porque creo que los dos oficios se complementan: el periodismo puede ser la fuente básica de ingresos, además que hace versátil al narrador y por la velocidad de la noticia lo vuelve más intenso. El periodismo, a partir del conocimiento directo de la naturaleza humana, del hecho mismo, le es de gran utilidad al narrador, quien, ya como literato, pule el material. García Márquez es periodista, lo mismo que lo fueron Hemingway, Foulkner y Camus. De hecho, el salsero mayor, Tite Curet, era periodista, pensaba como tal al hacer una canción y de ahí se derivan sus éxitos. Por otro lado, el periodismo es importante porque sirve para sanear la sociedad, levantar cosas ocultas, denunciar. O sea que es verdad que es el cuarto poder. El periodismo es casi el promotor de la Revolución Francesa, muchos de sus protagonistas eran intelectuales que, en los periódicos, difundían y defendían sus ideas políticas. ¡Bienvenido sea el periodismo! Ahora, en mi caso personal, la intención es escribir una notica para publicar en un periódico o revista y no hacerle competencia a los periodistas. Trato temas que son muy específicos”.
AL: ¿Entonces crees que en una nota periodística se pueden mezclar periodismo y literatura?
LL: “Sí, el mayor ejemplo es un texto de Gay Talese, que se llama Sinatra está resfriado, que le contrató en 1965 la revista Esquire. Talese se instaló en un hotel cinco estrellas y Sinatra y sus representantes empezaron a dilatar la entrevista, pero el genio de Talese comenzó a observar a la viejita que le cargaba al cantante un maletín con los bisoñés y entrevistó a los meseros que atendían a Sinatra y a las personas del común que tenían contacto con él. Esto le permitió hacer un retrato mejor del cantante que si lo hubiera entrevistado”.
AL: Eres de esas personas que se saben la letra de los tangos, los autores, las orquestas que los interpretaron, etc.
LL: “Te aclaro que tengo buena memoria, pero además que fue entrenada indirectamente por dos circunstancias: una es que cuando estaba terminando bachillerato y comenzando la carrera, me reunía los viernes con los amigos y como no nos gustaba el fútbol cantábamos todos los tangos que sonaban. Después empezamos a jugar a que alguno del grupo dijera un verso tanguero, los demás adivinaran a cuál canción pertenecía y quien lo lograra se ganaba la apuesta. Esto me potencializó desde el punto de vista nemotécnico. Sé una gran cantidad de tangos, por lo que ya te conté. Por otro lado, cuando salían los LP, que era un formato hermoso porque gracias a la imagen de la carátula uno se acordaba de las canciones que tenía el disco, yo acostumbraba a leer las canciones y los autores que contenía el LP. Fue una costumbre que también me permitió aprenderme los tangos”.
AL: ¿Cuál fue el impacto que te produjo Buenos Aires como urbe y como ciudad tanguera la primera vez que viajaste a Argentina?
LL: “Llegaba de un Medellín (en la década del ochenta) un poco agitado. A Buenos Aires la encontré como una ciudad de los años 40, hermosa, tranquila. Te puedes imaginar el Medellín de ese momento, cuando empezaban a sentirse los efectos del narcotráfico, y Buenos Aires era casi un paraíso. Otro choque que sufrí es que los porteños y el hombre del tango eran muy diferentes a como yo los imaginaba, pero rápidamente entré en la realidad”.
AL: ¿Y cómo te los imaginabas y cómo son?
LL: “Son como son, pero lo que quiero resaltar es que el tango es algo más que una música o un baile o una canción. El tango está en la manera de caminar, de conversar, de tomarse un café, en fin… De todas formas, me encantó ese ambiente, me adapté, estuve siempre entre amigos extraordinariamente amables y bondadosos, varios de ellos muertos ya, como el recordado periodista tanguero de Clarín, Jorge Göttling, y otros inolvidables como el doctor Luis Adolfo Sierra, el maestro Julio De Caro, Héctor Blotta, Gaspar Astarita, Oscar Himschoot, Nelson Bayardo, Nicolás Lefcovich y Andrés Falgás. Estuve en espectáculos de primera categoría tanto para turistas como para porteños. Aprendí bastante con esos amigos fallecidos y logré obtener excelentes conexiones “.
AL: ¿Te regodeaste con artistas y académicos del tango?
LL: “Estuve con Leopoldo Federico, Horacio Ferrer, José Gobello y con los cantantes que eran mis ídolos, como Alberto “El Chino” Hidalgo. En ese primer viaje se dio una cosa irrepetible, diría yo: Horacio Ferrer tenía una confitería en unión con otras personas y allí, de lunes a domingo, a las 7:00 de la noche, se presentaba cada día una orquesta típica de tango diferente. Así fue como, en ocho días, asistí al show de Leopoldo Federico, Osvaldo Pugliese, José Basso, Salgán-De Lío con Goyeneche, Sexteto Tango, José Colangelo, Atilio Stampon, Héctor Stampone, Virgilio Expósito y un montón de músicos más que sería imposible ver en otras circunstancias”.
AL: ¿Te hiciste amigo de alguno de ellos?
LL: “Charlé mucho con Virgilio Expósito, a quien entrevisté, y en ese diálogo me dio valiosa información sobre Olga Guillot. Claro, él fue durante 15 años director de la Víctor de Brasil, que es la segunda productora de la RCA Víctor después de la existente en Nueva York. De la entrevista se desprende una anécdota. Retrotraigámonos un poquito: uno de mis amores-ídolos siempre ha sido Olga Gillot. Hace muchísimos años, cuando yo era ese muchacho a comienzos de la década del setenta, un domingo soleado y tedioso le escribí una carta abierta a ella, en la cual le decía todas las cosas que yo sentía cuando la escuchaba. Pero nunca la pude despachar porque no tenía a dónde enviársela. La conservé y tiempo después, creo que hace menos de 10 años, con base en esa carta, en lo que me dijo Expósito y otros archivos que consulté en la oficina del experto en música cubana, Cristóbal Díaz Ayala, escribí una nota a propósito de sus 60 años de vida artística y el periódico El Colombiano, de Medellín, la publicó un domingo a dos páginas y tuve la alegría de que Olga Guillot me llamara a agradecerme esa nota”.
AL: ¿Regresaste después a Buenos Aires? ¿Notaste cambios en la ciudad?
LL: “Sí, he vuelto a Buenos Aires. Desde que me pensioné he pensado en viajar de nuevo, pero tengo la certeza de que no será lo mismo porque han muerto algunos amigos argentinos que quise mucho. Esa es la verdad.
Pero, a pesar de todo, Buenos Aires es una ciudad hermosa y los argentinos son unos anfitriones inmejorables, verdaderos maestros en el arte y la cultura popular y en relatar lo propio. Además no pierden el fervor por el tango”.
AL: ¿Por fuera de Argentina y Uruguay, es realmente Medellín la sucursal tanguera?
LL: “Tal vez eso no sea exactamente cierto. A los que nos gusta el tango en Medellín, ahora somos mayores de cincuenta años, con la particularidad de que la mayoría son muy apegados al tango de los años 40. Vale la pena destacar que estar aferrado sólo a esa década, no ha permitido que haya conexión con la juventud.
Por otra parte, el argentino sabe que viene a decirle al medellinense que sabe más que él de tango, y el medellinense es tan ingenuo que cree que aquí hacemos más tango que allá. Aquí triunfan los grupos de rock e incluso de rock-tango, pero los que van a ver este tipo de espectáculos no son tangueros. En 2007, durante el Festival Internacional de Tango de Medellín, los organizadores trajeron una orquesta típica, la Sans Souci, que toca al estilo del 40. La pregunta es: ¿para ver una orquesta típica completa, muy buena y que interpreta el tango que gusta en Medellín, dónde estaban los tangueros? Los precios de las boletas eran módicos y la ocupación en el Teatro Metropolitano escasamente llegó al 50%. También es diciente que en la ciudad solo existan muy pocos lugares donde se escucha tango. Yo que soy viejo tengo otras pruebas que ponen en duda el mito tanguero sobre Medellín: Astor Piazzolla se presentó en 1982 en el Teatro Pablo Tobón Uribe y no alcanzó el 75% de ocupación; Osvaldo Pugliese, en 1980, tampoco llenó el Pablo Tobón Uribe. Además, el medellinense va a todo lo que sea gratis y si tiene que pagar no asiste”.
AL: Con este panorama que acabas de describir, ¿entonces qué significa la realización del Festival Internacional de Tango de Medellín en 2007 y 2008?
LL: “Creo que el Festival Internacional es un gran esfuerzo por revivir el ritmo en la ciudad y además significa que la Alcaldía tiene otros criterios: presenta los espectáculos en espacios abiertos, de forma gratuita y para un público nuevo que le atrae sobre todo ir a ver el tango danza. Es otra manera de conocer y disfrutar el tango pero con la advertencia de que el Medellín de hoy nada tiene que ver con el Medellín tanguero de los años 40, 50, 60 y 70 del siglo veinte, en el cual hervía el tango y que tenía, en el centro de la ciudad, muchísimos cafés “moliendo” tango todos los días”.
AL: Como tú lo decías, el Festival Internacional de Tango es un esfuerzo importante, ¿crees que algún día Medellín volverá a ser la ciudad tanguera de antaño?
LL: “No sé. Me parece que Medellín ha sido tan maltratada, ha sufrido tantos rigores por el narcotráfico y las dificultades sociales y económicas, que bienvenidos todos estos esfuerzos culturales que le tratan de lavar la cara y curar sus viejas heridas para que entre de nuevo en el mundo en el que estuvo inmersa hasta mediados de los años 70. Medellín fue siempre un centro cultural y todas esas circunstancias han incidido desfavorablemente durante muchos años”.
AL: Tengo entendido que una de las razones por las cuales gustó el tango en aquella época en Medellín, es que la llegada del ritmo coincidió con la inmigración campesina a la ciudad, y como ello implicaba dejar atrás las querencias y el tango expresa la nostalgia que eso genera, pues caló. ¿Cuál es tu concepto al respecto?
LL: “Conozco esa teoría, pero debe ser una de muchas. Yo personalmente no he podido encontrar ese aspecto. No creo que el campesino migrante haya ido a buscar específicamente el tango porque de amores y desarraigo hablan todas las canciones, independientemente del ritmo”.
AL: ¿Pero por qué el tango cayó bien en Medellín y otras ciudades de la zona cafetera y no en el sur de Colombia, por ejemplo?
LL: “Aquí siempre se asoció el tango con la bebida. En la región cafetera había migración constante, prostitutas, juego y dinero para gastar, lo que quiere decir que esos elementos se confabularon para que el tango gustara. Pero tampoco me convence del todo esta hipótesis porque si a esas personas que tenían dinero, que estaban bebiendo y gastando no les hubieran puesto en los bares tango sino pasillos ecuatorianos serían fervientes seguidores de los pasillos y el tango no entraría en escena. La teoría con la cual más me identifico es la siguiente, la cual me parece más fuerte que la sociológica, la que debe tener algo de cierto, aunque creo que es un poco traída de los cabellos: En una época los discos que se prensaban en Estados Unidos llegaban con una “sorpresa”, por ejemplo, un tango. Entonces vos por curiosidad la escuchabas y te atrapaba. Algunas personas difundían el material adicional que venía con los discos. Entre los 50’s y 60’s había un señor muy importante en Medellín, Juancho Uribe (ya fallecido), y la mitad de los cafés del sector de Guayaquil tenían un letrerito debajo del nombre que le daba categoría tanguera al lugar. Donde decía discoteca de Juancho Uribe, ibas a la fija. Si se trataba de oír tango ahí, se podía ir tranquilo porque con seguridad era bueno porque pertenecía a la discoteca de Juancho Uribe”.
AL: ¿Pero al tango también lo desplazaron otros ritmos?
LL: “En las décadas de los 60’s, 70’s y parte de los 80’s, el tango estuvo de capa caída en todo el mundo, menos en Medellín, en donde estaba en todo su furor; y cuando reverdeció en el mundo, a través de la danza con el espectáculo Tango Argentino, en Medellín pasó todo lo contrario. La llegada de otros ritmos desplazó el tango. El primero que lo golpeó fue el Fox Trot, después el bolero y en los años 60 el Club del Clan, creado en Argentina por influencias que venían de Estados Unidos. En la década del 60 lo que escuchaban los latinoamericanos eran las baladas de los argentino Palito Ortega, Violeta Ríos, Leo Dan o las de los mexicanos Enrique Guzmán, César Costa y Alberto Vásquez. El hecho de que la balada estuviera tan posicionada allanó el terreno para que entrara con fuerza en el mercado ese monstruo llamado Charles Aznavour. Causó tanto impacto que yo mismo, de 1968 a 1970 no escuché tangos. Regalé los cancioneros y todo el material tanguero porque me bastaba con Aznavour, no necesitaba nada más. Luego llegó la salsa, con todo lo que hizo a favor de que no nos invadiera el rock, y capturó seguidores, mientras yo volvía a reencontrarme con los tangos”.
AL: Enrique Santos Discépolo dice que el tango es un pensamiento triste que se baila, ¿es una buena definición?
LL: “Me gusta, no es la única, pero es muy ejemplarizante de lo que es el tango. Hay muchas otras conceptualizaciones desde el punto de vista sociológico, histórico y musical, pero la de Discépolo tiene una connotación muy cercana a lo que nosotros entendemos por tango”.
AL: Un tango, un compositor y una orquesta que te remuevan las entrañas.
LL: “Con Aníbal Troilo (la música de Sur y la de Garúa fue compuesta por él) tuve mi primer curso de tango avanzado, me explico: En 1968 fui a un concierto de Troilo acá en Medellín, pero me da pena confesarlo: no me gustó porque quería que él me sonara a Alfredo D’Angelis o Juan D´Arienzo. Sin embargo, cuando logré entender y disfrutar a Troilo entré al cielo tanguero y sigue siendo muy importante en mi vida. Creo que si me fuera a definir diría que soy “Troiliano”, “Decariano”, “Disarliano” y “Piazzolliano”. En otras palabras, mis cuatro directores de orquesta predilectos son Julio De Caro, Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli y Astor Piazzolla”.
AL: ¿Pudieras mencionar una característica de cada uno?
LL: “Di Sarli es más bailable. Los tangueros tradicionales en Buenos Aires, aquellos que gustan del baile cerrado, ejecutado en una baldosa, siempre se acompañan con música de Di Sarli. Troilo, por su parte, innovaba de manera permanente a nivel de música, letras y cantores. Tuvo de letrista, nada más ni nada menos, que a Homero Manzi, y como cantores a Roberto Rufino y Roberto Goyeneche. Con eso todo está dicho. Podría considerarse a Julio De Caro, exagerando, pero en toda exageración hay mucho de verdad, como el creador del tango. La razón es que antes de él, este género no contaba con todos los elementos musicales que después lo nutrieron; antes de él todos los instrumentos interpretaban al unísono y de forma muy elemental. De Caro, quien tenía formación musical avanzada, por primera vez dividió la interpretación del tango por instrumentos. De él, que empezó como violinista de Eduardo Arolas, se conocen grabaciones muy significativas desde 1925. De Caro hizo el tango como lo conocemos hoy en día, musicalmente hablando. Fue el primero que interpretó tango en una universidad, en La Sorbona, con Carlos Gardel, en 1930. Además, se convirtió en una persona muy respetada por el inmenso aporte que hizo al tango. Troilo es de la escuela “decariana”, aunque con su particular estilo marcó su propia impronta. Y sobre Piazzolla todos sabemos que ha sido un artista polémico y discutido y que con sus golpes de genialidad es representativo de lo distinto, lo nuevo, la encarnación del cambio, y que fue quien llevó al tango hasta sus más avanzados límites.”
AL: ¿Quiénes son las figuras fundamentales del tango?
LL: “El tango está apoyado en tres columnas que son: Julio De Caro (transformador del primitivo tango instrumental), Carlos Gardel (la voz del tango) y Astor Piazzolla (quien llevó el tango hasta sus más avanzados límites y su músico más célebre en el mundo)”.
AL: ¿Y cuál es tu tango predilecto?
LL: “Mi tango predilecto es “Una canción” (de Toilo y Cátulo Castillo) pero como mi poeta es Homero Expósito, de él me quedaría con cualquiera de sus composiciones: “Mi cantar”, “Te llaman malevo”, “Dos fracasos”, “Naranjo en flor”, “Yuyo verde”, “Qué me van a hablar de amor”, “El milagro”, “Afiches”, “Maquillaje”.
AL: Me parece que las agrupaciones jóvenes, algunas de las cuales interpretan, por ejemplo, tango electrónico, garantizan la perdurabilidad del tango en el tiempo.
LL: “El tango siempre ha tenido variantes e innovadores. Es benéfico para el tango que los muchachos las hagan y también para ellos porque quedan contaminados de tango”.
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Foto de Santiago Saldarriaga
Entrevista realizada por Angie Lopera
Envigado, junio 22/2008 y febrero 9/2009
Quienes conocemos a Luciano Londoño sabemos que es disciplinado, de pocos amigos, lector incansable, amante del cine y melómano. Le mueven la fibra, casi tanto como el tango, el jazz, la música cubana, la música de Puerto Rico, la salsa de New York, el vals peruano, la música ecuatoriana y la música colombiana.
La pasión de Luciano por este género musical rioplatense se ha traducido en múltiples entrevistas (entre ellas al maestro Astor Piazzolla, en 1982, cuando visitó Medellín), investigaciones y artículos. Sus estudios, análisis y conclusiones los ha compartido con universitarios, radioescuchas y televidentes, sin esperar a cambio figuración y fama. El hecho es que por sus venas no corre sangre sino canciones porteñas. Como lo dijo en alguna ocasión el periodista argentino de tango Jorge Göttling, Luciano Londoño es un protagonista del tango que merece ser conocido.
Angie Lopera: En una entrevista que le hiciste al salsero Tite Curet Alonso, él responde de una manera inteligente y jocosa: “yo, la fecha de nacimiento mía, la digo porque me la dicen, ¿verdad? Yo no recuerdo exactamente ese momento”. ¿Qué te contaron en tu familia sobre tus orígenes?
Luciano Londoño: “Me contaron que nací en el barrio La Milagrosa de Medellín, arriba del barrio Buenos Aires, en el año 1951. Para esa época se dieron varios hechos simultáneos que confluían en un aspecto del que voy a hablar a continuación: En mi casa se mantenía sintonizada la emisora Radio Reloj, la cual daba la hora cada tres minutos y “molía” tangos, rancheras, boleros, pasillos ecuatorianos, música colombiana, mexicana, venezolana, peruana, en fin. Ese es un hecho. El otro es que nací y viví muchísimos años en una cuadra con dos cafecitos, en la esquina de arriba y en la esquina de abajo, donde ponían tango todo el día. Uno se llamaba “El Botecito”, que tenía una mesa de billar, y el otro se denominaba “Mar del Plata”. El tercer hecho es que para esa época el tango hacía parte de la cotidianidad de Medellín y era imposible sustraerse a él. Escuchar tangos era igual a respirar o escuchar los programas de la radio elemental e ingenua de esa época. Por lo tanto, uno nacido y desenvuelto en ese medio era normal que le gustaran los tangos-canción, no los tangos instrumentales, que hoy en día me agradan y distingo, pero que al tanguero normal colombiano le dicen poco. Salvo La Cumparsita y La Puñalada, el tanguero del común no es capaz de distinguir otro tango instrumental. Lo que sonaba era tango-canción y esto le atraía a ese niño y así pues discurrió mi infancia y gran parte de mi juventud”.
AL: Ahondemos más en por qué te atrapó el tango.
LL: “Parece mentira, pero muchísimas palabras del castellano y algunos conceptos los escuché por primera vez en el tango-canción, el cual fue una fuente inicial de diversas nociones para un muchacho (como yo) de la década del cincuenta del siglo veinte. Esas canciones hablan de historias tristes unas y de situaciones con las cuales me sentía identificado. Los tangos canción son pequeñas óperas, novelas de tres minutos, las cuales me gustaba cantar, meterme en sus personajes y vivir las historias que narraban. Hoy en día mi panorama dentro de la música popular es más amplio, pero, de todas maneras, el tango sigue siendo mi hit parade”.
AL: Relátanos tus inicios como estudioso del tango.
LL: “Yo recalé en este mar tanguero en que me encuentro hoy de la siguiente manera: A comienzos de la década del setenta comencé a almorzar con frecuencia en “Versalles”, donde llegaban los músicos y cantantes que traía el dueño del lugar para que se presentaran en la Casa Gardeliana, sitio del que también era propietario. Empecé a tratar a los artistas y ellos me contaron diversas cosas, seguro que también muchas mentiras, pero todo esto aumentó el amor por el tango y el deseo de aprender sobre él. Ellos me relacionaron con mucha gente y también les entregaba algún dinero para que me enviaran libros de Argentina y así fui acrecentando mi pequeña biblioteca sobre el tema.
Por otro lado, el profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana Juan Manuel Serna, quien hacia 1974 dio las primeras charlas de tango en Medellín, llevaba para ilustrar sus exposiciones a artistas de la Casa Gardeliana y las remataba con una minicharla sobre lunfardo. Los asistentes a sus charlas de esa época eran sus alumnos y los tangueros como yo.
Hacia ese mismo año 1974 yo era alumno de la Facultad de Derecho en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín y el profesor Jaime Jaramillo Panesso, nos daba “Teoría Económica”. En esta materia él rápidamente llegaba a América Latina y ahí se estacionaba, especialmente en Colombia, México y Argentina. La base del curso para hablar de Argentina era el libro Revolución y contrarrevolución en Argentina, de Jorge Abelardo Ramos, en el cual los ejemplos para ilustrar hechos sociales son fragmentos literarios o tangos. Me impresionó muchísimo esa manera de estudiar la historia y, como consecuencia, me interesé más por el tango. Me sorprendió gratamente saber que sobre algo que era tan silvestre y elemental para mí (el tango), había estudios serios y conceptualizaciones a nivel de los grandes pensadores. Después visité la ciudad Buenos Aires, donde ya tenía varios amigos, y pude comprar algunos libros y discos”.
AL: ¿Cómo te convertiste en académico correspondiente de la Academia Porteña de Lunfardo y de la Academia Nacional de Tango (ambas de Buenos Aires-Argentina) y en asociado correspondiente de la Academia de Tango de Uruguay?
LL: “En 1985 vino a Medellín, para cantar en la Casa Gardeliana, el argentino Héctor Blota, una persona que considero sumamente importante en la historia del tango en esta ciudad. Él era más que un cantor: era buen coleccionista de tango y un conocedor profundo de la historia y los personajes de este submundo. Blotta fue quien primero habló en Colombia sobre la Academia Porteña de Lunfardo y la importante labor que cumplía. Cuando escuché de la existencia de esta entidad, de inmediato me suscribí a sus boletines y comunicaciones, los cuales devoraba, y por ese amor al tango me atreví a escribir sobre el tema y ellos me hicieron el favor de publicar mis notas. Eso me animó a seguir investigando. Lo anterior hizo que en el año 1993, don José Gobello, que es el actual presidente de la Academia y una figura destacada de la literatura y de los estudios gramaticales argentinos, y el maestro Sebastián Piana, autor de milongas con Homero Manzi y para esa época presidente de dicha Academia, me propusieran como académico correspondiente y desde entonces hago parte de ella. Claro, ya como miembro de esta Academia y por mi activa producción de artículos, unos años después me nombraron académico correspondiente de la Academia Nacional de Tango de Argentina, por postulación que hicieron de mi nombre Jorge Göttling y Horacio Ferrer, y hace dos o tres años el doctor Nelson Sica, presidente de la Academia del Tango de Uruguay, me pidió que hiciera parte de la misma, como asociado correspondiente”.
AL: ¿Por qué son importantes esas academias?
LL: “Pudiéramos decir, para resumir, que estas academias son unos centros culturales de mucha significación cultural y que sus miembros aportan con escritos e investigaciones. La de Lunfardo sirve para muchísimas cosas. Todos los patrocinantes reciben las comunicaciones y los estudios que realiza la Academia. Ésta tiene también una portentosa biblioteca sobre lunfardo y cultura popular de Buenos Aires, visitada de forma permanente por investigadores locales y europeos. Creo que tiene un promedio de visitas al mes de 300. Fuera de lo anterior, es un organismo consultor hasta de los tribunales para definir el significado de una palabra en los pleitos. De hecho, dictámenes de la Academia Porteña de Lunfardo sirven de sustento a fallos judiciales”.
AL: Escribiste un artículo para un boletín reciente de la Academia Porteña de Lunfardo sobre la verdadera autoría del vals Aurora. ¿De quién es?
LL: “Es un vals que interpreta Carlos Gardel, que se creía que le pertenecía a él y José Razzano, porque así figura en las partituras y en las discografías. A través de una seria investigación logré demostrar que la letra de este vals, que originalmente es un soneto titulado Jaspe, es del poeta peruano Federico Barreto Bustíos, quien es muy reconocido en su país.
“Jaspe” es un poema que salió a la luz 10 ó 12 años antes que la versión de Gardel, lo que quiere decir que no hay discusión en ese aspecto. Para la época de los inicios de Gardel había una concepción distinta sobre los derechos de autor: por ejemplo, alguien componía un poema y se lo regalaba a una persona porque no le gustaba o simplemente deseaba hacerlo, y esa persona podía hacer con el escrito lo que quisiera, no estaba en la obligación de decir de quién era. No podemos hablar de plagio, hay que entender las circunstancias históricas en las que ocurrían estos hechos, pero, de todas maneras, conviene a la historia aclarar los verdaderos autores de las obras de arte. Lo anterior no le quita absolutamente nada a Gardel. Gardel sigue siendo Gardel, el cual es importante por ser el creador del tango-canción y tener una voz irrepetible, no por ser autor de canciones”.
En este ensayo sobre el vals “Aurora” apliqué, a las investigaciones sobre tango, los conceptos de la "Nueva Historia", “Historia de las mentalidades” y “Teoría de los indicios” (propuesta por Carlo Ginzburg).
Sobre esta investigación el profesor Fabio Mejía, Jefe del Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia, dio en enero/2009 el siguiente concepto que me honra por venir de quien viene: “…considero que es un juicioso proceso de investigación de fuentes, en el que, Luciano Londoño, utiliza la Historia Comparada y la Imaginación Histórica.
“En su ensayo, colige la existencia de un “autor público o social”, del cual forma parte importante el intérprete con su sello original.
“Luciano Londoño muestra conocimiento sobre costumbres de la época y realiza el lleno de vacíos de las fuentes. Hace uso formal de fuentes a modo de prueba documental. La diversidad documental se evidencia en la tipología (fuente primaria y fuente secundaria) y la diferenciación de las fuentes se hace por su soporte escrito, oral y musical. En el texto hay un ejercicio de contrastación y por derivación se hace una comparación entre las versiones, con lo cual se da un APORTE ORIGINAL EN EL ENSAYO, basado en argumentos de conocimiento y en fuentes”.
AL: Ahora nos contabas que tu panorama musical se ha ampliado con el tiempo. Por ejemplo, eres seguidor y estudioso de los ritmos del Caribe.
LL: “Sí, entendiendo como música caribeña la música de Cuba y Puerto Rico y la salsa de Nueva York. El Caribe es un mundo de muchas nacionalidades, que obviamente no es lo mío. Lo mío es, como ya dije, Cuba, Puerto Rico y la salsa de Nueva York”.
AL: Esos ritmos parecen muy distintos al tango.
LL: “Son totalmente diferentes. De pronto la explicación de esa mezcla sería la ubicación de Colombia en la mitad del continente, pegada al Canal de Panamá. Por eso para un colombiano es imposible escapar a los ritmos que vienen de todos los lados de América y para este oyente colombiano es completamente normal escuchar la Sonora Matancera, música mexicana o ecuatoriana, Ortiz Tirado y Carlos Gardel. Y para el caso específico de Medellín, te confieso que la culpable de que nos agrade esa mixtura es la emisora Radio Reloj. Le decía al periodista Reinaldo Spitaletta, en una entrevista que me hizo para un programa en “Radio Bolivariana”, que lo bueno de todo esto es que la música que le agrada a la gente en Medellín de más de 45 años es aquella que escuchó en Radio Reloj. Y creo que estuvo bien porque nos produjo alegría y nos enteró de un montón de artistas que de otra manera no hubiéramos sabido de ellos, o sea que la emisora en las décadas de los años cincuenta y sesenta tenía su gracia”.
AL: ¿El tango está siempre en tu rutina diaria?
LL: “Siempre y surge de manera improvisada. Muchas veces en vez de decir cualquier refrán a mí siempre me brota un verso de algún tango para ilustrar el asunto sobre el cual se esté hablando. Además tengo un corazón y un espíritu bohemio, aunque siempre he sido una especie de monje, que hace 15 años no consume licor, por lo tanto, es difícil que frecuente un sitio público de tangos. Los escucho en mi casa o en la casa de uno o dos “locos” como yo que oyen lo que quiero y que tienen música difícil de conseguir, traída de Uruguay, Australia y Argentina o que la han adquirido a través de gente muy especializada en la materia. El tango siempre ha estado presente en mi vida y, para entenderlo mejor, tomé un curso de narrativa, pero la idea no era convertirme en escritor, simplemente quería aprender a entender lo que leo y conocer las herramientas para poder escribir sobre tango. No sé cuántas notas he producido, pero sin ser periodista he escrito bastantes, de las cuales fácilmente el 80% son sobre tango”.
AL: La noche, los bares y el tango están íntimamente ligados, ¿cómo ha sorteado esta situación ese monje?
LL: “Fui trasnochador porque tuve durante seis años un trabajo en el que debía pernoctar (pues era en turnos de 12 horas de trabajo por 24 horas de descanso), pero para mí, en mi época de bohemia, era mucho mejor mientras más temprano empezara la reunión, con amigos, canciones incorporadas y los intentos de cantarlas…
AL: Has ejercido el periodismo de forma empírica, ¿qué opinas de este oficio?
LL: “Tengo muy buen concepto del periodismo porque otra de mis pasiones ocultas es la Historia. Lo que pasa es que muy tarde, ya era un hombre hecho y derecho, siendo profesional, me di cuenta de que a mí lo me gustaba era la Historia. Estudié Derecho por varias circunstancias laborales que me eran muy favorables y tampoco sabía en aquella época que la Historia existía como profesión. Dos conocedores de la Historia (Fabio Mejía Fernández y Reinaldo Spitaletta) me dieron a conocer una extensa bibliografía que compré y leí y dentro de ella aparecieron unos personajes que, aunque son importantes dentro de la nueva Historia, en realidad son periodistas, como Gay Talese y Carlo Ginzburg. Esta es la prueba de todo lo que puede hacer un periodista. El director de un taller de narrativa que cursé en una oportunidad mantenía una pelea casada entre el periodismo y la literatura e invitaba constantemente al periodista a dejar su oficio y a dedicarse a la literatura. Nunca estuve de acuerdo porque creo que los dos oficios se complementan: el periodismo puede ser la fuente básica de ingresos, además que hace versátil al narrador y por la velocidad de la noticia lo vuelve más intenso. El periodismo, a partir del conocimiento directo de la naturaleza humana, del hecho mismo, le es de gran utilidad al narrador, quien, ya como literato, pule el material. García Márquez es periodista, lo mismo que lo fueron Hemingway, Foulkner y Camus. De hecho, el salsero mayor, Tite Curet, era periodista, pensaba como tal al hacer una canción y de ahí se derivan sus éxitos. Por otro lado, el periodismo es importante porque sirve para sanear la sociedad, levantar cosas ocultas, denunciar. O sea que es verdad que es el cuarto poder. El periodismo es casi el promotor de la Revolución Francesa, muchos de sus protagonistas eran intelectuales que, en los periódicos, difundían y defendían sus ideas políticas. ¡Bienvenido sea el periodismo! Ahora, en mi caso personal, la intención es escribir una notica para publicar en un periódico o revista y no hacerle competencia a los periodistas. Trato temas que son muy específicos”.
AL: ¿Entonces crees que en una nota periodística se pueden mezclar periodismo y literatura?
LL: “Sí, el mayor ejemplo es un texto de Gay Talese, que se llama Sinatra está resfriado, que le contrató en 1965 la revista Esquire. Talese se instaló en un hotel cinco estrellas y Sinatra y sus representantes empezaron a dilatar la entrevista, pero el genio de Talese comenzó a observar a la viejita que le cargaba al cantante un maletín con los bisoñés y entrevistó a los meseros que atendían a Sinatra y a las personas del común que tenían contacto con él. Esto le permitió hacer un retrato mejor del cantante que si lo hubiera entrevistado”.
AL: Eres de esas personas que se saben la letra de los tangos, los autores, las orquestas que los interpretaron, etc.
LL: “Te aclaro que tengo buena memoria, pero además que fue entrenada indirectamente por dos circunstancias: una es que cuando estaba terminando bachillerato y comenzando la carrera, me reunía los viernes con los amigos y como no nos gustaba el fútbol cantábamos todos los tangos que sonaban. Después empezamos a jugar a que alguno del grupo dijera un verso tanguero, los demás adivinaran a cuál canción pertenecía y quien lo lograra se ganaba la apuesta. Esto me potencializó desde el punto de vista nemotécnico. Sé una gran cantidad de tangos, por lo que ya te conté. Por otro lado, cuando salían los LP, que era un formato hermoso porque gracias a la imagen de la carátula uno se acordaba de las canciones que tenía el disco, yo acostumbraba a leer las canciones y los autores que contenía el LP. Fue una costumbre que también me permitió aprenderme los tangos”.
AL: ¿Cuál fue el impacto que te produjo Buenos Aires como urbe y como ciudad tanguera la primera vez que viajaste a Argentina?
LL: “Llegaba de un Medellín (en la década del ochenta) un poco agitado. A Buenos Aires la encontré como una ciudad de los años 40, hermosa, tranquila. Te puedes imaginar el Medellín de ese momento, cuando empezaban a sentirse los efectos del narcotráfico, y Buenos Aires era casi un paraíso. Otro choque que sufrí es que los porteños y el hombre del tango eran muy diferentes a como yo los imaginaba, pero rápidamente entré en la realidad”.
AL: ¿Y cómo te los imaginabas y cómo son?
LL: “Son como son, pero lo que quiero resaltar es que el tango es algo más que una música o un baile o una canción. El tango está en la manera de caminar, de conversar, de tomarse un café, en fin… De todas formas, me encantó ese ambiente, me adapté, estuve siempre entre amigos extraordinariamente amables y bondadosos, varios de ellos muertos ya, como el recordado periodista tanguero de Clarín, Jorge Göttling, y otros inolvidables como el doctor Luis Adolfo Sierra, el maestro Julio De Caro, Héctor Blotta, Gaspar Astarita, Oscar Himschoot, Nelson Bayardo, Nicolás Lefcovich y Andrés Falgás. Estuve en espectáculos de primera categoría tanto para turistas como para porteños. Aprendí bastante con esos amigos fallecidos y logré obtener excelentes conexiones “.
AL: ¿Te regodeaste con artistas y académicos del tango?
LL: “Estuve con Leopoldo Federico, Horacio Ferrer, José Gobello y con los cantantes que eran mis ídolos, como Alberto “El Chino” Hidalgo. En ese primer viaje se dio una cosa irrepetible, diría yo: Horacio Ferrer tenía una confitería en unión con otras personas y allí, de lunes a domingo, a las 7:00 de la noche, se presentaba cada día una orquesta típica de tango diferente. Así fue como, en ocho días, asistí al show de Leopoldo Federico, Osvaldo Pugliese, José Basso, Salgán-De Lío con Goyeneche, Sexteto Tango, José Colangelo, Atilio Stampon, Héctor Stampone, Virgilio Expósito y un montón de músicos más que sería imposible ver en otras circunstancias”.
AL: ¿Te hiciste amigo de alguno de ellos?
LL: “Charlé mucho con Virgilio Expósito, a quien entrevisté, y en ese diálogo me dio valiosa información sobre Olga Guillot. Claro, él fue durante 15 años director de la Víctor de Brasil, que es la segunda productora de la RCA Víctor después de la existente en Nueva York. De la entrevista se desprende una anécdota. Retrotraigámonos un poquito: uno de mis amores-ídolos siempre ha sido Olga Gillot. Hace muchísimos años, cuando yo era ese muchacho a comienzos de la década del setenta, un domingo soleado y tedioso le escribí una carta abierta a ella, en la cual le decía todas las cosas que yo sentía cuando la escuchaba. Pero nunca la pude despachar porque no tenía a dónde enviársela. La conservé y tiempo después, creo que hace menos de 10 años, con base en esa carta, en lo que me dijo Expósito y otros archivos que consulté en la oficina del experto en música cubana, Cristóbal Díaz Ayala, escribí una nota a propósito de sus 60 años de vida artística y el periódico El Colombiano, de Medellín, la publicó un domingo a dos páginas y tuve la alegría de que Olga Guillot me llamara a agradecerme esa nota”.
AL: ¿Regresaste después a Buenos Aires? ¿Notaste cambios en la ciudad?
LL: “Sí, he vuelto a Buenos Aires. Desde que me pensioné he pensado en viajar de nuevo, pero tengo la certeza de que no será lo mismo porque han muerto algunos amigos argentinos que quise mucho. Esa es la verdad.
Pero, a pesar de todo, Buenos Aires es una ciudad hermosa y los argentinos son unos anfitriones inmejorables, verdaderos maestros en el arte y la cultura popular y en relatar lo propio. Además no pierden el fervor por el tango”.
AL: ¿Por fuera de Argentina y Uruguay, es realmente Medellín la sucursal tanguera?
LL: “Tal vez eso no sea exactamente cierto. A los que nos gusta el tango en Medellín, ahora somos mayores de cincuenta años, con la particularidad de que la mayoría son muy apegados al tango de los años 40. Vale la pena destacar que estar aferrado sólo a esa década, no ha permitido que haya conexión con la juventud.
Por otra parte, el argentino sabe que viene a decirle al medellinense que sabe más que él de tango, y el medellinense es tan ingenuo que cree que aquí hacemos más tango que allá. Aquí triunfan los grupos de rock e incluso de rock-tango, pero los que van a ver este tipo de espectáculos no son tangueros. En 2007, durante el Festival Internacional de Tango de Medellín, los organizadores trajeron una orquesta típica, la Sans Souci, que toca al estilo del 40. La pregunta es: ¿para ver una orquesta típica completa, muy buena y que interpreta el tango que gusta en Medellín, dónde estaban los tangueros? Los precios de las boletas eran módicos y la ocupación en el Teatro Metropolitano escasamente llegó al 50%. También es diciente que en la ciudad solo existan muy pocos lugares donde se escucha tango. Yo que soy viejo tengo otras pruebas que ponen en duda el mito tanguero sobre Medellín: Astor Piazzolla se presentó en 1982 en el Teatro Pablo Tobón Uribe y no alcanzó el 75% de ocupación; Osvaldo Pugliese, en 1980, tampoco llenó el Pablo Tobón Uribe. Además, el medellinense va a todo lo que sea gratis y si tiene que pagar no asiste”.
AL: Con este panorama que acabas de describir, ¿entonces qué significa la realización del Festival Internacional de Tango de Medellín en 2007 y 2008?
LL: “Creo que el Festival Internacional es un gran esfuerzo por revivir el ritmo en la ciudad y además significa que la Alcaldía tiene otros criterios: presenta los espectáculos en espacios abiertos, de forma gratuita y para un público nuevo que le atrae sobre todo ir a ver el tango danza. Es otra manera de conocer y disfrutar el tango pero con la advertencia de que el Medellín de hoy nada tiene que ver con el Medellín tanguero de los años 40, 50, 60 y 70 del siglo veinte, en el cual hervía el tango y que tenía, en el centro de la ciudad, muchísimos cafés “moliendo” tango todos los días”.
AL: Como tú lo decías, el Festival Internacional de Tango es un esfuerzo importante, ¿crees que algún día Medellín volverá a ser la ciudad tanguera de antaño?
LL: “No sé. Me parece que Medellín ha sido tan maltratada, ha sufrido tantos rigores por el narcotráfico y las dificultades sociales y económicas, que bienvenidos todos estos esfuerzos culturales que le tratan de lavar la cara y curar sus viejas heridas para que entre de nuevo en el mundo en el que estuvo inmersa hasta mediados de los años 70. Medellín fue siempre un centro cultural y todas esas circunstancias han incidido desfavorablemente durante muchos años”.
AL: Tengo entendido que una de las razones por las cuales gustó el tango en aquella época en Medellín, es que la llegada del ritmo coincidió con la inmigración campesina a la ciudad, y como ello implicaba dejar atrás las querencias y el tango expresa la nostalgia que eso genera, pues caló. ¿Cuál es tu concepto al respecto?
LL: “Conozco esa teoría, pero debe ser una de muchas. Yo personalmente no he podido encontrar ese aspecto. No creo que el campesino migrante haya ido a buscar específicamente el tango porque de amores y desarraigo hablan todas las canciones, independientemente del ritmo”.
AL: ¿Pero por qué el tango cayó bien en Medellín y otras ciudades de la zona cafetera y no en el sur de Colombia, por ejemplo?
LL: “Aquí siempre se asoció el tango con la bebida. En la región cafetera había migración constante, prostitutas, juego y dinero para gastar, lo que quiere decir que esos elementos se confabularon para que el tango gustara. Pero tampoco me convence del todo esta hipótesis porque si a esas personas que tenían dinero, que estaban bebiendo y gastando no les hubieran puesto en los bares tango sino pasillos ecuatorianos serían fervientes seguidores de los pasillos y el tango no entraría en escena. La teoría con la cual más me identifico es la siguiente, la cual me parece más fuerte que la sociológica, la que debe tener algo de cierto, aunque creo que es un poco traída de los cabellos: En una época los discos que se prensaban en Estados Unidos llegaban con una “sorpresa”, por ejemplo, un tango. Entonces vos por curiosidad la escuchabas y te atrapaba. Algunas personas difundían el material adicional que venía con los discos. Entre los 50’s y 60’s había un señor muy importante en Medellín, Juancho Uribe (ya fallecido), y la mitad de los cafés del sector de Guayaquil tenían un letrerito debajo del nombre que le daba categoría tanguera al lugar. Donde decía discoteca de Juancho Uribe, ibas a la fija. Si se trataba de oír tango ahí, se podía ir tranquilo porque con seguridad era bueno porque pertenecía a la discoteca de Juancho Uribe”.
AL: ¿Pero al tango también lo desplazaron otros ritmos?
LL: “En las décadas de los 60’s, 70’s y parte de los 80’s, el tango estuvo de capa caída en todo el mundo, menos en Medellín, en donde estaba en todo su furor; y cuando reverdeció en el mundo, a través de la danza con el espectáculo Tango Argentino, en Medellín pasó todo lo contrario. La llegada de otros ritmos desplazó el tango. El primero que lo golpeó fue el Fox Trot, después el bolero y en los años 60 el Club del Clan, creado en Argentina por influencias que venían de Estados Unidos. En la década del 60 lo que escuchaban los latinoamericanos eran las baladas de los argentino Palito Ortega, Violeta Ríos, Leo Dan o las de los mexicanos Enrique Guzmán, César Costa y Alberto Vásquez. El hecho de que la balada estuviera tan posicionada allanó el terreno para que entrara con fuerza en el mercado ese monstruo llamado Charles Aznavour. Causó tanto impacto que yo mismo, de 1968 a 1970 no escuché tangos. Regalé los cancioneros y todo el material tanguero porque me bastaba con Aznavour, no necesitaba nada más. Luego llegó la salsa, con todo lo que hizo a favor de que no nos invadiera el rock, y capturó seguidores, mientras yo volvía a reencontrarme con los tangos”.
AL: Enrique Santos Discépolo dice que el tango es un pensamiento triste que se baila, ¿es una buena definición?
LL: “Me gusta, no es la única, pero es muy ejemplarizante de lo que es el tango. Hay muchas otras conceptualizaciones desde el punto de vista sociológico, histórico y musical, pero la de Discépolo tiene una connotación muy cercana a lo que nosotros entendemos por tango”.
AL: Un tango, un compositor y una orquesta que te remuevan las entrañas.
LL: “Con Aníbal Troilo (la música de Sur y la de Garúa fue compuesta por él) tuve mi primer curso de tango avanzado, me explico: En 1968 fui a un concierto de Troilo acá en Medellín, pero me da pena confesarlo: no me gustó porque quería que él me sonara a Alfredo D’Angelis o Juan D´Arienzo. Sin embargo, cuando logré entender y disfrutar a Troilo entré al cielo tanguero y sigue siendo muy importante en mi vida. Creo que si me fuera a definir diría que soy “Troiliano”, “Decariano”, “Disarliano” y “Piazzolliano”. En otras palabras, mis cuatro directores de orquesta predilectos son Julio De Caro, Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli y Astor Piazzolla”.
AL: ¿Pudieras mencionar una característica de cada uno?
LL: “Di Sarli es más bailable. Los tangueros tradicionales en Buenos Aires, aquellos que gustan del baile cerrado, ejecutado en una baldosa, siempre se acompañan con música de Di Sarli. Troilo, por su parte, innovaba de manera permanente a nivel de música, letras y cantores. Tuvo de letrista, nada más ni nada menos, que a Homero Manzi, y como cantores a Roberto Rufino y Roberto Goyeneche. Con eso todo está dicho. Podría considerarse a Julio De Caro, exagerando, pero en toda exageración hay mucho de verdad, como el creador del tango. La razón es que antes de él, este género no contaba con todos los elementos musicales que después lo nutrieron; antes de él todos los instrumentos interpretaban al unísono y de forma muy elemental. De Caro, quien tenía formación musical avanzada, por primera vez dividió la interpretación del tango por instrumentos. De él, que empezó como violinista de Eduardo Arolas, se conocen grabaciones muy significativas desde 1925. De Caro hizo el tango como lo conocemos hoy en día, musicalmente hablando. Fue el primero que interpretó tango en una universidad, en La Sorbona, con Carlos Gardel, en 1930. Además, se convirtió en una persona muy respetada por el inmenso aporte que hizo al tango. Troilo es de la escuela “decariana”, aunque con su particular estilo marcó su propia impronta. Y sobre Piazzolla todos sabemos que ha sido un artista polémico y discutido y que con sus golpes de genialidad es representativo de lo distinto, lo nuevo, la encarnación del cambio, y que fue quien llevó al tango hasta sus más avanzados límites.”
AL: ¿Quiénes son las figuras fundamentales del tango?
LL: “El tango está apoyado en tres columnas que son: Julio De Caro (transformador del primitivo tango instrumental), Carlos Gardel (la voz del tango) y Astor Piazzolla (quien llevó el tango hasta sus más avanzados límites y su músico más célebre en el mundo)”.
AL: ¿Y cuál es tu tango predilecto?
LL: “Mi tango predilecto es “Una canción” (de Toilo y Cátulo Castillo) pero como mi poeta es Homero Expósito, de él me quedaría con cualquiera de sus composiciones: “Mi cantar”, “Te llaman malevo”, “Dos fracasos”, “Naranjo en flor”, “Yuyo verde”, “Qué me van a hablar de amor”, “El milagro”, “Afiches”, “Maquillaje”.
AL: Me parece que las agrupaciones jóvenes, algunas de las cuales interpretan, por ejemplo, tango electrónico, garantizan la perdurabilidad del tango en el tiempo.
LL: “El tango siempre ha tenido variantes e innovadores. Es benéfico para el tango que los muchachos las hagan y también para ellos porque quedan contaminados de tango”.
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Foto de Santiago Saldarriaga
Angie Lopera
Presentando libro de Héctor Ramírez en la Biblioteca Pública Piloto