Conversación
con
Jaime Jaramillo Panesso
Víctor Bustamante: Siempre ha sido un adalid del tango en Medellín. ¿Desde cuando ha sido tanguero?
Jaime Jaramillo Panesso: No soy adalid. Soy un difusor de lo que creo es el buen tango y de la cultura popular que se irradia con él y lo enriquece. Por que, además, es la mejor música popular del mundo hispano parlante. Escuché de niño a mi madre, que tenía una hermosa voz y perfecta entonación, cantar tangos de Gardel. Fue mi primer descubrimiento.
VB: ¿Vivió el Guayaquil de los años dorados con el tango? Cafés, mujeres, cantantes y orquestas que se escuchaban.
JJP: No puedo dar fe intensa de ese escenario porque mi tanguedad es barrial. Guayaquil era importante para mi, inicialmente, por la plaza de mercado y por el ferrocarril. Las incursiones de adolescente fueron irregulares. Lo visitaba con mis amigos de barra, pero le temíamos. Era peligroso por los malevos del lumpen que lo miraban a uno con agresividad. Los nombres de la cantinas hacían saltar a la vista su compromiso con la música ciudadana, con el tango más arrabalero, machista y etílico como La Gayola, el Armenonville, El Perro Negro y otros, donde las meseras cumplían el papel de confidentes, damas de compañía y objeto de riña por la disputa entre sus admiradores o amantes ocasionales. Sin duda que las rokolas o tocadiscos de monedas estaban cargados con Alfredo de Angelis y las voces de Dante, Martel y Larroca, Juan D`Arienzo y su orquesta; Hugo del Carril, Agustín Irusta, Libertad Lamarque y el lloroso gemidor de Magaldi. También eran de primera línea Pepe Aguirre, el Caballero Gaucho, Mercedes Simone, Armando Moreno, Echague y, extrañamente, muy pocos temas de Gardel.
VB: ¿Había un acercamiento de los malevos con intelectuales, con prostitutas, solo por el gusto del tango? ¿El tango los unía?
JJP: No es cierto. Los estudiantes y algunos adultos en trance de intelectuales esnobistas por aquello de la vida bohemia y modélica sartriana, se aventuraban a un Guayaquil que era comercial y cacharrero en el día, con grandes movimientos de dinero. Y una vida nocturna azarosa, puñaletera y sifilítica. Al mito guayaquilero hay que ponerle límites. La tanguería real estuvo en los barrios, especialmente en los bares y cantinas de los terminales del tranvía, de los buses y carros de escalera. También en los talleres de los mecánicos automotrices, los zapateros, los sastres y los barberos.
VB: Algunos tangueros afirman que el Guayaquil de Aire de tango de Mejía Vallejo es mentiroso. ¿Qué piensa de eso?
JJP: La creación literaria siempre es una ficción. En eso consiste la originalidad imaginaria del escritor. Lo contrario es la escritura histórica que se basa en el recuento de hechos sucedidos. Mejía Vallejo recoge miradas propias y ajenas relacionadas con el malevaje, la gente del común y los lugares de los tangueros y bambuqueros. No es su mejor novela, pero es un relato que enmarca la existencia de una ciudadela emocionada con el tango, que existió dentro de una ciudad más grande, con afanes industriales y desprendimientos de la coyunda beata y clerical.
VB: Perteneció a tertulias literarias de la ciudad, donde ha sido muy vallejiano. ¿Quienes asistían y de qué conversaban?
JJP: La tertulia es, y lo fue, un sitio de encuentro entre personas con un mismo interés cultural. En los finales del bachillerato y en la década de los cincuenta tuve como tertuliantes a compañeros como Fabio Rodríguez Villa, (ensayista y sindicalista), Irene Zapata (poeta), Carlos Gaviria Diaz (abogado orteguiano), Darío Ruiz Gómez (escritor y crítico), Guillermo Henao (médico y poeta), Jairo Álvarez (matemático), Fidel Restrepo (tanguero), Enrique Molina (actor de teatro) y otros que mi memoria no alcanza. Editábamos un periódico, un eventuario denominado Movimiento, que financiábamos con bailes típicos en nuestras casas. Eran nuestros escritores preferidos y masticados Faulkner, Dos Passos, Camus, comentamos la primera obra de García Márquez (La Hojarasca), la poesía de Porfirio Barba Jacob, César Vallejo, Neruda, otros más. Años después, Darío Ruiz y yo, con nuevos amigos como Miguel Escobar, Jairo Morales, Oscar Jaramillo, Elkin Restrepo, Margarita Jaramillo, Luis Fernando Peláez, Cristina Freydel, Cristina Arango, alrededor de la Biblioteca Piloto y Gloria Inés Palomino, bajo la figura fraterna de Manuel Mejía Vallejo. Retomamos el camino de la tertulia en los años ochenta hasta la muerte del maestro y amigo quien, además, nos reunía en su casa de campo, Ziruma, en El Retiro. Esta tertulia hizo énfasis en la música popular. Así, pues, que hemos sido vallejianos doblemente, César (el poeta peruano) y Manuel (el poeta, novelista y cuentista de Jericó y de Colombia).
VB: Dentro de la topografía intelectual de Medellín estaba Guayaquil tanguero y Lovaina festivo. Eran dos polos de la misma ciudad, ahora diferente. ¿Vivió esos mundos?
JJP: Lo de Guayaco ya está dicho. Lovaina, La Curva del Bosque (hoy Jardín Botánico) y Moravia eran lugares de un lenocinio competitivo, con comederos famosos como El Ventiadero, El Bar Argentino o donde Benedo. Las casas de la praxis sexual remunerada se identificaban con un bombillo rojo en la puerta, para que los clientes no se equivocaran. Cerca de Lovaina estuvo la más famosa, Marta Pintuco, elegante y carísima. Los estudiantes mirábamos a los encopetados católicos pudientes y los altos funcionarios públicos ingresar a esa casa donde se escuchaban los juegos artificiales del champan, el aguardiente y el cubalibre. Se bailaba y juergueaba hasta el amanecer en aquella amplia zona de tolerancia que llegaba hasta El Bataclán, carretera antigua hacia Bello, donde un músico tocaba la batería, para acompañar el “piano” o rokola con un ritmo fuerte y atractivo. Eran las voces vibrantes de Daniel Santos y Nelson Pinedo con la Sonora Matancera, Rolando Laserie, Matilde Diaz, El Negrito del Batey, Toña La Negra, Bovea y sus Vallenatos. Y al rompe de una milonga, un tango o un fox trot, la noche se hacía bikini. Porque para atraer a la clientela masculina, el anunciador de una casa de rameritas pobres, en la puerta gritaba: “bikini, bikini” lo cual, traducido al ron con limonada, significaba que las muchachas vestían esa prenda diminuta y justa. Las peleas a la hora de pagar, algunas veces tuvieron que ver con el trago “pistola”. Se trataba de lo siguiente: una pareja femenina que bailaba y estaba sentada a la mesa con un cliente, pedía un ron con Coca-Cola o Kolcana, y el mesero, casi siempre un marica extravagante, escandaloso, solo servía un poco de gaseosa, pero cobraba como si tuviera licor. Picardías de administrador de putas.
VB: Usted tiene crónicas y poemas con fuerte acento popular, donde se mezclan el tango con la narración y otras expresiones del mundo ciudadano de Medellín. Paradójicamente poco habla de tangueros como Larroca, Pepe Aguirre, Armando Moreno que fueron ídolos en la ciudad. Eso da la impresión que existe un tango culto y otro con fuertes raíces en lo popular.
JJP: El tango no se divide en uno culto y otro inculto o popular. El tango lo que denota es que tiene varias etapas históricas y musicales. Como en todo, el tango evoluciona, se transforma. Hay en Medellín una corriente estacionaria que se quedó en los discos y temas de quienes usted menciona. No son intérpretes deleznables por supuesto. Con ellos abrió caminos el tango, especialmente con Gardel, que está fuera de concurso. Pero quedarse y enterrarse con aquellos es la muerte del tango. No merece el tango congelarse o envolverse en sábana mortuoria. Sus músicos y compositores siguen mostrando un trayecto de ascenso en calidad y emoción. Comprenderlo y gustarlo desde el principio hasta hoy y mañana es la tarea de un buen tanguero. El tango no se ha detenido en la ciudad que lo vio nacer. Muestra de ello son Salgan, Berlingieri, Stampone, Garello, Baffa, Piazzolla, Mederos, Néstor Marconi, Alfredo Marcucci, Juanjo Domínguez, Leopoldo Federico y una camada de jóvenes músicos y cantores. Como lo señala la canción, “hay que seguir y seguir la huella”.
VB: ¿Por qué Medellín acoge el tango con tanta fuerza?
JJP: Lo acogió cuando hacía causa común con lo sentimientos y vivencias de una ciudad que nacía al siglo XX cambalache, problemático y febril. Impacto inolvidable fue la muerte de Carlos Gardel en el ya lejano 1935. El tango es una cultura compleja que se expresa en la música, la poesía, las letras sencillas, la danza, el cine, el teatro, el lunfardo y hasta una moda o la marca de un perfume. Cuando llega a Medellín en boca de las compañías o revistas musicales españolas, la radio repetía, multiplicaba esas canciones, muchas de ellas tangos. Gardel mismo vino a promocionar sus películas. De tal manera que el antioqueño, que goza de un sano individualismo, se siente interpretado por una música y una letra que destaca la intimidad y los dolores del corazón. No puede decirse hoy que el tango tenga la misma fuerza que ayer. Las tangovías eran una manifestación pública de fe tanguera. Los festivales internacionales se sentían, pero por el apoyo del gobierno argentino, el cual desapareció. Solo ahora se reanuda esa colaboración para el nuevo compromiso municipal con las autoridades bonaerenses de la cultura. Somos los tangueros una minoría exótica, felizmente exótica.
VB: Hace poco escribió un poema EL TANGO SERVÍMELO CON VINO, donde hay una alegoría a la noche, al licor, a los amigos, pero sobre todo al lunfardo, al café. ¿Qué rescata de esa bohemia citadina que cuando deja algunos lugares de encuentro, crea otros, pero mantiene la costumbre de los amigos?
JJP: El tango, a diferencia del resto de los géneros de música popular, tiene un piso firme en los amigos, las mujeres y el barrio. La bohemia es apenas una parte de sus ingredientes, puesto que ella es vínculo entre seres humanos que dialogan. También está el copisolero, aquel que bebe solo, que conversa consigo mismo o con el disco que suena. Pero la amistad se refuerza al son del diálogo y del bandoneón. El lunfardo es un léxico que da lugar al estudio y a la comparación. Entre nosotros está el lenguaje del marihuanero o el argot de la comuna, el léxico del camaján o el parlache de las cárceles. Es un asunto serio, académico. El licor es un estimulante de la canción y la palabra, si se sabe manejar. Otra cosa es el borracho sentimentaloso y baboso que se vuelve un caso de policía.
VB: Los tangófilos se destacan por poseer una extensa colección de tangos. ¿Tiene alguna colección? ¿Qué piensa de los coleccionistas de tangos?
JJP: Los coleccionistas son los arqueólogos del tango y de la música popular. Ellos cumplen un papel fundamental con su sabiduría museológica. No tengo mentalidad de coleccionista. Escojo y guardo por la calidad, no por la antigüedad.
VB: ¿Prefiere el mundo del tango en los festivales o en los cafés? Entre los festivales de antes y los de ahora ¿qué comparación hace? ¿Tiene futuro el tango en esta ciudad?
JJP: Los festivales sirven para acreditar la ciudad y a veces, para conocer nuevos talentos. Pero existen personas del mundo tanguero de nuestra ciudad que se toman por magníficos artistas por solo abrir la boca. No estudian ni se preparan, amén de que el submundo de los artistas está inundado de resentimientos, chismes y egolatría. La calidad no se improvisa. Cuando la calidad y la bondad se juntan, la admiración no los abandona. Los primeros festivales impactaron a la opinión tanguera. Hablamos de 1968 a 1985. La Casa Gardeliana y Leonardo Nieto jugaron un gran papel conector. Pero la época violenta de los narcos destruyó lo que habíamos construido los medellinenses en convivencia y en el ejercicio de la noche.
Me gusta más saborear la música ciudadana en los cafés y en casa. El tango en Colombia ha sido siempre muy rezagado. No existe una orquesta importante estable. Apenas asoman los primeros bandoneonistas y está por ver su perseverancia. Buenos cantores y cancionistas los hay, pero son pocos. Y Gardel va a cumplir casi setenta y cinco años de muerto. En cambio los bailarines son extraordinarios.
Quizás con el surgimiento de la Academia Colombiana del Tango, que funge de capítulo local de la de Buenos Aires, ahora aparezca un conjunto de amantes declarados de la tanguería de manera racional y orgánica. La municipalidad, encarnada en la Alcaldía y el Concejo, tienen un libreto y una responsabilidad. Las organizaciones de tangueros también deben cumplir su guión tutorial y abrirse más allá de su claustro de sabedores. Los estudiosos y comentaristas, los hombres y mujeres de radio que cultivan el tango son persona muy respetables. Pero no hay que olvidar que han sido mojones en el atesoramiento musical de un género que compite con la música internacional, una ruidosa y otra valiosa. El tango es una música y una cultura que lleva más de ciento veinte años en el escenario y en las calles, como larga ha sido la vida de la Quinta Sinfonía de Beethoven.
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Fotos cortesía de Javier Ocampo El Gordo Aníbal y Manuel Mejía Vallejo
Darío Ruiz Gómez
Guayaquil
Fotos cortesía de Jaime Jaramillo Panesso
Sencillamente,espectacular, aqui hay una clase de tango, de hustoria y de sensibilidad.
ResponderEliminarNos emociona sobremanera, que se den este tipo de conversaciones su autor nos da una atmósfera, la gracia de su escritura, la vivencia de su amor por el tango.
ResponderEliminarLa verdad resulta muy agradable leer al Dr.Jaime. Me llevó a recordar a mis hermanos y a esa época maravillosa del tango en Medellín.
ResponderEliminarLas resùestas del Doctor Jaime sn palabra viva de un encuentro, de una consideracon hacia la muscia.
ResponderEliminarLa intligencia al servicio del tango, la severidad de sus juicios, la amistad como un signo permanente. Bunea Dr. Jaime
ResponderEliminarConociendo uno a Jaime Jaramillo y su amor por el tango, puedo decir que esta entrevista es bastante "light", como para salir del compromiso, sin la seriedad que el tema requiere, en un difusor tan representativo como él. Si no figurara su nombre y su fotografía pareciera que se trata de una entrevista concedida por gente tan elemental como Hernán Caro o Chepe Rúa. Valdría la pena que Jaime considerara la posiblidad de manifestarnos conceptos sobre tango más comprometidos, sin esquivar el verdadero papel que se tiene en los circulos de tango locales. Guillermo Espinosa
ResponderEliminarAlejandra Montoya tiene razón en sus apreciaciones sobre la Academia Colombiana del Tango. No se sabe donde anda su junta directiva. Se mantienen escondidos y no tiene ninguna presencia en la ciudad. Por ahí como que renunció uno de sus miembros. Sólo se salvan Jaime Jaramillo Panesso, Gustavo Escobar y José Rua. De la Academia al paso que va creo que pocón pocón. No sabemos quién es su presidente ni los otros miembros. ¿Será que están bebiendo en estos momentos?. José Raúl Londoño
ResponderEliminarAquí faltaron preguntas para el doctor Jaime, él tiene más cosas para decir. De todas maneras es un atisbo hacia uno de los grandes del tango en Colombia. Buena esa por el doctor Jaramillo Panesso que mantiene su vigencia y su prontitud en hablar de lo que nos gusta, el tango.
ResponderEliminarPor ahi alguien comentaba que necesitamos esa dupla Jaime Jaramillo y luciano en la Academia der Tango
ResponderEliminarDon Guillermo el doctor Jaime no es frívolo, él tiene un concepto de la vida y lo vive. Acá sabemos que sin él el tango ni existiría; estaría en las casas de los coleccionistas o de los borrachos en los cafés. Él siempre ha estado presente y es una basa intelectual en el país. Lo que pasa es que él vive el tango, lo disfruta lo siente mientras otros están a la caza de datos para decir que eso no es asi. Jaramillo Panesso
ResponderEliminarLas entrevistas de Jaime Jaramillo y Luciano Londoño me parece que aportan mucho a dar una visión del tango en Medellín. Y yo, al igual que el señor Luis Otoniel Piedrahíta Rivero, considero que es una lástima que la Academia Colombiana del Tango no haga nada por el tango y más bien miembros suyos (como Roberto Uribe y otros que no tienen el valor de dar la cara y que por ese tipo de tramoyas no merece pertenecer a la Institución y debieran renunciar a ella) promuevan por intermedio de interpuestas personas y/o nombres ficticios insultos y golpes bajos a gente como Jaime Jaramillo (por su escrito por el tango RUBÍ) y Luciano Londoño (por su posición frente al origen de Gardel), quienes desde hace tiepo tomaron partido para bien) en favor del tango.
ResponderEliminarOtro ejemplo de los golpes bajos que menciono son hechos tan de baja calaña como el que Luciano Londoño, que asistió a la fundación de la Academia Colombiana del Tango, no figure en el acta de constitución que elaboró nada menos que Roberto Uribe. Sin embargo en el acta figuran personas que no asitieron al acto que con Horacio Ferrer se hizo para darle vida a la ACADEMIA. De verdad que cosas así dan verguenza y merece que las directivas den una explicación coherente. Luis Norberto Restrepo Castaño
Muy diplomático el doctor Jaramillo Panessso, pero lo necesitamos al frente de la Academia de Tango para que con sus sabias orientaciones la saque de ese marasmo en que se encuentra. Sabemos que él es un ser sociable que convoca.
ResponderEliminarEs verdad lo que dice el señor Martín Aloson: Jaime Jaramillo Panesso convoca y tiene trayectoria, en cambio las directivas de la Academia Nacional del Tango nada hacen en favor del tango, viven escondidos haciendo chismes y criticando al mismo Jaramillo Panesso y a todos los que hacen, esos individuos dan vergüenza, dan pena, no convocan, no tienen nombre a nivel nacional y menos a nivel internacional. Lo mejor que pudieran hacer es renunciar para que personas con más visión y más capacitadas logren impedir que la Academia muera, pues ese es el fin a donde esos individuos alcohólicos la están llevando. Mario Restrepo Ospina
ResponderEliminarLas directivas de la Academia Colombiana del Tango deben renunciar, pues llevan un año sin hacer nada positivo y van a matar a la institución. Pueden estar tranquilos, nadie se dará cuenta siquiera de que renunciaron. Y a Jaime Jaramillo Panesso le corresponde reestructurar la Academia y vincular a los mejores. Esto es un pedido general. Tienen razón y ya direon la voz de alerta los señores Alejandra Montoya, José Raúl Londoño, Luis Otoniel Piedrahíta, Luis Norberto Restrepo, Martín Aloson y Mario Restrepo. JULIO CÉSAR CALLE MONTOYA, Medellín
ResponderEliminarCreo que al doctor Jorge Arango Lopera le faltó dentro de la categorá de "los tradicionalistas" una subespecie de amante del tango en Medellín y es aquella compuesta por los que nunca da la cara, los que ponen a su mujer a que decir opiniones que ellos no tiene el valor de decir, aquellos insultan con nombres supuestos, aquellos que utilizan a otros para ofender e insultar, en fin, toda esa "siniestra escuela" de envidia e ignorancia que mantuvo por décadas entre nosotros Hernán Caro y que al parecer ahora tiene alumnos en la Academia del Tango. Gloria Elena Botero Botero
ResponderEliminarDoctor Jaime al otro lado estan enfrascados en lo de Gardel, necesitamos su presencia lli.
ResponderEliminarEstimado amigo Justo:
ResponderEliminarme pide Ud. intervenir en el debate de al lado, sobre el origen de Don Carlos Gardel. Ese debate está agotado por dos razones: 1. Los argumentos serios de las partes demuestran que,salvo excepciones,estamos ante estudiosos e historiadores que tratan de demostrar sus tesis ante lectores tangueros, no de ganar la partida como si fuese un juego de póker. Se trata de hipótesis y documentos para la discusión respetuosa.2.La solución final la faciliarían las autoridades uruguayas y la familia Escayola con la aplicación del ADN a los restos mortales pertinentes.-
Por mi parte prefiero al Gardel vivo que sige cantando. No me interesan sus huesos, sino su expresión artística que tanto vale para la tanguedad.Respeto a los inacabables articipantes en ese ejercicio de la inteligencia. Yo por lo pronto ejercito el oído y el corazón.Con eso me basta.
El anterior comentario me pertenece.No figuro por error computacional.Jaime Jaramillo Panesso.
ResponderEliminarMaestri lo necesitamos al frente de la Academia de Tango, no de la casa Gardeliana delt ango. Es urgente antes de que se quede en el silencio como los otros grupitos de tango qeus e la pasan cazadado pajaritos poninedole sal en la cola,
ResponderEliminarDctor Jaime salve usted la patria del tango.
Carta abierta para Aresi y demás insultadoes, quienes tanto daño le hacen al tango
ResponderEliminarNo puedo llamarlo por su nombre porque usted casi siempre usa seudónimo y en eso ya nos lleva una ventaja: Nosotros colocamos nuestros nombres.
Periodistas colombianos como Daniel Samper y Óscar Collazos (en el periódico EL TIEMPO) se cansaron de gente como usted, no por usted mismo, a quien consideran necesario y útil en un debate, sino por sus insultos y sus groserías, que son la degeneración de los foros instalados por los medios en sus ediciones electrónicas.
El pensamiento libre pasa por mal momento. La libertad de expresión está atemorizada. Hay un ambiente enrarecido que dificulta disentir de la tesis francesista del origen de Gardel. Hay temor de opinar diferente.
El miedo ronda. En su derecho de opinar sobre este tema, muchos callan por temor a que los acusen de cualquier mal así sea calumnioso. El intercambio libre de ideas está perturbado. En fin, un tufillo de censura nos invade.
Lo peor que le puede pasar a una sociedad es sentir miedo de pensar y expresarse. Que el miedo se apodere del espíritu de la gente es censura. La censura es un secuestro al pensamiento.
Disentir, opinar diferente, tener diversidad ideológica son derechos inviolables.
La controversia civilizada, la diferencia de criterios, las posiciones antagónicas o cercanas son inseparables. Cuando brillan las diferencias ideológicas se ven vitales los ideales y se honra la civilidad.
Disentir es un derecho irrenunciable del ser humano. Disentir significa no ajustarse al sentir o al parecer de otro, opinar de modo diferente. Disentir es el alma de la democracia. Disentir es un derecho natural del ciudadano y es la consecuencia de otro derecho mayor: el derecho al pensamiento libre.
El derecho a opinar diferente lo consagra la Constitución Colombiana. Quien no reconozca a los ciudadanos el derecho a la diferencia es un violador constitucional.
Silenciar a los opositores inventando calumnias, descalificando o insultando, es entronizar trampas y despotismo.
La humanidad toda está y estará siempre unida contra el silencio forzado, contra la censura, contra el recorte al derecho de pensar diferente. Al pensamiento libre no se le aceptan enemigos ni murallas. No se pueden permitir artimañas para recortar la libertad o para esconder la verdad.
Es una vergüenza que los ideólogos de quienes defienden la tesis francesista sobre el origen de Gardel sean Maquiavelo o Goebbels. Éstos son predicadores de éticas degradantes, consejeros de la mentira, diseñadores de artimañas, irrespetuosos de la verdad, manipuladores de la opinión y destructores perversos del otro. Y de esa ideología embaucadora salen los venenos contra el pensamiento libre y contra el disenso.
No queremos las estrategias de Aresi y sus ventrílocuos de Medellín, al estilo Goebbels, para Medellín: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que les distraigan”.
Esta oportunidad de poder opinar en la página Tango en Medellín me permitió aprender muchas cosas, entre otras, a “conocer” a Aresi y sus amigos de Medellín. Los imagino sentados frente a sus pantallas, envenenados con sólo ver el nombre de cualquiera que opine que Gardel es uruguayo. Leyendo con rabia y presurosos de volcar su rencor en el espacio asignado para comentarios.
Es otra ventaja que tiene Aresi y sus amigos. No necesitan investigar, ni redactar, ni cuidar la ortografía. Bastan unos adjetivos y unos improperios y ya se ganaron una permanencia en la red. Deben pasar muchas horas visitando páginas, leyendo y odiando, porque he visto que devoran víctimas en otros medios. Algunos cobardes de la Academia Colombiana del Tango se sienten cómodos con usted. Incluso lo animan a que continúe insultando a todo aquel que investigue o le dé visos de seriedad al tango.
En estos tiempos de retroalimentación inmediata, parece que los investigadores escriben para que sus enemigos los odien más. Porque si alguien quiere saber si hay gente que lo desprecia, si cree que no tiene enemigos, si piensa que puede decir lo que piensa sin ganarse toda clase de ataques, escriba sus opiniones sobre el tango.
No niego que ha sido impactante encontrarme a personajes como usted y sus amigos de Medellín, seudo defensor del origen francesista de Gardel. No por la crítica misma, necesaria y bienvenida, sino por la mala calidad de la misma. Por lo violenta y mezquina.
El caso es que no nos vamos a seguir “viendo”. Al menos aquí. Y no por usted. Es porque tengo demasiado trabajo en mi medio base, y para leer sus tonterías, insultos y descalificaciones requeriría un tiempo que no poseo. Pero quería estar en el momento crucial de este mar de opiniones, tantas y tan favorables a las entrevistas de Luciano Londoño.
Fue una experiencia “conocerlos” a usted y sus amigos y no quería irme sin dejar testimonio de este encuentro. No se puede quejar. Usted y sus amigos podrán seguir insultando y malqueriendo todo el tiempo que desee. Por fortuna hay muchos otros lectores que han sabido aprovechar esta dimensión de diálogo y para ellos vale la pena seguir opinando con altura, que es precisamente lo que usted y sus amigos no hacen. Hasta pronto. JAIRO CADENA LEÓN, historiador
En Medellín las autoridades municipales han capitalizado con el tango significativos adeptos, que más que el amor por este género musical, buscan llenar un espacio con cierto tufillo de populismo.
ResponderEliminarEl posar de amante del tango brinda una popularidad que es aprovechada por algunos para fortalecer su imagen, y es por eso que, sin conocer mucho del tema, orgullosos hacen énfasis en sus preferencias. Por ello es común que muchos miembros de la academia colombiana del tango cambien su afición “tanguera” por la política o los toros.
Existe otro tipo de aficionados al tango, menos cultos pero más agresivos, que no toleran que otros opinen diferente y creen que a base de insultos lograran convencer a sus adversarios. Estos últimos no son precisamente un modelo inspirador de la convivencia pacífica, la sobriedad o de luchar para el fortalecimiento del tango y de los grupos de amantes del mismo.
Se da la contradicción que personas que aparentemente aman el tango, en realidad lo están atacando, con su vulgaridad. La tolerancia no es precisamente su fuerte, no saben hacerlo, y más aún no quieren hacerlo.
Es sorprendente escucharlos hablar mal de quienes ellos consideran sus enemigos, porque no piensan igual que ellos.
Estas personas y sus congéneres del exterior son un mal ejemplo para el mundillo del tango, aunque algunos los consuelen con que son católicos y papás comprometidos.
Las directivas de la academia colombiana del tango son un mal ejemplo, pues no logran tener control sobre sus miembros y por ello ni siquiera promueven públicamente el respeto por todos los amantes del tango, en especial por los que opinan diferente. Por ello las loas que ahora ellos mismos se tratan de hacer, son parte más del respeto por un difunto. Y es que no se puede aceptar que alguien que se considere culto, educado y formado, tenga amigos que insultan a los que dan opiniones que van en contra de la verdad oficial. GUILLERMO GIL ORTEGA
Ya estan prmocionando a Javier Ocampo como director del Festival de Tango 2009, nada menos que Wilson velez, o sea un cantinero se lo pasa a otro cantinero
ResponderEliminarMi candidato es el intelectual y serio y que convoca
JAIME JARAMILLO PANESSO
Templanza y sensibilidad definen la vida del maestro kaime
ResponderEliminarSeñor Jaramillo me he dado un banquete te tango desde estas lejanas tierras, Lo felicito sinceramente.
ResponderEliminarLUCIO ESPINOSA. GRANADA ESPAÑA
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