sábado, 21 de agosto de 2010

La muerte de Gardel, por Carlos de la Púa


La muerte de Gardel, por Carlos de la Púa



Hola, jóvenes:

Orlando Ramírez Casas

No simples ríos, sino Amazonas o Nilos de tinta han corrido por cuenta del Mudo, el Zorzal Criollo, el Morocho del Abasto, don Carlos Gardel; y su trágica muerte en el aeropuerto de Las Playas en Medellín el 24 de junio de 1935 después del medio día. Por cuenta del telégrafo o el cable que antecedieron al linotipo cuando ni la electrónica ni el mundo satelital se nos habían venido encima, la noticia se supo al mismo tiempo en el barrio Buenos Aires, de Medellín donde los teléfonos también eran escasos, y en Buenos Aires (Argentina). Esa misma tarde, sin alharacas de "¡Extra, extra, extra!", que tal vez aparecieron en la primera página, salió esta sobria pero sentida despedida escrita por Carlos de la Púa ("El malevo" Muñoz), que el amigo Reinaldo Spitaletta ha querido compartir con nosotros. Por esos ríos de tinta sabemos que lo de mudo y lo de zorzal se lo ganó Gardel tanto a capella como con acompañamiento de guitarras, y sabemos que en el barrio del Abasto, donde quedaba el mercado de abastecimiento o abasto de víveres (y ya sabemos cómo son esos barrios en todas partes), fue donde surgió para el canto ese niño que aún hay quién discute si nació en Francia o en Tacuarembó. Lo que muchos no saben es por qué las gentes fueron reacias al principio a llamar a ese aeropuerto "Enrique Olaya Herrera" como lo mandaba el decreto de honores a ese presidente sino que siguieron llamándolo con el sobrenombre del barrio donde estaba situado, nombre que aún conserva: el barrio de Las Playas en el sector de Belén. Debía su nombre a que antes de que a principios del siglo XX, cuando el río Medellín corría por el Valle de Aburra libre sin estar canalizado, en invierno sus aguas se salían de madre e inundaban un vasto terreno a lado y lado. Al retirarse, dejaba tapizadas de arena arrastrada en su recorrido invernoso y convertidas en playas para los paseantes que acudían a bañarse en sus charcos en el verano. Igual sucedía en el otro lado cuyos terrenos, antes de ser nombrados como "Barrio Guayaquil" y de que funcionara allí el mercado del abasto de la ciudad de Medellín, eran una finca que se llamaba "Finca El Pantano".
Aquí está la voz de Carlos Gardel cuyos ojos se cerraron el 24 de junio de 1935 y el mundo sigue andando:




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