Ricardo Ostuni y Rodrtigo Pareja
BUENA MIEL PA’ TANTO ACÍBAR
Rodrigo Pareja
El título condensa, quizá en forma un tanto avara, la presencia de Ricardo Ostuni en Medellín, quien sin ser cantor o músico reconocido del género, fue, con sobra de méritos, la figura principalísima de la quinta versión que tuvo el Festival Internacional del Tango realizado en esta ciudad.
Ostuni, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo, justificó con creces la expectativa que había a su alrededor, y salvó, él solito, la parte académica y cultural de un certamen, cada vez más dedicado a hacer prevalecer el baile sobre el tango en sí, y a ignorar lo verdaderamente esencial e importante del género.
Conferencias suyas en el augusto recinto del Paraninfo de la Universidad de Antioquia; en Otraparte – la casa museo que evoca al filósofo Fernando González, y una más en el parque Biblioteca de Belén, fueron piezas maestras que confirmaron su sapiencia en los temas por él expuestos con suma brillantez.
Lástima, eso sí, que en el primero de los escenarios haya sido sometido al irrespeto de tener que compartir mesa de honor con un advenedizo que jamás podrá estar a su altura y dignidad, y a que por una actitud atrabiliaria y fuera de toda lógica, se le haya impedido por parte de quienes se apoderaron de su itinerario, estar en el Centro de Historia del municipio de Bello, donde había sido invitado, y él había aceptado, para dar una charla sobre Borges y el tango.
Catedrático, investigador, ensayista, poeta y estudioso, no sólo del tango sino de otras músicas, dueño de sólida cultura y poseedor de un verbo envolvente y cautivador, Ricardo Ostuni dejó bien sentado aquí su prestigio y suscribió tarjeta de invitación permanente a esta ciudad tanguera por excelencia, necesitada hoy más que nunca de personajes con su trayectoria y sabiduría en estas materias.
Regocija constatar que mientras existan personas de su corte intelectual y de su consagración a la investigación y difusión del tango en todos sus aspectos, éste – como él mismo lo afirma – jamás morirá porque va a permanecer mientras exista el amor y el dolor, algo consustancial y propio de todo ser humano.
Consignada entonces la presencia gratísima del gran personaje del Festival, hay que decir de nuevo que del certamen no quedó nada positivo ni perdurable para el tango, y mucho menos algo que en el futuro lo haga merecedor de evocación o recuerdo grato, excepto lo del maestro Ostuni.
Dentro de su mediocridad, el Festival del Tango de Medellín ha llegado a un punto tal que da igual si se hace o no se hace; con decir que ya sus organizadores – ignorantes en su mayoría de lo que es el verdadero tango – deben estar preparando el del año próximo para conmemorar los 77 años de la muerte de Gardel como gran número de atracción.
Se volverá entonces con la misma cantinela de siempre, el mismo accidente, la misma recordación, las mismas frases de cajón para decir que Gardel canta mejor todos los días, mientras el tango seguirá en las mismas, si acaso interpretado por algún regular cantor o conjunto contratados a las carreras, cuando no por alguna agrupación bazofia, tipo Bajo Fondo o Tanguetto.
Y es con éstos últimos con los que intentan dizque inducir a la juventud hacia el tango, lo que resulta tan enrevesado como pretender que en el pre kínder se trabaje primero a Nietzsche que a don Evangelista Quintana con su inolvidable Alegría de Leer.
Otro lunar es que sus organizadores siguen considerando que es más importante el baile que el tango como música y canto, y equivocadamente lo privilegian en detrimento de vocalistas y músicos, para gusto, eso sí, de mirones y voyeristas que sólo asisten para descubrir las tangas de las bailarinas, que más que alumnas aplicadas de Terpsícore, parecen acróbatas o maromeras de circo.
El Festival del Tango de Medellín está pidiendo a gritos eso que ahora llaman reingeniería, porque al paso que va no dejará de ser un pasajero e intrascendente espectáculo que nada en realidad le aporta al verdadero tango y a los tangueros.
---------------------------------------------
EL MUNDO Medellín martes 12 de julio de 2011
Rodrigo Pareja
El título condensa, quizá en forma un tanto avara, la presencia de Ricardo Ostuni en Medellín, quien sin ser cantor o músico reconocido del género, fue, con sobra de méritos, la figura principalísima de la quinta versión que tuvo el Festival Internacional del Tango realizado en esta ciudad.
Ostuni, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo, justificó con creces la expectativa que había a su alrededor, y salvó, él solito, la parte académica y cultural de un certamen, cada vez más dedicado a hacer prevalecer el baile sobre el tango en sí, y a ignorar lo verdaderamente esencial e importante del género.
Conferencias suyas en el augusto recinto del Paraninfo de la Universidad de Antioquia; en Otraparte – la casa museo que evoca al filósofo Fernando González, y una más en el parque Biblioteca de Belén, fueron piezas maestras que confirmaron su sapiencia en los temas por él expuestos con suma brillantez.
Lástima, eso sí, que en el primero de los escenarios haya sido sometido al irrespeto de tener que compartir mesa de honor con un advenedizo que jamás podrá estar a su altura y dignidad, y a que por una actitud atrabiliaria y fuera de toda lógica, se le haya impedido por parte de quienes se apoderaron de su itinerario, estar en el Centro de Historia del municipio de Bello, donde había sido invitado, y él había aceptado, para dar una charla sobre Borges y el tango.
Catedrático, investigador, ensayista, poeta y estudioso, no sólo del tango sino de otras músicas, dueño de sólida cultura y poseedor de un verbo envolvente y cautivador, Ricardo Ostuni dejó bien sentado aquí su prestigio y suscribió tarjeta de invitación permanente a esta ciudad tanguera por excelencia, necesitada hoy más que nunca de personajes con su trayectoria y sabiduría en estas materias.
Regocija constatar que mientras existan personas de su corte intelectual y de su consagración a la investigación y difusión del tango en todos sus aspectos, éste – como él mismo lo afirma – jamás morirá porque va a permanecer mientras exista el amor y el dolor, algo consustancial y propio de todo ser humano.
Consignada entonces la presencia gratísima del gran personaje del Festival, hay que decir de nuevo que del certamen no quedó nada positivo ni perdurable para el tango, y mucho menos algo que en el futuro lo haga merecedor de evocación o recuerdo grato, excepto lo del maestro Ostuni.
Dentro de su mediocridad, el Festival del Tango de Medellín ha llegado a un punto tal que da igual si se hace o no se hace; con decir que ya sus organizadores – ignorantes en su mayoría de lo que es el verdadero tango – deben estar preparando el del año próximo para conmemorar los 77 años de la muerte de Gardel como gran número de atracción.
Se volverá entonces con la misma cantinela de siempre, el mismo accidente, la misma recordación, las mismas frases de cajón para decir que Gardel canta mejor todos los días, mientras el tango seguirá en las mismas, si acaso interpretado por algún regular cantor o conjunto contratados a las carreras, cuando no por alguna agrupación bazofia, tipo Bajo Fondo o Tanguetto.
Y es con éstos últimos con los que intentan dizque inducir a la juventud hacia el tango, lo que resulta tan enrevesado como pretender que en el pre kínder se trabaje primero a Nietzsche que a don Evangelista Quintana con su inolvidable Alegría de Leer.
Otro lunar es que sus organizadores siguen considerando que es más importante el baile que el tango como música y canto, y equivocadamente lo privilegian en detrimento de vocalistas y músicos, para gusto, eso sí, de mirones y voyeristas que sólo asisten para descubrir las tangas de las bailarinas, que más que alumnas aplicadas de Terpsícore, parecen acróbatas o maromeras de circo.
El Festival del Tango de Medellín está pidiendo a gritos eso que ahora llaman reingeniería, porque al paso que va no dejará de ser un pasajero e intrascendente espectáculo que nada en realidad le aporta al verdadero tango y a los tangueros.
---------------------------------------------
EL MUNDO Medellín martes 12 de julio de 2011
Valiente crítica de Rodrigo Pareja al pobre FESTIVAL DE TANGO MEDELLÍN 2011. Felicitaciones, no todos se atreven como usted a decir la verdad de lo sucedido de manera tan clara
ResponderEliminarCamilo Velásquez Giraldo