lunes, 30 de mayo de 2016

Luis Fernando Macías / La presencia del tango en los relatos de La Milagrosa








Luis Fernando Macías / 

Víctor Bustamante

Tenía curiosidad por escuchar a Luis Fernando disertar sobre un tema caro a él, La Milagrosa. No en vano, en algunos de sus relatos, él ha reivindicado ese espacio de una manera tan fuerte que es imposible no mencionarlo para ubicar y querer caminar esas calles que él ha vivo, frecuentado y amado, y ahora con la música hace presente en ese barrio, al que siempre vuelve como ahora, no solos para exhorxirla de alguna manera sino para mantenerlo vivo en ese instante tan especifico para el escritor. El a viajado en busca de del gran León de Greiff, a escrito diarios de lectura de algunos de sus escritores favoritos, ha hecho traducir a Shakespeare y ha buscado la tradición de los grandes escritores antioqueños, ha escrito poemas y además fue trovador, lo cual nunca nos ha sido posible conocerlo en el fervor de la improvisación con una guitarra. Así es innegable que su presencia en Medellín perdure en este campo minado de la escritura.

Lo que no podía sospechar era precisamente que “Maldito cabaret” cantada por Pepe Aguirre y “El puñal sevillano” en la voz de Alberto Gómez, hayan servido de destello para la epifanía de sus dos relatos. Es decir que no eran música de fondo sino que son una presencia. Una real presencia y por esa esa tarde en el Homero Manzi el no realizaba un experimento sino que nos compartía su música de adolescente, de su origen, el ámbito de su barrio La Milagrosa, cuando se comienzan a caminar las calles ya miras desde otra perspectiva. No iba a ser la música del Club del Clan menos el rock, menos las baladas. No, no era nada menos que esa música popular escuchada en los cafés o bares de las esquinas de su barrio donde seguro más de una vez las escuchó, las vivió con algunas cervezas o fuertes tragos de ron o aguardiente. Y por eso se han quedado tatuadas y por eso aparecen en sus relatos, la música era, es necesario que esté ahí como el testigo pasivo, pero que reactiva momentos, a los cuales él acude de vez en cuando para decirnos que ahí vivimos algo, ahora la lectura de sus relatos.