Luis Fernando Macías /
Víctor Bustamante
Tenía curiosidad por escuchar a Luis Fernando
disertar sobre un tema caro a él, La Milagrosa. No en vano, en algunos de sus
relatos, él ha reivindicado ese espacio de una manera tan fuerte que es imposible
no mencionarlo para ubicar y querer caminar esas calles que él ha vivo,
frecuentado y amado, y ahora con la música hace presente en ese barrio, al que
siempre vuelve como ahora, no solos para exhorxirla de alguna manera sino para
mantenerlo vivo en ese instante tan especifico para el escritor. El a viajado
en busca de del gran León de Greiff, a escrito diarios de lectura de algunos de
sus escritores favoritos, ha hecho traducir a Shakespeare y ha buscado la
tradición de los grandes escritores antioqueños, ha escrito poemas y además fue
trovador, lo cual nunca nos ha sido posible conocerlo en el fervor de la
improvisación con una guitarra. Así es innegable que su presencia en Medellín
perdure en este campo minado de la escritura.
Lo que no podía sospechar era precisamente que “Maldito
cabaret” cantada por Pepe Aguirre y “El puñal sevillano” en la voz de Alberto
Gómez, hayan servido de destello para la epifanía de sus dos relatos. Es decir
que no eran música de fondo sino que son una presencia. Una real presencia y
por esa esa tarde en el Homero Manzi el no realizaba un experimento sino que
nos compartía su música de adolescente, de su origen, el ámbito de su barrio La
Milagrosa, cuando se comienzan a caminar las calles ya miras desde otra perspectiva.
No iba a ser la música del Club del Clan menos el rock, menos las baladas. No,
no era nada menos que esa música popular escuchada en los cafés o bares de las
esquinas de su barrio donde seguro más de una vez las escuchó, las vivió con
algunas cervezas o fuertes tragos de ron o aguardiente. Y por eso se han quedado
tatuadas y por eso aparecen en sus relatos, la música era, es necesario que esté
ahí como el testigo pasivo, pero que reactiva momentos, a los cuales él acude
de vez en cuando para decirnos que ahí vivimos algo, ahora la lectura de sus
relatos.
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