El fundador del Festival de Tango de Medellín, Leonardo Nieto (derecha); el aclamado músico Aníbal Troilo "Pichuco" (centro); y el experto en historia del tango, Leopoldo Barrionuevo (izquierda).
Foto cortesía de Salón Versalles.
PICHUCO PARA PROFANOS
Jaime Jaramillo Panesso
Aníbal Troilo, alias “Pichuco”, hombre de la noche, bandoneonista de la vida, hizo grande al tango, y el tango le engordó su fama, que era gordo el hombre y por eso lo llamaban así cariñosamente sus amigos, sus admiradores. Intérprete magistral del “fueye”, ese gusano negro lleno de botones en sus extremos y que Troilo extendía y encogía mientras desde sus entrañas salían las notas para un tango o una milonga.
¿Quién es este hombre
al que la gente del tango en Argentina, Colombia, Chile, Uruguay o Puerto Rico,
reconocen en él al eje musical del género ciudadano, en la década de los años
cuarenta y que influye profundamente hasta su muerte en 1975? Aníbal Carmelo
Troilo Bagnolo su nombre completo. Sus alias: “Pichuco”, “Gordo” o “Dogor”, al
vesre. Nació el 11 de julio de 1914 en Buenos Aires. Su padre, carnicero de
oficio, murió cuando Aníbal tenía solo seis años. Su madre le acolitó la
vocación musical por el bandoneón. Tenía diez años cuando le compró uno por 140
pesos argentinos para pagarlo en cuotas de 10 pesos mensuales. Mientras
acariciaba su “fueye”, se regodeaba escuchándolo interpretado por otros en los
cafés o boliches cercanos a su casa. También era la época en que jugaba fútbol
como delantero central y corría los domingos a mirar los partidos de su equipo
preferido, el River Plate. De su primer maestro en el instrumento musical, solo
recibió 6 meses de adiestramiento. Por eso cuando cumplió los 11 años, ya
estaba tocando solo en un festival de barrio. Luego hizo parte de una “orquesta
de señoritas”, aún muy pibe. Al cumplir sus 14, formó un quinteto de vida
efímera. Mucho anduvo en diferentes agrupaciones musicales antes de organizar
una propia. Así, por ejemplo, en 1930 actuó como bandoneonista al lado de
Ciriaco Ortiz dentro de un sexteto dirigido por Vardaro y Pugliese. Al año
siguiente ingresó a la orquesta dirigida por Juan Maglio “Pacho”. En la misma
línea de bandoneones, “Pichuco” se sentó al lado del Pedro Laurenz en la
orquesta dirigida por Julio de Caro. De igual manera pasará fugazmente por el
conjunto Irusta/Fugazot/Demare, por la orquesta de Juan D’Arienzo, por el
sexteto de Alfredo Gobbi, por el “Seis de Vardaro”, por la orquesta típica
Ciriaco Ortiz.
Aníbal Troilo conforma su orquesta a partir de 1937. Debuta
con su cantor Francisco Fiorentino en el Marabú. De allí en adelante será dueño
y señor de su propio estilo. Durante ese mismo año conocerá a Ida Calachi, su
esposa, y a quién todos sus amigos llamaran “Zita”. Ella y muchos habitantes de
Buenos Aires llegaron de lejos, inmigrantes europeos, con sus padres o abuelos. “Zita” es griega y
se casa con “Pichuco” en 1938.
Ocasionalmente Troilo
actuó en el teatro, escenario que le sirvió para el estreno de páginas
especialmente compuestas para cada obra.
El país que con más
frecuencia visitó fue Uruguay. Señalemos sus viajes a otros países acompañado
de su orquesta: Brasil en 1952, Chile en 1956, (la carátula del disco Emi/Odeón
4089A dice que en 1957), Colombia en 1968 para actuar en Festival de Tango de
la ciudad de Medellín. En 1971 actuó en Washington con motivo de la Fiesta
Patria, y más adelante, durante el mismo año, en Madrid, Festival Argentino
Español.
ORQUESTADORES
La lista de quienes
le hicieron orquestaciones corresponde a personajes importantes en el género.
Algunos nombres conocidos entre nosotros dirán lo afirmado atrás: Piazzolla,
Argentino Galván, Eduardo Rovira, Emilio Balcarce, Julián Plaza, Héctor Stamponi,
Raúl Garello. No obstante la dimensión
de ellos, “Pichuco” siempre mantuvo el derecho al veto para conservar el sabor
troileano de las interpretaciones y el ritmo del tango, es decir, los elementos
propios del tango del 40, como son ritmo, fuerza, ternura y vibración.
Piazzolla lo definió como “el Monstruo
de la Intuición” porque nivelaba las diferentes concepciones musicales
de sus orquestadores, logrando un grado de finura y homogeneidad que no
tuvieron otros directores y que, en
buena apreciación, constituye el mérito de su obra.
Troilo “fue un
intuitivo que no permitió a sus orquestadores el abuso de la fuga, cuando la
utilizó fue siempre en forma medida, pero donde podía prescindir de ella, no
titubeaba en tachar la plana (…) Cuando agregó viola y violonchelo logró un
sonido más aterciopelado que el “chillón” de la primera época”. No fue tampoco
el primero en incluir estos dos instrumentos. Antes, en forma muy pasajera, ya lo
habían hecho Arolas y Firpo. La ventaja de “Pichuco” es que los convirtió en
elementos estables de la orquesta, especialmente para las grabaciones. No le bastaron las correctas orquestaciones y
la inclusión y reforzamiento de los instrumentos musicales. Probablemente el
privilegio de Aníbal Troilo estuvo en haber sido el director que ocupó el
centro artístico de la generación de los 40, acompañado por los mejores
letristas del tango de todas las épocas: Cátulo Castillo, Homero Manzi, José
María Contursi, Enrique Cadícamo, Homero Expósito, entre otros.
COMPOSITOR
Troilo compuso 61
obras distribuidas así: tangos 41 (con letra 33, instrumentales 8), milongas
13, dos de ellas instrumentales; 5 valses y una habanera. No debemos olvidar
que la habanera es un género musical popular que contribuyó a la formación del
tango en sus comienzos. Su primera composición data del año 1933, “Flor de
Amor”, un valse. La última, de carácter póstumo, se publicó en 1976 “Tu
penúltimo tango”, con Horacio Ferrer.
En la obra
discográfica de “Pichuco” se encuentran 489 grabaciones que ejecutó para los
sellos RCA Víctor, Odeón y T.K. Para su personal gusto, alguna vez declaró que
la obra suya que más le satisfacía era “Sur”, en cuanto tango canción que
hiciera con Manzi. De las obras instrumentales “Responso”, que dedicó a Homero
Manzi cuando este murió. Cualquiera que sea la edad del tiempo y del tango,
tendrá que recordarse a Troilo por obras como María, Barrio de Tango, Garúa, La
Última Curda, Nocturno a mi Barrio, Romance de Barrio, Toda mi vida, Una
canción, Te llaman malevo, temas clásicos y a la vez populares de la
discografía tanguera calificada.
SU MUERTE
Estuvo antecedida por
un retiro relativamente largo de sus actuaciones musicales debido a una
artrosis de su cadera que lo postró durante dos meses del año 72. Una prótesis
hubo de aplicársele a la cabeza del fémur. Debió cambiar su sistema de vida,
puesto que aprendió con mucha dificultad a dormir de noche y estar levantado en
el día; a suprimir el whisky y a tomar café con leche. La operación se efectuó
en septiembre de 1974 con un largo periodo de recuperación, después de largas
molestias y dolores, no obstante su terquedad. Aníbal Troilo expiró el domingo
18 de mayo de 1975 a las 11:40 de la noche en el Hospital Italiano de Buenos
Aires. Ese mismo día, a mediados de la mañana había sido trasladado de urgencia
al hospital. A las 10:00 de la noche estaba clínicamente muerto. Los médicos
informaron que no había ninguna posibilidad de vida.
EL ESTILO TROILEANO
¿En qué consistió ese
estilo inmortal del gordo “Pichuco”? El investigador Luis Adolfo Sierra lo dice
así: “Los fraseos, las variaciones y los adornos de su muy particular factura,
exaltaron el bandoneón de “Pichuco” al primer plano de relevancia. Pero el
rasgo más sobresaliente de la orquesta, lo aportaba el pianista Orlando Goñi,
creador de una forma distinta en la conducción del conjunto, más elástica en la
marcación, con predominio de los “bajos bordoneados”, y sus inconfundibles
notas sueltas en los graves, definiendo un concepto de tango que en lo
sustancial habrían de seguir muchos ejecutantes enrolados en las corrientes
evolucionistas. Algo así como la antítesis de la modalidad pianística
sustentada por Rodolfo Biagi en la orquesta de D’Arienzo, aguda, acelerada,
nerviosa, estridente y cortante”. Este mismo autor agregaba que la intervención
del cantor interpretando íntegramente la letra, le confirió una importancia
preponderante a los vocalistas desde su primer cantor Francisco Fiorentino,
hasta el último de ellos, Roberto Achával. Además de “Pichuco” mismo, su
“fueye”, su figura, su dirección y su carisma, existen dos claves para
comprender su obra: los cantores y los pianistas de su orquesta.
He aquí la lista de
sus vocalistas, además de los arriba citados: Amadeo Mandarino, Alberto Marino,
Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Aldo Calderón, Jorge Casal, Raúl y Elba Berón,
Carlos Olmedo, Ángel Cárdenas, Pablo Lozano, Roberto Goyeneche, Roberto Rufino,
Nelly Vásquez y Tito Reyes.
La lista de sus
pianistas, algunos de los cuales fueron o son hoy directores de sus propias
agrupaciones, además de Goñi, es esta: José Basso, Carlos Figari, Osvaldo Manzi
(sin parentesco cercano con Homero), Osvaldo Berlinghieri y José Colángelo.
¿DÓNDE ESTÁ EL BANDONEÓN DE “PICHUCO”?
En noviembre de 1975,
“Zita”, la mujer de Troilo, cumplió una promesa de su esposo: entregar a Astor
Piazzolla el bandoneón que acompañara al Gordo en sus actuaciones. Lo hizo con
estas palabras: “Muchos me preguntan por qué le regalo el bandoneón de Troilo a
Piazzolla. Lo hago porque es el músico más talentoso que tenemos, a pesar de
sus cosas. Cuando quiere hacer el tango, lo hace de lo mejor”. Muchos años más
tarde, Piazzolla caía postrado por una enfermedad similar a la de Troilo: un
derrame cerebral lo aisló del mundo por varios meses hasta su muerte
definitiva. Parecería que estos genios de la música y del tango se acabaran por
el centro nervioso que dirigió sus dedos y manos sobre la botonadura del “negro
gusano”, reclinado en sus esquinas rodilleras.
FUENTES
1. Historia del tango.
Tomo 16. Ediciones Corregidor. 1980. Buenos Aires.
2. Informe sobre Troilo.
Federico Silva. Ed. Plus Ultra. 1978. Buenos Aires.
3. Historia de la
orquesta típica. Luis A. Sierra. Peña Lillo Editor. 1976. Buenos Aires.
4. El libro del tango.
Horacio Ferrer. Antonio Tersol. 1980. Barcelona.
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