TANGO Y POEMA /
Saúl Bustamante
Unos miran con desdén, después de todo, continúan el tango y el poema.
Aquí la tarde espera el asalto de la música, y la literatura desmenuza
el lenguaje de los cuerpos, esa creación temprana, cuyo carácter confunde los
pacientes rostros.
La boca se ha convertido en un rifle pues dispara ardientes palabras.
Estamos en paz, aunque las formas liberan feromonas y encienden el
ambiente.
Me hundo en el juego del alfabeto al adoptar el tango desde Caminito
hasta la Casa gardeliana, aunque el sur conserve su frío y la nostalgia del
gran Buenos Aires.
Sus cuerpos se estiran como dulces sablazos, cortando el viento que
indiferencia cuando sus ojos se hunden sobre las propias cuencas, esperando
unas seguidas palmas para confundirlos entre una sonrisa y el espesor de un
grupo de espectadores.
Me remonto a la modestia, a la cultura y al plano espiritual, para
conciliar con la creación humana
Chopin era nombrado, ciertamente su nocturno lo consagra, aunque haya
roto su periplo romántico con Amantina Dupin, simplemente los vicios del
romanticismo son un frágil estado donde pocos entienden el lado más débil.
Todavía prometo escuchar
He creído en la fuerza del parentesco,
Soy de aquí de la cercana población, me toca decirlo, lo dije una vez
sin miedo,
Barbosa concede los embustes de espaldas a la Biblioteca donde existe el
miedo a la creación,
Donde Sara sonríe despiadadamente, pues el ciclo de los alcatraces
tiende a coincidir a la rareza de una atmósfera que liquida sus amores, trata
de imponer unos nuevos tintes donde el negro recauda unas sombras y el blanco
compone.
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