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César Pagano |
Margarita Rincón |
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Conversación en tiempo de
bolero, César Pagano y Margarita Rincón sobre Nelson Pinedo
Víctor Bustamante
Escuchando a César Pagano, y
la brillantez de su programa, Conversación en tiempo de bolero, me ha bastado a que con solo
escuchar un programa, brillara y, por supuesto, me iluminara, aunque
fuera bajo el dial de la radio que a veces representa una programación vacía,
que siempre muele música, devastando la verdadera esencia y presencia de quien
la canta y la compone, no como lo inmediato, lo de moda, lo pasajero, sino una
presencia fuerte, en este caso los boleros de Nelson Pinedo, nunca ahogados en
el tiempo, sino aún poderosos y sublimes. Esa es la palabra para aceptarlo en
nuestro acervo y en nuestra cercanía, aquella que otorga la música que creíamos
olvidada, pero que en este programa se revierte y sale a flote en toda su
dimensión, así como en su historia misma, simple a veces, pero poderosa en su apartamiento.
Y pensemos con toda seguridad que un programa como éste, ahora que lo hemos escuchado, logra
que seamos admitidos en ese paisaje común que es la historia, la memoria, el
recuerdo visceral y, no solo eso, nosotros mismos, en esa dimensión que otorga el
conocimiento, la búsqueda de esas presencias que así, distantes en el
tiempo, aún perduran en nosotros, y aún más, en esa lejanía de saber que se ha
construido poco a poco hasta perfeccionar ese legado que nos expresa en ese
país renuente, que relega esa música cara, común y valiosa de lo nuestro.
Puede ser admisible y deberíamos tenerlo presente, y es que ante ese maremágnum de la industria musical, existe algo más misterioso y simbólico a la vez como es el papel que protagonizan los coleccionistas. En este caso, doña Margarita Rincón, que nos regala y conmueve con esa actitud que es el deseo ilimitado de conservar y de recoger ese legado disperso en tantas manos, en tantas tiendas de antigüedades como el límite posible para transgredir el olvido, ese lugar sombrío, donde va a parar nuestra memoria, pero que personas meritorias como, César y ella, los recobran. Sin los coleccionistas que realizan su labor a motu propio no sería posible un programa como este, que no es un simple programa sino lo indispensable para que nuestra historia musical mantenga todo su peso específico.
No obstante siempre ellos franquean y recuperan la vida cotidiana, en este caso doña Margarita, al narrar la vida de los grilles y su acercamiento al cantante , así como su momento de esplendor, cuando salía de la mano de su padre y con su hermana para indagar por Nelson Pinedo porque quería saber de esa voz, de esa presencia que cantaba y susurraba esos boleros que son tan cercanos en el sentir, como infranqueable, es ahora saber de dónde proviene ese estrépito del silencio que envuelve la memoria de la música ante el avatar del presente, y su insistencia en mostrar lo más tumultuoso, como sinónimo y broche, que no logra apartar la significación posible de Nelson Pinedo, cuando su música, sus boleros, habitan casi ese terreno del olvido que parece aún más extraño debido a su densidad como cantante.
Estos boleros regresan a nosotros desde un tiempo que parece muy lejano con el inmenso rumor de la música olvidada, al venir, quizá capciosamente, como si quisiera definirse como la prestancia que sobrevive debido a los coleccionistas. Algo es cierto, ellos mantienen intacta la presencia y la soberanía del bolero que no desaparece, antes, por el contrario, le insuflan esa pregunta por saber qué ocurre con esos archivos musicales que de pronto se guardan unos días pero que se olvidan, como si fuera para siempre, pero que reaparecen de la manera mas inusitada sin que podamos decidir si ese retorno nos asombra porque recupera la vastedad de esa presencia de nuestro cantante. Así no sólo estos boleros que se creían olvidados, o lo peor, que no existían anuncian, debido a ellos, su rescate, su reaparición que evita el olvido total en que el presente avasalla la memoria musical y de la cual muchas veces participamos desde nuestra lejanía en pos de pensar que lo moderno es la última palabra, cuando existen iconos, que aun persisten en su dilatada presencia, olvidada a veces pero recobrada como ahora en este programa, excelso, lo digo e insisto, donde César Pagano conduce e indica que es un investigador de la música popular y asimismo un guardián de ese tesoro que, además recupera la experiencia de doña Margarita Rincón que accede a contar y a caminar por tantas noches bogotanas donde ella residió con la música, estos boleros, que el tiempo no desdoran su presencia.
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