Palabras Preliminares:
Esta disertación la inicio bajo la invocación de un maestro del que se cumple 20 años de su tránsito. Nos legó su ejemplo, un desafío y un gran vacío. Quiso a su país, a Bs. As., su barrio y el tango. La obra de Borges pertenece al acerbo de los argentinos y el patrimonio de la humanidad.
El tango, Gardel y una teoría de la historia
No se puede sumergir dos veces en el mismo río. Las cosas se dispersan y se reúnen de nuevo, se aproximan y se alejan.
Heraclito, Fragmento 91
Juan Carlos Esteban
1. Las claves de la emoción
Creo que el tema que elegimos tiene una connotación que va más allá del simple título que encabeza esta breve charla.
Seguramente, sin ningún propósito premeditado vamos a encarar un punto de inflexión en la historia temporal de nuestra sociedad, que convoca a la reflexión y a la polémica.
En verdad es un tema sugerente que evoca una época que ya fué, y no tiene retorno.
Quiero decir que no se podrá repetir tal como fué, con sus códigos, sus costumbres, sus afectos y sus rencores.
Su escenario se ha mutado; tratar de repetirlo resulta, por lo menos, pueril o candoroso.
Pero, ¿Qué podemos rescatar de esa época y sus personajes que, en apariencia, parecen olvidados?.
Vamos a reflexionar sobre el mensaje y el ejemplo de esa sociedad que pugnaba por construir un país, que buscaba su personalidad y, finalmente, la encuentra en su expresión artística que la identifica, la define pero, también, le fija sus contornos.
Esa expresión cultural fue el tango y sus interpretes.
Todos. Desde el más excelso como Gardel hasta las más humildes proletarias del canto, la vida y la escena que enumeran puntualmente los grandes poetas: “El conventillo de la paloma”, Malena, Grisel, Madame Ivonne, milonguita y tantas…
En todos ellos obraba un denominador común que no reconocía fronteras ni límites.
Todos, sin excepción, habían asumido transmitir un mensaje cuya característica esencial era la emoción.
Emoción que brotaba de las vivencias de la vida cotidiana de entonces y que, hoy ya no se pueden repetir, porque la escena se ha modificado.
Y ¡He aquí! La gran tarea que se plantea la sociedad toda.
Recrear e inventar el nuevo mensaje que refleja nuestra sociedad actual.
Y no es tarea fácil volver a impresionar los sentidos, a emocionar viceralmente, redescubriendo la clave emotiva que nos convoque a todos, sin excepción, como fue el fenómeno del tango; forma excluyente y única que nos daba nuestra identidad cultural.
Y no es tarea menuda.
El tango ya esta en la historia. Es inamovible; es un soporte cultural que está, en el acerbo de los argentinos.
Sin embargo la vida sigue; la sociedad se modifica.
Exige nuevas formas expresivas que la representen. Y ese es el desafío.
No se puede repetir, mecánicamente, lo que ha sido.
Debemos empeñarnos en reiniciar la difícil tarea de dar a luz aquella expresión emotiva que nos una; en la que nos reconozcamos genuinamente.
No se puede transmitir emoción cuando algo ya no se siente.
Sencillamente, no forma parte excluyente de la vida cotidiana de los argentinos.
¡Cuánta sencilla razón tenía Tita Vidal, a la que evoca Guadalupe, Avalle en un libro encantador, cuando comenta que “todo el mundo se admiraba de que hubiera cantado el tango con tanta emoción!”.
¿Se puede repetir hoy, con la misma emoción, algo que ya no existe en el imaginario colectivo? ¿Se puede rezar el tango como una plegaria, tal como lo expresaba Gardel, cuando el medio que él describía mudó su escenografía? ¡Nó!
Sus feligreses son otros y han mudado de parroquia. Están solos y esperan, remedando a Scalabrini Ortiz.
Con razón decía Cyril Connelly que “desde el momento en que un escritor o un artista pone la pluma sobre un papel, pertenece a su tiempo; desde el momento en que es de su tiempo, cesa de tener un atractivo para otra época”.1
Los que transmiten la voz del pueblo, los viejos juglares, se nutrieron de la poesía anónima o de sus poetas y sus bardos. Pero hoy están ausentes. Nos faltan los Contursi, los Celedonio Flores, los Cadicamo, los Manzi. Y eso no se inventa, ni salen por encargo. Son aquellos que interpretan mejor las vivencias de una sociedad determinada y circunstancial.
2. La voz de la historia
Los estamos esperando. Hay muchos intentos y muchos fracasos. Yo creo que dicha misión no es fácil porque nuestra sociedad esta desconcertada, fragmentada y desculturalizada. No consigue sumar un discurso común.
Eso dificulta la tarea. Pero no hay que desfallecer.
En la prueba y el error reside el éxito. Pero algo hay que tener en claro. No se puede repetir lo que ya se instaló, cómodamente, en la memoria de la historia.
Aquella expresión cultural que fue el tango, no convoca, masivamente, a nuestra sociedad contemporánea. A no equivocarse. No se puede desempolvar “Mi noche triste”, o “Ventarrón” porque no se corresponden con la sociedad actual, con sus vivencias, y sus requerimientos.
Conmueve a muy pocos. Hay que mirar para adelante. Tenemos que ser concientes que, para aquellos que investigamos la historia, la tarea que nos convoca es poner de relieve el vacío cultural, en todos sus géneros, que se manifiesta en la hora actual.
Tenemos que advertir que el pasado vuelve, sólo como una grotesca comedia.
Aquellos que tratan de resucitar el tango, tal como lo conocemos nos hacen acordar a “los poetas discutiendo sobre la poesía moderna; chacales gruñendo en torno a un manantial seco” rescatando una cruel, pero exacta reflexión de Connelly.
A propósito el hermano menor del tango; ese lazarillo que vehicularizó las emociones y la riqueza lingüística del tango que fue el lunfardo, también, como él, afronta el mismo destino.
La misma impiadosa fatalidad del paso del tiempo.
En efecto: “El lunfardo – decía Marcos Morinigo, lingüista de reputación internacional – es un hecho del pasado que hoy no tiene ya la vigencia de otro tiempo, porque las circunstancias particulares que hace un siglo, le dieron nacimiento y las que hasta la Segunda Guerra Mundial posibilitaron su desarrollo están totalmente abolidas y como hechos históricos no se pueden repetir.
Los esfuerzos que le hacen para mantener la ilusión de su supervivencia no pasan de gestos nostálgicos.
La dinámica de vida cotidiana, es constante creación y el corazón del lunfardo (yo digo del tango) ha cesado de latir hace ya más de treinta años.
La prueba es que, la mayor parte de lo que hoy se presenta como creaciones lunfardescas, son repetidos pastiches o inertes taraceas compuestas con voces antiguas bien conocidas, sin cambios en las connotaciones que trajeron al nacer.”2
3. Los funerales
El tango y el lunfardo ha cumplido ya su ciclo dentro del imaginario de Buenos Aires.
Es hora, entonces, de sacudirnos la modorra y mirar hacia el futuro.
Quiero repetir a Morinigo cuando insiste en que “llamar neolunfardo – en este caso tango moderno – a las inevitables y numerosas expresiones, vocales o musicales inventadas diariamente dentro del dialecto o la expresión sonora actual, es algo que sólo podemos aceptar como una licencia poética, un intento de asimilarlas a algo inexistente, porque ya se ha disipado la atmósfera social en que (el tango) y el lunfardo “tuvo su razón de ser.”
La ingenua ilusión, fomentada por los profesionales del tango, que pretenden reemplazar a los auténticos poetas populares, para un turismo ramplón y apresurado, no puede reinventar lo que es patrimonio exclusivo de la creatividad espontánea de un pueblo.
Él le dá la espalda y no lo hace masiva y espontáneamente suyo, porque no lo reconoce como genuino, ni representativo.
Tiene pies de barro. Es efímero y pasajero. Pero, en todo caso, hay un riesgo cierto.
Consiste en instalar en terapia intensiva y prolongada lo que ya ha expiado. Y ese es el tango, tal y como lo conocimos.
Ha fallecido con todos los honores a partir de la década del ’40. A sus funerales asistieron José María Contursi, el Discépolo del profético “Uno” y “una canción desesperada”, Manzi, el gran Pedro Mafia taconeando “el fin del arrabal, con la cruz de un puñal y con toda su ley”; de allí en adelante, nada más.3
La sociedad industrial de posguerra, con sus nuevos inmigrantes “inyinieros”, los hermanos de interior, los portadores de rostros andinos, tan auténticos como los compadritos y los tanos del centenario, tienen hoy otras urgencias, otros reclamos expresivos, y musicales, otro discurso. El tango no les sirve; no los representa, no es su Manifiesto. Sus códigos son otros.
4. Los números
Vamos a explicar, brevemente, el cambio cualitativo de los principales indicadores socioeconómicos que dan sustentabilidad a ese cambio, que termina reflejándose en los usos y costumbres de nuestra sociedad.
En primer lugar veamos porque decimos que nuestra patria opera un cambio refundacional a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. También detengámonos en la preponderante participación del componente inmigratorio en nuestra sociedad, que nos aproxima, en algún momento, a un país de extranjeros.
En 1870 la población argentina era de 1.872.000 habitantes. Diez años después, en 1880 la cifra casi se duplica, pasando a 2.492.000 habitantes con un 42% de participación extranjera.
En 1914 crece exponencialmente hasta los 7.885.000 habitantes con un 54% de participación extranjera en el incremento.
En 1852 había 20 escuelas costeadas por el Estado de Buenos Aires; veinte años después – 1868 – 1873 – creció hasta 1.117 escuelas públicas.
En San Juan, en 1868, había sólamente una Biblioteca Popular. En 1874 – 6 años después – habían crecido hasta llegar a 140 en todo el territorio provincial.
Entre 1873 y 1900 el P.B.I. per capita se duplicó y en 1929 había crecido desde 1873 tres veces y media, acercándonos a EE.UU. superando a Italia e igualando a Inglaterra.
¿Por qué digo además que en Argentina se operó un nuevo salto coperinicano entre 1930 y 1950, particularmente en la composición de la sociedad y en su factor de integración, étnica, que influye sobre sus costumbres y gustos?
Todos sabemos el flujo inmigratorio de posguerra, del exterior, del interior del país y países vecinos al impulso del sector industrial, donde aparece, entre otros, el problema habitacional (villas de emergencia) etc.
Para hacerlo simple la característica de ese período se refleja en la producción y el consumo por persona que entre 1930 y 1950, crisis mediante, sin embargo sus indicadores se duplicaron.
En ese mismo período la población industrial pasa de 1.012 millones a 2.070 millones mientras que en el sector agropecuario la población rural, del 39% en 1904, baja y representa el 26% sobre el total ocupado.
5. Los Intérpretes y sus códigos
Esto se refleja en el plano social donde sucesivamente a la china cuartelera la sucedió la costurerita de Carriego.
Luego vinieron las fabriqueras y el taller, con sus nuevos códigos, para dar paso a la fábrica con sus operarias industriales sindicalizadas. Por fin llegan las que operan internet, los servicios, etc.
Cada una trae su impronta. Sus costumbres son otras. Sus melodías que fueron los “tristes” y las bagualas, luego las sustituyó el tango y hoy, provisoriamente, se aturden con las baterías y el ruido…
En otro espacio, Gardel mismo se puso a la cabeza y acompañó el periplo que siguieron los cambios en nuestra sociedad. Frente al payador, heredero del gaucho nómade y sentenciosos de José Hernández, Gardel se planta con sus aires camperos, que integran su primer repertorio. No improvisa. Elabora, escribe o copia. Es otra cosa.
La sociedad, empieza a desperezarse de su pasar bucólico y contemplativo. Su gente es compelida a la milicia o como peones asalariados. Se impone el orden, los reglamentos y el uso horario masivo.
En el centenario comienzan a gestarse las grandes urbes a expensas de la lenta despoblación del campo. Coexisten el campo, el suburbio y el arrabal.
Asoma entonces una nueva forma expresiva que Gardel asume inteligentemente. El tango envuelve a esa nueva sociedad, la representa, la totaliza y él se convierte en su rapsoda.
Lentamente, el malevo esquinero y sin trabajo fijo, es absorbido por las fábricas que lo proletarizan y lo amansan.
Su atención esta en el torno y el balancín. Abandona el puñal y se aliena junto a la herramienta.
El horario implacable lo somete. El emblemático “Lechuza” ya no se “recuesta en la esquina a pensar”. Transita “rumbo al olvido”.4
El converso habita y convive en la fábrica; se despuebla la esquina y se dispersa la “barra”. Gardel fue el cronista de todo ese cambio. También, junto a Discépolo, le tocó expresar la crisis y desesperanza de 1930.
Pero la sociedad no se suicida en las vísperas. Se abraza, como una especie de fuga hacia delante, al tango – canción o, el tango – balada, que la adormece.
Gardel se apropia junto a Lepera de ese discurso y le canta a las golondrinas, el día que me quieras y a un arrabal de cartón.
¡Siempre primero; siempre a la vanguardia! Lejos de “El Moro” y el “Tirador Plateado”pero, también, de Acqua forte.
Después Malerva, Piazzola; el bandoneón encapsulado en la música de cámara, que asoma como acordes de Buenos Aires.
Pero, es para pocos, para una élite. No es un juicio de valor; ni lo califica. Creo que llegó para quedarse.
Es un sello de identidad que nos afianza en el universo de la música mayor. La joven música argentina, con Astor, entró en la adultez.
Pero queda el gran vacío que ocupaba el tango. Le debemos a nuestro pueblo ese regalo exquisito que nos embrujaba.
Por ahora ese espacio, lo usurpa el ruido.
6. La búsqueda y los falsos profetas
Esta nueva sociedad, mientras tanto, que sucede a la grandiosa creación que se gestó entre 1880 y 1930, continúa, aún hoy, en plena e incesante tarea de amalgamarse.
Debe fundirse en una nueva versión que se refleje unitariamente, y encuentre sus distintos canales culturales que incorporen lo mejor del anciano régimen, pero que expresen, en la sociedad moderna, la nueva imágen argentina.
Nó a una caricatura que espanta a la vieja generación y, aleja, a las nuevas. No serán desde luego, los “Ratones Paranoicos”, “Los Pibes Chorros” o “Los Auténticos Decadentes” que preanuncian y disputan su inexorable destino.
Tampoco las malas copias y los audaces “arreglos” que desnaturalizan y convierten en difusas las clásicas melodías y las venerables orquestaciones de las que fueron fieles custodios, De Caro, Fresedo, Di Sarli o Troilo.
Algo así como pretender “arreglar” a Mozart o Beethoven en lugar de ejecutarlo con la mayor fidelidad. La búsqueda de esas nuevas formas representativas de la nueva cultura, no puede eludir los ensayos, la marcha atrás, los atajos sin salidas válidas, pero encaradas con seriedad y dignidad profesional.
Junto a ellas aparecen, inevitablemente, formas espurias y decadentes, de las que no esta a salvo todo intento renovador.
Son los que Sebreli caracteriza como “los prisioneros del ruido”.5
“Se desconoce, por otra parte, – dice J. José Sebreli – que el silencio es parte ineludible de la melodía.
La batería – el instrumento más ruidoso – convertida en la base de la música juvenil desplazando a instrumentos complejos como el piano y el violín, es otro síntoma del envilecimiento del oído musical”.
Yo agrego: de las formas culturales decadentes que se vienen afianzando en nuestra sociedad y que costará revertirlas, porque están emparentadas con las corrientes internacionales que globalizan la subcultura.
Ardua tarea, entonces, la que deberán enfrentar las jóvenes generaciones que pugnan, porfiadamente, por rescatar los valores culturales más genuinos y perdurables, cuyas formas expresivas, aún no se vislumbran.
No será, claro, ese tango escénico, histérico y contorsionista que nos ofrecen a diario, para encandilar al turista medio y a las nuevas generaciones, espantados con su acrobacia tan extraña a lo que Borges definía como “una orgiástica diablura, que hoy es una manera de caminar”.6
El tango, entonces, no tiene otro destino ni mejor porvenir, que la mazurca, el minue o el vals. Expresó puntualmente a una sociedad en incesante cambio.
7. Los adelantados
Gardel que fue un ejemplo de talento revolucionario e innovador ya nos advertía que: “lo que pretende eternizarse desaparece y como la música desaparecerá con el último suspiro del hombre, acompaña el fenómeno de la vida, esto es, cambia, se transforma, se adapta, varía de acuerdo con los gustos, tal como ocurre con la arquitectura.
Por eso mis últimas piezas musicales – concluye Gardel – “Cuesta abajo”, “Sus ojos se cerraron”, “El día que me quieras” expresa la tendencia actual”.
Reportaje a Gardel, en 1935, de un cronista del Mensajero Paramount de Nueva York. ¡Qué tal! Nada menos que él ya atisbaba, hace 70 años, el cambio inevitable.
De paso, amigos, descubrimos otro Gardel. No el disfrazado de malevo, sino el verdadero Gardel: genial y talentoso que nos dice porqué sigue siendo tan vigente.
Bien mirado es una pieza de la más esclarecida filosofía contemporánea. No hay duda. Hubo otro Gardel subyacente, a parte de aquel de la plegaria laica, que nos conmueve aún con el viril contrato social con que se compromete en “Mano a Mano”.
Parece que alguien le hubiera advertido que ya un oscuro filósofo de Efeso 7 había sentenciado, en un lenguaje simbólico y lleno de alegorías, que todo fluye, que no nos sumergimos dos veces en el mismo río; que la constante de la historia y la naturaleza es el cambio permanente; la ansiedad constante.
El sentimiento Fáustico.
8. El porvenir, sus riesgos y nuestra misión
Es imposible detener el tiempo y las formas y expresiones que se suceden y modifican incesantemente. Historia es la historia del cambio de la sociedad y sus costumbres, sus hábitos, sus expresiones culturales.
Es ingenuo, entonces, encasillar el tango como expresión válida y permanente de un pueblo y una sociedad a lo largo de la vida.
Todo cambia, todo fluye. El desarrollo no es lineal y en permanente ascenso. Tiene sus retrocesos transitorios, su estancamiento relativo y también, su muerte, para reaparecer, transformado, en otro tiempo y otra sociedad.
Cuando digo transformado, estoy queriendo decir que va a seguir portando en su seno, lo más genuino del ser argentino: su ética, su espíritu de grandeza, su forma expresiva, inimitable que la hace tan nuestra y alguna vez, fue una constante en nuestra historia como país.
Nadie puede garantizar la permanencia y vigencia de determinada forma, sociedad o país. La decadencia de Grecia, Roma o Cártago y los imperios modernos nos muestra, elocuentemente, la inviabilidad de la conservación de determinadas categorías sociales o formulaciones en que la sociedad o el hombre se expresan.
Nuestra música y sus exponentes, no escapan a esta regla de hierro.
Pueden pasar a la historia o al olvido, pero no les podemos garantizar su vigencia y lozanía en su expresión pretérita a través de las distintas etapas que la sociedad transpone.
También, pueden aparecer como comedia o como tragedia pero, su resurrección, en su forma originaria, esta garantizada, únicamente, como una secta o una comparsa.
Ese es un riesgo cierto que corremos sino avanzamos; si nos consuela el pasado por miedo a afrontar el futuro como sociedad organizada. Yo creo que este es un tema de rigurosa actualidad; apasionante.
Lo formulo en forma de hipótesis de trabajo. Estoy persuadido de lo que afirmo, pero no vacilaré en sumarme a la discusión de la tesis que hoy dejo esbozada, con toda la fuerza y la honradez intelectual con que tenemos que afrontar la apasionante tarea que nos hemos planteado.
¡Ni un paso atrás; ninguna polémica bizantina que disperse nuestro convocante proyecto!
De cara al futuro. Hay fuerzas oscuras, intereses espurios, costumbres arraigadas y también conocimiento insuficiente sobre muchos temas.
Pero, convocamos a estudiosos para que, lideren, desde este Centro, un vuelco formidable al esclarecimiento de infinidad de temas puntuales sobre los que, creo, no se puede volver atrás. Este es un compendio sintético de una labor más basta que recién comienza.
Creo que hay que poner el acento en esta ponencia debatible y que he tratado de sintetizar donde, no lo dudo, aparecen infinidad de interrogantes. Pero esta abierta a la polémica.
(Disertación auspiciada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el centro de Estudios Gardeleanos en el Museo Casa Carlos Gardel el 15 de junio de 2006). .
NOTAS:
1 “La tumba sin sosiego” Cyril Connelly. Pág. 33. Edit. Sur. 1949.
2 El lunfardo, pág. 105. Academia del Lunfardo. Sep. 1979.
3 Entiéndase bien cuando me refiero a la muerte del tango en sentido simbólico. Lo ubico como que ha dejado de ser protagonista esencial de un proceso creativo, vivo y dinámico, vigente empero en su sitial histórico.
4 “Lechuza”, Tango. Alfredo Navarrine. “Su muchachada de rompe y raja / se fue a baraja ya derrotada… /Hoy su barriada cambio de traje y el malevaje trabajando está…
5 J.J. Sebreli. Bs. As., Vida Cotidiana y Alienación. Pág. 281, Edit. Sudamericana.
6 J.L. Borges. Obr. Comp. pág. 160. Edit. Emecé.
7 “Heraclito”. Oswald Spengler. Edit. Espasa. Año 1947.
Obras consultadas:
“El Ciclo de la Ilusión y el desencanto”.
P. Gechunoff y Lucas Lach-Editorial. Ariel
“Soc. Económica Argentina 1810/1930” – Armando Rivas – Fundación Banco Boston.
“El Caso argentino”. Vicente V. Presedo – Eudeba
“Auge y Decadencia de la Economía Argentina”. V.V. Presedo Academia Nacional de Ciencias Económicas.
“Imperialismo y Desarrollo Económico”.
J.J. Esteban – Edit. Palestra.
(*) Juan Carlos Esteban nació en Buenos Aires. Como periodista colaboró en la década “del cincuenta”, en la sección literaria del diario Clarín con trabajos históricos y literarios. También encaminó su actividad hacía las disciplinas económicas. Es autor de los libros “Capitalismo de Estado en la Argentina”, “Valor Industrial y Enajenación de DINIE”, “Reflexiones sobre la Crisis Financiera” (1959), “Imperialismo y Desarrollo Económico”, “Emisionismo y Crisis Económica” y también volcó su sentimiento nacional, adentrándose en la cultura popular mediante investigaciones que lo llevaron a publicar el libro “CARLOS GARDEL Encuadre Histórico” e innumerables artículos sobre la vida de nuestro “Morocho del Abasto”. .
3 comentarios:
La deshonestidad con que se maneja este "estudioso" fue desenmascarada en las páginas:
Manipulacion de Juan carlos Esteban
http://sites.google.com/site/eluruguayocarlosgardel/fantasias-y-falsedades/fantasias-y-falsedades/manipulacion-de-juan-carlos-esteban
Gardel nunca asistio al colegio salesiano Pio IX
http://sites.google.com/site/eluruguayocarlosgardel/fantasias-y-falsedades/fantasias-y-falsedades
El 17 de Julio de 2010 se realizará un curso sobre la biografía de Garlos Gardel entre 1882 y 1911, a cargo de la investigadora argentina Martina Iñiguez.
Se trata de un gran esfuerzo para acercar la verdadera historia del ídolo a aquellos gardelianos a quienes les interesa conocer al hombre del que surgió el cantor.
La investigadora probará entonces, con documentos, la falsedad de la "Historia Oficial" que quiso convertirlo en francés para apropiarse de su herencia.
Estará presente el investigador Ricardo Ostuni, avalando con su presencia, la imparcialidad del debate que se realizará al finalizar la exposición.
Pueden ver el curso, que tiene una duración de 6 horas, y participar de él varias personas, reuniéndose con una sola inscripción, lo que abarata enormemente el costo.
Pueden participar de él desde alguna Asociación o club.
Los temas a tratar serán los siguientes:
Módulo 1: 1882 - 1893
Dos versiones de su origen.
Toulouse y Tacuarembó. Los Gardes y los Escayola.
Publicaciones anteriores y posteriores a su muerte. La edad de Gardel.
Falsos testimonios, fantasías, ocultamientos.
Módulo 2: 1893 - 1911
Fotografías de infancia – escolaridad.
El prontuario de 1904.
La documentación oficial de Carlos Gardel.
Módulo 3: 1911 - 2010
La tragedia de Medellín.
El testamento Ológrafo.
La polémica – ADN.
Cronología.
Conclusiónes y debate.
Informes: http://www.artes37.com.ar/gardel.html
Los uruguayistas por fin consiguieron convencer a la gente de Wikipedia de que la biografía de Gardel que ofrecían tendía a favorecer demasiado a la "Historia Oficial". De momento, las modificaciones introducidas por los uruguayistas ahí siguen.
El actual puede verse entrando a :
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Gardel
Además del cambio se introdujeron "Referencias" a las páginas que hablan de la teoría uruguayista.
Si a los francesistas les molesta la nueva versión, tendrán que aceptar la "discusión".
PEDRO ARBOLEDA JARAMILLO
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