domingo, 21 de diciembre de 2014

Murió Horacio Ferrer en Buenos Aires a los 81 años



Murió Horacio Ferrer en Buenos Aires a los 81 años


Horacio Ferrer murió a los 81 años de edad por una complicación cardíaca, tras haber permanecido internado varios días en el Sanatorio Güemes.

Poeta y escritor, nació en Montevideo en 1933 y se hizo conocido en Argentina por haberle puesto letra a varios tangos junto con Astor Piazzolla. También fue director de programas radiales en la cadena uruguaya Sorde y trabajó en revistas y publicaciones relacionadas con el tango.

Romancero canyengue fue su primer libro, publicado en 1967 y a partir de ahí, Piazzolla lo invitó a trabajar con él en Buenos Aires y compusieron temas como Balada para un loco o Chiquilín de Bachín.

"Piazzolla colaboró con varios, con Borges inclusive, pero no era lo que él quería, entonces me buscó a mí, y me dijo: 'quiero que trabajes conmigo porque mi música es igual a tus versos", contó alguna vez el mismo Ferrer.

En 1990 creó la Acadenia Nacional del Tango, la cual presidió hasta la actualidad.

Los restos del escritor serán velados en las próximas horas en la Legislatura Porteña. Según informó DyN, fue el titular del gremio de gastronómicos de Capital Federal, Dante Camaño, quien dio a conocer la noticia del fallecimiento de Ferrer, que permanecía internado en el Sanatorio Güemes de esta Capital, perteneciente a la obra social del sindicato.

La muerte se produjo en la tarde del domingo, a raíz de una complicación cardiaca y luego de haber estado internado unos 20 días.

( Clarin e Info Base)

domingo, 12 de octubre de 2014

Jorge Federico Restrepo




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Jorge Federico Restrepo

Víctor Bustamante

Jorge Federico Restrepo ha servido de modelo para un cuadro inquietante de Oscar Jaramillo, digo inquietante, porque en trazos blancos y negros vemos al acordeonista con su enorme acordeón que le cubre su pecho, descansa en sus rodillas que le sirven de muelle, y con sus manos hábiles se aferra a él, para decirnos su música, ejecutarla. Él está sentado, casi detenido, porque la música lo obsede. Unas gafas claras trasparentan la fuerza de la música que Jorge Federico se dispone a ejecutar. Pero vuelvo a sus manos, a sus dedos largos que muchas veces han acariciado las teclas cuando tocan alguna melodía.

Luego encontré al acordeonista por casualidad en una de las mejores películas de Víctor Gaviria, Los músicos, que nos recuerda las caminadas, las tropelías, las ordalías y las fiestas de pueblo en pueblo o de casa en casa, de noche en noche, de un par de músicos deambulando por una carrera polvorienta, que es una de las presencias fuertes en el ámbito musical antioqueño, así alguien hubiera referido que se basaron, sus creadores, en un crónica, creo extranjera. Allí, en esta película, hay una épica del paisaje, lejos de ese canto, toxico que siempre se ha referido a lo que se considera por los apologistas del mal folclor: “estas breñas antioqueñas”. No, ahí hay poesía, y no solo eso, la presencia de dos músicos vagabundos con su experiencia de la mayor utopía: alegrar la vida cotidiana a quienes los escuchan. Ellos son los que animan las fiestas, les dan colorido y baile y afán por el licor.

Pero luego el cine de Gaviria tomaría otros rumbos, y no volvería a ver a Jorge Federico hasta el inicio del primer Festival de Tango en Medellín. Allí lo distinguí al lado de Oscar Pelayes acompañando algunos cantantes. Luego lo dejo de ver algunos años, hasta que en la pasada Fiesta del Libro de Medellín, en el Jardín Botánico escucho el sonido de un acordeón, y como la música siempre me atrapa, voy guiado por ese sonido y lo encuentro ahí, a Jorge Federico, aferrado a su acordeón, tan pausado, tan inmenso e inmerso en él, exprimiéndole las notas, regalándonos algunos tangos y algunas músicas afamadas. De tal manera que por la pura casualidad ahí lo escucho, entre el barullo de las personas que pasan y quienes se detiene a escucharlo.

Sí, ahí ejecuta su acordeón, Jorge Federico, vehemente y concentrado, inmerso en la música que tantos años hace que lo acompaña.

A él gracias por permitir algunas preguntas de una persona que siempre lo ha admirado.  


viernes, 19 de septiembre de 2014

Orlando Montenegro

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ORLANDO MONTENEGRO ROLÓN,
DE MELOMANOS DOCUMENTOS,
UN HOMBRE ATRAPADO POR LA MÚSICA

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


Sentado en una mesa de terraza del 2º piso en la plazuela, esperaba a mi tocayo Orlando Enrique Montenegro Rolón, que con su bandeja de desayuno recorría las ofertas de buffet de la cafetería del Hotel Nutibara de Medellín. Lo vi acercarse con las manos ocupadas y los ojos encharcados. Puso la bandeja en la mesa, y rompió en llanto; mientras yo le acercaba unas servilletas, sin saber qué le ocurría. “Recuerdo, Tocayo”, me dijo después de un largo suspiro, cuando pudo articular palabra, “que aquí nos conocimos tú y yo por intermedio de los doctores Héctor Ramírez Bedoya y Luciano Londoño López, cuando vine a Medellín para escuchar y entrevistar a don Ricardo Ostuni. ¡Cómo me duele la pérdida de tan queridos amigos!”. Lo recuerdo. Ya nos conocíamos por la red de Internet, pero fue entonces la primera vez que nos vimos cara a cara, y hemos repetido encuentros un par de veces en que él ha venido a Medellín, y un par de veces en que yo he estado en Cali. Sabía de la leal amistad, sin condiciones, que mi Tocayo Montenegro les profesaba, pero allí se me descubrió la faceta suya de hombre romántico y sentimental, de los que los viejos llaman “de lágrima fácil”. En eso coincidimos. Orlando, fiel a su afecto y admiración por los tres personajes, lleva varios números de la revista Melómanos Documentos publicados con textos en homenaje a su memoria, que culminarán en el próximo número, y tiene suficiente material inédito para incluir en futuras publicaciones.

Orlando acaba de cumplir 60 años. Nació el 21 de junio de 1954 en el sur de Barranquilla. “En la llamada calle de las vacas del barrio San Roque, Tocayo”, barrio que queda cercano al barrio Rebolo en un antiguo sector de Barranquilla. “La Calle de Las Vacas es la misma calle 30, que ahora llaman Avenida Boyacá”. El vecino barrio de Rebolo, famoso por un arroyo seco en el verano, que en el invierno gusta de castigar la insolencia de quienes se atreven a ponerse en su camino confiados en que una volqueta cargada con piedras tiene el peso suficiente para detenerlo. El arroyo, menospreciando su osadía, arrastra hasta las piedras y muchas veces solamente logran ser rescatados los cadáveres. Recibe su nombre de unos sembrados de ciruela rebolera (Prunus domesticae) que había en el sector en tiempos de bárbaras naciones. “De mí también puede decirse”, dice Orlando, “que fui arrullado por músicas caribes de la cuna picotera” en ese populoso sector que fue caliente por los violentos que en algún tiempo lo convirtieron en un barrio peligroso. De adolescente, Orlando fue picotero (disc jockey programador de la música que sonaba en los picós o pick ups de la zona), y de allí le viene la afición por la música del Mar Caribe. Vivió un tiempo en Medellín porque quería estudiar Medicina en la Universidad de Antioquia. “Pero el bolsillo de mi padre no dio para tanto”. Regresó, entonces, a trabajar en Barranquilla por un tiempo y le resultó trabajo en la empresa Bavaria palanqueado por un político, su amigo y profesor, “pero me exigieron que tenía que cortarme la melena rockera que me llegaba al hombro; y esa era cosa que yo no estaba dispuesto a hacer, no porque me aferrara a la melena, sino por defender mi libre albedrío”. Por el buen rendimiento en los estudios, terminó estudiando becado en Barranquilla la carrera de Administración de Empresas e Investigación de Mercados, lo que lo capacitó para ingresar al Departamento Nacional de Estadística (DANE) en una sección encargada de analizar los comportamientos de la industria en el centro del país. “Sólo que Deissy García, una compañera de trabajo, se atravesó en mi camino y nos casamos”. El amor por su esposa lo llevó a vivir en Cali, y el aprecio de sus jefes le consiguió el traslado a esa ciudad con nombramiento de coordinador encargado de reforzar la sección de análisis de comportamientos industriales en la capital del departamento del Valle del Cauca. “No fue fácil para un barranquillero venido de Bogotá hacer tal cosa en las barbas de los vallunos que trabajaban en la empresa y tenían aspiraciones de recibir dicho encargo, pero logré sostenerme por un tiempo”. En Cali se hizo docente universitario por cerca de 20 años, y allí empezaron sus vínculos con la emisora de la Universidad del Valle, Univalle, donde es un hombre considerado muy de la casa. “Pero no fui docente allá, sino que por cerca de diez y nueve años he estado a cargo de programas de música en la emisora”. Con la música se inició en el periodismo en la gaceta “Caliscopio” del periódico Occidente, “pero me cansé de tener que rendir cuentas a los encargados de la redacción y explicar paso a paso los porqués de cada artículo que escribía”. Fue, entonces, cuando resolvió fundar su propia revista musical que bautizó con el nombre de “Melómanos Documentos”, revista que se acerca a las 70 ediciones con una periodicidad trimestral y edita, puede decirse, con las uñas; porque no tiene pautas publicitarias y su precio de venta al público a duras penas alcanza a cubrir los costos de producción. “Esa revista es, más que cualquiera otra cosa, Tocayo, una quijotada”. En esa quijotada es director, editor, jefe de redacción, redactor, diagramador, y empaquetador. Es un todero que no termina de publicar una edición cuando ya está pensando en el material que va a publicar en la próxima. Por culpa de ese que es más un hobby que una actividad que produzca dividendos, programó hace más de seis meses este viaje, cuando supo que en el gran salón del Centro de Convenciones Plaza Mayor de Medellín iban a presentarse la orquesta Aragón de Cuba y la Orquesta Broadway de Nueva York, grupos musicales que admira desde hace muchísimos años. Cuando a Montenegro se le menciona la Orquesta Broadway, se estremece y entona los temas “Isla del encanto” y “Arrepiéntete” que le salen del corazón y fluyen hasta su boca como si fueran golosinas. En 1978 la Broadway fue considerada la mejor orquesta de salsa de Nueva York. Su admiración por ellos llevó a Orlando a hacerse amigo, por teléfono y por Internet, de los mellizos Eddy y Rudy Zervidón, gemelos idénticos (que en la natal Güines de Cuba llaman “jimaguas”); de Kelvin, hermano de los mellizos; y del joven Iván, hijo de Eddy, que también hace parte de esa orquesta con formato de típica charanga francesa (con flautas y cuerdas). Este viaje le dio a Orlando la oportunidad de ver, por fin, las caras de sus admirados artistas y de compartir con ellos de tú a tú, como se dice. “Eddy y yo nos tratamos de tío y sobrino porque está casado con mi paisana la barranquillera Nancy García, que tiene el mismo apellido de mi esposa”. Estuvo en el concierto dado en Plaza Mayor, y el salón se encontraba colmado de asistentes hasta los topes por aficionados que pagaron con gusto los casi US$85 por persona ($165.000 en moneda colombiana) que valían las entradas. “Pero valió la pena, Tocayo, fue una presentación apoteósica”, sobre todo cuando el cantante Rosnny Baró, que por causa de la diabetes sufrió amputación de una de sus piernas y cantaba desde una silla, se levantó parado en su prótesis y se enfrentó al micrófono, sostenido por la emoción. “La gente aplaudía a reventar, Tocayo, aplaudía a rabiar”. Allí estuvo Montenegro acompañado por su amigo el valluno Henry Manyoma, que con Wilson (Saoko, de Fruko y sus Tesos) y Hermes (de la orquesta La Ley) pertenece a la trilogía salsera de los hermanos Manyoma.

Orlando es hijo de Jaime Luis Montenegro Montenegro y de Elsa Matilde Rolón Barceló, y ya sabemos que el amor por la música le viene de ellos, de los abuelos paternos, José y Pola; y de los maternos, Pedro Antonio y Celina. Ellos lo nutrieron de música desde la cuna. “Yo escuchaba música desde el vientre de mi madre, porque en casa de mis padres se oía música todo el día; y en las calles también, por donde quiera que uno iba”. El abuelo, Pedro Antonio Rolón Comas, de ascendencia vasca española, casó con una mujer mezcla de ancestros indígenas y africanos. Tenía él una orquesta bautizada “La libertad”, que tocaba en los vapores que venían surcando el río Magdalena desde los tiempos del cólera, y había contratado a un muchacho guitarrista que hacía sus pinos en el toque de la trompeta bajo la batuta del maestro Rolón, quien le enseñó a emboquillar los labios para sacar mejor partido del instrumento. “Eran los comienzos de Pacho Galán, que llegó a ser un fenómeno de la música caribeña”. Con ancestros tan musicales, es natural que Orlando y sus seis hermanos (Jaime Luis, Omaira Cecilia, Elsa Matilde, José Antonio, Luis Alfredo, y Xiomara Esther) sientan que el gusto por la música corre por sus venas.

Montenegro Rolón se inició en el periodismo radial de la música popular en Radio Calima de la cadena Todelar de Cali; y después, por los días en que empezaba la emisora cultural de la Universidad del Valle, que transmite en los 105.3 FM, se vinculó a eésta con la producción de un programa que no era de música caribeña, como sería de pensarse, sino de tango. Naturalmente lo tituló “Tiempo de tango”. “Yo no sabía nada de tango, pero mi amigo Pablo Delvalle me invitó a hacer el programa y allí me vi obligado a aprender sobre la marcha”. El programa continúa, a cargo del profesor Ásbel Quintero Moncada, pero Orlando sigue haciendo “Bolero y algo más”, con Juan Gómez, Lombardo Gil y Nelson Royero; y junto a su amigo coleccionista Jaime Suárez Cuevas colabora cuando se le requiere con el programa “Audición Caribe” que producen Isidoro Corkidi y Pablo Delvalle. Al lado de la Asociación de Melómanos y Coleccionistas de Cali  ha apoyado a Gary Domínguez en la organización y participación de los festivales de la salsa durante la Feria de Cali. “El ser editor de Melómanos Documentos me llevó al I Festival Beny Moré en Cienfuegos, Cuba, donde conocí al Dr. Héctor Ramírez Bedoya que era el presidente de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia, lo que me llevó a acompañar a esta asociación en los encuentros matancerómanos que realizan cada año por el mes de agosto. Allí he dado algunas charlas sobre música”. El Dr. Ramírez Bedoya lo llevó a la amistad del Dr. Luciano Londoño López, y éste a la amistad de don Ricardo Ostuni, los tres personajes, desaparecidos con pocos días de diferencia en el 2013, que tanto aportaron al conocimiento de la música popular en los géneros caribeños y rioplatenses. La música le ha dado amigos queridos entre los intérpretes (los Manyoma), compositores (Tite Curet Alonso), historiadores (Cristóbal Díaz Ayala, Sergio Santana, César Pagano, Jaime Rico Salazar, Rafael Bassi Labarrera, Pablo Delvalle, Alejandro Ulloa, Rafael Lam, Mireya Reyes Fanjul), coleccionistas (Isidoro Corkidi, Jaime Suárez Cuevas, Jaime Jaramillo Suárez, Ester Goeta), productores (Gary Domínguez), asociados (los miembros de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia, los organizadores de los Festivales del Bolero en Cuba, los de la parte musical de la Feria de Cali), y en fin. La música poco a poco, sin pensarlo, se convirtió en su mundo.

Orlando”, le dijimos, insinuando una pregunta, “naciste en Barranquilla y viviste en Medellín y en Bogotá, pero tras cuarenta años de vivir en Cali puede decirse que morirás allá”. Él respondió; “Llevo ese tiempo casado y la vida me ha dado tres hijos. Elsa Matilde es una profesional que lleva muchos años vinculada a una multinacional y acaba de ser promovida a la ciudad de Nueva York donde labora en un departamento con cubrimiento en varias sucursales del continente americano. Diana Carolina es comunicadora social y se ha dedicado a hacer cine, en lo que ha sido galardonada por sus cortometrajes “Sin decir nada” y “Magnolia”, que le han dado muchas satisfacciones, y se encuentra trabajando en otros proyectos. Jaime Miguel, el menor, está culminando sus estudios profesionales de Diseño Gráfico y se prepara para iniciar su vida laboral. Me siento muy orgulloso de mis hijos. Soy feliz en mi hogar. Aspiro y tengo el propósito de que sea en Cali donde se cierren mis ojos”. Refleja en su cara la tranquila vida de hogar de que disfruta. “Y tu colección de música, tus documentos, la hemeroteca de los casi 70 números que has publicado de tu revista, ¿Qué destino tendrán?”, le preguntamos. “De mis hijos, quien ha estado más cerca acompañándome en la tarea ha sido Diana Carolina. Los tres son egresados de la Universidad del Valle. Yo llevo años vinculado a la emisora de la Universidad. Quizás algún día la institución encuentre la forma de albergar la colección que he venido formando en el transcurrir de una vida y que quizás pueda aportar a que muchos amplíen sus conocimientos en esta área de la cultura”. Ojalá este deseo no se quede en simple proyecto y obtenga feliz realización. Preguntamos: “¿Has publicado algún libro?”. Y él respondió: “Aún no, pero estoy trabajando en uno que se relaciona con la percusión desde sus raíces africanas y su llegada a América directamente con los esclavos, e indirectamente a través de Europa. He escrito unos 14 capítulos y espero culminar ese proyecto para adicionarlo a mi legado”.

Orlando Montenegro Rolón, un hombre que gusta de manejar lo que él mismo denomina “bajo perfil” mediático, es ya mucho lo que le ha aportado a ese legado que ha permitido enriquecer nuestros conocimientos en vida, hermano, en vida, como dice la filosófica reflexión del poeta Mario Benedetti.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
Medellín, septiembre 7 de 2014
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miércoles, 10 de septiembre de 2014

ENRIQUE GALLEGOS ARENDS / UN TROVADOR DE ANTAÑO /ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


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ENRIQUE GALLEGOS ARENDS,

  UN TROVADOR DE ANTAÑO    

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


Se conocieron en la universidad. Él, estudiante de Derecho y Ciencias Políticas, era un fogoso líder estudiantil tirapiedra y armabochinches; ella, estudiante de arquitectura, era una atildada hija de un prestigioso educador que la cuidaba como a la flor más preciada de su jardín. Fue amor a primera vista. Para los padres de ella, que aspiraban a verla casada con algún colega suyo de comportamiento atildado, no podía ser peor la escogencia.

    Pensaron ellos que usted se había equivocado –le dije a doña Nancy Custode de Gallegos Arends.

    Yo tuve claro desde un principio que él era el hombre indicado, mis padres fueron los que tardaron en comprenderlo.

Tuvieron que casarse a escondidas, y presentar en familia el hecho cumplido. Cincuenta y un años de matrimonio han transcurrido desde aquel año de 1963, para demostrar a los padres y al mundo que eran ellos los equivocados, y que su hija tenía la razón. En 1967 gobernaba el Ecuador una Junta Militar presidida por el Contralmirante Ramón Castro Jijón que había derrocado al presidente Carlos Julio Arosemena Monroy, quien desde 1961 había reemplazado a José María Velasco Ibarra en la cuarta de las cinco presidencias en que éste gobernó el país. El país estaba a disgusto con la Junta que había dado golpe de Estado al orden constitucional.

    Velasco Ibarra fue un hombre impoluto –dice el Dr. Enrique Gallegos Arends, nacido en el año de 1939–, pero sus ministros eran unos corruptos. Él no le quitaba un peso a nadie, pero ellos se embolsillaban todo lo que podían y por eso lo elegían y reelegían una y otra vez. Sin ellos y sus maquinarias, él no habría llegado; y si él no se hubiera hecho el de la vista gorda, ellos no habrían recuperado la ingente cantidad de dinero que se necesita para hacer una campaña presidencial.

Gallegos lo sabe, porque fue candidato a la Alcaldía de Quito por el movimiento Quito Insurgente y Democrático que él dirigía.

    Pero salí derrotado. Para ganar hay que contar con el favor de los políticos, y si hay algo que tengo claro es que nuestras masas no están preparadas para elegir bien a sus mandatarios –dice Gallegos Arends.

El disgusto contra la Junta Militar llevó a la oposición a hacer una campaña para derrocarlos, y Gallegos Arends, al frente del Comité Estudiantil del Instituto Mejía de Quito, y aglutinando a su alrededor otros comités de la ciudad, se unió a ella; por su parte, Jaime Roldós Aguilera hizo lo propio como líder de la Asociación Estudiantil del Colegio Rocafuerte de Guayaquil, que con el mismo propósito aglutinaba a su alrededor a otras asociaciones estudiantiles del puerto. Esa actividad selló la amistad de los dos jóvenes, que cumplieron su cometido y lograron restablecer el orden democrático en el gobierno.

    Pero los políticos, que todo lo corrompen, se apropiaron de la acción y asumieron el poder, volviendo a las mismas con los mismos –dice Gallegos Arends.

Cuando Roldós Aguilera fue elegido presidente, en mandato que alcanzó a ejercer entre 1979 y 1981, nombró a su amigo Gallegos Arends como Ministro de Bienestar Social; pero fuerzas oscuras derribaron el avión en que viajaba el presidente, haciéndolo aparecer como un hecho accidental.

    Jaime era un hombre incómodo para el imperialismo norteamericano. Tanto él como yo éramos izquierdistas convencidos –dice Gallegos.

    Eso significa que usted ya no lo es –le preguntamos.

    Sigo siendo filosóficamente marxista, pero he dejado de ser comunista. La versión leninista-estalinista del marxismo es irreal e impracticable, incompatible con la naturaleza humana, porque la propiedad privada es motor del desarrollo de la sociedad, así deba ser regulada por un Estado que procure equilibrar las naturales diferencias.

    Eso explica por qué, siendo hombre de izquierda, ha sido opositor del izquierdista régimen del actual presidente Rafael Correa, y ha resultado ser su enemigo político.

    Correa es un oportunista que siempre fue de derechas hasta que se subió al poder y encontró aliados en el izquierdismo, pero lo suyo no es de principios sino de oportunidad. Eso es otra cosa, y yo me he opuesto a él porque para mi mal, o para mi bien, yo he sido tildado de rebelde, combativo, polémico, contestatario, iconoclasta, conflictivo, confrontador, controversial, provocador, emocional, y de temperamento jodido. De todo me han dicho, porque no trago entero.

No traga entero y en el transcurrir de su vida ha librado muchas batallas encarnizadas como la que libró para oponerse a la construcción del aeropuerto de Talabela, que él juzgó mal proyectado, mal construido, y con sobrecostos por corrupción desmesurados.

    Más de seiscientos millones de dólares se robaron. Sus ejecutores deberían estar en la cárcel –dice–. Pero ya estoy cansado y la salud me ha pasado cuenta de cobro. Quiero retirarme de las confrontaciones políticas. Pienso, incluso, cerrar la sección editorial “Nota en blanco y negro” que sobre asuntos políticos tengo en el noticiero de la emisora radial de la familia. Ya no estoy para esos trotes y esa es una de las cosas que quiero acabar, como también acabaré con la viajadera. Creo que a partir de este momento voy a permanecer en Quito, que es un clima que le hace bien a mi salud. El Guayaquil de mis mayores queda descartado.

Su madre era del caluroso puerto de Guayaquil, y su padre un contador que trabajó con la Grace Line y otras empresas navieras. Por razón de su trabajo, tenía como sede a la ciudad de Colón en Panamá donde el Dr. Enrique nació por accidente puesto que, dice él:

    Por padre y madre yo soy ecuatoriano, y así lo refrendé al alcanzar la mayoría de edad. Mis enemigos políticos quieren endilgarme lo de que soy panameño… pero no creo que los panameños me acepten en devolución.

A poco de él nacer, siendo hijo único, sus padres se divorciaron y la madre regresó con el bebé a Guayaquil donde, a poco del divorcio, falleció; quedando el huérfano en el puerto a cargo de unas tías, hasta que su padre reclamó la presencia del hijo en Caracas (Venezuela) donde había vuelto a casarse. Allí hizo Gallegos Arends la escuela primaria.

    Pero fui un chico difícil, y no me entendí con mi madrastra venezolana. Ya para entonces era adolescente, y mi padre me envió al cuidado de su amigo el cónsul de Venezuela en Quito.

Este diplomático era, ni más ni menos, el ecuatoriano Carlos Izurieta, que con el peruano Juan Ernesto Peronet integraba el dueto de Peronet e Izurieta.

    Él era mi tutor, mi mentor, mi padrino, mi acudiente, mi amigo, fue un segundo padre para mí.

Su padrino lo matriculó en el colegio laico Pichincha, dirigido por el profesor Carlos Romo Dávila, que se regía por la filosofía promulgada por Eloy Alfaro, un líder que había sido amigo de su abuelo, y allí se nutrió de los principios que habrían de moldear su ideología marxista y habrían de estimular su vocación de liderazgo, la misma que lo llevaría a la dirección de asociaciones estudiantiles por medio de las cuales viajó a Cuba muy a principios del triunfo de la revolución, a los países del Este de Europa…

    Y a Rusia. Fue allí donde me reafirmé en el marxismo y me decepcioné del comunismo.

Sus vínculos políticos de otras épocas le permitieron cumplir un sueño que tenía desde niño: tener una emisora. Pudo así obtener su licencia de periodista, y licencia para operar su emisora de radiodifusión.

    Para dedicarla a la política, supongo –le dijimos.

    Noooo, la política no está excluída, y eso es lógico; pero mi propósito era dedicarla a la música.

La música antigua le proporcionó el distintivo que identifica la dirección electrónica de la emisora “trovantanio”, que es un apócope de la expresión trovador de antaño; pero los trovadores de antaño se han venido muriendo y esa música ya no daba para conseguir patrocinios que financiaran su actividad. Tuvo que dar un viraje. En esta nueva etapa de la emisora, ya es propiedad y está bajo la gerencia de Enrique Gallegos Custode, el menor de sus hijos, y ha cambiado de denominación. Ahora se llama “La rumbera”.

    Con esta nueva música logra financiarse pero yo, para curarme en salud, procuro no escuchar mi emisora.

A lo que no renuncia, porque es alimento para su espíritu, es a continuar con su programa de las seis de la tarde “En ritmo de bolero”, programa que nació no solo del hecho de tener su emisora sino del bagaje que le da el ser coleccionista de toda una vida que ha acumulado infinidad de discos, casetes, disquetes, cds, libros, documentos, entrevistas; iniciado desde que era niño.

    ¿Quién va a heredar su colección el día en que usted no esté?

    Tengo claro que debe quedar en manos de alguien que guste de ella y la sepa apreciar y cuidar. No sé. Tengo en mente uno o dos candidatos suficientemente jóvenes para sacarle partido. No tendría sentido que quedara en manos de un hombre casi tan viejo como yo. Tal vez se vaya a México. Allá hay personas que tienen los medios, la capacidad, los conocimientos, el amor, la voluntad, de preservarla. Quizás sea ese su destino.

En música no se puede ser coleccionista de todo, y el Dr. Gallegos Arends tiene especial predilección por la música de los pasillos ecuatorianos, los valses peruanos, el bolero, la música antillana. Sin excluir otras vertientes musicales, allí se centran los ritmos de su interés. De su interés por el bolero nació uno que considera su amor platónico.

    ¡Carmen Delia Dipiní! “Amor perdido, si como dicen es cierto que vives dichosa sin mí…”, “Dímelo, yo sé que yo te gusto, y sé que estás deseando que yo te diga algo, dime que sí…”, “Tú serás mi último fracaso y yo no sé si te podré olvidar…”. Esa mujer llenó mi corazón de ensueño, ¡Qué mujer!

Cuando Dipiní murió, en el año de 1998, Gallegos Arends tenía viaje programado a Puerto Rico y fue a visitar su tumba y a depositarle flores. Allí se enteró de que estaban en el Encuentro de Coleccionistas de Música y se integró a ellos visitándolos todos los años durante muchos años. Allí conoció al Dr. Héctor Ramírez Bedoya, presidente de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia, y a otros delegados de Medellín entre los que se encontraba el profesor Aicardo González, coleccionista y experto en tríos, quienes lo invitaron a los Encuentros Matanceros de la primera semana de agosto de cada año en Medellín. Es asociado de la corporación y por años su visitante asiduo. Ha dado charlas sobre música en los Festivales del Bolero de La Habana en varias oportunidades, en Caracas, en Medellín y otras ciudades de Colombia, en Argentina, en México.

    La música me ha llevado a muchas partes y en todas partes he sido muy bien recibido. En Medellín puedo decir que me siento mejor que en mi propia casa. Tengo aquí amigos muy queridos.

El cariño que se le dispensó el último sábado de agosto de 2014 durante la reunión de la corporación, cuando dictó una charla sobre el bolero en Argentina, fue efusivo. Como efusivo fue el cariño que le dispensaron los miembros de la Tertulia Musical de los Martes en el Salón Málaga, que de 9:30 a 11:30 am. contó con su presencia y escucharon su charla a continuación del homenaje rendido al cantante Oscar Agudelo, que también fue invitado a ese encuentro. El habitual grupo de entre 60 y 70 personas se vio duplicado, y la silletería no daba abasto para acoger a tantos tertuliantes ocasionales atraídos por el anuncio de la presencia de estos invitados tan especiales. Los noticieros de televisión acercaron sus cámaras para cubrir el evento con notas destinadas a sus emisiones.

    Ha de saber –nos dijo– que hago parte de la Asociación de Coleccionistas de Música del Ecuador y en algún momento fui su vicepresidente. Algunos de sus miembros se acercan por las tardes a hacer tertulia cuando sale al aire mi programa sobre boleros y en mis años mozos solía cantar boleros con buena voz que acompañaban mis amigos con sus guitarras, de donde salió un CD que grabé para satisfacción mía y para solaz de mis amigos.

    Muchos amigos del mundo de la música habrá hecho en el transcurrir de su carrera –le preguntamos.

    Muchísimos. Incontables. Pero me enorgullece y satisface hacer mención particular tanto de los boleristas argentinos Hugo Romani y Leo Marini, como del cantante y compositor Mario Clavell. Amigos entrañables.

Se queda nostálgico, con la mirada puesta en el vacío, al recordar a esos amigos de la música y de la vida. Entonces le preguntamos:

    Sus hijos habrán heredado su gusto por la música, supongo.

    Mi hijo Juan Carlos ejerce su actividad como ingeniero de sistemas, pero sus músicas son otras; Kathy es profesora en el Canadá, y oye otras músicas; Dinah es administradora de empresas, y son otros sus gustos; Enrique es también administrador de empresas pero, aunque ha asumido la tarea gerencial de la emisora, sus gustos musicales van en otro sentido. En resumidas cuentas, les gusta la música, pero no esta música de su padre.

Aunque se formó como arquitecta, doña Nancy Custode de Gallegos Arends se plegó a la vocación docente de su familia materna y fundó un colegio que regenta en la actualidad con el nombre del pedagogo brasileño Paulo Freire. El Dr. Enrique, su esposo, fue profesor universitario; actividad docente de la que se encuentra retirado. Su hija Kathy ejerce la docencia en el Canadá.

    Dr. Enrique, ¿Ha pensado en escribir algún libro?

    Con un amigo publiqué un libro de contenido político, y ese es un tema que queda cancelado. Tengo material suficiente para dos o tres libros sobre música, y tengo en mente escribir por lo menos uno de ellos. Espero contar con vida y salud para hacerlo.

    ¿Ha compuesto alguna canción?

    No lo he hecho, pero hay una de la que soy el padre putativo. El último bolero que compuso Mario Clavell me lo dedicó afirmando que yo era coautor del mismo. Era algo que él traía en mente y me preguntó si cuando un amor se va es mejor recordarlo o es mejor borrarlo por completo de la memoria. Dependiendo de mi respuesta sería el sentido de la letra que él le pondría a ese bolero. Le dije que, a mi modo de ver, un amor perdido aunque fuera fracasado, era bueno recordarlo y dejarle un lugar guardado en la memoria y un rincón en el corazón. Me hizo caso, y compuso el bolero “Cosas de la vida”:

Hay cosas en la vida /que no pueden olvidarse… /Aquel hermoso amor /que llenó por vez primera /de ilusión al corazón. /Las risas, y las lágrimas, /y el alma que temblaba de emoción… /Era el amor. /Hay cosas en la vida /que no pueden olvidarse”.

    Ha de saber –dijimos al maestro Enrique– que mis primeros enamoramientos se dieron al compás del bolero de Mario Clavell “Quisiera ser como la canción que te guste más, y así poder estar en tus labios y en tu soñar”; pero el tema de él que me llega al alma y la sacude por completo es el bolero “Somos” (Después que nos besamos /con el alma, y con la vida, /te fuiste por la noche /de aquella despedida; /y yo sentí que, al irte, /mi pecho sollozaba /la confidencia triste /de nuestro amor así…):


Somos un sueño imposible /que busca la noche, /para olvidarse del mundo /del tiempo y de todo. /Somos, en nuestra quimera /doliente y querida, /dos hojas que el viento /juntó en el otoño. /Somos dos seres en uno /que amándose mueren, /para ocultar en secreto /lo mucho que quieren. /Pero, ¿Qué importa la vida, /con nuestra separación? /Somos dos gotas de llanto /en una canción. /Nada más eso somos, /nada más”.

    Ese bolero, mi querido amigo Orlando, tiene coincidencias con mi propia vida, así los resultados hubieran sido diferentes. Me lo contó él, sentados ambos en una banca de un parquecito de la ciudad de Buenos Aires. Mario era un muchacho joven y pobre, que trabajaba como empleado en una empresa; y la joven, a la que llamó Gloria en alguna entrevista para no decir su verdadero nombre, una jovencita muy bella, se conoció con él y se enamoraron. Pero vino la oposición de la familia. El padre de la chica la tenía prometida en matrimonio con uno de sus colegas y la diferencia de posición social y de ingresos entre uno y otro pretendiente era abismal. Un día la chica le dijo: “Mario, yo te quiero mucho, pero seguir contigo significa romper con mi familia y con todo lo que ha sido mi vida hasta este momento. Seguir contigo compromete mi futuro. No podemos seguir viéndonos a escondidas. Así es que, queriéndote mucho, tengo que dejarte en este momento. No volveremos a vernos”. Y Mario, que todo lo que sentía lo vertía en la música, compuso ese bolero inolvidable.

    Esas situaciones han inspirado a los artistas, Dr. Gallegos, ¿Recuerda “Lágrimas de amor”, que cantaba su paisano Olimpo Cárdenas?

    Nos tenemos que decir adiós, aunque quizás jamás en la vida te vuelva a encontrar… porque  tal vez será nuestra última noche de amor”. Son dolorosas esas despedidas, pero no se crea que Mario Clavell era un hombre triste, todo lo contrario, era muy alegre. ¡Qué amigo tan querido! ¡Qué alegría tan desbordante la suya! A pesar de los dolores, que no faltaron en su vida, ¡Qué vivir la vida con ganas la que sentía mi querido amigo Mario Clavell!

    No me lo va a creer, Sr. Orlando, pero ahí donde lo ve a Enrique, es un hombre alegre que maneja un humor muy fino –nos dice doña Nancy, su esposa.

Le creo. En las charlas que le he oído han salido a relucir gracejos que él cuenta con su cara seria sin esbozar tan siquiera una sonrisa, pero que arrancan carcajadas al auditorio.

    ¿Cómo fue, Dr. Gallegos…? – le preguntamos– ¿…el incidente que tuvo con su pequeño nieto por el uso de los computadores?

El pequeño de siete años, nieto que le dio su hijo Enrique, es hábil con el manejo de los teléfonos celulares y con los computadores de tableta que maneja digitando teclas con gran rapidez. El abuelo, que se reconoce embestido por la tecnología, manipulaba y manipulaba tratando de entender el manejo de uno de esos aparatejos, hasta que optó por pedir la ayuda del nieto. El niño trató de explicarle, moviendo teclas con uno y otro dedo; insistió con su explicación; volvió a explicarle; hasta que, exasperado, exclamó:

    Pero, abuelito ¡Usted sí que es bieeeeen bruto!

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
Medellín, septiembre 4 de 2014





domingo, 13 de julio de 2014

Centenario de Anibal Troilo en Medellín


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Centenario de Aníbal Troilo de Medellín

Medellín también rinde homenaje al bandoneón mayor de Buenos Aires, Aníbal “Pichuco” Troilo (1914-1975), figura fundamental del tango, de quien se cumplió este viernes 12 de julio el centenario de su nacimiento.

Desde las cinco de la tarde, en Versalles de Junín, el día 12 de julio, Aníbal Troilo, fue recordado con un conversatorio entre José “Chepe” Rúa y Jaime Jaramillo Panesso. Además el bandoneonista colombiano Marco Quiróz, junto a Edwin Amariles, nos recordaron la música de Troilo. Jaime Osorio presentó algunos videos que hacen presencia de Troilo en el mundo del tango, tambien dirigió y realizó la producción.

Pichuco, apodo que le puso su padre y que es un derivado de la palabra “picciuso”, que en napolitano significa “llorón”, compuso la música de más de 50 tangos, entre los que se destacan “Sur”, “Che, bandoneón” y “Pa’ que bailen los muchachos”.

Troilo es considerado uno de los fundamentales del tango, junto a Gardel y Astor Piazzolla.

“Antes de ponerme el fuelle en las rodillas, me ponía la almohada de la cama. Hasta que un día fuimos a un ‘pícnic’ al que habían llevado a dos bandoneonistas y, cuando se fueron a comer, agarré un bandoneón y me lo puse en las rodillas. Esa fue la primera vez. Yo tendría nueve años”, confesó en alguna oportunidad Troilo.

Pichuco trabajó junto a José María Contursi (“Mi tango triste”), Enrique Cadícamo (“Garúa”), Cátulo Castillo (“El último farol”) y Homero Manzi (“Barrio de tango”), a quien lo unía una gran amistad.

Con este evento Versalles regresa al tango, y el centro de Medellín recobra la presencia de la vida del tango.


A don Leonardo Nieto y a los asistentes muchísimas gracias.













En la Casa Gardeliana



En la Casa Gardeliana. 

Darío Ruiz, Orlando Mora, Oscar Jaramillo..

Hugo del Carril




Hugo del Carril

domingo, 6 de julio de 2014

Gloomy sunday / Triste domingo / Szomorú Vasárnap / Víctor Bustamante




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Gloomy Sunday / Triste domingo / Szomorú Vasárnap

Víctor Bustamante

La manera en que se conocen las canciones tiene su historia. Un amigo de bachillerato, Luis Alfonso Calle, faltaba los lunes al colegio; la razón se iba a escuchar melodías a Tango Bar, o por los lados de La Variante, y allí se clavaba a beber y a vivir su spleen. A lo mejor los tangos le recordaban instantes de melancolía, justificaciones del savoir vivre o simplemente lo atrapaba la música. En los eventos culturales del colegio cantaba Triste Domingo. Y no era para menos, su madre, Mariela Rojo, en tiempos anteriores de estudio también era quien cantaba tangos en la escuela durante las diversas presentaciones culturales.
Triste domingo es un vals, colado en lugares para tangos. Muchas veces confundo algún vals con uno de estos, es decir lo asimilo y me gusta escucharlos a pesar de su tono suave Llegué a pensar que era de origen argentino en la versión escuchada en los bares del pueblo, Barbosa, y luego en los diversos cafés de tango en Medellín, siempre lo relacionaba con Agustín Magaldi. Su tono es muy sentimental y comienza con guitarras y luego los violines, y esa voz que le imprime y nos desgarra con una melancolía severa. La canción cuenta una historia de amor imposible donde la sugerencia de la muerte ha cortado la pasividad y posibilidad de un encuentro.
Para algunos críticos musicales no es un tango sino un vals, o un "Adagio triste", ya que no figura el 2 por 4 por ningún lado.
La primera versión al español aparece con el título de Domingo Triste, cuyos autores fueron: José L. Andrioni, Sam Lewis, László Jávor, Seress. Grabada en 1936 por Agustín Magaldi. Esta enumeración de letristas se debe a que ha sido reelaborada desde la letra inicial de Seress y cada uno da su versión, apartándose totalmente de la apocalíptica letra original. László Javor es quien le da ese tono elegíaco que sufrirá variaciones en las posteriores versiones que harán los demás letristas apegados a la melodía del original de Rezső Seress . Estos compositores se referirán a una historia de amor imposible donde la muerta ronda de una manera inflexible.
En Latino-américa se impuso las versión de Magaldi y un poco menos la de Mercedes Simone; ambas tomadas y reelaboradas a partir de la versión de Sam Lewis.
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TRISTE DOMINGO
(Canta Agustín Magaldi)

     Recitado:
Triste domingo,
triste domingo con cien flores blancas,
murmura el amante,
que vivió esperando,
su cita galante.
Más fue vana espera,
soñada quimera.

Cantado:
Triste domingo con cien flores blancas,
te esperé, amada, lleno de emoción.
Más a la cita tan solo el recuerdo,
trajo en sus alas la desilusión.

Sin tu cariño mi pena es la pena,
bebo mi llanto y no se consuela,
mi corazón.

Recitado:
Y así al pobre amante dobló el desconsuelo,
y hoy clama a su amada con llanto de duelo,
truncada su suerte en flores de muerte.

Cantado:
Este domingo no faltes amada,
con otras flores volveré a esperar,
con muchas flores las manos unidas,
sobre mi pecho y una cruz detrás.

Y si mis ojos muy fijos te miran,
tú nada temas que mi despedida,
te quieren dar.
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Triste Domingo: también fue cantado por Mercedes Simone con su registro de mezzo-soprano. Ella grabó este vals con el trío de Piana-Garza-Kohan en 1937. Esta canción, en sus créditos, tiene música de Rezső Seress y letra de Francisco Gorrindo y László Jávor.

Versión de Francisco Gorrindo:

TRISTE DOMINGO
(Canta Mercedes Simone)

“Triste domingo, con cien flores blancas”
Y ornado el altar de mi loca ilusión
Donde mi alma se ha ido a postrar
Mientras mi boca llamándote está
Muere en mis sueños ocasos de hastío
Cansados de espera y de soledad

¡Triste domingo!

Tú no comprendes la angustia terrible
De estar esperando, sin verte, llegar
¡Vuelen tus pasos que debo marchar!
No ves que muero con mi loco afán
Quiero que seas la blanca y piadosa
Mortaja que cubra mi hora final

¡Triste destino!

Querido
Junto a mi ataúd que circundan muchas flores
Aguarda mi confesión un sacerdote
Y a él le digo:
Lo quiero, lo espero.

No temas nada si encuentras mis ojos
Sin vida y abiertos y esperándote
Tus manos son quien los deben cerrar
Y acaso entonces yo habré muerto en paz
Siento un doblar de campanas, que
Lúgubremente sus voces me ordenan marchar

¡Triste domingo!
¡Vuela mi vida tu paso querido
Que llega la hora que debo partir!
Quiero tenerte en mi viaje final
Y algo me dice que no llegarás
Triste domingo visítame amado
Que ahora en mi tumba yo te he de esperar

¡He de esperar!
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Triste Domingo como se tradujo al español, o Domingo sombrío según se traduzca de Gloomy Sunday llegó a Estados Unidos en 1936 y, debido a una intensa campaña de publicidad, empezó a ser llamada La canción húngara del suicido. Había la creencia de que tenía el poder de hipnotizar a los amantes desolados, que tras escucharla se precipitaban hacia la ventana abierta que tuvieran más cerca.
Tanto Sam M. Lewis como Desmond Carter tradujeron la canción al inglés del original de su autor Rezső Seress. La versión de Sam Lewis fue interpretada en 1936 por Hal Kemp y su orquesta y más tarde por Artie Shaw y Billie Holiday. Hildegarde utilizó la versión de Desmond Carter. La notoriedad de Gloomy Sunday aumentó tras la interpretación de Billie Holiday en 1941. Su interpretación convirtió la letra de Lewis en la versión de referencia para posteriores intérpretes. Intentando aligerar el tono pesimista, se añadió una tercera estrofa en la versión de Billie Holiday, dándole a la canción un tono de ensoñación (empezando con "Dreaming, I was only dreaming"). Paul Robeson (1936), Diamanda Galás (1992) y Björk usaron la letra de Carter para sus versiones.
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Versión original del húngaro, al ingles y al español Su traducción al español sería:


GLOOMY SUNDAY

«Gloomy Sunday with a hundred white flowers
I was waiting for you my dearest with a prayer
A Sunday morning, chasing after my dreams
The carriage of my sorrow returned to me without you
It is since then that my Sundays have been forever sad
Tears my only drink, the sorrow my bread...
Gloomy Sunday
This last Sunday, my darling please come to me
There'll be a priest, a coffin, a catafalque and a winding-sheet
There'll be flowers for you, flowers and a coffin
Under the blossoming trees it will be my last journey
My eyes will be open, so that I could see you for a last time
Don't be afraid of my eyes, I'm blessing you even in my death...
The last Sunday»



DOMINGO SOMBRÍO

Gloomy Sunday con un centenar de flores blancas
que estaba esperando por ti mi querida con una oración
Un domingo por la mañana, persiguiendo mis sueños
El carro de mi dolor me fue devuelto sin ti
Es desde entonces que mis domingos han sido siempre tristes
Lágrimas mi única bebida, el dolor de mi pan ...
Gloomy Sunday
Este domingo pasado, mi amor por favor, ven a mí
Habrá un sacerdote, un ataúd, un catafalco y un sudario
Habrá flores para ti, flores y un ataúd
 Bajo los árboles en flor que será mi último viaje
Mis ojos estarán abiertos, de modo que yo pudiera ver por última vez
No tenga miedo de mis ojos, estoy bendiciendo incluso en mi muerte...
 El último domingo


László Jávor, Traducción literal al inglés
.......

GLOOMY   SUNDAY
Desmond   Carter   lyrics

Sadly one Sunday I waited and waited
With flowers in my arms for the dream I'd created
I waited 'til dreams, like my heart, were all broken
The flowers were all dead and the words were unspoken
The grief that I knew was beyond all consoling
The beat of my heart was a bell that was tolling

Saddest of Sundays

Then came a Sunday when you came to find me
They bore me to church and I left you behind me
My eyes could not see one I wanted to love me
The earth and the flowers are forever above me
The bell tolled for me and the wind whispered, "Never!"
But you I have loved and I bless you forever

Last of all Sundays
….
Traducción de la versión de Desmon Carter

Tristemente un domingo esperé y esperé
Con flores en mis brazos para el sueño que había creado
Esperé 'hasta los sueños, como mi corazón, estaban rotas
Las flores estaban todas muertas y las palabras eran tácitas
El dolor que yo sabía que era más allá de toda consolación
El latido de mi corazón era una campana que era de peaje

Lo más triste de los domingos

Luego vino un domingo cuando viniste a buscarme
Ellos me llevaron a la iglesia y te dejan tras de mí
Mis ojos no podían ver que yo quería que me ame
La tierra y las flores son siempre por encima de mí
La campana sonó para mí y el viento le susurró: "¡Nunca!"
Pero tú me has amado y te bendiga para siempre

Último de todos los domingos
...
Szomorú Vasárnap, en inglés Gloomy Sunday, en español Triste Domingo, fue compuesta por el pianista húngaro Rezső Seress en 1933. Sin embargo, en la versión que llegó a publicarse ese mismo año, la impresionante desesperación y aflicción de la letra original de Seress fue reemplazada por la melancólica letra del poeta húngaro László Jávor. Fue esta la versión la que hizo nacer la leyenda de suicidios en Hungría, en Estados Unidos y en países como Inglaterra, Italia o Alemania. Romántica, melancólica y vinculada a la muerte, refiere la historia de un amante que pierde a su gran amor y plantea unirse a él en la muerte. La versión de Sam M. Lewis, es intensa y poética, capaz de inspirar pensamientos suicidas en quien estuviese sumido en la depresión o tuviese una propensión innata al suicidio. No obstante la gran cantidad de muertes a las que se asoció es algo que despertó y aún despierta el asombro y la duda que continúan alimentando la leyenda de ésta canción que fue prohibida en emisoras estadounidenses y húngaras, que inspiró investigaciones parapsicológicas en Francia y que fue incluso prohibida por la BBC de Londres.
Rezső Seress, en 1968, se suicidó saltando de una ventana de su apartamento en Budapest. En su obituario el The New York Times no solo insiste en la evidente notoriedad de su composición, sino que añade:
Budapest, 13 de enero. Rezső Seress, cuya exitosa canción de estilo fúnebre, Gloomy Sunday, fue culpada de haber desencadenado una ola de suicidios durante los años 30, ha puesto fin a su propia vida suicidándose.
Las autoridades revelaron hoy que Seress saltó de una ventana de su pequeño departamento el pasado domingo, poco tiempo después de su sexagésimo noveno cumpleaños.
La década de los años 30 estuvo marcada por una severa depresión económica y por la agitación que provocó la Segunda Guerra Mundial. La melancólica canción escrita por  Seress, con letra de su amigo László Jávor, un poeta, declara: «Mi corazón y yo hemos decidido terminarlo todo». Fue culpada de haber provocado un incremento en el número de suicidios, y las autoridades húngaras la prohibieron finalmente. En Norteamérica, donde Paul Robeson introdujo una versión en inglés, algunas emisoras de radio y clubes nocturnos la vetaron.
Seress se quejó de que el éxito de Gloomy Sunday en realidad había hecho aumentar su infelicidad, porque sabía que nunca sería capaz de componer otro éxito igual.

Algunos artistas que han grabado esta canción:

Hal Kemp y su orquesta, Paul Whiteman y su orquesta, Artie Shaw y su orquesta, Billie Holiday, Lydia Lunch, Elvis Costello, Los Asociados, Marianne Faithfull, Carol Kidd, Sinéad O'Connor, Gitane Demone, Sarah McLachlan, Björk, Heather Nova, Sarah Brightman, Portishead.


Llegar de esta manera a Domingo Triste, a sus diversas variaciones y a sus numerosas leyendas, es buscar el origen de una canción que ha resistido el paso del tiempo y que causa curiosidad debido a su melancolía, así como a las leyendas posteriores que han surgido con los diversos suicidios que se le atribuyen. No sé si la idea, tantas veces, recurrente acerca de que las personas se suicidan en los días domingos tengan que ver con esta canción, ya que hay estadísticas que demuestran que este día es propicio para llevarlo a cabo.

Versión original:


DOMINGO SOMBRÍO
Seress Rezső

Es otoño y las hojas están cayendo 
Todo el amor ha muerto en la tierra 
El viento llora con lágrimas tristes 
Mi corazón nunca la esperanza de una nueva primavera de nuevo 
mis lágrimas y mis penas son todos en vano 
La gente es cruel, codiciosa y malvada ... 
El amor ha muerto! 
El mundo ha llegado a su fin, la esperanza ha dejado de tener un significado 
Ciudades y están siendo expulsados, metralla está haciendo música 
Meadows son de color rojo con la sangre humana
Hay gente muerta en las calles de todo el mundo voy a decir una oración silenciosa :
 Las personas son pecadores, el Señor, que comete errores... 
Todo el mundo se ha acabado!
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SZOMORÚ   VASÁRNAP
Seress Rezső

Ősz van és peregnek a sárgult levelek
Meghalt a földön az emberi szeretet
Bánatos könnyekkel zokog az öszi szél
Szívem már új tavaszt nem vár és nem remél
Hiába sírok és hiába szenvedek
Szívtelen rosszak és kapzsik az emberek...

Meghalt a szeretet!

Vége a világnak, vége a reménynek
Városok pusztulnak, srapnelek zenélnek
Emberek vérétől piros a tarka rét
Halottak fekszenek az úton szerteszét
Még egyszer elmondom csendben az imámat:
Uram, az emberek gyarlók és hibáznak...

Vége a világnak!
....

Noticia de varios suicidios debido a Gloomy Sunday

Estos eventos asociados a la canción, llevan a convertirla en una leyenda, pero al mismo tiempo a mancharla de un aspecto de maldición. Me recuerda la cadena de suicidios que originó en Europa la lectura de Werther de Goethe cuando se publicó.
En febrero de 1936, la Policía de Budapest investigaba el suicidio de un zapatero Joseph Keller. Lo curioso es que este había dejado una nota en que citaba Gloomy Sunday. Tras el evento anterior, diecisiete personas se quitaron la vida. En cada caso, Gloomy Sunday estaba estrechamente relacionada con las circunstancias que rodearon estos suicidios, en los que se incluyen dos personas que se dispararon ellos mismos mientras escuchaban una banda de gitanos tocando la melodía. Otros se ahogaron en el Danubio mientras aferraban la partitura de Gloomy Sunday. Un habitué al salir de una discoteca se voló los sesos después de haber solicitado a la banda tocar La canción Suicida.
La Policía de Budapest decidió prohibir la canción. Pero en Berlín reapareció ese destino trágico, ya que un joven comerciante se ahorcó, a su lado yacía una copia de Gloomy Sunday. En Nueva York, un mecanógrafo al suicidarse dejó una petición de que Gloomy Sunday se debía ejecutar en su funeral.
Se afirma que los romances rotos son las causas de estos suicidios. Sin embargo, esto es discutible. Por ejemplo, un hombre saltó a su muerte desde una ventana del séptimo piso, se lamenta de un Gloomy Sunday. Él tenía más de 80 años de edad. En contraste con esto, una niña de 14 años se ahogó mientras que agarra una copia de "La Canción del Suicidio". También en esta cadena de coincidencias es evidente y curioso el caso de un mensajero en Roma, que, después de haber oído a un mendigo tararear la melodía, estacionó su bicicleta, se acercó al mendigo, le dio todo su dinero, y luego se arrojó en las aguas de un puente cercano.
Rezső Seress, estaba tan desconcertado por su melodía como el resto del mundo. Aunque él escribió la canción sobre la ruptura de su propio romance, nunca imaginó los resultados que seguirían.
Al principio tuvo dificultades para conseguir que alguien publicara la canción. Un editor le dijo: "No es que la canción sea triste, hay una especie de desesperación terrible y convincente al respecto. No creo que le haría ningún bien a nadie para escuchar una canción como esa."
Cuando Seress logró que su canción fuera publicada y a la semana siguiente se convirtió en un éxito, contactó a su ex-amante e hizo planes para volver. Al día siguiente ella se quitó la vida al ingerir veneno. A su lado había una hoja de papel que contenía dos palabras escritas: Gloomy Sunday.
Cuando se le preguntó a lo que tenía en mente cuando escribió la canción, Seress respondió: "Estoy en medio de este éxito mortal como un hombre acusado. Esta fama fatal me duele. Lloré todas las decepciones de mi corazón en esta canción, y parece que otros con sentimientos como los míos han encontrado su propio dolor en ella".
Como pasaban los meses y la fogosidad y los suicidios se apaciguaron, la BBC acordó liberar Gloomy Sunday de su prohibición, y solo trasmitir la versión en forma instrumental. Pero ocurrió un evento trágico cuando un policía de Londres fue alertado sobre el caso curioso de una melodía que se repetía sin parar durante varios días en un apartamento. Al entrar encontraron un fonógrafo automático reproduciendo la melodía. Junto a él había una mujer, muerta por sobredosis de barbitúricos. Fue este incidente que llevó a la BBC para volver a imponer la prohibición de dicha melodía.
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Esta noche de sábado, en que ha perdido la Selección Colombia en Brasil me dispongo, en la casa de una amiga, Maru, a ver una película elegida entre cinco cds, La leyenda de una canción. Cuando comienza leo el título original Gloomy Sunday. Por una coincidencia se instala de nuevo la necesidad de averiguar el origen de esta canción. Pero así es el azar, nos presenta lo que inconscientemente buscamos y aplazamos de alguna manera. Un músico en el restaurante toca la melodía, caigo en cuenta que se trata de Triste Domingo. No sabía la existencia de esta película de Rolf Schübel. Sé que desde este momento amo esa ciudad, Budapest, que sirve de trasfondo a ese vals y acompaña la relación, el menage a trois, entre el compositor de la música, Andras, y del dueño del restaurante Lázló Szabó y su amante Ilona. Un trío feliz, inusual y comprensivo. Pero esa felicidad se vería truncada al aparecer otro enamorado de Ilona, el alemán Hans Wieck. En el cumpleaños de Ilona Lázló le regala una hebilla, Wiekc una foto que le ha tomado con su Leica y Andras, el compositor, la partitura de Gloomy Sunday.  Luego Wiekc, muy ebrio, decide arrojarse al Danubio pero Lázló lo salva y agradecido promete su amistad, pero cuando este se convierte en un coronel nazi y regresa al restaurante en Budapest lo deporta a los campos de exterminio para apoderarse con mentiras no solo de Ilona, sino chantajear a los judíos para no ser deportados o enviados a la muerte. La venganza Wieck, mantenida en su interior hacia Lázló, termina enviándolo a la muerte en los trenes que van a los campos de concentración. Antes de había suicidado Andras, pero la venganza es dulce y necesaria, al regresar Wieck como un ejecutivo, con la imagen de benefactor, al restaurante muchos después a celebrar sus 80 años. Ilona, ya en su vejez, en el restaurante dejado por Lázló lo reconoce y en su bebida le da  una poción de veneno mientras suenan los acordes de Gloomy Sunday, y así  establece el equilibro al espectador, con la traición, los sueños, el amor y la muerte y, por supuesto, con el buen al cine.
En conclusión, Gloomy Sunday aún nos conmueve y ya es un clásico de la música, sus diversas versiones lo atestiguan. Y esta hermosa película nos ubica el destino de su creador y el ámbito que le tocó vivir.