Manos en el fuego
Notas de Bandoneón
Jaime Jaramillo Panesso
El símbolo de la música ciudadana es el bandoneón. Mejor dicho, el tango se distingue por el bandoneón, un instrumento musical aerófono, portátil, que suena gracias a un fuelle de cartón plegado, revestido de papel. El bandoneón se ejecuta con las dos manos que accionan sobre botones situados en ambos extremos del instrumento, extremos donde están sendas cajas armónicas y en cuyo interior vibran, por la presión del aire, un conjunto de lengüetas metálicas.
Los bandoneonístas profesionales utilizan el bandoneón acromático que emite distintos sonidos según entre o salga el aire, es decir, cuando el fuelle se amplía o encoge, alternativamente. El bandoneón cromático da una misma nota al abrir o cerrar el fuelle. El modelo estándar de bandoneón tiene 71 botones en total, 38 de ellos situados en el lado derecho que corresponden a los cantos o notas principales temáticas. Y 33 botones al lado izquierdo pertenecen a los bajos. Las cajas armónicas están construidas con maderas preciosas como haya o pino abeto y enchapadas con maderas finas como abedul o jacarandá. Generalmente son negras, con incrustaciones de nácar. Pero también existen bandoneones marrones, amarillos y blancos, estos últimos denominados “lecheritos”. Los ángulos de las cajas terminan ochavados y adornados con una lira. Los ejecutantes se ajustan a las manos un tipo de correas que están en la parte media de las cajas y los dedos quedan sueltos para presionar los botones. La entrada y salida del aire están reguladas por una válvula situada en la caja derecha.
El bandoneón es de origen alemán, pariente de la concertina y el acordeón. Su primer fabricante en l864, Alfred Arnold quien marcaba su producción con las letras “AA”, doble A. De allí que Piazzolla haya denominado uno de sus tangos de la misma manera. Arnold murió en 1933 y la tarea continuó en manos de su hijo Ernest quien perdió la fábrica en 1949 por expropiación del régimen socialista para ponerla a producir bombas para motores diesel. En Argentina intentó producir bandoneones Luis Mariani, pero el matrizado de las voces, es decir, de las notas precisas del instrumento, lo sacó de la producción.
Los ejecutantes del bandoneón lo hacen sobre sus muslos, sentados en una silla. Para evitar el deterioro de sus pantalones, los cubre con una manta de terciopelo. Otra forma de hacerlo sonar es en posición de pies o erecta, pero apoyando la pierna izquierda flexionada en una silla.
Probablemente el bandoneón llegó al puerto de Buenos Aires a finales del siglo XIX en la maleta de algún marinero alemán, cuando el tango primitivo, en su nacimiento, se interpretaba con violín, arpa o guitarra y flauta. Después de los primeros tríos, poco a poco se fue conformando la orquesta típica con el bandoneón, el piano y los cantores de estribillos, pues el tango con letra completa o tango canción, solo llegó en l917 con Gardel. Pero el tango venía de una evolución desde el surgimiento en l880 aproximadamente.
Entre los bandoneonístas precursores se destacan, por allá en los años de la vieja guardia, José Santacruz, el “Pardo” Sebastián y Ciriaco Ortiz. En la camada del treinta se destacan Pedro Maffia, Pedro Laurenz y Gabriel Clausi, “El Chula” que aún digita. En los cuarenta Aníbal Troilo, “Pichuco”, Julio Ahumada, Juan Sánchez Gorio y Héctor Varela. Una tradición que va en manos de la vanguardia y que continuaron el extinto Astor Piazzolla, renovador del estilo, Rodolfo Mederos, Leopoldo Federico, Osvaldo Ruggiero, Armando Pontier, Eduardo Rovira y muchos más. Cuando los dedos de un bandoneonista se posan sobre los botones del instrumento quejoso y sentimental, corre un río de notas que penetra en el alma de la ciudad.
Notas de Bandoneón
Jaime Jaramillo Panesso
El símbolo de la música ciudadana es el bandoneón. Mejor dicho, el tango se distingue por el bandoneón, un instrumento musical aerófono, portátil, que suena gracias a un fuelle de cartón plegado, revestido de papel. El bandoneón se ejecuta con las dos manos que accionan sobre botones situados en ambos extremos del instrumento, extremos donde están sendas cajas armónicas y en cuyo interior vibran, por la presión del aire, un conjunto de lengüetas metálicas.
Los bandoneonístas profesionales utilizan el bandoneón acromático que emite distintos sonidos según entre o salga el aire, es decir, cuando el fuelle se amplía o encoge, alternativamente. El bandoneón cromático da una misma nota al abrir o cerrar el fuelle. El modelo estándar de bandoneón tiene 71 botones en total, 38 de ellos situados en el lado derecho que corresponden a los cantos o notas principales temáticas. Y 33 botones al lado izquierdo pertenecen a los bajos. Las cajas armónicas están construidas con maderas preciosas como haya o pino abeto y enchapadas con maderas finas como abedul o jacarandá. Generalmente son negras, con incrustaciones de nácar. Pero también existen bandoneones marrones, amarillos y blancos, estos últimos denominados “lecheritos”. Los ángulos de las cajas terminan ochavados y adornados con una lira. Los ejecutantes se ajustan a las manos un tipo de correas que están en la parte media de las cajas y los dedos quedan sueltos para presionar los botones. La entrada y salida del aire están reguladas por una válvula situada en la caja derecha.
El bandoneón es de origen alemán, pariente de la concertina y el acordeón. Su primer fabricante en l864, Alfred Arnold quien marcaba su producción con las letras “AA”, doble A. De allí que Piazzolla haya denominado uno de sus tangos de la misma manera. Arnold murió en 1933 y la tarea continuó en manos de su hijo Ernest quien perdió la fábrica en 1949 por expropiación del régimen socialista para ponerla a producir bombas para motores diesel. En Argentina intentó producir bandoneones Luis Mariani, pero el matrizado de las voces, es decir, de las notas precisas del instrumento, lo sacó de la producción.
Los ejecutantes del bandoneón lo hacen sobre sus muslos, sentados en una silla. Para evitar el deterioro de sus pantalones, los cubre con una manta de terciopelo. Otra forma de hacerlo sonar es en posición de pies o erecta, pero apoyando la pierna izquierda flexionada en una silla.
Probablemente el bandoneón llegó al puerto de Buenos Aires a finales del siglo XIX en la maleta de algún marinero alemán, cuando el tango primitivo, en su nacimiento, se interpretaba con violín, arpa o guitarra y flauta. Después de los primeros tríos, poco a poco se fue conformando la orquesta típica con el bandoneón, el piano y los cantores de estribillos, pues el tango con letra completa o tango canción, solo llegó en l917 con Gardel. Pero el tango venía de una evolución desde el surgimiento en l880 aproximadamente.
Entre los bandoneonístas precursores se destacan, por allá en los años de la vieja guardia, José Santacruz, el “Pardo” Sebastián y Ciriaco Ortiz. En la camada del treinta se destacan Pedro Maffia, Pedro Laurenz y Gabriel Clausi, “El Chula” que aún digita. En los cuarenta Aníbal Troilo, “Pichuco”, Julio Ahumada, Juan Sánchez Gorio y Héctor Varela. Una tradición que va en manos de la vanguardia y que continuaron el extinto Astor Piazzolla, renovador del estilo, Rodolfo Mederos, Leopoldo Federico, Osvaldo Ruggiero, Armando Pontier, Eduardo Rovira y muchos más. Cuando los dedos de un bandoneonista se posan sobre los botones del instrumento quejoso y sentimental, corre un río de notas que penetra en el alma de la ciudad.