Este 24 de junio del 2020 se celebra otro año más de la
muerte de Carlos Gardel, este acontecimiento luctuoso casi siempre opaca la
presencia del cantante en la ciudad. Considero que es mejor tenerlo presente en
su plenitud como el grandioso ser humano que fue, así como en su talento de
compositor y cantante. Cada año salen de nuevo los medios a celebrar el
pavoroso accidente de la mano de sus exegetas que desde tantos puntos de vista
analizan sus causas, las personas que intervinieron, los celos entre las
compañías y los aviadores, los vientos desfavorables, las mismas fotografías y
otro sinnúmero de posibles causas y elementos que intervinieron. De tal manera
todos estos investigadores realizan hipótesis, incriminaciones y más análisis
de ese momento opacando de esa manera la verdadera presencia del cantante; en
este caso, su discurrir y los lugares que solo se mencionan de paso, quedando
la ciudad, Medellín, como un escenario brumoso, solo un punto geográfico,
perdido en las montañas de un mapa. A nuestra memorabilia rampante le gusta celebrar
a los muertos ilustres solo en su día, no en su presencia, en su plenitud, sino
en el hado de lo fatal.
He indagado y buscado a Carlos Gardel en su actitud, en la
efervescencia de sus escasos días en la ciudad, así como a las personas que
encontró y departió en algunos momentos, y los lugares donde él estuvo, es
decir, las huellas que ha dejado en Medellín.
En un texto de Marina Puig, "El secretario de Carlos Gardel",
José Plaja, muchos años después cuenta el periplo de ese viaje:
“Después de dos meses de actuaciones de gran éxito,
multitudinarias y calurosas recibidas en Puerto Rico, Venezuela y Curazao, el 4
de junio de 1935 Gardel y su comitiva desembarcaron en Barranquilla, Colombia.
Una vez más, en Medellín, las demostraciones del público hicieron superar las
predicciones. El próximo destino era Bogotá. Gardel y los músicos se
desplazaron en avión, mientras que Plaja, Le Pera y Celedonio Palacios lo
hicieron en un barco de vapor por el río Magdalena.
» Hice un viaje muy interesante por el río Magdalena, pero
muy inconfortable. Son seis días de navegación lenta y calurosa, pero el
paisaje es hermoso. Se ven trozos de selva tropical virgen que yo no había
visto nunca. No tuvimos mucha suerte con la fauna, pues solamente puedo contar
haber visto unos cinco caimanes y una docena de monos. Vimos, sin embargo,
numerosas bandadas de cotorras y otras aves tropicales, árboles frutales de
toda especie, y los últimos días, la Cordillera Central de los Andes a poca
distancia. En Villeta, hacía un calor que tostaba y tres horas después, aquí en
Bogotá (2.300 metros de altura) hacía bastante frío. No sé cuántos días
estaremos aquí todavía; después iremos a Cali, donde pasaremos unos dos días:
después embarcaremos en Buenaventura hacia Panamá, donde estaremos unos cinco
días; seguiremos después hacia La Habana y pensamos llegar a Nueva York a
primeros de julio [...] ».
|
Teatro Junín y Hotel Europa |
Medellín 8 de junio
Desde el 8 de junio de 1935 Le Pera visita la ciudad. Gardel
arribaría el día 10 proveniente de Barranquilla en un avión Sikorsky
de Scadta, anfibio, el Guillermo Valencia, habilitado para aterrizar con ruedas
sobre pistas como la del aeródromo Las Playas. Junto a él viajaban sus
“escobas” como les dicen, mejor sus guitarristas, Barbieri, Riverol y había
regresado Aguilar luego de su discusión en Niza. A Gardel lo acompañaba el
catalán José Plaja y Gash. Como Gardel ambicionaba entrar al mundo del cine en
Hollywood, lo había contratado para que le enseñara inglés; ya lo había
intentado escuchando discos Linguaphone, pero la hora diaria de estudio no le
daba ningún resultado ya que cuando se disponía a seguir los textos de estudio
siguiendo el disco correspondiente se quedaba dormido escuchando el habla
incompresible de los anglo sajones, además le era imposible concentrarse por la
cantidad de visitas a su hotel. Ambos se habían conocido en los estudios, Éxito
productions, en otros textos aparece con este nombre, Exito’s Spanish picture,
ubicada en Long Island, donde Plaja oficiaba de traductor y ayudante de
doblajes. Gardel le ofreció trabajo de asistente para cuestiones publicitarias
y bancarias, también, le leía la correspondencia y les respondía a algunas
personas, casi siempre admiradores, que el cantor le indicaba. Además, como
imitaba la escritura de Gardel, firmaba las dedicatorias a las admiradoras del
cantante.
Así, Plaja se incorpora a la gira que los llevará por el
Caribe hasta llegar a Colombia. En su libro, Vidas paralelas, de Esteban Peicovich, Plaja cuenta muchos años
después, ese viaje que lo llevó a ser uno de los sobrevivientes y, además, deja
entrever el carácter amable de Gardel.
“¿Y cómo fue su última gira, don José?
—Salimos de Nueva York en barco. Éramos
ocho, Gardel, Le Pera, José María Aguilar, que era su principal guitarrista, un
académico que en los recitales ocupaba lo que se llama el intermezzo
interpretando melodías criollas, Guillermo Barbieri y Ángel Riverol, también guitarristas,
Alfonso Azaaf, que creo que era venezolano y hacía de publicista, se ocupaba de
que en los lugares donde cantaba Gardel salieran autos con altoparlantes
gritando: "Concurra esta noche al teatro tal para el grandioso
recital...", después venía Corpas Moreno que era el valet, el criado de
Gardel, y finalmente yo.
El itinerario más o menos fue por barco a San Juan de Puerto
Rico, después a La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Lagunillas, Curazao.
De allí fuimos en un pequeño avión, de
fuselaje de madera, hasta Aruba. Daba miedo tomarlo. Lo que más me reconfortaba
en ese viaje de noche era que el piloto holandés era alto como una catedral,
llevaba su traje bien almidonado y daba la sensación de seguridad. Estaba rojo
como un camarón por el sol de Curazao el pobre holandés.
—Y Gardel, ¿le tenía miedo al avión?
—Gardel tenía un poco de aprensión,
como todos”.
Domingo 9 de junio
Los diarios son también testigos certeros de su presencia,
allí la escritura férrea describe su llegada, revela detalles leídos después de
tantos años, el periódico llevará por esos pequeños intervalos donde los
visitantes arriban en un viaje promoción. El Colombiano, desde el 9 de junio,
publica en primera plana: Carlos Gardel, llegará mañana a la ciudad, acompañado
de sus guitarristas en un avión de Scadta. Los invitamos a la recepción. Al
costado izquierdo es notorio el anuncio de la despedida en el Teatro Bolívar de
la Compañía de Pilar Travesi que presenta a su hermana, Ángela Travesi, tocando
el acordeón y por pura coincidencia se llamaba, Luces de Buenos Aires.
El día lunes 10 junio
“En primera plana, El Colombiano, destaca la llegada de
Carlos Gardel, y añade: Llegará hoy en avión de la Scadta, acompañado de su
conjunto, y debutará mañana martes en el Circo España. Dos únicos conciertos.
Ya están a la venta las localidades.
Esa página, además, revela parte de la vida cultural de
Medellín. En el Circo se presenta la compañía de Marina Ughetti con la Leyenda
del beso, donde canta también Marina Ughetti, acompañada por Carlos Julio Ramírez
y con Constantino. En el Junín se presenta por última vez una película:
Payasadas de la vida y El Prisionero trece.
También ese día, El Colombiano, publicaría una nota de
Cronio, seudónimo perdido ante el paso certero de las páginas que quedan
detenidas como el testigo infalible con su memoria de papel que amontona y
guarda el pulso de los días.
“Mi
público, este es mi público, dijo Gardel al bajar del avión”
Ágilmente sonriente y jubiloso, un garrido mozo saltó del
avión: "Viva Carlitos Gardel”, gritaron delirantes millares de gargantas
que se habían congregado en el aeródromo de Las Playas, ayer a las cinco de la
tarde. Todos querían mirarle de cerca, todos querían demostrarle de alguna
manera su afecto. Una bellísima muchacha le regaló unas flores. Y Gardel, con
la misma sonrisa luminosa que tanto enamora a las chicas en sus películas,
repartió apretones de mano, saludos, frases de sincero regocijo.
Cuando logré saludarlo, ya dentro del automóvil, Gardel me
dijo encantado: "Mi público. Este es mi público al que yo adoro, el que
sabe sentir mis canciones, al que he dedicado todos mis mejores esfuerzos.
Estoy deliciosamente sorprendido con este cordial recibimiento, que me recuerda
el día, de llegada a mi Bueno Aires amado…
Estoy feliz al comprender que podré hacer sentir mis emociones, que mis
canciones eran profundamente sentidas.
Alguien de la multitud alcanzó a oír las últimas palabras de
Gardel. Un viva resonó clamoroso. Siempre sonriente y acogedor, Gardel, agregó:
—Ya ve usted amigo, el público sabe captar los esfuerzos de
las películas que de usted hemos visto, ese deseo de interpretar en realidad el
alma popular.
—Es lástima, amigo que las películas que son verdaderamente
buenas, no las hayan podido ver ustedes aquí. Me refiero a Cuesta abajo, El
tango en Broadway, Tango Bar y El día que me quieras. Pero, en fin, ya es algo.
En aquel entonces de Luces de Buenos Aires, Melodía de Arrabal, etc., no era el
mismo: no se me dejaban campo para poner de manifiesto mis cualidades
histriónicas y artísticas, se me recortaba, en fin, la tragedia del actor de
habla hispana en otros países. Ahora he logrado hacer verdaderamente películas,
en las que trabajo con fervor, con entusiasmo y con más libertad. Y es por lo
que lamento que no las hayan visto aquí.
—Y usted prefiere trabajar en películas?
—¡Ah, no mi amigo! Es mil veces mejor trabajar ante el
público y yo lo prefiero. No sabe usted que se siente una gran emoción al notar
qua una concurrencia de miles de espectadores palpita al unísono con nuestros
sentimientos. Y prefiero mil veces
trabajar ante el público desde un escenario: me complace el complacerlo, soy
feliz cuando logro darle gusto, cantar lo que el público desea, en una palabra,
compenetrarme con él. Pero, naturalmente me gusta más trabajar para el público
de América. Mi público favorito. El alma latina sabe sentir mejor esa música
embrujada del tango, sabe arrancar sus más hondos secretos a la música criolla.
Es una cosa intuitiva: yo le invito a usted al Circo para que lo observe, para
que lo compruebe.
Y es que este pueblo de Antioquia, recio, viril y noble,
tiene mucho de la grandeza de nuestro Martín Fierro y sus mujeres.... Oh,
Medellín se me hace un verdadero paraíso: gentiles, juncales y tentadoras las
muchachitas antioqueñas son un verdadero canto a la raza. Yo no sé si seré
capaz de permanecer tan tranquilo como estos antioqueños. Es algo macanudo,
che!.... Macanudo!”
Ya Gardel con su comitiva se hospedan en el Hotel Europa,
que formaba parte del complejo del Teatro Junín, el más elegante de la ciudad,
diseñado por Agustín Goovaerts. Este edificio contrastaba con el paisaje
austero de casas coloniales alrededor. El Hotel Europa poseía ascensor, era muy
confortable y lo administraba el alemán, Habranek. Esa ciudad del 30, efervescente, mantenía su pulso
con el mundo, se abría a través de las emisoras en onda corta que llegaban y de
las diversas emisoras que se creaban. Ya no solo era posible saber lo que
ocurría afuera a través de las diversas publicaciones, periódicos, revistas y
libros, sino que ya se acostumbraba la ciudad a los medios hablados. En
Medellín se escuchaba el tango se conocía a Magaldi, a Irusta, a Peronet e
Izurieta, a Corsini, a Gardel y a Fugasot. Además, se bailaba El choclo, La
cumparsita.
|
Teatro- Circo España (Melitón Rodríguez) |
Martes 11 de junio
El Colombiano le realiza un reportaje y, además, hay un
aviso destacable que dice, Carlos Gardel, y Bourjois, -marca francesa-. Esta
noche se presentará en el Circo España, el soberano de los tangos argentinos:
el famosísimo Carlos Gardel.
El Colombiano, continúa dándole apoyo al cantante, al
entrevistar al administrador del Teatro Circo España, Alberto Mejía G.: “…
tendrán lugar hoy y mañana a las nueve menos quince minutos de la noche.
Así mismo nos anunció don Alberto Mejía que Gardel después
de dar los dos conciertos prometidos, partirá el jueves a mediodía con rumbo a
la capital de la república, donde se le espera.
A pesar de haber cupo para 4.000 personas en el Circo –dijo
don Alberto Mejía— no sé cómo acomodar a tanta gente que quiere conocer a
Gardel, ya los palcos quedaron agotados desde ayer al mediodía y solo queda la
tercera parte del lunetario. Francamente –terminó don Alberto— este es un
verdadero problema pues todos quieren ir al mismo tiempo.
El martes 11 de junio Gardel acudió a su primera
presentación en el Circo Teatro España. Con su piso en arena. Allí en algunos
días se presentaban corridas de toros y en la noche se proyectaba cine contra
un telón blanco, las personas debían situarse detrás y llevar su taburete o
silla; en la gradería se hacían los otros. En el caso de asistir a una película
era más barato situarse detrás del telón con el inconveniente de que se debía
llevar un espejo para leer los letreros. El Circo tenía capacidad para seis mil
personas que eran distribuidas según el estrato social, siendo de la clase
alta, por supuesto, la mayoría de los asistentes; los pobres ocupaban el
tendido de sol y los ricos el de sombra, pero ante la lluvia todos ocupaban el
mismo espacio. La entrada para el público general, es decir, el de menos
importe en la entrada se efectuaba por la calle Perú.
Para alertar a la afición a sus espectáculos se tiraban
voladores, otras veces salía la Banda Paniagua a tocar por las calles, y ya con
el sonido incorporado a las películas salían carrozas con altoparlantes para
animar al público a asistir. Durante los días de Gardel en Medellín su jefe de
publicidad, Alfonso Azaaf, se lució.
Antes de que cantara Gardel se proyectó su película Melodía
de Arrabal. Quien lo contrató había sido el dueño del circuito de cine Alberto
Mejía C. Al finalizar la película salió
al escenario Gardel y pidió qué tango querían que les cantara. Cuesta abajo,
dijo un chico que más tarde sería Carlos Alfonso Goez, escultor, Gardel lo complació y
luego siguió con el show. Goez, en la década del 70, elaboraría la estatua de Gardel en Manriqu.
Carlos Molano Gómez en su blog, Encuentro Latino Radio, cita,
contaba Ramírez: “Conocí a Gardel en Medellín actuando en El Circo España,
durante tres días, la primera noche al parecer por el valor de la entrada de
dos pesos la gente no acompañó a Gardel, se bajó para las dos noches siguientes
el valor de la entrada a un peso y hubo lleno total; me le presenté la primera
noche, donde refiere que Gardel le dijo”: “Tu futuro está fuera de Colombia”;
Carlos Julio lo fue a despedir al aeropuerto y presenció el accidente donde
falleció el Zorzal.
Al Hotel Europa fue el poeta Hernando Rivera Jaramillo, para
realizarle una nota al visitante Rivera Jaramillo, escudado en su silencio y en
esa soledad que era su sello, y sus libros o revistas debajo el brazo, eso sí
vestido de negro como estilaban los poetas, fue a buscar a Gardel para un
reportaje ya que El Colombiano quería otorgarle más notoriedad al cantante. Lo
acompañaba Miguel Zapata Restrepo que en ese tiempo aun no era Miguel Lenguas,
sino Lucho quien rememora esta visita:
“Realmente lo había visitado, inhibido ante su popularidad.
Acompañó al poeta Hernando Rivera Jaramillo, que iba en nombre de El
Colombiano. ¿Qué captó del “Zorzal Criollo?
—¿Cuál es el gran amor de su vida?
—Mi madre.
—¿Siente los tangos que canta?
—Íntimamente no soy adicto al tango.
Tengo predilección por melodías que no gustan al público latinoamericano; pero
como en él está mi clientela, le doy lo que pide.
—¿Se radicará definitivamente en Buenos
Aires? —No. Estaré por larga temporada, pero es posible que adquiera compromisos
en los Estados Unidos o en Francia.
—¿Qué impresión tiene de Medellín?
—Es un lindo pueblito, —responde
sonriendo.
Con razón un compositor de montonera
entregó, fallecido el Zorzal, un aire antillano que por ahí dice: Murió en el
pueblo de Medellín.
Las tres cuartillas de la entrevista sirven para rellenar
espacio al registrar la desventura gardeliana, que más bien fue trance a la
inmortalidad. Tampoco en esa vez se da crédito a Lucho. Diez días antes, al
entregar el original, se le dijo acremente:
—No nos haga creer que a Gardel no le gusta el tango”.
El miércoles 12 junio
En una postal se ve una silla abollonada de color rojo, es
una silla de barbería. La nota añade que en ella se sentó Gardel para ser
afeitado por un barbero local, Julio Tobón en la Barbería Europa, en el primer piso del hotel donde se hospedaba. También hay otra versión de una barbería situada cerca al Puente de La Toma donde fue Gardel, ya que ese lugar era notorio por la
diversidad de cafés y bares para la bohemia, donde el Zorzal llegó a visitarlas
con sus acompañantes. Faduil Alzate nos aclara: "La peluquería visitada en Quebrada Arriba, una cuadra arriba del puente de La Toma, era la del Señor Rosendo. Además, en sus salidas se paseaba por el Puente de Hierro, el Puente de la Toma y otro lugar llamado Campo Alegre, ubicado cerca de donde fue la primera planta de energía de la ciudad. Gardel, si preguntaba, ¿ y dónde está el Arrabal y los bailarines? En Quebrada Arriba, respondía Horacio Cano "Canito"."
En la noche antes de las nueve, cuando se iniciaba, el
espectáculo hubo un fuerte aguacero, lo cual casi estropea la presentación del
concierto, inició el evento la Compañía de Zarzuelas de Marina Ughetti.
Luego del concierto Gardel fue invitado a dar un saludo por
la emisora Ecos de la Montaña, cuyos estudios quedaban en la Avenida de Greiff
con Cúcuta. A Gardel lo acompañaba Francisco Cuartas Posada, dueño de la
emisora, así como el locutor y el ídolo de las cocas-colas, Hernán Jiménez
Arias, que tocaba el piano de oído, y le cantó a Gardel. Éste como no lo
acompañaban sus guitarristas sino sus asesores, no quiso cantar a capela. Desde el balcón el cantor saludó al público.
Ambos acompañan a Gardel en una fotografía.
Jueves, 13 de junio.
Ese día se realizó una función que no estaba prevista, valía
sesenta centavos luneta y veinte centavos público general. Se presentó junto al
concierto de Gardel, la película Luces de Buenos Aires.
Ya en la noche desviaron la ruta para el descanso y se
fueron para Las Camelias. Gardel intuía esas palabras del explorador Richard
Francis Burton, que la única manera de conocer una ciudad era yendo a los
prostíbulos, ya que las putillas completan con su datos y chismes la historia
que faltaba. Francisco Posada y el locutor Hernán Jiménez, fueron los guías.
Las camelias, con su nombre literario, su lujuria y
fatalidad quedaba al borde de la carretera, por Aranjuez, salida de Medellín
hacia el norte. Sus casas coloniales y sus luces llamativas indicaban que ahí
era el ambiente, lucían su aspecto
inofensivo mientras adentro ocurrían las fiestas posibles en una ciudad
que había situado la zona del placer en los arrabales, pero Gardel y su
comitiva, no querían saber nada del arrabal amargo sino más bien escuchar y
disfrutar allí la melodía del arrabal, de esa ciudad que a las seis de la
tarde confinaba a muchos de sus
habitantes, en sus casas a rezar el
rosario, pero a esa misma hora despertaba la fauna nocturna de cantantes,
músicos, alcahuetes, celestinos, madamas, y, sobre todo, el eje central, el
punto de encuentro de ellas, sí, las pupilas, las prostitutas, o las putas o
las muchachas o las ninfas como se les, quiera decir que alegran la vida y la
noche.
Allí, según Hugo Bustillo, esta mujer, la Chola Caderona
legó a sus descendientes sus caderas de fuego. Es por eso que este apelativo
ajusta tres generaciones. Justa Puñal, entre su liguero, cargaba su arma desde
cuando conoció al Nene del Abasto en sus dominios bermejaleros. Y era cierto,
Carlitos Gardel siempre llevaba uno consigo. Desde que el Zorzal falleció,
empezó a encenderle veladoras. El día que la enterraron, entre el hábito carmelita,
la acompañaba, entre sus pechos, el consentido metal.
El viernes 14 de junio
Gardel se fue para Bogotá a continuar su gira con éxito. Uno
de sus acompañantes eres el chileno Celedonio Palacios Izquierdo, actor, que
administraba el Teatro Apolo en Barranquilla, y fue quien organizó la gira de
Gardel. Ellos se habían conocido en Venezuela durante los conciertos del
cantor. Hay una nota en Escáner cultural # 79, 2005 que anota, “Muchos años
después, el 23 de septiembre de 2004, fueron publicadas sus cartas enviadas a,
Diana, su esposa, entre los días 10 y 21 de junio de 1935. En algunas de ellas,escribe Celedonio, eso sí no menciona a su otra compañía con la que comparte en
Barranquilla, Elisa P.
"Anoche Gardel
en el Teatro Apolo, trabajó por primera vez. Había más de 3 mil personas
oyéndolo. Fue un exitazo rotundo" (19 de junio de 1935).
"Hay que zafarse de Carlitos y su compañía. En este
momento que te escribo lo tengo al lado mío, dándome la lata, pues conociéndolo
de cerca, es el hombre más divertido y más ingenuo que uno pueda darse
cuenta" (21 de junio de 1935).
24 de junio
Gardel y sus
acompañantes habían regresado de Bogotá a Medellín, y se encontraban de
tránsito, en el aeródromo de viaje hacia Cali. Allí fue a saludarlo el cronista
policial Antonio Henao Gaviria. Él había asistido a dos de sus presentaciones
en el Circo España. También Había conocido al cantante en el mes de junio del
1935 en Nueva York cuando se presentó en el Teatro San José, entre la Quinta
Avenida y Lennox. Allí los asistentes le pidieron al cantor que bajara del
palco donde miraba con Le Pera la presentación de Luces de Buenos Aires, para
que los complaciera con Tomo y obligo. Henao Gaviria trabajaba en el periódico
bilingüe, El Gráfico, donde cubría noticias policiales y, además, en su tiempo
libre vendía libras de café con la promesa de devolver el importe si a alguno
de sus compradores no le gustaba el producto colombiano.
Ese día, el 24 de junio, Henao Gaviria fue al aeropuerto a
saludar al cantante, quien lo recordó: Che, eres un trotamundos, te veo acá en
Colombia. Hablaron poco. Allí se encontraban Corpas Moreno, Le Pera, Riverol,
Aguilar, Celedonio Palacios, Azzaf y Barbieri. Tomaban jaibol, adaptación de
High Ball, que era Ron Medellín con ginebra. El jaibol era, es, irresistible,
aun con dos tragos las feministas dejan su decálogo y se vuelven comprensivas.
Es considerado en Cuba el “bajateelblumen”, en la costa un “quitayoyo”, en
Medellín un “quitayin”. Pero a esa hora, doce del día, ellos bebían debido al
temor a viajar en avión. Además, de unas
cajas sacaban sanduches.
El mismo Henao no solo lo saludaría, sino que lo vería por
última vez, y, además, iniciaría algo nunca realizado en el país, trasmitir un
evento por radio. Las fotos del accidente las realizó Obando donde años antes
había trabajado Henao Gaviria en el gabinete del fotógrafo.
Hace unos años, en el Homero Manzi, durante una conferencia,
el escritor Juan José Hoyos refirió la indagación que realiza sobre los días de
Gardel en Medellín, aun esperamos su novela.
|
Francisco Cuartas, Carlos Gardel, Hernán Jiménez. |
Bibliografía:
—Velásquez Gallego, Francisco. Medellín
es noticia, Ed Palabra viva, Medellín, 2003.
—Zapata Restrepo, Miguel. Salto al
vacío. Secretaria de educación y cultura del departamento de Antioquia,
Medellín, 1979.
—Carriego, Argentino M. Carlos Gardel
50 años, No habrá más penas ni olvido. Ed Percepción, Medellín, 1985.
—Bustillo Naranjo, Hugo. Aranjuez, 50
años. L. Vieco e hijas, Medellín, 1997.
—Peicovich, Esteban. Vidas paralelas. Prensa 2, Buenos
Aires, 2013.
—El Colombiano, Medellín, 1935.