miércoles, 23 de noviembre de 2011

Música de Víctor Bustamante

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Música

Víctor Bustamante
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Por una sonata de Mozart
Por un lied de Schubert
Por una balada de Lennon o de Harrison
Qué daría por esa música.
Música que llega de las calles del puerto de Liverpool.
Música espigada desde las campiñas de Flandes
Música que llega de la capilla de Dresde, del capellmaister de Dresde
Música que acaricia los vientos de los Andes
Música que retorna del amor y el mar.
Música que revela la dulzura del corazón, mi dulce Señor,
Música que expresa también el Dies Irae, furioso Señor.
Violines de Brahms en las noches de Brahms.
Guitarra de Rodrigo que entrega el corazón y las cenizas de España.
Cítaras de Shankar que expresan el misterio del Ganges.
Oboes de Frescobaldi con el sueño medieval.
Música de los paseantes que encierran la ciudad en su puño
Para ti los bandoneones luteranos que recalaron en Buenos Aires,
y The thrill is gone de B.B. King con la memoria del blues en el Delta del Missisipi.
Para ti los tibios cobres de las papayeras al alba de un verano en las arenas de Arboletes
Para ti la música vegetal de los aguaceros de octubre
y el sonido del arpa de hierro que sale del corazón.
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Tango en la Pensión Primavera


El ruido monótono del ventilador
su hélice que no lleva a ningún lugar.
El tufo de tu boca
El programa de música en la emisora que no sabe a quien va.
Tu corsé de mujer cansada tirado en la inusual coqueta
El espejo que te repite sentada y desnuda mirando desde la ventana como en una tela de Edward Hopper.
Las sábanas sospechosamente limpias.
La pastilla de jabón y la toalla doblada, junto al rollo de papel higiénico.
Habría que saber donde quedaron las flores de plástico
así como los cuadros sórdidos cabalgando en las paredes.
Una llave gotea.
La mucama trae dos cervezas heladas
con la seriedad de saber que asiste a una ceremonia.
Detrás de las puertas cerradas los amantes despiden su soledad.
El sueño que aparece cuando me has vencido.
El afán de vestirte y la figura que te recobra.
En la calle los vagos miran curiosos a los amantes recién bañados con la conjetura de no participar en esa costumbre.
El ruido que vomita la tarde,
la tarde que vomita la noche y a los pasajeros del cuarto 405 compartido y tibio.
Y la noche serena
y el afán de regresar a no tener sueños,
a no tener sueños.

jueves, 17 de noviembre de 2011

UN BORRACHO MAMARRACHO AL LADO DE UN TRAGANÍQUEL DONDE SONABAN LAS QUEJAS DEL BANDONEÓN




...........................Amelie sin corazón y Yudi Rocha dos amantes del Tango en Medellín




UN BORRACHO MAMARRACHO AL LADO DE UN TRAGANÍQUEL
DONDE SONABAN LAS QUEJAS DEL BANDONEÓN




Rubén López Rodrigué




¡Nunca más vuelvo a beber! anunció Nelson Morales levantando el dedo. Lo dijo en voz alta y con su mirada rojiza desde la puerta del café de piso ajedrezado, mesas ovaladas y taburetes de metal. El traganíquel con su ranura insaciable esperaba órdenes metálicas para emitir las quejas del bandoneón y en especial la canción que a él tanto le gustaba. Al fondo estaban los billares, testigos mudos de sus bebetas interminables, y ante una mesa unos clientes que murmuraron: ¿Oyeron eso? No volverá a beber.
Al amanecer de aquel sábado Nelson había llegado a su hogar tambaleándose contra las paredes después de haber libado durante muchos días y bebiendo a sorbos lentos el hastío y la soledad. Luego de un pesado sueño se levantó al mediodía y con voz entrecortada y cara de burro arrepentido dio la señal de cambio: Mija, prepáreme un caldo de pollo porque nunca más volveré a beber.
Años antes lo había anunciado en casa de su hermano el alcalde Andrés Morales: El día que después de una borrachera pida un caldo de pollo, nunca más vuelvo a tomar trago. Lo sabían sus amigos, lo sabía su familia: que a pesar de ser un bebedor compulsivo al cabo cumplía lo que prometía. Mi marido dejará de beber, estoy segura de eso, caviló Rita ante la estufa mientras preparaba el caldo.
El día anterior Nelson Morales inició su última bebeta en la carnicería de Kiko Arcila. Unas dos horas más tarde salió hacia el café Isla de Capri y animado por la intención de reconciliarse con su mujer compró un pollo asado para meterlo amarrado a un palo por un postigo de la ventana que daba al cuarto matrimonial para que Rita le abriera la puerta cuando el sol todavía no madrugaba. Así lo había hecho en otras ocasiones. Fueron veinte días de farra sobre todo en el café Isla de Capri donde horas después de su última borrachera anunció su decisión de no beber más para enterrar las penas. Si antes buscaba echarle tierra a sus pesares, ahora sólo encontraba en la bebida una amarga fuente de indignidad. Siempre hacía recesos de tres semanas y a veces cuatro para volver a comenzar su ritual etílico alzando la copa.
Lo que esta vez hizo la diferencia fue el pedido a su esposa Rita para que le preparase un caldo de pollo, más unas palabras con que dominado por la pena expresó por vez primera su vergüenza de ser un canalla bebedor. Además cuando hizo la advertencia en el café que nunca más volvería a beber sus palabras nunca habían sido tan sinceras y convincentes, incluso estaban acompañadas de cierta actitud filosófica al levantar el índice como queriendo decir: Lo digo yo, un experto en pesares pero también en cumplir con su palabra. Esto lo distinguía de otros borrachines y gotereros que fingían ser sus amigos.
La noche del viernes en el café Isla de Capri, entre el aroma de aguardiente anisado y trocitos de queso y salchichón, fijó su mirada en una pintura de la pared que plasmaba un hombre con cara de angustia colgando de una rama que comenzaba a resquebrajarse, en el árbol una serpiente y un panal de abejas alborotado amenazaban atacarlo, en el suelo un tigre apoyaba las garras delanteras en el tronco y enfilaba una mirada feroz hacia el hombre, y al otro costado del árbol, en un lago, unos cocodrilos lo esperaban con las fauces abiertas. La pintura titulaba Un hombre en apuros.
En el traganíquel Nelson le echaba monedas a su canción preferida.
Hacia las diez de la noche sintió hervir las venas de la frente porque se sintió mal atendido. Cogió un taxi, pasó por la casa donde Rita lo esperaba en el balcón, le voleó la mano por la ventanilla y siguió su rumbo hacia una cantina donde no lo atendieron porque se había vuelto problemático para pagar y salió de allí con rabia diciendo: ¡Qué marranada! ¡Ojalá que después no les vendan aspirinas! Se le ocurrió visitar la casa de su hermano Andrés donde todos los fines de semana el alcalde se embriagaba con sus amigos.
Las bebas, el juego de póquer y las apuestas en las peleas de gallos lo dejaron en la ruina si bien ante los continuos reproches y cantaletas de su mujer manifestaba que las cartas, el licor y el jugarse en las galleras eran solo pasatiempos. Al final bebía solo y el dinero se fue esfumando en la Isla de Capri a la entrada del pabellón de carnes.
El sábado al pronunciar en el café «Nunca más vuelvo a beber» sus palabras sonaron justas y precisas, con un matiz de fuerza para el cantinero que tantos vales le hizo firmar y le mezclaba aguardiente con tapetusa, lo mismo que para las dos coperas que tantas veces lo habían atendido, no sin compadecerlo y cobrándole más de lo que debía, y para el garitero que por más de veinte años lo había ayudado a despertarse en la mesa, no sin antes meterle la mano al bolsillo, pero que la noche anterior se abstuvo de robarle porque Nelson Morales andaba muy prevenido, y después de acompañarlo a coger el taxi el garitero le dijo: Algún día se beberá su sangre ¡borracho mamarracho!
Nelson llegó al amanecer del sábado a su casa sin un peso en el bolsillo, sin el pollo asado porque en la cantina se lo había regalado a un menesteroso y sin el reloj de pulsera que le entregó al atracador de siempre que esa noche no tenía intenciones de asaltarlo. Rita sintió como una lengua de fuego que caía del cielo cuando el marido luego de dormir la borrachera le pidió al inicio de la tarde sabatina un caldo de pollo porque nunca más volvería a beber. Ella tenía razones de peso para estar feliz. Además de la ruina en que los había dejado el alcohol no eran de extrañar las murmuraciones: Esa es la mujer de un borracho. Ahí va el hijo de Nelson el alcohólico. Luego de pronunciar sus alentadoras palabras Nelson se dio un baño con estropajo, jabón de tierra y agua caliente como queriendo quitarse las manchas rojizas que su alma llena de culpas por lo no hecho en la vida le había dejado en la piel.
Mientras preparaba el caldo de pollo Rita pensaba en los estragos de la enfermedad alcohólica que su marido ¡por fin! aceptó como suya. Recordó que en un comienzo Nelson sólo bebía cerveza ~en sus iras ella la llamaba meados de caballo~ para luego pasar a algo más estimulante como el aguardiente, emborracharse hasta perder la conciencia, despertar aplastado sobre la mesa donde brillaba una copa vacía y afirmar que quería mucho a sus hijos y odiaba a su mujer. Pensó en la sabiduría del dicho que Nelson le restregaba en la cara cada vez que ella le echaba cantaleta: Escucha mujer. Quien tiene dolor, tiene su licor. Pero Rita, a quien le martillaba la preocupación porque su marido se relacionara más con el aguardiente que con ella misma, como si estuviera casado con la copa, evocó las palabras sinceras de su marido aquel sábado de fines de agosto y se sintió feliz de nuevo.
Al salir Nelson Morales de la alcoba oliendo a colonia lo esperaba su esposa en la mesa del comedor. Mientras sorbía con voracidad el caldo de pollo Rita lo observaba con unos ojos que irradiaban un mensaje solidario y esperanzador. Comprendía poco a poco la mirada de su mujer y eso le dio más fuerza a su decisión inquebrantable de eliminar de una vez y para siempre el hábito del licor. De repente el día se tornó frío y gris. Nelson se sintió sin aliento pero a pesar de ello terminó de tomar la sopa. En medio de un silencio polar se paró de la mesa cubierta con un mantel de flores y volvió a la cama a recostarse para seguir calmando la resaca.
Más tarde, un poco antes de las seis, al abrir la puerta de la calle, Rita le preguntó: ¿Va a salir? Sí, voy a salir, respondió con la voz apagada y una palidez nunca antes advertida en él. No olvide su promesa, dijo ella con una expresión de súplica. No la olvidaré. No dijo nada más. Calló para darle paso al silencio, su actitud más habitual. Salió esta vez sin ganas de dar un portazo; mas aquello que los labios silenciaba bailaba en las plantas de sus pies. A cinco cuadras estaba el café Isla de Capri. Fue entonces cuando llegó al lugar y al son de un tango al caer la tarde sabatina manifestó: ¡Nunca más vuelvo a beber!
Al instante tuvo un vómito de sangre y cayó sin vida al piso.



lunes, 14 de noviembre de 2011

La memoria del Tigre de Irene Nieto

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Certeza
Irene Nieto

No sé si es fin o si es comienzo.

Me invade la certeza de encontrarme

Con algo que he olvidado y me recuerda.



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La memoria del Tigre


de


Irene Nieto

Acaba de publicarse en Buenos Aires el primer libro de Irene Nieto, “La Memoria del Tigre”. Y no podemos dejar pasado este hecho ya que un libro es una botella que se arroja con sus poemas al mar el tiempo, donde será recogido por ese azar que es la lectura. De Irene sabemos que es una gran dama que ha tenido nexos fuertes con Medellín, que ha estado muy atenta a esa relación entre el tango de Buenos Aires y el de nuestra ciudad.
Aunque no hemos leído aun el libro, esta conversación es un anticipo, de la cercanía de ella con la literatura y de esa búsqueda personal que es la escritura hacia el interior de uno mismo y de la presencia con una ciudad amada, Buenos Aires.
Desde acá, desde Medellín, la acompañamos en esa pasión de la escritura, y de la poesía, que nos expresa.
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Víctor Bustamante: ¿Desde cuándo escribes?
Irene Nieto: Comencé a los 12 años

VB: ¿Es algo pasajero, algo secreto o una necesidad como nos pasa a todos?
IN: No es pasajero, tampoco secreto, es una forma de mirar la vida y de abordar mis sentimientos y mi visión del mundo. Desde muy chica leí y en realidad pienso que por ahí se comienza.
Mi madre era una gran lectora y yo leía siendo muy chica lo que ella iba dejando. Comencé en la primaria con Corazón a los 6 años. Los libros iban y venían. Mamá tenía una amiga francesa que compraba muchísimos y los iban compartiendo, además de los nuestros. Imagínate que siendo una niña leí la Iliada y la Odisea, a Erich María Remarque. Tuvimos muchísimos cuentos, los hermanos Grimm, la Bibliotheque Rose de París

VB: ¿Sobre qué empezaste escribiendo?
IN: Como todos los adolescentes: lo primero fue uno a grand mere, mi abuela, otro a los pobres niños ricos, y luego al amor. ¿Quien no?
Seguro que vos también.

VB: ¿En qué lugar de Buenos Aires vivían?
IN: Vivía en la provincia de Buenos Aires, en Vedia, una zona rural. Allí hice la primaria. En Junín hice el secundario en el Colegio Santa Unión de los Sagrados Corazones....largo no?
Era muy lindo pasar la infancia por ahí, apenas terminé el secundario me vine a la UBA. En ese tiempo escribí un poema que fue muy elogiado por un crítico literario de México que estuvo de paso. Yo era muy admiradora de Alfonsina Storni, y una amiga de ella que daba conferencias me pidió que le recitara los poemas, También hacía teatro

VB: ¿La conociste?
IN: A la amiga. A ella no murió antes. Conocí al hijo en la casa de Quinquela Martín.

VB: ¿Qué te gustaba de Alfonsina Storni?
IN: De ella recitaba todo. “ Tu me quieres pura...tu me quieres blanca”. Fue una mujer admirable. Me acuerdo de un poema que decía " quisiera esta tarde divina de octubre pasear por la orilla lejana del mar.. etc.” Era uno de mis preferidos

VB: Y de las hermanas Ocampo, de Victoria y de silvina, ¿las leíste?
IN: si, pero no mucho, y en el último tiempo menos, en realidad me acuerdo haber leído a Silvina más, pero era el tiempo en que entre al teatro y comencé a leer a Teennesse Williams sobre todo,

VB: ¿Y a María Elena Walsh la leíste?
IN: Sí, claro, era docente y les hacia cantar sus canciones a los chicos, además de leerla.

VB: Por aquí hay mucha admiración por Alejandra Pizarnik. ¿También te aproximaste a ella?
IN: Sí, Alejandra tenía una forma de escribir muy distinta a lo que fueron mis primeras lecturas. Ella coincidió luego con la época del surrealismo. Entrar a otro lenguaje a veces no es fácil. Leíamos bastante a los franceses: André Breton, Apollinaire. En fin, comenzamos a experimentar la escritura automática, y a la vez que conocíamos a Picasso y a Dalí, intentábamos unir los fragmentos del mundo de pos guerra. En ese tiempo escuché a Piazzolla por primera vez. Eran los años 60.

VB: No me has hablado de Borges ni de Cortázar.
IN: Pero están ahí por supuesto. Borges y “Rayuela” fueron una especie de eclosión. Sus cuentos me parecían de un ritmo increíble. Y Borges fue el que entró a mi vida en una época bastante difícil. Perdón te puse Borges en lugar de Cortazar, cuando hablo de ritmo en los cuentos me refiero a Cortázar.
El tema del ritmo en la prosa es algo que no se encuentra siempre, por lo menos en esa forma. Hace mucho que no lo releo

VB: ¿Por qué te decidiste por la poesía?
IN: Me acuerdo de haber ido a ver en los 70 un documental maravilloso que pasaron en la calle Corrientes. Era de el en Paris. Creo que la poesía tiene una capacidad de síntesis tal que te obliga a encontrarte con la esencia. Necesariamente tenés que ir sacando lo superfluo, unir lo conceptual y lo estético, lo bello y lo terrible.

VB: ¿Dónde has publicado poemas?
IN: Bueno, en realidad he vivido desparramando poemas en escuelas y en barrios, (te cuento que también me gusta mucho la poesía popular). Pero en cuanto a publicar viví dilatando el hecho, solo dos veces publiqué unas plaquetas, una hace unos diez años, la otra a los veinte años de la muerte de Borges. Siempre me preguntaban por qué no lo hacía y no encontraba la respuesta. Era como si no me importara, escribir es para mí una función vital y por lo tanto no le conferí tanta importancia al hecho de publicar.
Al ser docente corrían por mi cuenta discursos y poemas que por ahí se encuentran todavía en viejos cuadernos. Tengo muchos cuentos comenzados.

VB: ¿Cómo hiciste para tomar la decisión de publicar?
IN: Antes te cuento que hace unos años me robaron una maleta en la que traía el manuscrito de una novela ya terminada y un libro de poemas. No pude recuperarlos jamás.
Tuvo que ver con una decisión de orden, Fue como si me dijera, a ver....estos papeles siempre dando vueltas...ya no...El editor que me conoce hace mucho me ayudó a decidirme. Luego conocí al escritor que me hizo el prólogo, de la revista Proa y se interesó mucho en que publicara. Me dijo que lo que hacía era bueno y que debía sacarlo. .Creo que se conjugaron varias cosas como siempre que se toma una decisión. También el cierre de un largo ciclo. La perdida de la novela me afectó mucho. Fueron dos años de trabajo y no tenia copias.
En el mismo tiempo cambió mucho mi vida, me enfrenté a una soledad bastante dura con la marcha de mi hija. Como ser humano hubo muchas cosas que debí acomodar y resulté enriquecida. Sin sufrimiento no hay crecimiento, parece que es así.

VB: Dos pérdidas, la novela y la marcha de tu hija, ¿te llevan a afianzarte en la poesía?
IN: Más la muerte de mi tía más querida, es posible en ese mismo tiempo. Igual la poesía está en mi vida desde siempre; no creo que pueda dejarla, aunque la pintura es algo que amo también y pienso de a poco volver a intentar. Amo el color.
He terminado un libro de Elissagaray que se llama “Intersticios”. Son conversaciones con Aulicino el editor de la revista Ñ de Clarín. Es muy buen poeta!

VB: ¿Por qué titulaste tú libro “La memoria del tigre”?
IN: Porque la imagen de Borges diciendo en una entrevista, antes de su muerte, que el amarillo del tigre fue el último color que vio, me impresionó mucho en forma emotiva. Con el tiempo estando en Colombia enferma me hicieron un tratamiento de yodo radioactivo que me hizo mucho daño y casi quedo ciega entre otras cosas. En ese tiempo sentía una conexión muy grande con Borges, posiblemente por la experiencia de vida. Luego vine a Buenos Aires, y vivo a partir de eso frente a la Biblioteca Argentina para ciegos.

VB: ¿Qué temas tratas en el libro?
IN: A ver, no me es fácil decirte esto. Trataré de ser clara. Para mí el universo es vinculante. No existen partes separadas, solo fragmentamos cuando no entendemos, por lo que mi poesía abarca una forma de ver el mundo propio y el afuera haciendo de todo una cosmogonía. La unión de las cosas, de los sentimientos, de las ideas. En fin una mirada que guarda la memoria como la concibe o la concibió Campbell, entendiendo que los arquetipos funcionan como moldes de la conducta humana. Los mitos son parte de la existencia, vivimos ritualizando, dando vida a lo que imaginamos ,a lo que se mantiene atemporal.
Hay un punto quieto en el ser humano, la mutación la veo como aparente. Las circunstancias que nos movilizan van y vienen ,nos atraviesan y luego nos deja para que retornemos una vez mas a nuestro centro, o por lo menos lo intentemos.
Mi poesía tiene que ver con ese mundo
Soy un ser unido a otros seres, y cuando otra de las partes sufre sufro, decía Jung que a algo que se mueve en un extremo del mundo le responde un movimiento en el otro extremo. Carl Gustav Jung ha sido uno de mis favoritos en la lectura por entender la naturaleza humana.

VB: ¿Qué hay de Buenos Aires en tus poemas, recorda a Borges y sus caminatas por las calles?
IN: Pero no en este libro. Sí en los poemas de Homenaje a Borges "Buenos Aires te extraña" o el de homenaje en él que lo imagina transitando sus calles, en las biblioteca. Amo esta ciudad y su gente como decía Eladia. Siempre la veo renovarse, llena de misterios y de susurros. El poema que le hice a Almagro tiene mucho de histórico, pero también mucho de amor.

VB: ¿Qué es Almagro para ti?
IN: Fue el lugar donde anclé después de mucho sufrimiento. Encontré amigos que nunca me preguntaron nada que no quisiera decir. Me dejaron armar fiesta y me pidieron poemas. Qué más se puede pedir de un barrio? Hoy me piden que integre la Junta de Estudios Históricos, y yo me sorprendo porque hay gente mas dotada que yo para eso, pero me contestan que siempre estoy ahí para ellos
Se fue don Ariel Ramírez y otro vecino querido y plantamos jazmines y los recordamos para que nadie muera del todo ,no mientras estemos algunos transitando por estas veredas llenas de baldosas flojas y nos juntamos en el día del cumpleaños del barrio a recitarle y a hablar de su historia que es la de muchos, acá vivió Betinotti el payador, Berni el pintor ,Oscar Alemán el músico, Darienzo, Alfonsina. Venía Gardel a Las Violetas con Leguizamo. Y así hay una lista muy larga de gente que enalteció este barrio

VB: Esa parte es hermosa. Es la memoria, los lugares y las personas que la magnifican.
IN: Sí, así es. De todas formas cada lugar tiene su historia.

VB: ¿A quién le dedicaste tu libro?
IN: En la primera página escribí una dedicatoria general a mi familia y a los amigos de todos los tiempos. A todos los que transitaron y transitan por mi vida. Hay un solo poema dedicado a mi hija.
Por lo demás la lista sería larga y dejar de nombrar sonaría injusto. Los poemas de mi familia no están en este libro, quedan para el próximo, pero yo creo que yo tengo en mi misma una fuerte herencia materna a la que siempre rindo homenaje en lo que hago y digo. A mi madre, la admiré profundamente, ella me trasmitió demasiado diría. Qué hacer con todo eso fue lo que me tocó a mí.

VB: ¿Tu hija te ha leído?
IN: Sí, a veces le ha costado un poco entenderme, no he sido tan fácil sino más vale compleja. Pero ella y mis nietas están felices de que haya publicado. Y por supuesto les gusta oír que me elogien.
En realidad sí tengo que serte sincera, yo hablo bastante parecido a como escribo, solo que en los poemas por supuesto uso el lenguaje poético. Lo que no cambia es el enfoque, la forma de mirar la vida, y eso ellas lo saben

VB: ¿En la presentación de tu libro cómo te fue?
IN: Lo que más valoro es que la acción y las palabras coincidan con el pensamiento. Ser coherente y defender mis principios, muy bien, estuve rodeada de afecto y de palabras buenas

VB: ¿Y mucho vino y alegría?
IN: Algunos me emocionaron mucho. No mucho vino no, porque el local debía de ser entregado y habíamos estado de reunión literaria mas de lo pensado. Así que algunos nos fuimos a una pizzería y otros se fueron a sus cosas. Gabriel estuvo filmando y estaba recién llegado de Montevideo!
Eso no se lo hubiera pedido nunca pero es muy cariñoso y atento. Estuvieron varios amigos entre ellos Liliana(Tormenta). Algunos de muchos años de amistad. También unos cuantos españoles que estaban paseando en Buenos Aires y venían recomendados a verme

VB: Ah, eso es grato
IN: Mucho

VB: ¿Y cuándo lo leeremos aquí en Medellín?
IN: Pienso que mandaré libros con un muchachito colombiano que se va pronto o con sus padres que están viniendo en este mes, no sé. También podría mandar por correo

IN: ¿Qué tipo de poesía te gusta a vos?
VB: Amo a Borges, a Pavese, a Bukowski, los beat, los nadaístas, De Greiff entre otros.
IN: ¿En serio? tengo un libro de poesía italiana, traducido por Antonio Aliberti del que fui amiga Es bello, me encanta Dino Campana. Antonio era un personaje muy especial. En realidad era triste casi siempre, mejor dicho nostálgico. Me quedó material de él, bastante, lástima que he regalado mucho si no te lo pasaba. Era muy bueno sobre todo en los últimos años. Él dio taller en mi casa. Era muy buen traductor. El otro día estaba viendo una plaqueta que se hizo al año de su muerte la voy a buscar para poder pasarte algunos de sus poemas. Ganó el premio Pigmalion de Francia.
Te cuento que soy un poco polifacética. Un amigo pintor dice que soy una mezcla de percanta de arrabal y de dama de sociedad.
VB: Ah, el doble rostro de Jano.
IN: Sí !!!! Me río cuando me acuerdo

VB: Sobre el tango recuerda que hay una conversación aplazada hace años.
IN: No puedo decir, por ejemplo, me gusta D’arienzo, porque también me gusta Di Sarli y Pugliese y Troilo, me entendés. Tengo días de escuchar música folklórica y otros de tangos malevos y otros de tango canción.....y otros música brasilera o francesa o fados.
Olvidaba decirte que en a primera página de mi libro, puse una cita de De Greiff. Toda la música de la noche se refugia, y te arrulla con su vago susurro. Hace mucho Luciano Londoño me regaló un libro y conocí sus poemas. Me encantó, arriba puse uno de Coleridge. Ese que dice Y, ¿qué si soñaste? El de Coleridge, ¿lo recordas? Dice y que si en tu sueño soñaste? Y que si en tu sueño fuiste al cielo y allí cogiste una extraña y hermosa flor? Y que si al despertar la flor estaba en tu mano? Puse ese y la estrofa de León De Greiff. ¿No es hermoso?


domingo, 6 de noviembre de 2011

Escuela Mayor del Tango












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La Escuela Mayor del Tango
Víctor Bustamante


La Escuela Mayor del Tango, es uno de los lugares más hermosos para escuchar y bailar este género de música en Medellín, ya que posee su ambiente personal ideado por sus dueños José Gabriel Álvarez Natalia Arboleda.
Cuando digo lo anterior no es cumplido ya que cuando entramos a la salón obtenemos toda la magnificencia de un gran salón iluminado con lámparas desde lo alto del techo que dan cierta intimidad al salón.
Sí, la iluminación entrega ese estatus que siempre pedimos los que amamos el tango: algo de solemnidad, algo de intimidad que nos haga sentir lejos del mundanal ruido, y nos acerque a lo que debe ser otro concepto de aproximarnos al tango y vivirlo de nuevo.

Además, José Gabriel ha ido decorando el lugar son sus propias pinturas, lo que le da al salón un toque, tan personal, que es como si compartiéramos con él esa creación de lo que es su vida.
Aquí no esta la nostalgia de los cantantes de tangos inscritas en las paredes sino la presencia vital del tango, su esplendor total, su vivencia así como el baile de las milongas programadas.
Cinco de noviembre, hoy Hemos conversando con José Gabriel y Natalia, junto a Cecilia, en medio de la intimidad del salón de la Escuela Mayor del Tango, mientras unos bailarines repasan los pasos que Natalia les ha enseñado.
José Gabriel nos da la imagen de ser un espiritual del tango, una persona que lo vive y le entrega otro carácter. Ahora continúa Natalia sus pasos pausados en la pista, mientras un aprendiz la sigue.
Este sábado, hemos vivido el tango mientras suena algo duro: “Borracho con la melena revuela, la corbata floja y suelta… “. Así Medellín nos trae una bella sorpresa: el tango y su savoir vivre.