Carlos Gardel en Barranquilla
Víctor Bustamante
Desde
primero de junio se ambientaba la llegada de Carlos Gardel a Barranquilla; las
noticias aseveraban que al llegar daría el saludo para iniciar el partido de
fútbol entre panameños con barranquilleros. Pero el cantor llegaría con dos
días de retraso, debido a las atenciones finas y memorables, procuradas por el
presidente de Venezuela Juan Vicente Gómez. Como paradoja ambos morirían este
mismo año; Gardel en junio en Medellín y Juan Vicente Gómez en diciembre.
Desde Caracas, se afirmaba que Gardel había conocido allí a Celedonio Palacios, administrador del Teatro Apolo de Barranquilla, pero creo que esa amistad venía desde antes ya que Celedonio con celeridad, había comprado algunos terrenos en La Patagonia para el cantor. Como Celedonio Palacios era también admirador de Gardel lo contrató para una temporada en Barranquilla, y luego lo convencería y acompañaría por una gira en Colombia.
Del puerto de La Guaira en Venezuela, Gardel viajó hacia Puerto Colombia a bordo del vapor “Presidente Gómez” puesto a su disposición por el dictador venezolano, llegando en la madrugada del domingo 2 de junio de 1935. Atracaron en el largo muelle que había sido construido mar adentro por Francisco Javier Cisneros. Según Le Pera una multitud los esperaba. Hacía mucho calor y los áridos cerros que rodeaban el lugar tenían aspecto de incinerados. Más tarde se trasladaron a Barranquilla, el tren hizo el recorrido de 15 kilómetros hasta la Estación Montoya y desde allí, con su comitiva, el cantor llegó en auto al Hotel El Prado. Barranquilla, tórrida, ardía entre los turistas americanos y paisas que descollaban por los pasillos del hotel. El invierno comenzaba y añoraban las brisas, de modo que aprovecharon las noches para largos paseos, y las horas más calurosas del día la pasaban cerca de la piscina, en el hotel.
Gardel y su comitiva fueron al día siguiente en la tarde a La Voz de Barranquilla, en la esquina del Paseo Bolívar con la carrera 41. Era un 2 de junio de mucho ajetreo, luego de ser entrevistado durante más de diez minutos por un periodista acucioso, Sansón Vellojín, y escuchados por sus fanáticos y curiosos al disponer parlantes hacia la calle, luego, cantó desde el balcón para agradecer el entusiasmo con el que más de 500 personas lo aclamaban en la calle, a la salida de la emisora. Gardel, en el segundo piso, saludó a las personas con sus manos y su amplia sonrisa y , enseguida, complació al público con tres de sus tangos más poderosos: Volver y Mi Buenos Aires querido Cuesta abajo, luego. A las seis y cuarto tomó su automóvil, y al montar pidió que dejaran encendidas las luces interiores para que lo siguieran viendo. Muchas personas corrieron detrás de él hasta el Hotel del Prado. La voz de Barranquilla era la primera emisora comercial de Colombia, fundada en 1929 por el ingeniero radioeléctrico Elías Pellet Buitrago.
Esthercita Forero, recordaba aquel día cuando Carlos Gardel visitó los estudios de La Voz de Barranquilla, era una adolescente de 20 años y vivía en el barrio El Rosario, a unas 10 cuadras de la emisora, y al respecto dijo: “Al enterarme, corrí como una loca por hasta el callejón de Progreso hasta llegar al Paseo Bolívar, y ya unas jovencitas de la alta sociedad habían ingresado y le pedían con insistencia su autógrafo para su álbum. Me ayudó a entrar Sansón Vellojín, él me había avisado previamente de su presencia. Cuando estuve frente a Gardel Vellojín le dijo que yo cantaba, así que me invitó a asomarme al balcón cantando con él. Al finalizar me preguntó si no tenía cuaderno para firmar. Le dije que no, entonces estampó su firma en la palma de mi mano”.
En la fachada del Teatro Apolo, para una publicidad temprana, apostaron un aviso de color verde que iluminaba las noches de la calle Caracas (53), entrada al barrio El Prado, que en forma intermitente repetía: Gardel, Gardel, Gardel. El Teatro Apolo había sido construido por Alberto Osorio, quien fuera gobernador del departamento y se inauguró con la película El Zorro, con Douglas Fairbanks
Los promotores del evento en el Teatro Apolo enfatizaban en la presentación personal de Carlos Gardel, debido a que el Teatro Rex destacaba en avisos de prensa, un ciclo de películas: Luces de Buenos Aires y Tango en Broadway, dos diarias durante una semana, como una manera de calmar ‘la fiebre gardeliana’ que azotaba la ciudad y, además, para aprovechar su llegada con entradas a bajos precios.
El Rex fue construido por David Ferrero y administrado por Rafael Prudencio y Luis Carlos De la Espriella. Había sido inaugurado apenas medio año antes, el jueves 7 de febrero de 1935, con la proyección de “Seamos optimistas”, una película musical protagonizada por Shirley Temple. El diseño del teatro fue del arquitecto cubano Manuel Carrera quien también construyó otras edificaciones célebres de la ciudad como el edificio García, el edificio Scadta y la casa de Meira Delmar, entre otros.
Barranquilla estaba exultante por la llegada y la presentación, para el 4 y 5 de junio de 1935, de Carlos Gardel con sus guitarristas, Barbieri, Riverol y Alfredo Le Pera, compositor y letrista. Palcos, balcones, platea y galerías, toda una policromía de trajes desde el negro ceremonial para los caballeros, hasta los elegantes trajes rojos de algunas mujeres. Como el evento llamaba a la elegancia los hombres asistieron con saco y corbata y las señoras con sus mejores galas, entaconadas y medias veladas.
El Heraldo reseñó que lo de Gardel esa noche “fue una presentación fuera de todos los cálculos optimistas”. Las boletas para el espectáculo eran costosas: palco a 10 pesos; luneta numerada 1,66; palco de segunda fila 1,25; y 50 centavos, galería. Prohibían la entrada de niños menores de 10 años. Aun así, la venta de localidades, en el Teatro Apolo, se había realizado con entusiasmo y según los vaticinios, el día antes de la llegada de Gardel era complicado encontrar entradas, además se había vendido muchas localidades para la función del lunes. Al darse cuenta de que muchos se habían quedado sin boletas, en un gesto de simpatía, Gardel resolvió hacer dos presentaciones adicionales, con apreciable rebaja en los precios, sobre todo de palcos, que de diez pesos pasaron a costar sólo uno, mientras que para palco alto, 0,62 y galería, 0,32 centavos.
Barranquilla ya estaba lista para recibir y admirar a este popular cantor, al cual también se le decía, el Jilguero de las pampas. Ya muchas personas lo habían visto en algunas de sus películas, pero su simpatía la querían admirar desde otro punto de vista, en carne viva, personalmente.
El Caimán Sánchez estudiaba en el colegio Barranquilla, quería ser como Gardel. Le daba clases el maestro Biava, pero este lo sacó del grupo por no tener aptitud vocal. De tal manera, como el Caimán quería ser famoso se encaminó por los terrenos del Divino Zamora.
Desde el Hotel del Prado, en Barranquilla, Gardel le escribió una carta a su apoderado Armando Defino, contándole detalles de la gira. Decía: “La gira continúa con buen resultado económico, aunque ahora me ha tocado un país de moneda desvalorizada. Unas van maduras y otras… En Venezuela el resultado fue macanudo por la situación buenísima del bolívar y por la mayor importancia de las ciudades. Estuve una semana casi varado en Curazao debido a que el barco que debía llevarme a esta se atrasó cinco días. Los aproveché para dar una función popular (a más de cuatro otras a dos dólares la butaca) y para hacer una función doble en una isla petrolera cercana, Aruba, adonde fuimos en avión. Tanto Curazao como Aruba son islas holandesas. Sin embargo, todo el mundo me conoce allí y me quieren. Me llaman ‘el Patrón’. Hablan una mezcla rara de español y mis películas baten todos los récords. En Aruba me dieron por un día 900 dólares. De Barranquilla sigo en avión a Cartagena, Medellín y Bogotá. Estaré en esta ciudad alrededor del doce. Luego iré a Cali y por fin a Panamá. En Venezuela tiene una popularidad formidable el tango ‘Golondrinas’. Pero yo creo que con las músicas de ‘El día que me quieras’ todo el mundo boca abajo. Dice Le Pera que has hecho bien en registrar como podías las músicas que te mandó y que le alegra saber que has recibido los recortes. El mismo entusiasmo o más que habrás visto en esos recortes se advierten en todas partes y te prevengo que no es tarea fácil zafarse de empujones y entusiasmos excesivos. En Caracas fue el delirio”.
Unos años más tarde fue descubierta la correspondencia de Celedonio Palacios, revelando unas cartas que envió a su esposa, Diana, oriunda de Chubut, durante la gira por Colombia. “En el Apolo y el Real hemos estado un poco mal de entradas. La lluvia nos echó a perder la vespertina. Gardel en el Teatro Apolo trabajó por primera vez. Había más de 3 mil personas oyéndolo. Fue un exitazo rotundo”, cuenta Palacios en una misiva que escribió el 13 de junio de 1935.
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Bibliografía:
El Tiempo Bogotá
https://www.xn--lamaana-7za.uy/cultura/gardel-en-colombia/
Fotos antiguas de Barranquilla y Atlántico, la arenosa / Facebook
https://www.elheraldo.co/tendencias/2015/07/12/barranquilla-en-la-ruta-fatal-de-carlos-gardel/
2 comentarios:
Víctor, valioso escrito; muestra datos interesantes y los cuales alimentan los sucesos históricos de las giras gardelianas. Destacable la relación con Celedonio Palacios, el cual ya conocido en Buenos Aires
Una mirada que no conociamos sobre el máximo cantor..y además sorpendente qeu en Barranquilla les guste el tango. felicitaciones
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