domingo, 29 de junio de 2008

JULIO DE CARO







JULIO DE CARO

Jaime Jaramillo Panesso

Julio de Caro es un mojón fundamental en la historia del tango. A partir de su estilo y argumentación musical, rompió los cánones establecidos por la vieja guardia que hubo de darle nacimiento a un género que surgió para bailar, en manos de intérpretes y compositores de oído, llamados orejeros. De Caro destapa el papel de los músicos de escuela que conocen la técnica y la calidad artística. Por supuesto que ello le trae enfrentamientos con la escuela tradicionalista enmarcada en un formato tanguero que hoy todavía supervive.
Julio de Caro nace el 11 de diciembre de 1899 y muere el 11 de marzo de 1980. Descendiente de padres italianos con herencia cultural refinada, (primo del director de cine Vitorio de Sica) desde niño aprendió música, al igual que sus hermanos, algunos de los cuales lo acompañaron en su conjunto, como Francisco, pianista y compositor, y Emilio, violinista. Su padre, que aspiraba a un Julio como violinista de una orquesta sinfónica, lo expulsó del hogar cuando supo la determinación por el tango de su hijo. Este hecho fue contundente para sellar su ingreso al grupo de Juan Carlos Cobián y a recoger sus enseñanzas y sus músicos cuando Cobián se alejó en uno de sus innumerables viajes. Así emerge el sexteto de Julio de Caro en 1924. Pero Julio de Caro antes había tenido un recorrido juvenil con otros grandes como Arolas, Firpo y Fresedo. Entre los bandoneonistas que compartieron su amistad y dirección se encuentran los nombres admirados de Pedro Laurenz y Pedro Maffia.
Julio de Caro revoluciona el devenir del tango por la ejecución dúctil y polifacética, en especial a la hora de proyectar su sexteto. Su violín se caracterizó por los solos fraseados, solos que también realizaba el bandoneón y el piano, haciendo del tango un género con mayor énfasis en la originalidad y dominio instrumental y en el sesgo del oyente hacia la intimidad. Julio de Caro entronizó el violín corneta, un acople del instrumento con una bocina amplificadora del sonido que si bien lo deformaba, le permitía al ejecutante llegar a mayor público distante, en una época donde aún no existían los modernos sistemas de ensanchar los sonidos orquestales, incluida la voz humana.
El maestro Luis Adolfo Sierra dice de Julio de Caro: “Todo el desarrollo de la labor interpretativa de la orquesta de Julio de Caro se condensa en la consabida fórmula de que “el tango también es música”…..La escuela de Julio de Caro bifurca incuestionablemente todo el proceso posterior en dos corrientes irreconciliables desencontradas. Una, la corriente “evolucionista” inaugurada por Juan Carlos Cobián, Osvaldo Fresedo y Julio de Caro. La otra, la corriente “tradicional”, aferrada a las viejas formas de ejecución”.
Horacio Ferrer señala:” Creador indiscutido del estilo que involucró la primera transformación espiritual profunda, musicalmente progresista y estéticamente revolucionaria en las formas instrumentales del tango”.
El tema que consagra a Julio de Caro es Boedo, nombre que corresponde a una avenida y a un barrio de Buenos Aires, barrio al que canta también Homero Manzi. Otros temas de su autoría son Mala Junta, El Monito, Tierra Querida, Copacabana, Buen Amigo, Aníbal Troilo y Despedida. De Caro se ufanaba de haber sacado el tango de la imagen gauchesca que, orquestas y cantantes como Gardel, habían exportado con efectos comerciales y propagandísticos. Para Julio de Caro el tango había que vestirlo de frac. En efecto así lo hizo en el sentido amplio de la palabra, porque lo vistió de ciudadanía, “puso calor en su nido” y le dio color a la orquesta típica y, más tarde, a agrupaciones de cincuenta músicos con objetivos sinfónicos, no siempre aplaudidos por el público tanguero. De Caro es uno de los iniciadores, además, del movimiento gremial de los artistas argentinos en defensa de sus derechos de autor.

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Jaime Jaramillo Panesso es el Presidente Honorario de la
Academia Colombiana de Tango


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