domingo, 10 de abril de 2016

El Viejo Rincón Bomboná # 39-25



.. .. ..

El Viejo Rincón

Bomboná # 39-25

Víctor Bustamante

Es indudable que Gabriel Mejía es una presencia en el fútbol de la ciudad, y, por supuesto del país. Él no vivió la desventura del Manco Gutiérrez de vivir sus últimos días en una finca prestada o de Canocho Echeverri asesinado en Las Camelias o de Omar Orestes Corbatta habitando en el estadio de Racing o la tristeza de José Vicente Greco, que, luego de una pausa a sus triunfos como jugadores, terminaron con una vida signada por los fracasos o el luto del olvido que entrega la mala suerte y la muerte. Gabriel Mejía perdura no solo por su calidad como futbolista sino por algo desusado, cuando terminó su vida activa como jugador, enrumbó su camino por algo de lo cual ya estaba marcado, debido a su cercanía con los jugadores argentinos que llegaban a Medellín, los tangos. De esa manera se volvió un cantante de tangos en su café, el Viejo Rincón en Nueva York, y también ofició como cantor de tangos en la Casa Gardeliana.

Aquí en este lugar, el Viejo Rincón, nos encontramos con sus hermanos William, Toño, y Rodrigo este domingo de marzo. Todos unos amantes del buen tango, de sus vivencias y de su afinidad con el fútbol, pero sobre todo, por mantener la memoria de Gabriel Mejía. Por esa razón, aquí en las paredes podemos mirar las fotografías donde él perdura al lado de los grandes jugadores de fútbol, Pelé o Di Stéfano, en los diversos equipos el Medellín, sobre todo el Medellín, donde fue aclamado y de las jugadas con las que deleitó a su público. El gran Guillermo Hinestroza, que sí sabía de fútbol, afirmaba que una atajada de Gabriel Mejía era cosa seria por sus voladoras de palo a palo, ya fuera en el estadio municipal en Medellín o en Bogotá o en Cali, en Ecuador o Perú, porque Gabriel fue una presencia, y ahora lo es su memoria entre tangos y fútbol, esta tarde fría de domingo. No hay videos de él porque la tecnología trae ahora otras presencias pero sí hay fotos que evidencian su talento.

Mientras los bandoneones persisten y las pausas de los violines nos llevan a un tango con la voz de Floreal Ruiz que canta Déjame así, cada uno de sus hermanos lo recuerda con ese amor de él haber sido una gloria a la cual ellos le rinden tributo y no dejan que su presencia se pierda en Medellín, la ciudad que avasalla a sus personajes y tesoros culturales, deportivos y patrimoniales.

En el Viejo Rincón fluyen los tangos, junto a la memoria que entregan las fotografías, y así mismo se recupera esa asociación que existió entre el fútbol y la música ciudadana. El Viejo Rincón había sido creado en Nueva York por los hermanos Mejía en la década del 60 y luego lo trajeron para la ciudad.


Ahora en esta tarde mientras Bomboná pierde su tranquilidad por el ruido de los autos, y el tango es una presencia, Medellín se llena de esos lugares que le dan lustre. El Viejo Rincón es uno de ellos, ameno, cercano, amistoso, con el tamaño preciso para estar cercado y situado por las fotos de futbol desde una época, Eldorado, hasta estos años en que el fútbol ha cambiado de una manera ostensible y donde el tango perdura ante la sinuosidad de la música y sus meandros, pero aquí en este lugar hay un pedacito de cielo y noche. De noche y más tango, por supuesto. Ah, y de luna y más noche que expresan a Medellín.