martes, 8 de septiembre de 2009

Conversación con Orlando Ramírez Casas






BUENOS AIRES, PORTÓN DE MEDELLÍN
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libro que será presentado en
la Fiesta del Libro de Medellín por Luciano Londoño
Salón Poe, sep. 17 hora 5 y30
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Conversando
con
Orlando Ramírez Casas
Entrevista realizada por Víctor Bustamante

Medellín, junio 10/2009

Orlando Ramírez Casas es un jubilado que ocupa su tiempo, según dice, en “leer, oír música y escribir”. Nació en el Barrio Buenos Aires de la ciudad de Medellín cuando no se había disipado la nube atómica que dio fin a la segunda guerra mundial, y fue arrullado por el tango que sonaba en los billares de Eusebio en la esquina de su casa de la calle Martínez Pardo entre Botero Uribe y Mejía Peláez. “Eso es verdad”, dice, “pero no amaba el tango. Desde que tuve uso de razón lo asocié como música de borrachos, y me agriaba la boca del mismo modo que me la agriaban la cerveza o el aguardiente. Sólo aprendí a quererlo cuando me empecé a emborrachar”. Así lo cuenta en su libro “Buenos Aires, portón de Medellín”.

Víctor Bustamante: ¿Por qué “Portón de Medellín”?
Orlando Ramírez Casas: Porque era la puerta de entrada para los viajeros que llegaban desde el oriente antioqueño. Hasta el sol entraba primero por Buenos Aires, antes de arropar de lleno la ciudad; pero, además, porque si mi libro se titulara solamente “Buenos Aires” muchos pensarían que se refiere a la capital de Argentina. Era necesario hacer la precisión pero, en rigor, debo decir que el Buenos Aires argentino está presente a lo largo de las páginas de ese libro como una impronta ineludible. Fueron ellos los que nos legaron el tango que se ha pegado a nuestra piel como un tatuaje. En Colombia gusta el tango, no lo niego, pero en el Medellín que yo viví el tango era un agua de rosas cotidiano. Uno vivía bañado en él, uno vivía impregnado de su olor. Nosotros nacemos y morimos “en olor de tanguedad”.

VB.: Usted hace énfasis en que en otras partes del país gusta el tango, pero en Medellín se lo ama. ¿Eso es verdad?
ORC.: Dirán algunos, especialmente los puristas, que el tango ha perdido vigencia entre nosotros, esa vigencia que alguna vez tuvo. Ellos se quejan de que las nuevas generaciones no aman el tango que nosotros amamos, ni con la misma intensidad. Eso es cierto sólo en parte, pero me sorprende ver la cantidad de niños que se interesan por aprender a bailar tango, y me agrada ver que a sitios como el Salón Málaga o la Corporación de Tango Homero Manzi va mucho joven y van, eso se puede ver, no por una curiosidad ocasional sino por el disfrute de esa música que los atrae. Les he preguntado de dónde les viene el gusto por ese ritmo e, invariablemente, aluden a que lo escucharon en la casa “desde antes de nacer”. Es un hecho que hay cosas que se maman desde la cuna, y el tango nos llega transmitido en la leche materna. No somos pocos los que así opinamos. Hay entre nosotros cantidad de conocedores de aquellos que don Rodrigo Pareja denomina “tangueros de ley” que no hacen alarde ni son de reconocimiento público, pero sus amigos cercanos saben que saben. Son aquellos que oyen un disco e identifican el título, el autor de la letra y el compositor de la música, la orquesta, el año en que fue grabado. Son expertos. En otras partes del país también hay coleccionistas que son expertos como los que acabo de describir, pero por esos lados el tango no es un fenómeno ambiental. No es la neblina que cobija al grueso del público que prefiere otras músicas. En los lugares en que yo he residido (Valledupar, Bucaramanga, Cúcuta), he sido un misionero del tango. He hablado del tango con pasión. He descubierto que le han puesto al tango el sambenito de ser “música triste, música para cabrones” porque tal cual se suicidó oyendo un tango, y lo descalifican por las mismas razones por las que yo lo descalificaba en mis comienzos, por cosas ajenas al tango. Qué culpa tiene el tango de que alguno se emborrache o algún otro se suicide. Claro que nunca he sabido de nadie que le vea el fondo a una botella o se dispare un tiro oyendo cantos gregorianos, pero eso sólo confirma que el tango se le mete a uno en el corazón y allí se enseñorea. Con los foráneos he tenido que empezar, pues, por enseñarles el significado de las palabras del lunfardo y explicarles “el argumento” del respectivo tango. Cuando lo entienden, les empieza a gustar. Antes no era que no les gustara, sino que no lo entendían, y uno no puede querer lo que no conoce.

VB.: Según eso, ¿No cree usted que el tango empuje a nadie por el barranco?
ORC: Yo no afirmaría tal cosa. Para mí el tango no es sólo tango. Incluye también las milongas y los valses. Todo aquello que me suene muy argentino aunque el tango, en rigor, no sea sólo argentino sino de los alrededores del Río de la Plata. No pocos tangos y tangueros no nacieron en Argentina sino en el Uruguay. No terminan de ponerse de acuerdo en si Gardel, tan argentino él toda su vida, nació en Francia o nació en Tacuarembó. Para mí la cosa no tiene importancia “porque no importa dónde se nace ni donde se muere sino donde se lucha”. El caso es que cuando yo, por asuntos de mi libro, regresé al barrio donde nací, al Buenos Aires de mis amores, no cesó de darme vueltas en la cabeza “Bajo un cielo de estrellas”, el vals que me repetía una y otra vez que “mucho tiempo después de alejarme, vuelvo al barrio que un día dejé; con el ansia de ver por sus calles, los viejos amigos y el viejo café… y hay una voz que me dice al oído: yo sé que has venido por ella, por ella”. Los puristas, en nuestras conversaciones de café, no cesan de aclararme que no se dice “los” viejos amigos sino “mis” viejos amigos; y no dice “y” el viejo café sino “el” viejo café, así con una pausa, como si tuviera unos puntos suspensivos. A mí esas cosas me tienen sin cuidado porque mi música es tal como yo la tengo en los oídos y no como los autores la escriben. En mis tiempos de bohemia en los cafés de Guayaquil (Patio del Tango, Bar Partenón, Grisel, Tarqui, Las Vegas, Kennedy, Puerto Nuevo, Armenonville, etc.) sentía una “traga maluca” o me inventaba un enamoramiento para poder vivir el tango con toda la gana. Entonces me sentaba en una mesa a ver pasar la muchacha que me gustaba, prendida del brazo de su novio. Era una tortura masoquista que alimentaba mi amor no correspondido. Yo la veía venir en la distancia y hacía la forma de que cuando pasara por el frente mío sonara “pare aquí, aquí chofer, que quiero llorar por su amor y en este lugar maldito la tengo que arrancar del corazón; es aquí donde la vi reírse de mi amor y mi amargura…” yo me sentía el protagonista de la película que yo mismo había armado y apuraba mi copa de dolor. Vistas las cosas así, desde la distancia, creo que el show estaba destinado a darle mejor sabor al aguardiente. Claro que muchos, con un revólver en la mano, alguna locura habrían cometido, pero un revólver no estaba entre mis amores. Los tangos sí. Ellos me salvaron la vida y me ayudaron a catalizar la pena.

VB.: “Pare aquí, chofer” ¿Cuál es la versión que más le gusta?
ORC.: Precisamente me gusta la que yo oía. Pero no recuerdo quién la canta ni hago comparaciones de si fulano la canta mejor que zutano. Creo que me gustan aquellas que escuché por primera vez, así no sean versiones originales.

VB.: Esa versión que por aquí se escuchó mucho es la de Oscar Larroca.
ORC.: Larroca marcó una época en Medellín desde que nos visitó en los años cincuenta con Alberto Podestá y Andrés Falgás. Yo era adolescente cuando se presentó a cantar en el Teatro Buenos Aires y en el Teatro Ayacucho. A mí me parecía mentira que ése que cantaba en las emisoras y cuya voz se oía en el radio de mi casa fuera “en cuerpo y alma”, en vivo y en directo, el mismo señor que hacía su entrada al teatro. Los muchachos lo veíamos desde la acera porque de tener con qué comprar boleta, nada de nada. Pero sus tangos los teníamos metidos en el alma, y aquél de Falgás que decía “Tibio está el pañuelo todavía que tu adiós me repetía desde el muelle de las sombras” que fue usado como cortina promocional en las emisoras para anunciar la venida de esos cantantes, quedó indeleblemente marcado en el corazón.

VB.: Usted alardea de que no es un tanguero conocedor, ¿De veras no es? Sus amigos dicen que algo sabe sobre el tema.
ORC.: No sé. Tal vez sé menos de lo que me atribuyen, y más de lo que me reconozco a mí mismo. Lo cierto es que soy un tanguero del montón, de aquellos a los que no interesa sino oír la música y disfrutarla, sin pasarla por la disección de un microscopio. Pertenezo a esa inmensa mayoría, a esa masa anónima de los que gustan de la cosa por gustarles. Pasa como con la comida: soy incapaz de freír un huevo, pero sé disfrutar el sabor de una tortilla.

VB.: Yo hubiera jurado que usted es gardeliano a rajatabla. Tiene cara de serlo.
ORC.: Me gustan las canciones de Gardel, más de lo que yo hubiera pensado, pero no soy estrictamente gardeliano. Para empezar, de Gardel conozco apenas las más reconocidas: Mano a mano, Cuesta abajo, El día que me quieras, Soledad… que era la que seguía a “Pare aquí, chofer” en el piano del Partenón (“Yo no quiero que nadie a mí me diga que de tu dulce vida vos ya me has arrancado”). Esa ameritaba otro aguardiente sin pasante, así tres minutos antes me hubiera tomado uno. De la trilogía primera, Gustavo “Mota” Múnera era Gardeliano y mi primo José “Chepe” Ramírez era magaldiano; yo era corsiniano. Nada de qué quejarse en nuestra mesa en donde se pedía para todos los gustos (aguardiente, cerveza y ron). Al Cuesta abajo gardeliano que pedía “Mota”, le seguía El Afilador magaldiano que pedía “Chepe” y luego sonaba el “No te apures, Carablanca” corsiniano que pedía yo, lo que ameritaba otro aguardiente; y luego venía “Sombras” con su otro aguardiente, y luego “El Adiós” con otro. Yo era corsiniano, pero también me encantaba Alberto Gómez. No dejaba de pedir “Noche de abril”, no dejaba de medir con el segundero de mi reloj los segundos que duraba el cantor sosteniendo la nota, y no dejaba de contarles a mis contertulios la historia de que Alberto Gómez grabó ese disco para demostrar la potencia de sus pulmones y que no estaba tísico. Esa historia se la sabían de memoria, pero yo la repetía como si al repetirla alimentara la magia de ese mito que no sé si sea verdad, pero le agregaba sabor a la melodía. “¡Ése es mucho verraco!, Niña, tráiganos otra tanda, por favor”. Y oíamos a Armando Moreno cantar “Vieja, una duda cruel me aqueja y es más fuerte que la reja que me sirve de prisión” como si acabáramos de ser liberados y tuviéramos marcas de grilletes en los tobillos. Tal vez ese fuera el secreto: oír los tangos calzándose las botas como si uno fuera el protagonista. Un diciembre, mientras palpaba el papel de regalo que envolvía unos pantalones que la mesera me había dado de aguinaldo navideño, nos envió el dueño del café una botella de aguardiente a la mesa, con un moño azul y una tarjeta de Feliz Navidad. Fue allí cuando descubrimos que estábamos subidos “en el bus que no era” y tuvimos que rebajarle el ritmo a la bohemia, una bohemia a la que habíamos entregado una parte importante de nuestras vidas “Trasnochando como todo calavera que no ve lo que le espera que no sabe donde va. Trasnochando conocí la mujer que vos sabés. No quisiera repetir lo que anoche te conté. Todo, todo, lo perdí, sólo de ella conservé esa foto que está allí y que ya no quiero ver”. Se cerró así ese capítulo.

VB.: ¿De eso habla en su libro?
ORC.: No exactamente, porque el tema de mi libro es el Barrio Buenos Aires, y esos aconteceres pertenecen a la bohemia guayaquilera, pero el tango está presente en mi libro a través de sus páginas desde el preámbulo hasta el epílogo. Mi libro es un libro escrito con “Aire de Tango” para aplicarle el título de la novela de Mejía Vallejo.

VB.: ¿Por qué el tango y no el bolero o cualquier otro ritmo?
ORC.: Porque el tango ha presidido mi vida. También los otros ritmos, pero el tango lo ha sido de manera principal. Y porque el tango era el ritmo por excelencia en las calles de Buenos Aires de los años cincuenta del siglo pasado, cuando vivimos los años de la niñez y la adolescencia, años que marcan los gustos en la vida de una persona. Los gustos y las amistades. Muchas amistades que se cocinaron con ese Aire de Tango siguen siendo mis amigos cincuenta años después,

VB.: ¿Y se le midió a hablar de tango en su libro, a sabiendas de que los puristas no aceptan que le cambie la letra a los tangos, o los corrija? ¿O es que no introduce letras de tangos?
ORC.: Sí lo hago, amparado un poco en la licencia de la libre interpretación, aunque algunos no se dejen mejorar. Tal el caso del “dequeísmo” que es notorio en dos o tres tangos: La abandoné y no sabía “de” que la estaba queriendo, es uno; Yuyo Brujo: Nunca digas “de” que no me quieres. Sin lágrimas: Qué importa “de” que otro tenga tus encantos. A mis oídos ese dequeísmo les molesta y si tuviera que citarlos en mi libro acudiría a alguna fórmula sustitutiva para no “dequear”. Precisamente acabo de mencionar el tango Trasnochando. Si alguien abandona la fila que va a entrar al teatro y al regresar pregunta si iba delante o detrás del de camisa roja, evidentemente ése no sabe “donde va” dentro de la fila. Pero el que vaga sin rumbo y sin destino determinado, que no sabe hacia dónde se dirige, ése no sabe “adonde va”. Si en el manuscrito o facsimil de la letra del autor aparece “donde”, en mi concepto se le debe corregir y poner “adonde”, que fue lo que yo hice con la letra que encontré en Internet, esa utilísima herramienta a menudo tan equivocada Trasnochando como todo calavera que no ve lo que le espera que no sabe “adonde” va. Esa es mi teoría y esa teoría es rechazada por algunos “cuya voz respeto, pero no comparto”.

VB.: ¿Usted parece entonces ir en contravía de los puristas?
ORC.: Es un contrasentido. A mi manera soy un purista que defiendo a rajatabla “el verdadero sentido” de lo que se quiere decir; o, como dicen los juristas, para mí es más importante “el espíritu” de la ley que la literalidad. Cuento de nunca acabar.

VB.: ¿Si fuera músico, le gustaría componer un tango?
ORC.: Claro que sí, pero dudo de que pudiera hacerlo. Tengo la impresión de que todos los tangos ya han sido escritos. Uno no escribe tangos sobre paisajes sino sobre amores y desamores y en eso no hay nada nuevo.


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ORLANDO RAMÍREZ CASAS,
UN CONVERSADOR QUE ESCRIBE

VB: ¿Por que escribió un texto sobre Buenos Aires?
ORC: Soy un afortunado que quiso escribir sobre el barrio donde nació, y resultó ser un barrio con raigambre histórica. Pocos barrios tienen tanto qué ofrecerle a los moradores que quieran escribir sobre lo suyo.

VB: ¿Qué matices recuerdas en el barrio?
ORC: A pesar de que había pobreza en el mundo que me rodeaba, en mi niñez no conocíamos los tugurios, ni se hacían patentes los desplazados. Había ricos, y era notoria la opulencia con que vivían, comparada con las posibilidades que teníamos nosotros, pero no había tanto derroche como llegamos a conocer cuando hizo su aparición la narcoemergencia que se fue a buscar las lomas del poblado, e hicieron su aparición los desplazados que vinieron a vivir en tugurios en las faldas del cerro Pan de Azúcar. Creo que soy testigo del paso de los tres estratos tradicionales: Pobres, ricos, y de clase media o “acomodada”; al de seis estratos, tirando a siete. Esas diferencias económicas marcaban comportamientos culturales derivados de las oportunidades de estudio y de trabajo, y de la educación recibida en casa porque, como dicen, “hay cosas que se maman desde la cuna”.

VB: ¿Por qué te enamora la tesis de que allí nació Medellín?
ORC: Mi libro ya había encontrado camino de publicación cuando leí el libro “Miscelánea sobre la historia, usos y costumbres de Medellín”, escrito por el Dr. Alberto Bernal Nicholls, en el que expone esa tesis de manera bien documentada que se apoya en don Marco Fidel Suárez, en el Dr. Manuel Uribe Ángel y en el cronista de Indias Juan Bautista Sardella. Me pareció incontrovertible y busqué por Internet y en las bibliotecas algún trabajo que desvirtuara esa tesis, pero no lo encontré. Dándola como cierta, la conclusión es un hecho relevante: Medellín nació en la Vuelta de Guayabal en La Toma, y ese lugar hace parte de lo que era Buenos Aires a finales del siglo XIX. Eso va en contravía de lo que se ha creído por cuenta de un historiador que cometió un error de apreciación y unos colegas suyos que “se dedicaron a copiarse unos a otros”, pero yo no iba a desaprovechar la oportunidad de resaltar que fue allí donde nació Medellín.

VB: Háblanos de personajes del barrio, de lugares…
ORC: Son tantos los personajes de la vida de Medellín que tienen que ver con el barrio, que remito a los lectores a mi libro. Baste saber que en él vivieron el General Pedro Justo Berrío y su hijo el General Pedro José, ambos gobernadores. Que allí vivieron músicos de la talla del maestro Carlos Vieco. Magnates como don Carlos Coriolano Amador y don Pepe Sierra. Allí hizo méritos don Marco Fidel Suárez, en la batalla de El Cuchillón, para ser ascendido a teniente. La historia de la Puerta Inglesa, importada a lomo de mulas; la de la iglesia y el castillo de los Botero; las de los cerros, hacen parte de la microhistoria del barrio. Sólo hablar de la quebrada Santa Elena da para muchas cuartillas no digo ya de Buenos Aires sino de la ciudad.

VB: ¿Qué es el barrio Buenos Aires en la actualidad, qué lugares frecuentas y qué otros secretos lo hacen vital para quienes vivimos al otro lado del río?
ORC: Dos cosas se mezclan en un lugar: tiempo y espacio. En Buenos Aires el espacio ya no es el mismo: el urbanismo ha venido cambiándolo y los referentes arquitectónicos han venido desapareciendo. El Buenos Aires del pasado no se reconoce en el de hoy. Y en cuanto al tiempo, cada generación vive un tiempo diferente. Lejos están los tiempos en que los soldados de la guerra civil en la hacienda de El Cuchillón se enfrascaron en la llamada batalla de las libras de dulce a tirarse con libras de panela. Lejos están los tiempos de nuestra niñez de pantalón corto. El modus vivendi de los muchachos de hoy dista años del nuestro, del de nuestros padres, del de nuestros abuelos que conocieron la lujosa casa del maestro Efe Gómez antes de que la convirtieran en cambiadero de aceites y fritanguería de chunchulla. Del Bar Astral no queda sino el aviso y el local está próximo a ser demolido. Del bar El Sol de Oriente quedan el aviso y dos puertas, y la esquina fue convertida en licorera junto con otros locales comerciales. Para ser sinceros, ya no me gusta ir porque me da nostalgia de lo que se fue para no regresar.

VB:¿Cómo fuiste construyendo el libro, lugares, entrevistas, otros textos de consulta?
ORC: El primer esbozo lo hice entre marzo y junio de 2005 y constaba de 22 capítulos que luego reagrupé en 14. Fluyó de manera natural a base de recuerdos y de datos aportados por todo aquel al que tenía la oportunidad de comentarle mi proyecto. Luego me entrevisté con don Daniel Posada, un hombre de 92 años que me dio información y me hizo aclaraciones en los seis meses que compartimos antes de él morir. Muchos octogenarios y nonagenarios me aportaron información y muchas personas de todas las edades en un tema que se me volvió obsesión al punto de identificarme con frecuencia, cuando llamaba a pedir verificación de algún dato, como “Orlando Ramírez, el del libro sobre el barrio Buenos Aires”. En algún momento en estos años empecé a recorrerlo a pie, tal como lo hice muchas veces de niño, y sin darme cuenta empezaba en la Plaza de Flórez o la Vuelta de Guayabal, subía a Miraflores y bajaba por La Milagrosa. Ese recorrido lo hice unas cuatro o cinco veces, dos de ellas en sesiones de fotografía para identificar lugares y ángulos de interés y para reconocer callejuelas de las que me hablaban pero yo no tenía claras en la memoria. En estos cuatro o cinco años que llevo en la tarea, todo libro que contuviera alguna mención al barrio llamaba mi atención. Cualquier cabo que en Internet me guiara a complementar la información era seguido por mí de manera obsesiva. El libro se fue engrosando y pasó de 240 páginas en los borradores de las primeras versiones a 560 en el borrador final. El trabajo de diseño y redistribución de espacios lo redujo a 502 páginas, que no son pocas, pero no fui capaz de cercenarle renglones al anecdotario menudo, ni de sacrificarlos en la historia marginal que sirve de contexto para entender sucederes puntuales de nuestro territorio.
VB: ¿Por qué colocas un epígrafe de tango en cada capitulo?
ORC: No sólo de tangos vive el hombre, también hay bambucos y otros ritmos o textos, pero sí, el tango es el príncipe reinante en el universo de los gustos musicales de mi vida. Como cosa curiosa, no tengo un epígrafe de boleros, el otro ritmo que ha marcado mi camino.

VB: ¿Quién es Orlando Ramírez Casas?
ORC: Difícil pregunta para uno responderse, pues el Orlando Ramírez que yo veo con seguridad es distinto del que ven los demás. Algunos megalómanos habrá que se vean mejor de lo que son, pero yo pertenezco a la clase de los que tendemos a subestimarnos y los amigos nos ven mejores de lo que nos vemos. Espero que yo esté tan equivocado al juzgarme, en mi exigencia; como lo estén mis amigos al hacerlo, en su benevolencia. Quisiera creer que soy un buen tipo, pero no sé si todos puedan decir de mí lo mismo.

VB: ¿Desde cuándo escribe Orlando Ramírez Casas?
ORC: Hay algo relacionado con el destino. Crecí con mis padres, tía y abuela, y no eran lectores. No hubo en mi niñez una biblioteca que me estimulara ni hubo un ejemplo en tal sentido. La lectura y la escritura están relacionadas. Pero fui el hijo mayor y centro de atracción en la familia. Es posible que alguna frase infantil fuera calificada de ingeniosa y admirada, despertándome el deseo de agradar. Se dijo entonces que yo había heredado la inteligencia de mi fallecido tío Antonio que era poeta, y que los dos teníamos la vena literaria del primo Ñito. Alardeaba la abuela de parentescos con el primo Ñito Restrepo y la Restrepería. No sé qué haya en la carga genética que uno trae que lo impulsa a escribir y le hace tomar amor por la lectura, así como hay quienes nacen predispuestos para ser futbolistas o ciclistas, o predispuestos para ser músicos o pintores. En mi caso, y desde pequeño, tuve claro que lo mío era escribir. Sin embargo no estudié literatura ni me desempeñé laboralmente en el área. Tuve que esperar a la jubilación para disponer de tiempo para esa tarea. Lo que sí recuerdo es que fui uno más acometido por el síndrome de Gutiérrez González: “Todos cantamos en la edad primera”; y cometí versos que hoy me avergüenzarían pero me prepararon para que después fuera buscado por los amigos en el papel de “secretario de los amantes” y por jefes y compañeros de trabajo para que redactara cartas y memoriales. Tardé tiempo en entender que una cosa es la redacción comercial y otra la escritura literaria. Es algo que vine a aprender en los talleres de escritura.

VB: ¿Qué has publicado antes?
ORC: Precisamente hice mis primeros pinos publicando de mi propio bolsillo “En Altavista se acaba Medellín”, sobre el barrio al que llegué de postadolescente y del que salí casado. Una experiencia interesante y necesaria que, a la luz de lo que he aprendido en los talleres, tendría que reescribir para sacarla de la categoría de bitácora personal. El libro sobre el lugar donde nací y pasé los primeros años, “Buenos Aires, portón de Medellín”, le debe mucho a esa experiencia y a dos o tres textos que me han publicado en revistas y en la antología “Obra diversa” del taller de escritores de la Biblioteca Pública Piloto.

VB: ¿Cuáles son sus preferencias literarias y por qué?
ORC: Me inclino por la narrativa y la novela. También el cuento, y algo de poesía. Y la escritura de mi libro me ha hecho interesarme por el género de la crónica urbana. Antes leía lo que caía en mis manos, pero me he vuelto selectivo. Tal vez sea la conciencia de que no me alcanzará la vida para leer todo lo que tengo por leer. Soy avaro con mi tiempo y paso de largo por la literatura inmediatista de semáforo, que algunos guasones dicen que no es literatura. Exageran. Creo que mucho se aprende con la lectura de experiencias vividas por los demás. Sólo que a mí se me va terminando el tiempo y tengo que dejar esa lectura a otros.

VB: Te encaminas por la historia, ¿Acaso por no dejar que la memoria del barrio se pierda?
ORC: Quisiera creer eso, pero no es cierto. Empecé escribiendo la historia de Buenos Aires como un juego de contar anécdotas de calle y esquina, y registrar nombres que rondan la niñez. Después aparecieron referencias a personalidades relacionadas con el barrio, y creí conveniente mencionarlas. Luego hizo su aparición la historia para apoderarse del protagonismo y dejar el anecdotario como decorado. El componente histórico es lo más relevante de mi libro, pero no fue ese mi propósito inicial.

VB: ¿Qué tanto tango hay en Buenos Aires, lugares, barras de amigos, coleccionistas?
ORC: Nací 10 años después de la muerte de Gardel. El tango era furor y se respiraba en cada esquina. Aunque no con la misma intensidad, aún lo es. Las barras (del Apagón, del Chispero, del Paraguay, de Cuatro Esquinas, etc.) generalmente estaban asociadas a algún café de esquina y, como consecuencia natural, a una embriaguez de tangos. Coleccionistas hay, pero no asociados particularmente a mi barra. Aunque debo mencionar que fue Rodrigo Arias quien nos enseñó a gustar del tango, cuando yo lo rechazaba por considerarlo música de borrachos. Con el tango me empecé a emborrachar. No voy a hacer un inventario de los muchísimos cafés que molían tangos en sus traganíqueles (en el libro aparecen), pero sí agrego a los ya mencionados del Bar Astral y el Sol de Oriente que nos tocó vivir, los del puente de la Toma que trasegaron otros tangueros, los del Cambray y La Milagrosa, y en este tiempo de comienzos del siglo XXI el Homero Manzi, donde todavía vamos a dar pábulo a nuestra nostalgia tanguera.

VB: ¿Cómo ves el tango en Medellín?
ORC: Hay tres grupos de tangueros, a mi parecer. Uno es la gran masa de gustadores del tango porque sí, simplemente, sin meterse en honduras de análisis y cosas de esas. Otro es el de los que presumen de saber de tango y pontifican, aportan datos, mantienen viva la llama del amor por ese ritmo. Son muchos. Y hay un tercero de número más bien escaso que es el que Rodrigo Pareja denomina “tangueros de ley”. Son la Biblia en el asunto. Yo pertenezco al primero, aunque algunos por bocón tratan de clasificarme en el segundo, pero me falta “pelo pal moño”. Tengo amigos en el tercer grupo, pero me quito el sombrero ante ellos y ni por asomo se me ocurriría abrir la boca en su presencia. Ante un Luciano Londoño o un Jesús Vallejo Mejía, como decía mi abuela, “mejor callar que locamente hablar”.

VB: ¿Qué significa publicar un libro después de tanto esfuerzo?
ORC: Decía a alguno que yo no sé si alguien se acostumbre a publicar libros y ya no sienta nada con la aparición de uno nuevo. He leído que el maestro Otto Morales Benítez ha publicado más de cien. Yo no sé si uno se acostumbre. El primero que publiqué “En Altavista se acaba Medellín” fue casi vergonzante, pero lo hice con mucho amor y esperé mucho de él. No me dio tanto. Aunque sí, fue gracias a él que pude colgarme el sombrero de “escritor”, escritor malo, pero escritor al fin y al cabo. Eso me ha abierto muchas puertas. Con este de Buenos Aires he recibido reconocimientos y la íntima satisfacción del trabajo bien hecho. Con todos los defectos que pueda tener (sé que los tiene) soy consciente de que es un trabajo bien hecho. Me dolía quedarme con él entre un cajón o dejarlo sólo para el disfrute de mis amigos. La satisfacción que siento de saber que estará al alcance de muchos lectores en general, y de los habitantes del barrio en particular, es grande.

VB: Volviendo a la primera pregunta. Para tus amigos, ¿Quién es Orlando Ramírez Casas?
ORC: Habría qué preguntarles a ellos. Pero tal vez lo que más me caracteriza es mi afición a conversar. De adolescente podía pasarme horas parado en una esquina hablando de lo habido y por haber. Hoy haría lo mismo, sentado en una mesa de café. Creo que “Buenos Aires, portón de Medellín” es una larga conversación, y haberlo escrito en ese estilo me facilitó un camino que de otro modo me habría resultado pedregoso.

Medellín, septiembre 2 de 2009

miércoles, 15 de julio de 2009

“El tango y Gardel en la obra de Gabriel García Márquez”



El tango y Gardel
en
la obra
de
Gabriel García Márquez”

Luciano Londoño López

El colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura 1982, siempre ha manifestado su amor a la Argentina y así lo ha expresado en varias entrevistas. El 16 de septiembre de 2004 el periódico La Nación reprodujo un cable de la agencia EFE, titulado “García Márquez y su amor por la Argentina”. En esa ocasión el escritor dijo: "En cuanto a la Argentina, es el país que más amo y ya tendré oportunidad de ir. Yo me siento un invitado permanente de la Real Academia y del Instituto Cervantes. (…)".
Esta admiración por Argentina y sus manifestaciones culturales se deja entrever también en “Vivir para contarla” (Editorial Norma, Bogotá, 2002) cuando dice:
Página 137: “En todo caso, el eje de nuestras vidas era la librería Mundo, (…) Germán, Álvaro y Alfonso fueron sus asesores en los pedidos de libros, sobre todo en las novedades de Buenos Aires, cuyos editores habían empezado a traducir, imprimir y distribuir en masa las novedades literarias de todo el mundo después de la guerra mundial. Gracias a ellos podíamos leer a tiempo los libros que de otro modo no habrían llegado a la ciudad. (…)”

Página 293: “(…) En las tardes libres, en vez de trabajar para vivir, me quedaba leyendo en mi cuarto o en los cafés que lo permitían. Eran libros (…), recién traducidos e impresos en Buenos Aires después de la larga veda editorial de la segunda guerra europea. Así descubrí para mi suerte a los ya muy descubiertos Jorge Luis Borges, D. H. Lawrence y Aldous Huxley, a Graham Greene y Chesterton, a William Irish y Katherine Mansfield y a muchos más”.

García Márquez igualmente ha hecho alusiones al tango y a Gardel, con lo cual confirma la importancia de éstos en Colombia, en particular, y en Latinoamérica, en general.

Estas menciones figuran en su ensayo “El argentino que se hizo querer de todos”, en sus notas periodísticas “Textos Costeños”, “Relato de un náufrago” y “Miguel Littin clandestino en Chile”, en sus memorias “Vivir para contarla” y en sus obras literarias “Doce cuentos peregrinos” y “El amor en los tiempos del cólera” y “Memoria de mis putas tristes”.

Las alusiones al tango y Gardel en la obra de García Márquez son las siguientes:
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EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
Ayudar tiene sus riesgos.
Esta novela de García Márquez salió a la venta en Colombia (Editorial La Oveja Negra) a comienzos de diciembre de 1985. Yo, Luciano Londoño López, la leí entre ese mismo día y el siguiente, pues había mucha expectativa con esta novela.
En mi afán de advertir al autor, y como aficionado al tango, envié una carta a varios medios, sobre el error cronológico que había cometido al mencionar a Gardel. Esa observación hizo que el Nobel, a los comedidos como yo, nos regañara en entrevista aparecida en febrero 23/1986, en el suplemento Lecturas Dominicales del periódico bogotano EL TIEMPO. En esa ocasión sobre la referencia a Gardel dijo García Márquez:
“…El libro apenas había aparecido cuando alguien me reprochó que por ahí aparece GARDEL en Colombia alrededor de 1914 y que eso es inexacto. Pero para mí esas cosas de historiadores no me interesan verdaderamente. Gardel es un ídolo enorme en Colombia, muy querido y venerado (…) y su fama empezó muy temprano. Quizás diez años después, pero eso no importa; no hay nada de malo en forzar un poco la historia y poner allí a Gardel”.

Gardel es mencionado en la novela “El amor en los tiempos del cólera”, así:

Página 261:
(…) De pronto, el médico cambió de tema de un modo abrupto.
-¿Le gusta la música?
“Lo tomó por sorpresa. En realidad, Florentino Ariza asistía a cuanto concierto o representación de ópera se daban en la ciudad, pero no se sentía capaz de sostener una conversación crítica o bien informada. Tenía la sangre dulce para la música de moda, sobre todo los valses sentimentales, cuya afinidad con los que él mismo hacía de adolescente, o con sus versos secretos, no era posible negar. Le bastaba con oírlos una vez de pasada, para que luego no hubiera poder de Dios que le sacara de la cabeza el hilo de la melodía durante noches enteras. Pero esa no sería una respuesta seria para una pregunta tan seria de un especialista.
-Me gusta Gardel -dijo.
El doctor Urbino lo entendió. “Ya veo -dijo-. Está de moda.”

VIVIR PARA CONTARLA
Páginas 116-117:
Hasta donde recuerdo, mi vocación por la música se reveló en esos años por la fascinación que me causaban los acordeoneros con sus canciones de caminantes (…). Sin embargo mi urgencia de cantar para sentirme vivo me la infundieron los tangos de Carlos Gardel, que contagiaron a medio mundo. Me hacia vestir como él, con sombrero de fieltro y bufanda de seda, y no necesitaba demasiadas súplicas para que soltara un tango a todo pecho. Hasta la mala mañana en que mi tía Mama me despertó con la noticia de que Gardel había muerto en el choque de dos aviones en Medellín. Meses antes yo había cantado «Cuesta abajo'' en una velada de beneficiencia, acompañado por las hermanas Echeverri, bogotanas puras, que eran maestras de maestros y alma de cuanta velada de beneficiencia y conmemoración patriotica se celebraba en Cataca. Y canté con tanto carácter que mi madre no se atrevió a contrariarme cuando le dije que quería aprender el piano en vez del acordeón repudiado por la abuela.

Página 159:
Otra conquista de aquella época fue el permiso de mi padre para ir solo a la matine de los domingos en el teatro Colombia. Por primera vez se pasaban seriales con un episodio cada domingo, y se creaba una tensión que no permitía tener un instante de sosiego durante la semana. La invasión de Mongo fue la primera epopeya interplanetaria que sólo pude reemplazar en mi corazón muchos años después con la Odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Sin embargo, el cine argentino, con las películas de Carlos Gardel y Libertad Lamarque, terminó por derrotar a todos. Aclaración para lectores desprevenidos del Nobel: La única película argentina de Carlos Gardel es "Flor de durazno", la cual es muda. Es casi seguro que en Colombia nunca se vio.

Página 208:
—De eso quería hablarte me dijo sin misterios—. Lo mejor para ambos sería que te fueras a estudiar en otra parte ahora que estamos locos de amarrar. Así te darás cuenta de que lo nuestro no será nunca más de lo que ya fue.
La tomé a burla.
—Me voy mañana mismo y regreso dentro de tres meses para quedarme contigo.
Ella me replicó con música de tango:
—¡Ja, ja, ja, ja!

Página 235:
Guillermo Granados daba rienda suelta desde el amanecer a sus virtudes de tenor con su inagotable repertorio de tangos. (…)

Página 265:
(…) Tampoco supe por qué el rector me escogió para acompañarlo a la audiencia con la condición de que me arreglara un poco la pelambre desgreñada y el bigote montuno. (…)

No tuve alternativa: la noche del sábado, mientras Guillermo Granados leía en el dormitorio una novela que nada tenía que ver con mi caso, un aprendiz de peluquero del tercer año me hizo el corte de recluta y me talló un bigote de tango. Soporté por el resto de la semana las burlas de internos y externos por mi nuevo estilo. (…)

Página 527:
Hasta entonces, lo único que el mundo entero sabía de Medellín era que allí había muerto Carlos Gardel, carbonizado en una catástrofe aérea. Yo sabía que era una tierra de grandes escritores y poetas, (…)


LA AVENTURA DE MIGUEL LITTIN CLANDESTINO EN CHILE

En el capítulo “El puente que lo ha visto todo” se dice:
“Sin embargo, en medio de aquella feria de vida y de muerte, el puente Recoleta sobre el río Mapocho es un amante neutral: sirve lo mismo para los mercados que para el cementerio. Durante el día, los entierros tienen que abrirse paso por entre la muchedumbre. De noche, cuando no hay toque de queda, aquel es el camino obligado para los clubes de tango, guaridas nostálgicas de arrabal amargo donde son campeones de baile los sepultureros. (…)”

TEXTOS COSTEÑOS
Hay alusiones al tango en los siguientes textos:
JORGE ÁLVARO
(página 492)
“(…) Jorge Álvaro había leído a Shakespeare (traducido, pues lo de aprender el idioma era demasiado serio para incluirlo en el programa) y lo citaba en la versión castellana y un poco arrabalera de algún traductor de tangos dramáticos. Pero de todos modos, había leído a Shakespeare, en un grupo que a duras penas había pasado de don Juan de Valera, y eso le daba cierto prestigio parlamentario, cierta severidad británica que lo colocaba, decididamente, a la vanguardia del movimiento”.

EL DERECHO DE LOS DEMÁS
(página 567)
“Medellín es una ciudad aficionada al tango. Creo que en ningún otro lugar fuera de la Argentina tiene más acogida esa música trágica en la que siempre muere alguien y no precisamente de muerte natural. Sin embargo, ahora se ha hecho una excepción. Se ha prohibido la transmisión por radioemisoras antioqueñas, de ese tango dialogado de trescientas noches consecutivas que es El derecho de nacer, del benemérito autor cubano don Félix Baltasar Caignet”.

EL DE LAS CALABAZAS
(páginas 705 y 706)
En un bar de Buenos Aires, el actor Carlos Thompson procura aliviar su tremenda indigestión de calabazas. Lo que a él le ha ocurrido es algo más dramático que una tragedia: es un tango. Un argumento que podría ser aprovechado cinematográficamente. Hasta hace dos meses, Thompson, que se llama justo Piernes, era un desconocido. Tal vez había hecho algunas cosas importantes, pero sin duda la más importante de todas fue el haberse enamorado de María Félix.. La actriz mexicana quería publicidad cuando llegó a Buenos Aires. En la cámara mortuoria de Eva Perón firmó autógrafos y fue expulsada del recinto por la policía. Fue un golpe espectacular, que hizo descender un poco su prestigio entre los cineastas argentinos, pero que en cambio le aseguró por dos días varios kilos de plomo de linotipo. Poco después apareció Thompson en escena. Es un hombre joven, apuesto y muy sentimental, a quien del tropezón con María Félix, se le fracturaron el corazón y un brazo”.
“(…) Lo demás sucedió de tal modo que ni el mismo Thompson tiene una idea muy clara del episodio. María regresó a México. Su novio viajaría después, cuando le quitaran el cabestrillo. Pero antes de que eso ocurriera, María había anunciado que se casaría con Jorge Negrete. Y se casó, como todo el mundo lo sabe, ella vestida de china poblana y él de charro, para que Thompson se haga la ilusión de que todo esto no ha sido más que una película mexicana. Cuando en realidad es un tango”.

EL ARGENTINO QUE SE HIZO QUERER DE TODOS

“Fui a Praga por última vez hace unos quince años, con Carlos Fuentes y Julio Cortázar. (…) Doce años después vi a Julio Cortázar enfrentado a una muchedumbre en un parque de Managua, sin más armas que su voz hermosa y un cuento suyo de los más difíciles: La noche de Mantequilla Nápoles. Es la historia de un boxeador en desgracia contada por él mismo en lunfardo, el dialecto de los bajos fondos de Buenos Aires, cuya comprensión nos estaría vetada por completo al resto de los mortales si no la hubiéramos vislumbrado a través de tanto tango malevo; sin embargo, fue ese el cuento que el propio Cortázar escogía para leerlo en una tarima frente a la muchedumbre de un vasto jardín iluminado, entre la cual había de todo, desde poetas consagrados y albañiles cesantes, hasta comandantes de la revolución y sus contrarios. Fue otra experiencia deslumbrante. Aunque en rigor no era fácil seguir el sentido del relato, aún para los más entrenados en la jerga lunfarda, uno sentía y le dolían los golpes que recibía Mantequilla Nápoles en la soledad del cuadrilátero, y daban ganas de llorar por sus ilusiones y su miseria, pues Cortázar había logrado una comunicación tan entrañable con su auditorio que ya no le importaba a nadie lo que querían decir o no decir las palabras, sino que la muchedumbre sentada en la hierba parecía levitar en estado de gracia por el hechizo de una voz que no parecía de este mundo. Estos dos recuerdos de Cortázar que tanto me afectaron me parecen también las que mejor lo definían. Eran los dos extremos de su personalidad. (…) En ambos casos fue el ser humano más importante que he tenido la suerte de conocer”.


RELATO DE UN NÁUFRAGO
En el capítulo I titulado “Cómo eran mis compañeros muertos en el mar” se dice:

“Nuestras amigas de casi todas las noches 'conocían la noticia de nuestro viaje y decidieron despedirse, emborracharse y llorar en prueba de gratitud. El director de la orquesta, un hombre serio, con unos anteojos que no le permitían parecer un músico, tocó en nuestro honor un programa de mambos y tangos, creyendo que era música colombiana. Nuestras amigas lloraron y tomaron whisky de a dólar y medio la botella”.

DOCE CUENTOS PEREGRINOS
Hay alusión al tango en el cuento: “La luz es como el agua”:

“De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veían El último tango en París, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante años se habían perdido en la oscuridad”.


MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES

Página 62. "Cantábamos...boleros de Agustín Lara, tangos de Carlos Gardel, y comprobábamos una vez más que quienes no cantan no pueden imaginar siquiera lo que es la felicidad de cantar (…)".


Página 102. "La certidumbre de ser mortal, en cambio, me había sorprendido poco antes de los cincuenta años en una ocasión como aquélla, una noche de carnaval en que bailaba un tango apache con una mujer fenomenal, a la que nunca le vi la cara, (...). Bailábamos tan apretados que sentía circular su sangre por las venas, y me hallaba como adormecido de gusto con su resuello trabajoso (…), cuando me sacudió por primera vez y casi me derribó por tierra el frémito de la muerte. Fue como un oráculo brutal en el oído: Hagas lo que hagas, en este año o dentro de ciento, estarás muerto hasta jamás".

Medellín, 11 de abril de 2008

Luciano Londoño López

sábado, 13 de junio de 2009

Conversación con Juan Moreno Gómez



Conversación

con

Juan Moreno Gómez

La fotografía lo revela plácido, con esa placidez de ser un hombre de mundo, un estratega de la música, de sus amados tangos, que ha ido coleccionando para construir con sapiencia su castillo encantado, no en vano, una excelsa colección de tangos, es el encierro para ese castillo, que es abrir la puerta para colarse a ese laberinto que son tantas voces, tantas orquestas, tantos compositores, tantas versiones: toda la música que ama al alcance de un click. Eso, tanta música: todos los tangos que ama.
Aquí, en sus palabras, hay otra Venezuela, la del ambiente tanguero, antes desconocida y que él ahora nos enseña de una forma amena.
El Doctor Juan Moreno Gómez abre el diálogo con una soltura admirable, con esa tranquilidad de quien sabe del tema y nos dona su sensibilidad para hablarnos de cine o de esa parte técnica poco o nunca mencionada, las distorsiones que la tecnología hace olvidar la verdadera voz de Gardel, es decir, abre su corazón a esa música que lo lleva a ser un experto,
La fotografía lo revela plácido, guarda de su música, que atrás lo espera para poder existir cuándo él busque un tango, Cierto, la música, los tangos abren puertas a otra percepción, pero también son la llave para el pasadizo de la vida misma.
...
...

Víctor Bustamante: Lo veo muy elegante en su estudio rodeado de fotos de Carlitos Gardel, cds, equipos de sonido y un nombre hermoso Calle Carlos Gardel como si fuera una vía única. ¿Desde cuando es aficionado a Gardel y al tango?
Juan Moreno Gómez: Mi madre me contaba que desde muy chico yo “canturreaba” lo que oía por los discos de Gardel. El primer tango que me aprendí fue Lo han visto con otra, allá por 1934. En esa misma época me impacto el tango Celosa de Mercedes Simone. Mi madre siempre cantaba Se va la lancha.. Mi padre también era gardelista y tenía un oído musical impresionante. Era capaz de tocar cualquier instrumento. Esa virtud solo la heredo mi hijo mayor, Carlos, por supuesto!

VB: A propósito de tecnologías no es de los que adoran escuchar los discos en vinilo por el ruido que lo acompañan. ¿Hace lo mismo?
JMG: Mi discoteca tiene los registros de la música rioplatense, en los diferentes formatos-como se dice hoy-. Discos de 78; de 45, de 33½ y 16 RPM, así como en cintas (Reels) de 15,7½ y 1 7/8 de pulgadas por minuto y los clásicos cassetes y los modernos CD’s. Todos estos formatos son reproducidos en sus equipos respectivos. Así, por ejemplo: Todos los discos llamados long play de 33½ RPM anteriores a 1960, tienen que ser reproducidos en un tocadiscos con fonocaptor de cerámica o cristal. Las grabaciones posteriores a 1960, que aparece la Alta Fidelidad, son ya con capsulas magnéticas. Ud me pregunta por ël ruido que acompañan”. Esto no es sino el resultado de tocar el disco en equipo incorrecto. De modo que los ruidos serán inevitables. No podría adorar ruidos. Todos mis equipos tienen control de velocidad. La inmensa mayoría de las grabaciones antiguas de 78RPM, al pasarlas a los nuevos formatos, no han tomado en cuenta que el fonocaptor original de las victrolas o gramófonos ortofónicos, pesaba 250 gramos. Este peso sobre el disco produce una fricción que reduce la velocidad. Si Ud lo reproduce en un tocadiscos con brazo de 4 gramos, la velocidad real de reproducción será por encima de los 80RPM, lo que trae por consecuencia, que un barítono se oye como tenor y un tenor como tenorino. Las victrolas todas tenían control de velocidad. Yo lamento que la inmensa mayoría de las reproducciones modernas, no hayan corregido estas variables. Lo han hecho correcto con Caruso y solo unos inéditos de Gardel remasterizados en Inglaterra, están correctos. Lo que pasa es que el aforismo criollo de que “Gardel cada día canta mejor” perdona esas imperfecciones; pero no se esta escuchando al verdadero Gardel.

VB: ¿Cómo consiguió la cedula de Gardel?
JMG: Estando de Embajador de Venezuela en la Republica Oriental del Uruguay, me fue presentado el original de la Cedula de Extranjeros que el Cónsul de Venezuela en Puerto Rico le había expedido a Gardel para ingresar a Venezuela. Siendo un documento legítimo así se lo hice saber a los presentantes y guarde copia de dicho documento

VB: ¿Qué tanto tango hay en Venezuela.
JMG: Había. En los años de 1960 y 1970 teníamos en cada ciudad, programas de radio en donde analizábamos la música rioplatense. Cada uno de nosotros, los coleccionistas, nos hacíamos presentes y realizábamos una exposición sobre la materia de nuestra especialización. Vale decir, los letritas, los músicos, las orquestas, los intérpretes, etc. Personalmente presentaba los viernes el análisis de la discográfica de Gardel. En este sentido debo resaltar la labor de Eduardo Isaac Mor, Carlos Pérez Almeida, Bernardo Salas, David Gimon Arroyo, Edgar Pisani Ricci, Luís Felipe Izquierdo, Gustavo Arana. Ulises Mota, Guido Mejias .En cuanto a los cantores venezolanos debo recordar a Carlos Michelena, Rafael Deyon, Esnaldo Ávila Tony González, Rafael Ramírez, Hugo Oliveros, Julio Messuti, Luís Alonso , José Romay ,Rafael Lanceta y de las damas recuerdo a Graciela Naranjo, Hilda Marty, Oriana Merli y Ginger Alba (Debo pedir excusas si he olvidado a algunos interpretes)
Con el cierre de la Peña Tanguera, se extinguió el Centro en donde se presentaban tanto artistas extranjeros como venezolanos, que cultivaban el género. Hoy solo podemos registrar algunos salones que enseñan a bailar el tango. Sin embargo, debo resaltar el maravilloso esfuerzo que realiza el Club Uruguayo Venezolano, en donde los almuerzos y cenas son amenizados por Carlos, un excelente pianista que deleita a la concurrencia con sus interpretaciones. En este mismo Club, periódicamente se invita a participar en las presentaciones cuando nos visitan artistas rioplatenses.

VB: Si podemos decir que existe un Caracas tanguero. Eres tan amable y nos refieres; clubes, asociaciones, escritores, amigos sobre el tema.
JMG: Aficionados al tango hay muchos. Solo se aprecian sus escritos y comentarios o se juntan con ocasión de los 24 de junio, fecha aniversaria de la muerte de Gardel. Por lo demás son muy discretos en sus acciones. Del viejo Circulo Gardelista solo quedamos vivos 3 personas Ángela Santeliz, Luís Felipe Izquierdo y yo.

VB: Alfredo Sadel trató de aproximarse a Gardel. No solo en su nombre sino en su música. que nos decís de él.
JMG: Mi amistad con Alfredo tenía solo los encuentros en casa de su hermana, que trabajo con nosotros en el Ministerio de Hacienda o en casa de amigos comunes. Siempre conversábamos sobre el tema tanguero y me hacia preguntas sobre como me parecía tal o cual interpretación que él hacía de los temas del Sur. Hablamos de su experiencia con el gran guitarrista argentino Roberto Grela, que él resaltaba con mucha emoción y orgullo

VB: Tu padre era dueño del circuito de cines en Carabobo y en las primeras películas que vio siempre aparecía Gardel cantando. Amplíanos estas palabras que son visiones de infancia.
JMG: En el corredor del tercer patio de nuestra casa en Valencia Venezuela, Papa tenía su estación de radio aficionado YV4AK y 2 proyectores Zeiss Ikon para revisar las películas antes de mandarlas a los cines. Esto nos permitía a todos en casa, ver cine todas las tardes: Dramas, Comedias, Musicales (Nelson Eddy, Jeannette Mac Donald, Diana Durbin José Mojica, Jean Kiepura, Tito Guizar); de Terror (Drácula), Series como El Zorro, Flash Gordon, etc. Luego de la muerte de Gardel se pasaba una vez a la semana una película de el y posteriormente se institucionalizo la Semana de Gardel, cuando se acercaba un aniversario mas de su fallecimiento.

VB: Háblanos de tangos venezolanos.
JMG: Una Calle para Gardel de Esnaldo Ávila; Era Gardel de Julio Centeno; 5 y 6 de Héctor Haro; Gracias Corazón de Alberto Di Maggio; Un tango para Deyon de German Romero. Se que hay otros antiguos de Carlos Michelena, pero no se guardaron sus registros hechos en acetatos primitivos (metal bañado de acetato de celulosa)

VB: También es coleccionista de tangos. ¿Qué significa poseer 30.000 tangos? ¿Nos puedes referir las líneas, temas, cantores de tu colección? ¿alguna pieza valiosa que te falta para completar algo?
JMG: Mi colección primordialmente es de música rioplatense. Ello no quiere decir que no guarde grabaciones de otros intérpretes. Desde que apareció Excel estoy por reclasificar la colección, pues los viejos registros están en diversos índices y a mano. Nunca he tenido tiempo para empezar esta nueva reorganización. De memoria sé donde están las cosas pero reconozco que debo organizarlas. Son en total 10 estantes con capacidad de 17 álbumes por estante. Cada álbum tiene capacidad para 15 Long Player. Si estimamos, conservadoramente que casa uno tiene 14 temas, estos nos daría un total aproximado de 35.000 registros. Debe hacer notar que en muchos casos hay duplicidad porque para conseguir una pieza, había que comprar un disco con repeticiones. A este grupo tenemos que agregar mas de 70 reels, 245 cassettes y 280 CD’S. De las colecciones están completas las de Gardel , Magaldi y Alberto Vila. De los otros intérpretes yo diría que están en un 80 a 90%. No ha sido nada fácil. Doy las gracias a muchos coleccionistas en el mundo que me han facilitado copiar sus grabaciones, como Jorge Favetto en Buenos Aires y Horacio Loriente en Montevideo. Personalmente no busco el soporte original, sino el contenido. Me he tropezado con muchos egoístas que ni copias dejan hacer con la excusa de que si dan copias mas nunca le visitaran para oír lo que tiene.

VB: ¿Es un coleccionista alguien que quiere atesorar solo el mundo musical para él?
JMG: No estoy de acuerdo con ese “ätesoramiento” La música es una patrimonio de la humanidad. El canto de Gardel desde el 2003 es patrocinio según resolución de la UNESCO y los soportes (discos de 78 RPM) originales de Loriente, también fueron decretados patrimonio

VB: ¿Cómo complementas tus investigaciones musicales?
JMG: He tenido que estudiar mucho> No solo teoría y solfeo, sino historia del Río de la Plata, para poder entender todos los fenómenos de su folklore. Es algo apasionante; es ver como melodías andaluzas atraviesan los Andes, se mezclan con ritmos incas, descienden y nacen las cuecas y las zambas…..las percusiones negroides dibujan el candombe y marcan los primigenios golpes de “vamos a tocar tan- go” El residual moro conforma los estilos, las vidalitas y el pericón. Hasta el viejo cante jondo” se refleja en la llamada tonada Amargura, que Gardel repite en Mañanita de Sol

VB: Qué es ser embajador en Uruguay y tanguero, cuando los diplomáticos son tan serios y guardan como una imagen muy alejada de los gustos populares?
JMG: Es normal en la diplomacia que quien va de Embajador de un país, debe conocer suficientemente al país al cual ha sido designado. Ese parámetro se ajustaba perfectamente a mi persona. No comparto que la seriedad este reñida o alejada de los gustos populares; por el contrario, ser conocedor de estos temas, acerca mas al Embajador al país en donde esta acreditado y facilita los lazos de unión y cooperación que deben existir entre ambos países; además de promover los intercambios culturales y complementar las relaciones comerciales.
Uruguay es la sede de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio ALADI y tuve la honra de estar de Embajador en 1980, cuando fue creada, tocándome ser también el Representante Permanente de Venezuela en dicha Asociación

VB: Como es el Montevideo tanguero si nos puedes referir el ambiente de esa ciudad y si puedes realizar un contraste con Buenos Aires.
JMG: Una ciudad como Montevideo, que tiene su propia Academia Nacional del Tango, es suficiente referencia para saber que la historia de esta música, su desarrollo, sus intérpretes son tema de estudio y conservación. No hay que olvidar la diferencia de población existente entre el Gran Buenos Aires con más de l6 millones l y Montevideo con apenas 2 millones de personas. Mas sin embargo, la actividad creadora de esta región encontró en Bs. As. el mercado ampliado para su desarrollo. Del mundo tanguero debemos empezar por uruguayos famosos en Buenos Aires, en donde hicieron su campo de acción, como fueron Francisco Canaro, Carlos Roldan, Juan D Arienzo, José Razzano, Roberto Fugazzot, Gerardo Matos Rodríguez, Alberto Vila, que me acuerde, así de memoria y algunos en dudas de su orientalidad como Carlos Gardel, Libertad Lamarque y Tita Merello.
El ambiente tanguero de Buenos Aires es mayor que el de Montevideo, por razones de su densidad poblacional; pero da gusto ver como la preservación de ese bien nacional es motivo de alta protección oficial en ambos países. La Radio 2x4 de Buenos Aires y Radio Clarín de Montevideo, trasmite durante las 24 horas la música del Río de la Plata y es sintonizable en el mundo a través de sus paginas Web. Escuchar la música y bailarla es un actividad común de los clubes de barrio y de la inmensa mayoría de confiterías y salones especiales en ambas márgenes del Río .Estas manifestaciones habían desaparecido por la influencia de música extranjera; pero lentamente se ha retomado con fuerza en las nuevas generaciones, que asisten gustosos a las Academias de baile.

VB: Ha dado conferencias sobre Carlos Gardel, ¿qué aspecto retomas de él?
JMG: Si las he dado en Uruguay, en Argentina, en Chile y en Venezuela. En Uruguay tuve la honra de hacer una exposición ante el Congreso Nacional, en su Salón de los Pasos Perdidos. En Argentina en el Primer Simposio sobre Carlos Gardel presente un trabajo sobre el rescate de su voz, distorsionada por las copias de los discos de 78 RPM. En la mayoría de las conferencias he presentado las Tres Etapas del Canto de Gardel….La Folklórica, de 1911 a 1917; la del Cronista Sonoro del Río de la Plata de 1917 a 1930 y la del Cantor Universal de 1930 a 1935.

VB: ¿Qué significa pertenecer a la Asociación de Tango del Uruguay?
JMG: Fue una gran distinción para mi, que me hayan invitado a suscribir el Acta Constitutiva de la Asociación. Hoy, por no estar presente en el Uruguay he sido designado Miembro Honorario, además de conservar el ser Académico
Correspondiente en Venezuela. Mantengo contacto e intercambio permanente con su Presidente actual el Dr. Nelson Sica Dell’Isola, así como con otros Académicos, como son El Profesor Hugo Indart, y el Lic Boris Puga
Debo señalar la deferencia que para conmigo han tenido la Academia del Tango de Argentina, en la persona de su Presidente Don Horacio Arturo Ferrer y de Don José Gobello, Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo.
Igualmente destaco la simpatía que me dispensan el Centro de Estudios Gardelianos en Buenos Aires y un cantidad de Páginas Web desde donde realizamos intercambio de información.

VB: ¿Qué es lo que en tu interior te hace tanguero, el sentimiento, la nostalgia todo ese poder evocativo de la música?
JMG: Todo eso y mucho más.

VB: Amplíanos este concepto que diste en una entrevista: "Gardel fue el cronista sonoro más grande del río de la Plata"
JMG: A partir del primer tango-canción Mi noche triste, en 1917, podemos observar que los letritas hasta casi 1920 repiten el tema del desden femenino y la nostalgia o despecho del hombre abandonado. Los viejos letritas lentamente comienzan un cambio y en 1921 con Carne de Cabaret, Pobre Paica, Margot, Muñequita de Lujo, dan inicio a un capitulo de cargos para con la mujer, como una venganza por el abandono y en 1922 con El Taita del Arrabal dan inicio a la crónica del acontecer de Buenos Aires, utilizando el tango como pagina de reclamo, reproche, pedimento, angustia, agradecimiento, esperanza etc. Van desfilando el acontecer en todos sus estratos sociales(Muñequita de lujo) y la propia estructura ciudadana desde lo político( Federación, Manuelita)) a lo religioso (Al pie de la Santa Cruz) ; el deporte( Patadura Knock Out de amor) lo militar(Chinita)la revolución (Viva la Patria) la moda (Gacho Gris,) el teléfono( Hola Señorita,)el amor filial( Madre, Madre hay una sola,) el juego ( Barajando, el quinielero) el vendedor de diarios (Pajarito) la suerte (Fierro Chifle y Cotorrita de la suerte) .

VB:- ¿Tiene amigos en Medellín, los ha visitado?
JMG: Cuando en nuestros países estábamos consolidando a la ALADI y a la CAN, eran frecuentes mis viajes con escala en Medellín. De ese tiempo tenia muy buena amistad con Aurelio Piedrahita, Fabio Echeverri, Guillermo Restrepo, Henry Duperly, quienes me habían distinguido con sus deferencias y afectos.
En el plano tanguero debo destacar al Dr. Oscar Jaime Lema T, a quien considero un gran, brillante y estudioso gardelista, realizador de la edición de las obras completas de Gardel. Un trabajo extraordinario, en donde me honró con la mención de mi nombre como conocedor. También debo destacar al incansable restaurador y recuperador del
patrimonio tanguero, Don Hernán Restrepo Duque ( QEPD); Ahora disfruto de la amistad de Don Luciano Londoño López y por último a usted, que me ha brindado la oportunidad de este dialogo. Mil gracias

VB: ¿A qué se debe que en el tango dominan siempre los maestros anteriores a los que componen en la actualidad?
JMG: En principio no se que contestarle. El tango ha tenido muchas variantes..Comenzó muy simple con su mezcla de habanera, polca, mazurca, etc. Tocado en instrumentos portátiles: violín, flauta y guitarra. Cambia la flauta por el bandoneón y la guitarra por el bajo y van conquistando lentamente el sentir general. En 1925 aparece Julio de Caro, quien hace por vez primera la instrumentación para la ejecución del tango. Del movimiento rápido primitivo, De Caro lo hace más lento, quizás para adaptarlo mejor al baile en sociedad y al canto de los estribillistas. Todas las orquestas mantienen esta tendencia. Difieren un poco las orquestas de Canaro y Lomuto. En 1936, diez años después, Juan D Arienzo retorna al movimiento rápido. En cuando se produce una alternabilidad en las ejecuciones y se lucen las diferentes orquestas….Fresedo introduce el xilófono y Pugliese reparte los honorarios a partes iguales entre sus músicos, cuando le dejan tocar en medio de sus permanentes arrestos por opositor político. En 1948 Osmar Maderna comienza una labor de innovación en las ejecuciones que alcanza su mayor exponencia con Astor Piazzola
He aquí que da comienzo a una larga polémica sobre la manera de tocar el tango El publico se reparte por igual. Bandoneonístas jóvenes- Piro por ejemplo- siguen el estilo de Piazzola y los habitúes de los centros de baile, reclaman el sonido tradicional.
No puedo determinar si el éxito de los viejos tangos es por su cadencia o por su letra. El intento de actualizar las letras lo realiza de modo extraordinario Horacio Ferrer, con su “Balada para un loco”, cuya música se la pone Piazzola. Pregunto ¿Quién recuerda a quien en la Balada…¿su letra o su música? Análoga pregunta podemos hacer de un tango primitivo de Cobian, ¿Quien se acuerda de Pobre Paica? Pero de El Motivo si! Y ambos son la misma música. Quien se acuerda de el tango A divertirse”” por su letra; pero El Once todos lo recuerdan por su música, y son ambas el mismo tango.

VB: ¿Cómo ve el tango en estos años de existencia?!
JMG: Estimo que las nuevas generaciones lo han descubierto. Ello puede verse en los grandes movimientos de divulgación que se están observando en diferentes partes del mundo. Da gusto ver como el tango es escuchado en Israel, en Australia
en Japón. Hay hoy festivales en España y Francia. La emigración rioplatense por motivos políticos principalmente y económicos posteriores, creo que han tenido en mucho que ver con este fenómeno

Juan Carlos Esteban


Palabras Preliminares:


Esta disertación la inicio bajo la invocación de un maestro del que se cumple 20 años de su tránsito. Nos legó su ejemplo, un desafío y un gran vacío. Quiso a su país, a Bs. As., su barrio y el tango. La obra de Borges pertenece al acerbo de los argentinos y el patrimonio de la humanidad.
El tango, Gardel y una teoría de la historia



No se puede sumergir dos veces en el mismo río. Las cosas se dispersan y se reúnen de nuevo, se aproximan y se alejan.


Heraclito, Fragmento 91


Juan Carlos Esteban



1. Las claves de la emoción


Creo que el tema que elegimos tiene una connotación que va más allá del simple título que encabeza esta breve charla.
Seguramente, sin ningún propósito premeditado vamos a encarar un punto de inflexión en la historia temporal de nuestra sociedad, que convoca a la reflexión y a la polémica.
En verdad es un tema sugerente que evoca una época que ya fué, y no tiene retorno.
Quiero decir que no se podrá repetir tal como fué, con sus códigos, sus costumbres, sus afectos y sus rencores.
Su escenario se ha mutado; tratar de repetirlo resulta, por lo menos, pueril o candoroso.
Pero, ¿Qué podemos rescatar de esa época y sus personajes que, en apariencia, parecen olvidados?.
Vamos a reflexionar sobre el mensaje y el ejemplo de esa sociedad que pugnaba por construir un país, que buscaba su personalidad y, finalmente, la encuentra en su expresión artística que la identifica, la define pero, también, le fija sus contornos.
Esa expresión cultural fue el tango y sus interpretes.
Todos. Desde el más excelso como Gardel hasta las más humildes proletarias del canto, la vida y la escena que enumeran puntualmente los grandes poetas: “El conventillo de la paloma”, Malena, Grisel, Madame Ivonne, milonguita y tantas…

En todos ellos obraba un denominador común que no reconocía fronteras ni límites.
Todos, sin excepción, habían asumido transmitir un mensaje cuya característica esencial era la emoción.
Emoción que brotaba de las vivencias de la vida cotidiana de entonces y que, hoy ya no se pueden repetir, porque la escena se ha modificado.
Y ¡He aquí! La gran tarea que se plantea la sociedad toda.
Recrear e inventar el nuevo mensaje que refleja nuestra sociedad actual.
Y no es tarea fácil volver a impresionar los sentidos, a emocionar viceralmente, redescubriendo la clave emotiva que nos convoque a todos, sin excepción, como fue el fenómeno del tango; forma excluyente y única que nos daba nuestra identidad cultural.
Y no es tarea menuda.
El tango ya esta en la historia. Es inamovible; es un soporte cultural que está, en el acerbo de los argentinos.
Sin embargo la vida sigue; la sociedad se modifica.
Exige nuevas formas expresivas que la representen. Y ese es el desafío.
No se puede repetir, mecánicamente, lo que ha sido.
Debemos empeñarnos en reiniciar la difícil tarea de dar a luz aquella expresión emotiva que nos una; en la que nos reconozcamos genuinamente.
No se puede transmitir emoción cuando algo ya no se siente.
Sencillamente, no forma parte excluyente de la vida cotidiana de los argentinos.
¡Cuánta sencilla razón tenía Tita Vidal, a la que evoca Guadalupe, Avalle en un libro encantador, cuando comenta que “todo el mundo se admiraba de que hubiera cantado el tango con tanta emoción!”.
¿Se puede repetir hoy, con la misma emoción, algo que ya no existe en el imaginario colectivo? ¿Se puede rezar el tango como una plegaria, tal como lo expresaba Gardel, cuando el medio que él describía mudó su escenografía? ¡Nó!

Sus feligreses son otros y han mudado de parroquia. Están solos y esperan, remedando a Scalabrini Ortiz.
Con razón decía Cyril Connelly que “desde el momento en que un escritor o un artista pone la pluma sobre un papel, pertenece a su tiempo; desde el momento en que es de su tiempo, cesa de tener un atractivo para otra época”.1
Los que transmiten la voz del pueblo, los viejos juglares, se nutrieron de la poesía anónima o de sus poetas y sus bardos. Pero hoy están ausentes. Nos faltan los Contursi, los Celedonio Flores, los Cadicamo, los Manzi. Y eso no se inventa, ni salen por encargo. Son aquellos que interpretan mejor las vivencias de una sociedad determinada y circunstancial.


2. La voz de la historia
Los estamos esperando. Hay muchos intentos y muchos fracasos. Yo creo que dicha misión no es fácil porque nuestra sociedad esta desconcertada, fragmentada y desculturalizada. No consigue sumar un discurso común.
Eso dificulta la tarea. Pero no hay que desfallecer.
En la prueba y el error reside el éxito. Pero algo hay que tener en claro. No se puede repetir lo que ya se instaló, cómodamente, en la memoria de la historia.
Aquella expresión cultural que fue el tango, no convoca, masivamente, a nuestra sociedad contemporánea. A no equivocarse. No se puede desempolvar “Mi noche triste”, o “Ventarrón” porque no se corresponden con la sociedad actual, con sus vivencias, y sus requerimientos.
Conmueve a muy pocos. Hay que mirar para adelante. Tenemos que ser concientes que, para aquellos que investigamos la historia, la tarea que nos convoca es poner de relieve el vacío cultural, en todos sus géneros, que se manifiesta en la hora actual.
Tenemos que advertir que el pasado vuelve, sólo como una grotesca comedia.
Aquellos que tratan de resucitar el tango, tal como lo conocemos nos hacen acordar a “los poetas discutiendo sobre la poesía moderna; chacales gruñendo en torno a un manantial seco” rescatando una cruel, pero exacta reflexión de Connelly.
A propósito el hermano menor del tango; ese lazarillo que vehicularizó las emociones y la riqueza lingüística del tango que fue el lunfardo, también, como él, afronta el mismo destino.
La misma impiadosa fatalidad del paso del tiempo.
En efecto: “El lunfardo – decía Marcos Morinigo, lingüista de reputación internacional – es un hecho del pasado que hoy no tiene ya la vigencia de otro tiempo, porque las circunstancias particulares que hace un siglo, le dieron nacimiento y las que hasta la Segunda Guerra Mundial posibilitaron su desarrollo están totalmente abolidas y como hechos históricos no se pueden repetir.
Los esfuerzos que le hacen para mantener la ilusión de su supervivencia no pasan de gestos nostálgicos.
La dinámica de vida cotidiana, es constante creación y el corazón del lunfardo (yo digo del tango) ha cesado de latir hace ya más de treinta años.
La prueba es que, la mayor parte de lo que hoy se presenta como creaciones lunfardescas, son repetidos pastiches o inertes taraceas compuestas con voces antiguas bien conocidas, sin cambios en las connotaciones que trajeron al nacer.”2


3. Los funerales
El tango y el lunfardo ha cumplido ya su ciclo dentro del imaginario de Buenos Aires.
Es hora, entonces, de sacudirnos la modorra y mirar hacia el futuro.
Quiero repetir a Morinigo cuando insiste en que “llamar neolunfardo – en este caso tango moderno – a las inevitables y numerosas expresiones, vocales o musicales inventadas diariamente dentro del dialecto o la expresión sonora actual, es algo que sólo podemos aceptar como una licencia poética, un intento de asimilarlas a algo inexistente, porque ya se ha disipado la atmósfera social en que (el tango) y el lunfardo “tuvo su razón de ser.”
La ingenua ilusión, fomentada por los profesionales del tango, que pretenden reemplazar a los auténticos poetas populares, para un turismo ramplón y apresurado, no puede reinventar lo que es patrimonio exclusivo de la creatividad espontánea de un pueblo.
Él le dá la espalda y no lo hace masiva y espontáneamente suyo, porque no lo reconoce como genuino, ni representativo.
Tiene pies de barro. Es efímero y pasajero. Pero, en todo caso, hay un riesgo cierto.
Consiste en instalar en terapia intensiva y prolongada lo que ya ha expiado. Y ese es el tango, tal y como lo conocimos.
Ha fallecido con todos los honores a partir de la década del ’40. A sus funerales asistieron José María Contursi, el Discépolo del profético “Uno” y “una canción desesperada”, Manzi, el gran Pedro Mafia taconeando “el fin del arrabal, con la cruz de un puñal y con toda su ley”; de allí en adelante, nada más.3
La sociedad industrial de posguerra, con sus nuevos inmigrantes “inyinieros”, los hermanos de interior, los portadores de rostros andinos, tan auténticos como los compadritos y los tanos del centenario, tienen hoy otras urgencias, otros reclamos expresivos, y musicales, otro discurso. El tango no les sirve; no los representa, no es su Manifiesto. Sus códigos son otros.
4. Los números
Vamos a explicar, brevemente, el cambio cualitativo de los principales indicadores socioeconómicos que dan sustentabilidad a ese cambio, que termina reflejándose en los usos y costumbres de nuestra sociedad.
En primer lugar veamos porque decimos que nuestra patria opera un cambio refundacional a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. También detengámonos en la preponderante participación del componente inmigratorio en nuestra sociedad, que nos aproxima, en algún momento, a un país de extranjeros.
En 1870 la población argentina era de 1.872.000 habitantes. Diez años después, en 1880 la cifra casi se duplica, pasando a 2.492.000 habitantes con un 42% de participación extranjera.
En 1914 crece exponencialmente hasta los 7.885.000 habitantes con un 54% de participación extranjera en el incremento.

En 1852 había 20 escuelas costeadas por el Estado de Buenos Aires; veinte años después – 1868 – 1873 – creció hasta 1.117 escuelas públicas.

En San Juan, en 1868, había sólamente una Biblioteca Popular. En 1874 – 6 años después – habían crecido hasta llegar a 140 en todo el territorio provincial.

Entre 1873 y 1900 el P.B.I. per capita se duplicó y en 1929 había crecido desde 1873 tres veces y media, acercándonos a EE.UU. superando a Italia e igualando a Inglaterra.

¿Por qué digo además que en Argentina se operó un nuevo salto coperinicano entre 1930 y 1950, particularmente en la composición de la sociedad y en su factor de integración, étnica, que influye sobre sus costumbres y gustos?

Todos sabemos el flujo inmigratorio de posguerra, del exterior, del interior del país y países vecinos al impulso del sector industrial, donde aparece, entre otros, el problema habitacional (villas de emergencia) etc.

Para hacerlo simple la característica de ese período se refleja en la producción y el consumo por persona que entre 1930 y 1950, crisis mediante, sin embargo sus indicadores se duplicaron.

En ese mismo período la población industrial pasa de 1.012 millones a 2.070 millones mientras que en el sector agropecuario la población rural, del 39% en 1904, baja y representa el 26% sobre el total ocupado.
5. Los Intérpretes y sus códigos
Esto se refleja en el plano social donde sucesivamente a la china cuartelera la sucedió la costurerita de Carriego.

Luego vinieron las fabriqueras y el taller, con sus nuevos códigos, para dar paso a la fábrica con sus operarias industriales sindicalizadas. Por fin llegan las que operan internet, los servicios, etc.
Cada una trae su impronta. Sus costumbres son otras. Sus melodías que fueron los “tristes” y las bagualas, luego las sustituyó el tango y hoy, provisoriamente, se aturden con las baterías y el ruido…

En otro espacio, Gardel mismo se puso a la cabeza y acompañó el periplo que siguieron los cambios en nuestra sociedad. Frente al payador, heredero del gaucho nómade y sentenciosos de José Hernández, Gardel se planta con sus aires camperos, que integran su primer repertorio. No improvisa. Elabora, escribe o copia. Es otra cosa.

La sociedad, empieza a desperezarse de su pasar bucólico y contemplativo. Su gente es compelida a la milicia o como peones asalariados. Se impone el orden, los reglamentos y el uso horario masivo.

En el centenario comienzan a gestarse las grandes urbes a expensas de la lenta despoblación del campo. Coexisten el campo, el suburbio y el arrabal.
Asoma entonces una nueva forma expresiva que Gardel asume inteligentemente. El tango envuelve a esa nueva sociedad, la representa, la totaliza y él se convierte en su rapsoda.

Lentamente, el malevo esquinero y sin trabajo fijo, es absorbido por las fábricas que lo proletarizan y lo amansan.

Su atención esta en el torno y el balancín. Abandona el puñal y se aliena junto a la herramienta.

El horario implacable lo somete. El emblemático “Lechuza” ya no se “recuesta en la esquina a pensar”. Transita “rumbo al olvido”.4
El converso habita y convive en la fábrica; se despuebla la esquina y se dispersa la “barra”. Gardel fue el cronista de todo ese cambio. También, junto a Discépolo, le tocó expresar la crisis y desesperanza de 1930.
Pero la sociedad no se suicida en las vísperas. Se abraza, como una especie de fuga hacia delante, al tango – canción o, el tango – balada, que la adormece.
Gardel se apropia junto a Lepera de ese discurso y le canta a las golondrinas, el día que me quieras y a un arrabal de cartón.
¡Siempre primero; siempre a la vanguardia! Lejos de “El Moro” y el “Tirador Plateado”pero, también, de Acqua forte.
Después Malerva, Piazzola; el bandoneón encapsulado en la música de cámara, que asoma como acordes de Buenos Aires.
Pero, es para pocos, para una élite. No es un juicio de valor; ni lo califica. Creo que llegó para quedarse.
Es un sello de identidad que nos afianza en el universo de la música mayor. La joven música argentina, con Astor, entró en la adultez.
Pero queda el gran vacío que ocupaba el tango. Le debemos a nuestro pueblo ese regalo exquisito que nos embrujaba.
Por ahora ese espacio, lo usurpa el ruido.
6. La búsqueda y los falsos profetas
Esta nueva sociedad, mientras tanto, que sucede a la grandiosa creación que se gestó entre 1880 y 1930, continúa, aún hoy, en plena e incesante tarea de amalgamarse.
Debe fundirse en una nueva versión que se refleje unitariamente, y encuentre sus distintos canales culturales que incorporen lo mejor del anciano régimen, pero que expresen, en la sociedad moderna, la nueva imágen argentina.
Nó a una caricatura que espanta a la vieja generación y, aleja, a las nuevas. No serán desde luego, los “Ratones Paranoicos”, “Los Pibes Chorros” o “Los Auténticos Decadentes” que preanuncian y disputan su inexorable destino.
Tampoco las malas copias y los audaces “arreglos” que desnaturalizan y convierten en difusas las clásicas melodías y las venerables orquestaciones de las que fueron fieles custodios, De Caro, Fresedo, Di Sarli o Troilo.
Algo así como pretender “arreglar” a Mozart o Beethoven en lugar de ejecutarlo con la mayor fidelidad. La búsqueda de esas nuevas formas representativas de la nueva cultura, no puede eludir los ensayos, la marcha atrás, los atajos sin salidas válidas, pero encaradas con seriedad y dignidad profesional.
Junto a ellas aparecen, inevitablemente, formas espurias y decadentes, de las que no esta a salvo todo intento renovador.
Son los que Sebreli caracteriza como “los prisioneros del ruido”.5
“Se desconoce, por otra parte, – dice J. José Sebreli – que el silencio es parte ineludible de la melodía.
La batería – el instrumento más ruidoso – convertida en la base de la música juvenil desplazando a instrumentos complejos como el piano y el violín, es otro síntoma del envilecimiento del oído musical”.
Yo agrego: de las formas culturales decadentes que se vienen afianzando en nuestra sociedad y que costará revertirlas, porque están emparentadas con las corrientes internacionales que globalizan la subcultura.
Ardua tarea, entonces, la que deberán enfrentar las jóvenes generaciones que pugnan, porfiadamente, por rescatar los valores culturales más genuinos y perdurables, cuyas formas expresivas, aún no se vislumbran.
No será, claro, ese tango escénico, histérico y contorsionista que nos ofrecen a diario, para encandilar al turista medio y a las nuevas generaciones, espantados con su acrobacia tan extraña a lo que Borges definía como “una orgiástica diablura, que hoy es una manera de caminar”.6
El tango, entonces, no tiene otro destino ni mejor porvenir, que la mazurca, el minue o el vals. Expresó puntualmente a una sociedad en incesante cambio.
7. Los adelantados
Gardel que fue un ejemplo de talento revolucionario e innovador ya nos advertía que: “lo que pretende eternizarse desaparece y como la música desaparecerá con el último suspiro del hombre, acompaña el fenómeno de la vida, esto es, cambia, se transforma, se adapta, varía de acuerdo con los gustos, tal como ocurre con la arquitectura.
Por eso mis últimas piezas musicales – concluye Gardel – “Cuesta abajo”, “Sus ojos se cerraron”, “El día que me quieras” expresa la tendencia actual”.
Reportaje a Gardel, en 1935, de un cronista del Mensajero Paramount de Nueva York. ¡Qué tal! Nada menos que él ya atisbaba, hace 70 años, el cambio inevitable.
De paso, amigos, descubrimos otro Gardel. No el disfrazado de malevo, sino el verdadero Gardel: genial y talentoso que nos dice porqué sigue siendo tan vigente.
Bien mirado es una pieza de la más esclarecida filosofía contemporánea. No hay duda. Hubo otro Gardel subyacente, a parte de aquel de la plegaria laica, que nos conmueve aún con el viril contrato social con que se compromete en “Mano a Mano”.
Parece que alguien le hubiera advertido que ya un oscuro filósofo de Efeso 7 había sentenciado, en un lenguaje simbólico y lleno de alegorías, que todo fluye, que no nos sumergimos dos veces en el mismo río; que la constante de la historia y la naturaleza es el cambio permanente; la ansiedad constante.

El sentimiento Fáustico.
8. El porvenir, sus riesgos y nuestra misión
Es imposible detener el tiempo y las formas y expresiones que se suceden y modifican incesantemente. Historia es la historia del cambio de la sociedad y sus costumbres, sus hábitos, sus expresiones culturales.
Es ingenuo, entonces, encasillar el tango como expresión válida y permanente de un pueblo y una sociedad a lo largo de la vida.
Todo cambia, todo fluye. El desarrollo no es lineal y en permanente ascenso. Tiene sus retrocesos transitorios, su estancamiento relativo y también, su muerte, para reaparecer, transformado, en otro tiempo y otra sociedad.
Cuando digo transformado, estoy queriendo decir que va a seguir portando en su seno, lo más genuino del ser argentino: su ética, su espíritu de grandeza, su forma expresiva, inimitable que la hace tan nuestra y alguna vez, fue una constante en nuestra historia como país.
Nadie puede garantizar la permanencia y vigencia de determinada forma, sociedad o país. La decadencia de Grecia, Roma o Cártago y los imperios modernos nos muestra, elocuentemente, la inviabilidad de la conservación de determinadas categorías sociales o formulaciones en que la sociedad o el hombre se expresan.
Nuestra música y sus exponentes, no escapan a esta regla de hierro.
Pueden pasar a la historia o al olvido, pero no les podemos garantizar su vigencia y lozanía en su expresión pretérita a través de las distintas etapas que la sociedad transpone.
También, pueden aparecer como comedia o como tragedia pero, su resurrección, en su forma originaria, esta garantizada, únicamente, como una secta o una comparsa.
Ese es un riesgo cierto que corremos sino avanzamos; si nos consuela el pasado por miedo a afrontar el futuro como sociedad organizada. Yo creo que este es un tema de rigurosa actualidad; apasionante.
Lo formulo en forma de hipótesis de trabajo. Estoy persuadido de lo que afirmo, pero no vacilaré en sumarme a la discusión de la tesis que hoy dejo esbozada, con toda la fuerza y la honradez intelectual con que tenemos que afrontar la apasionante tarea que nos hemos planteado.
¡Ni un paso atrás; ninguna polémica bizantina que disperse nuestro convocante proyecto!
De cara al futuro. Hay fuerzas oscuras, intereses espurios, costumbres arraigadas y también conocimiento insuficiente sobre muchos temas.
Pero, convocamos a estudiosos para que, lideren, desde este Centro, un vuelco formidable al esclarecimiento de infinidad de temas puntuales sobre los que, creo, no se puede volver atrás. Este es un compendio sintético de una labor más basta que recién comienza.
Creo que hay que poner el acento en esta ponencia debatible y que he tratado de sintetizar donde, no lo dudo, aparecen infinidad de interrogantes. Pero esta abierta a la polémica.
(Disertación auspiciada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el centro de Estudios Gardeleanos en el Museo Casa Carlos Gardel el 15 de junio de 2006). .
NOTAS:
1 “La tumba sin sosiego” Cyril Connelly. Pág. 33. Edit. Sur. 1949.
2 El lunfardo, pág. 105. Academia del Lunfardo. Sep. 1979.
3 Entiéndase bien cuando me refiero a la muerte del tango en sentido simbólico. Lo ubico como que ha dejado de ser protagonista esencial de un proceso creativo, vivo y dinámico, vigente empero en su sitial histórico.

4 “Lechuza”, Tango. Alfredo Navarrine. “Su muchachada de rompe y raja / se fue a baraja ya derrotada… /Hoy su barriada cambio de traje y el malevaje trabajando está…
5 J.J. Sebreli. Bs. As., Vida Cotidiana y Alienación. Pág. 281, Edit. Sudamericana.
6 J.L. Borges. Obr. Comp. pág. 160. Edit. Emecé.
7 “Heraclito”. Oswald Spengler. Edit. Espasa. Año 1947.
Obras consultadas:
“El Ciclo de la Ilusión y el desencanto”.
P. Gechunoff y Lucas Lach-Editorial. Ariel

“Soc. Económica Argentina 1810/1930” – Armando Rivas – Fundación Banco Boston.

“El Caso argentino”. Vicente V. Presedo – Eudeba

“Auge y Decadencia de la Economía Argentina”. V.V. Presedo Academia Nacional de Ciencias Económicas.

“Imperialismo y Desarrollo Económico”.
J.J. Esteban – Edit. Palestra.

(*) Juan Carlos Esteban nació en Buenos Aires. Como periodista colaboró en la década “del cincuenta”, en la sección literaria del diario Clarín con trabajos históricos y literarios. También encaminó su actividad hacía las disciplinas económicas. Es autor de los libros “Capitalismo de Estado en la Argentina”, “Valor Industrial y Enajenación de DINIE”, “Reflexiones sobre la Crisis Financiera” (1959), “Imperialismo y Desarrollo Económico”, “Emisionismo y Crisis Económica” y también volcó su sentimiento nacional, adentrándose en la cultura popular mediante investigaciones que lo llevaron a publicar el libro “CARLOS GARDEL Encuadre Histórico” e innumerables artículos sobre la vida de nuestro “Morocho del Abasto”. .

jueves, 14 de mayo de 2009

Conversación con Rodrigo Pareja




Conversación
con
Rodrigo Pareja

Aquí la presencia y una memoria, esa memoria que algunos denostan porque piensan que el tema, en este caso la pasión por el tango en Medellín, es una presencia de hace tres años. Don Rodrigo hace parte de esa memoria, de esa actitud suya, de esa vivencia como periodista, como difusor, como cultor y hombre de mundo. Con él la memoria de Medellín tanguero permanece y perdura en sus palabras. ante el avasallamiento del olvido y del relegamiento generacional de aquéllos, recién llegados que piensan que internacionalizar la ciudad es vestirla de tango sin haberlo vivido ni sentirlo. Desconocernos de esa manera, es empobrecernos espiritualmente y ser más provincianos creyendo que así estamos inscritos en las triquiñuelas de un mundo global.
En Rodrigo Pareja se da la posibilidad de vivir el tango en diversos momentos: la noche y la ciudad, los los cafés y la grata manera de contarnos como ese vacío de la ciudad, su historia, permanece en personas como él que han sabido referenciar la música del sur.
Sensible y vital, nonchalance y tanguero de ley, como unos pocos, Don Rodrigo nos da su conocimiento, su énfasis en el tema que se encuentra en la memoria de aquellos que nos antecedieron y están vigentes. Son lo nuestro.
En esta conversación hay de todo, de esa ciudad que se esfuma ante nuestros ojos y que solo la memoria de los mayores instala.

Medellín, mayo 10/2009

VÍCTOR BUSTAMANTE: En el argot tanguero se refieren a algunas personas como tangueros de ley. ¿A quiénes puede considerarse así en Medellín y por qué?
RODRIGO PAREJA: La expresión “de ley” se utiliza sobre todo en los metales, plata de ley, oro de ley, para significar su grado de alta pureza. Por extensión se aplica a los tangueros, para hacer constar que no son aparecidos o de media petaca. Lo mismo podría decirse de “soneros” de ley o “salseros” de ley, cuando se quiera hacer notar el conocimiento y la valía, dentro del género, de alguien en particular. Aquí en Medellín, como en toda actividad y para salirnos de la expresión “de ley”, los hay buenos, menos buenos y regulares. Para mí un tanguero “de ley”, es aquel que posee un vasto conocimiento sobre la materia, que se ha preocupado por leer, por estudiar, por analizar, por comparar, aquel que es capaz de identificar de oído a casi todas las orquestas y cantores que le pongan, en fin, un tanguero de cuerpo y alma, y no solo aquel que por el solo hecho de identificarse como “gardeliano a morir” y tararear El día que me quieras, ya se cree con derecho a dictar cátedra. Aunque para esto último, ni yo ni nadie está capacitado. Yo suelo afirmar gráficamente que si la historia del tango pudiera condensarse en los cinco dedos de la mano, aquí apenas conocemos lo que reúne el meñique. La prueba de lo que le digo es que todavía estamos descubriendo temas grabados hace más de sesenta o setenta años. Es que se han grabado más de cincuenta mil tangos, tan solo en la Argentina, de los noventa mil que estaban registrados hasta el 2006 en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores – SADAYC -- y creo que aquí en Colombia nadie tiene siquiera la mitad, cualquiera sea el formato en que los posea. Con decirle que Carlos Gardel grabó 517 tangos y aquí no pasan de 30 o 40 los que se difunden y conocen, aún por aquellos que, en casi una blasfema, afirman ser tangueros y gardelianos.
Entre los personajes de respeto en materia tanguera, llámelos “de ley” o conocedores e investigadores, hay que citar a Luciano Londoño, Rodrigo Agudelo Salinas, Jorge Iván Arango, Javier Velásquez Parra, quien ahora reside en Australia; Hernán Marulanda Lotero, Walter Correa, Jesús Vallejo Mejía, Reinaldo Spitaletta y el ya desaparecido Juancho Uribe, aquel que surtía los pianos del gran Guayaquil, y modestia aparte mi persona, sobre todo a partir del momento en que comencé a hacer diariamente un programa denominado Buenas Noches Tango, en 1993, del cual se alcanzaron a hacer 2.116 ediciones, el cual me exigía documentarme debidamente sobre cada tema, músico, poeta o cantor, para no incurrir en inexactitudes, mentiras o engaños a los oyentes, como era común en otros tiempos. Ahora ya nadie puede venir a engrupir y a inventar fantochadas.
Una nota aparte merecen los coleccionistas, pues sin ellos se habría perdido irremediablemente la historia del tango. ¿Qué tal que en la década de los ’60, cuando la nueva ola casi sepultó al tango, los coleccionistas hubieran decidido destruir o salir de lo que tenían? Gracias a ellos, a su dedicación, su amor por el tango y su perseverancia, es que el tango sobrevivió y sobrevivirá, a pesar de sus malquerientes y sepultureros gratuitos que lo entierran día de por medio.

VB: ¿Ha escrito usted mucho sobre tango?
RP: Algo he hecho pero no tanto como quisiera. En materia de difusión de tango, creo que es más importante lo realizado con el programa “Buenas Noches Tango”, pues 2.166 ediciones de una hora de duración tienen su trascendencia y exigen esfuerzo, dedicación, e investigación. Hice también en el 2001 una compilación de 302 tangos, titulada “Late un corazón”, para la empresa Hombre Nuevo Editores, de la que puede resaltarse que al menos 250 de ellos jamás habían aparecido en cancioneros publicados aquí. El libro incluye unas síntesis biográficas de algunos de los más importantes letristas y, además, un vocabulario con las palabras lunfardas contenidas en los tangos seleccionados, el cual fue elaborado por el conocedor del tema Luciano Londoño López.

VB: ¿La fama de Medellín tanguero es verdad o no y a qué se debe ese gusto por los tangos?
RP: La fama de Medellín como ciudad tanguera es absolutamente merecida, aunque en la actualidad otras ciudades del mundo tengan una mayor actividad artística, aunque decir mayor es un auto engaño, ya que actividad, lo que se dice actividad tanguera, aquí no existe. Aparte de una charla ocasional sobre cualquier cantor, director de orquesta o autor, y lo ya sabido, trillado, manoseado y repetido que se relaciona con el aniversario anual de la muerte de Gardel, no hay nada trascendente en la materia. Pero ello no obsta para que Medellín continúe siendo reconocida como una ciudad tanguera y de tangueros.
Ahora, ¿por qué se afianzó el tango aquí? Mi teoría es más sencilla y menos docta de la que han esgrimido casi siempre algunos, eruditos o no. Ellos le meten sicología, sociología y antropología al asunto, para descifrar, según su leal saber y entender, comportamientos, maneras y modos de ser del antioqueño. Y hablan de su espíritu emprendedor, de su gusto por la aventura, la mezclan con la inmigración que le permitió a los paisas desparramarse por el país en plan de colonizadores, y obvio, tienen que agregarle la nostalgia por el terruño, el desamor, el olvido, la aventura, en fin, una serie de calidades, cualidades, taras, defectos y situaciones y circunstancias que son comunes a todos los seres. Con el perdón de ellos y de muchos otros, mi teoría es más simple: el marrano se cría con lo que le arroja el amo a la porqueriza, y aquí, gracias a Dios, los amos discográficos de entonces, vale decir los que grababan en el exterior la música que consumía el continente, sellos Decca, RCA Víctor, Columbia y Brunswik, entre otros, dieron en la flor de incorporar en cada cara de un disco sencillo, un tango. Al reverso, un bolero, un bambuco o una canción mejicana. Así entró el tango y así comenzó a conocerse en Medellín. Gracias a Dios, a esas casas disqueras no les dio por incorporar en cada grabación un pasillo ecuatoriano o una ranchera porque hoy estaríamos jodidos e ignorantes en materia tanguera.
Que la muerte trágica de Gardel aquí en Medellín contribuyó a afianzar el amor y el gusto por tango, es algo que no admite discusión. Pero más que eso, sirvió para engrandecer el mito, para hacer de Medellín y Gardel algo indisoluble, para que Medellín fuera conocida y reconocida en el mundo hispano parlante por ese hecho trágico; para formar una yunta inseparable, y por último, para hacerle creer a muchos que Carlos Gardel es lo único que vale y pesa en el tango, cuando eso no es cierto. El tango, su historia, sus autores, sus cantores, sus músicos y directores de orquesta, en su conjunto, son más que Gardel.
A propósito, y a manera de anécdota, le cuento que en ninguno de los grandes cafés tangueros de Guayaquil había en el piano (o traganíquel) un disco de Gardel. Solamente a comienzos de diciembre ponían el tango Un año más, de Joaquín Barreiro y Antonio Casciani, el cual quitaban a mediados de enero. Cosa rara, tratándose dizque del mejor y más popular cantor de tangos. Y que no me tomen a mal los gardelianos, pero esa es la verdad.

VB: En cuanto a Gardel se habla más de la muerte aquí en Medellín pero poco sobre su estadía en la ciudad. ¿Qué sabe usted de esto?
RP: Es apenas normal que así sea, por cuanto su trágica desaparición hizo que lo demás, por ejemplo su presentación aquí, fuera apenas anecdótica y sin importancia frente a la magnitud de lo ocurrido. Gardel llegó a Medellín el 10 de junio de 1935 procedente de Cartagena y antes había estado en Barranquilla. Se alojó en el Hotel Europa, situado donde ahora está el edificio Coltejer. Los días 11, 12 y 13 de junio actúa en el Circo España y el día 14 viaja a Bogotá para debutar esa noche en el Teatro Real. Eso es lo que se sabe verdaderamente de la presencia de Gardel en la capital antioqueña, a la cual regresaría de paso para Cali en la tarde del 24 de junio de ese mismo año, para morir espantosamente e iniciar su etapa de inmortalidad.

VB: Háblenos del Medellín tanguero que le ha tocado vivir cuando era periodista.
RP: No solo cuando era, porque sigo siendo periodista y por lo tanto el Medellín tanguero lo he vivido como niño, adolescente y mayor. Y aunque parezca raro utilizar la palabra niño, lo hago porque fue a los 12 años de edad cuando por primera vez escuché un tango y desde entonces me fascinó esa música y me marcó para siempre. Era diciembre de 1951 y por primera vez trabajé en una emisora, llevado por mi padre, quien en las vacaciones escolares me encontraba acomodo como control de sonido en Radio Nutibara, cuando esta emisora estaba situada en la calle Colombia entre Bolívar y Carabobo, en el edificio Ismael Correa, en un tercer piso. Pues bien, en esa época, entre programa y programa – lo habitual era que duraran media hora – se acostumbraba llenar los pequeños espacios para ajustar los treinta o los sesenta minutos con exactitud, con lo que se llamaba un “puente”, es decir, una cortina musical que se dejaba hasta completar la media hora o la hora exacta. El primer día que ejercí como control estaba de turno como locutor Hernando Gallego, “el mono” Gallego, un hombre del que me enteré después era también enfermo por el tango. Y en su turno era el que escogía la música para esos “puentes” musicales que eran frecuentes. Y el primero que me tocó poner, elegido por Gallego, fue el tango Mala Junta, de la orquesta de Osvaldo Pugliese. Me llamó la atención posiblemente la sonora carcajada que los músicos de Pugliese lanzan al comenzar la ejecución de ese inmortal tema instrumental de los maestros Julio de Caro y Pedro Laurenz. Y le cuento además que el primer tema argentino cantado que escuché, también por cuenta del “Mono” Gallego, fue el vals Cabeza de Novia, de Alberto Echagüe con Juan D’ Arienzo.
De manera, pues, que desde niño, a los escasos 12 años, escuché y gusté del tango y de la música argentina.

VB: ¿Cómo era esa bohemia, alrededor de qué lugares de la ciudad, de qué bares, de que amigos, dónde vivía?
RP: No podía hablarse de una vida bohemia, sobre todo en los primeros años de adolescencia y juventud. Si bien desde los 15 o 16 años comencé a darle al “escabio”, como dicen unos o al “estaño”, como dicen otros, era más bien en los fines de semana que junto con los amigos nos dedicábamos a ello. ¿Cuáles lugares de la ciudad? Inicialmente, y creo que esa fue la constante de todos los tangueros, en el café del barrio, y si no lo había, en el más cercano a la barriada. Allí donde todos comenzamos a soñar y a pensar en las muchachitas vecinas, a acariciar sueños, a pasar los primeros malos ratos que deja el licor, en ese familiar y entrañable establecimiento donde el dueño que nos conocía era cómplice y amigo, y que nos permitía de vez en cuando, hasta el lujo de poner en su traganíquel, en ese entonces de 24 selecciones, el primer disco de pasta, de 78 rpm, que adquiríamos en los almacenes La Cita o La Guitarra, en el barrio Guayaquil, para darnos el gusto de dejarlo casi blanco de tanto hacerlo sonar, a moneda de cinco centavos cada vez. Yo creo que ese fue el comienzo de la mayoría de tangueros. Con el tiempo fuimos extendiendo nuestro campo de acción musical a barrios vecinos o más lejanos y fuimos conociendo uno a uno los establecimientos donde se molía tango y en los cuales, en cada incursión, nos topábamos con la sorpresa de un tema nuevo o con el tema ansiado que no estaba en otro sitio. En mi caso, por ejemplo, aunque nací en el barrio Manrique desde comienzos del 50 me afinqué en Las Palmas, y por eso fueron familiares para mí los barrios Gerona, La Toma, El Camellón y Enciso, principalmente.

Grosso modo, podría recordarle cafés que fueron entrañables a raíz del tango: El Machete, El Cachafáz, El Verde Mar, La Danza de la Fortuna y el Mar del Plata, en Gerona; El Barcelona, El Torrente y El Copa de Oro, en La Toma; El Viejo París, en Enciso, sin contar el Alaska, El Mar del Plata y El remolino y todos los otros de la 45, en Manrique; el de “Carraca” en Villa Hermosa; uno especialísimo que quedaba al frente de la iglesia de El Calvario, en Campo Valdez, cuyo nombre no recuerdo, y todos los de Envigado, Itagüí y Bello, que fueron materia de visita y de buenos tragos en años posteriores.

VB: ¿En qué momento se volvió tanguero y por qué?
RP: Ya le conté cómo y por qué me gustó el tango desde la primera vez que oí uno de ellos, Mala Junta, interpretado por la orquesta de Osvaldo Pugliese. Sabía en consecuencia, por mi trabajo esporádico en Radio Nutibara, a cual hora pasaban el programa de tangos, y siempre que regresaba de la Bolivariana, donde estudiaba, antes de hacer las tareas lo sintonizaba. Y en mi avidez por oír más tangos cuando ese espacio se acababa, movía el dial para buscar otros, y así fue como encontré los programas tangueros de La Voz del Triunfo y de Ondas Tropicales, emisoras ya desaparecidas. Así que antes de los deberes diarios con la Bolivariana, mi deber conmigo mismo era escucharme esos tres programas. ¿Cuando me volví tanguero? Creo que desde el primer día que escuché Mala Junta. Gracias a Dios el “puente” musical que eligió el “Mono” Gallego no fue una ranchera o un porro.

VB: ¿Asistió a los radio teatros? ¿Cómo era el ambiente allí?
RP: En radio teatros y en teatros de la ciudad y de Bogotá, donde trabajé varios años, tuve la oportunidad de ver a muchos intérpretes. Una lista somera, con temor de que se me olviden algunos, Libertad Lamarque, Charlo, Agustín Irusta, Horacio Deval, Raul Angeló, Alberto Marino, Oscar Larroca, Julio Martel, Alberto Castillo, Andrés Falgás, Alberto Podestá, Juan Carlos Godoy, Jorge Rolando, Abel Córdoba, Armando Moreno, Juan Carlos Jordán, Pepe Aguirre, Osvaldo Ramos y Alberto Echagüe y orquestas como la de Miguel Caló, Alfredo de Angelis, Héctor Varela, Mariano Mores, Los Solistas de D’ Arienzo y la de Osvaldo Pugliese. Esta última junto con la de Varela fueron las que más me impactaron, sin desconocer desde luego la calidad de las otras. Además, y en esto abarco otra gran cantidad de músicos y cantores, a casi todos los que llegaron a Medellín en esos primeros e irrepetibles festivales del tango. Lo de ahora es un remedo de aquello.

Hablando de radio teatros, valdría la pena anotar que una de las más grandes voces que ha dado el tango, Alberto Marino, pasó por Medellín sin pena ni gloria. Recién había dejado la orquesta de Troilo y era considerado un cantorazo en la Argentina, pero vino aquí y no pasó nada con él. No se explica uno cómo pudo ocurrir algo semejante con quien, hablando coloquialmente, como cantor de tango le daba mitad de partido a muchos de los que por aquí resultaron ídolos de la noche a la mañana.

VB: ¿Vivió la bohemia de Guayaquil? ¿Cómo era? ¿En qué lugares se pasaba bien? ¿Cómo era el ambiente y los amigos que iban por allí? ¿Los tangos y cantantes que se escuchaban?
RP: Tanguero que no haya vivido a Guayaquil es como un “típico” montañero” sin fríjoles ni chicharrón. Lástima que los jóvenes que ahora incursionan por el tango y les atrae esta música no tengan sino la referencia del añorado Guayaquil, Pero haberlo vivido resulta una experiencia que vale toda la plata del mundo.
Guayaquil era como el nos plus ultra del tango, el gran bufé que se nos servía luego de un periplo a base de excelentes pasabocas por cualquiera de los barrios tangueros: Manrique, Aranjuez, Campo Valdez, La Toma, Gerona, Las Palmas o Enciso, para citar algunos, correrías que indefectiblemente terminaban en Guayaco. Líneas atrás mencioné algunos cafés que eran de obligada visita en esos periplos musicales tangueros, en los cuales, hablando figuradamente, degustábamos los “aperitivos" que nos permitían después “cenar” opíparamente en Guayaquil.
De ese inolvidable sector recuerdo, aunque se me pueden escapar algunos, los cafés El Rey del Tango, Los Tangos, La Luneta – el café de las nueve puertas – situado en San Juan entre Bolívar y Carabobo, acera del norte; y al frente, el Rodríguez Peña, La Gayola y el San Jorge; y una cuadra más arriba, siempre por San Juan, El Hansen, La Costa y el San Diego, y en Niquitao, el Viejo San Diego, de don Brígido. Lugares y personajes entrañables en este Medellín tanguero, como Juancho Uribe, el gran surtidor de música de los mejores cafés, quien a veces le cambiaba los títulos a los temas como para que nadie más los pudiera conseguir si llegaban a preguntar por ellos con ese título cambiado que él les ponía.

Guayaquil era el sitio obligado de tertulia, donde todos posábamos de conocedores, quien más quien menos; donde se apostaba a identificar cantantes y orquestas; donde se iba en busca de la selección inhallable en otro sitio; donde al calor de unos buenos tragos y en medio de la “melodía”, como le decíamos genéricamente al tango, hacíamos amigos que solo era posible ver allí cada semana, donde cada cierto tiempo surgí a un tema nuevo que traía Juancho Uribe y que por algún tiempo era el éxito del lugar o el más perseguido. Hay que anotar que quienes surtían los pianos o traganíqueles se esmeraban por llevar permanentemente novedades, aunque a casi todos se les olvidaron grandes figuras del tango que no tuvieron el honor de estar y barrer en Guayaquil con la misma persistencia que se les dio a otros: por ejemplo, de Osvaldo Pugliese y su orquesta pocos temas se escuchaban allí; lo mismo que de Carlos Di Sarli y del mismísimo Aníbal Troilo, para no citar sino tres de los grandes que no fueron tan populares en Guayaquil como Juan D’ Arienzo; Ricardo Tanturi, Francisco Canaro, Francisco Lomuto, Miguel Caló y Alfredo de Angelis, por ejemplo. Y entre los cantores, no se escuchaban voces tan grandes e importantes como las de Jorge Durán, Floreal Ruiz, Tito Reyes y Roberto Goyeneche. Hacían “capote”, como dicen los argentinos, Enrique Campos, Horacio Lagos, los cantores de D’ Arienzo, Ernesto Famá, Ángel Vargas, Armando Moreno, Jorge Omar, Fernando Díaz y otros.

En la mejor época de Guayaquil, cuando no había tanta inseguridad, los cafés cerraban sus puertas unas veces a las tres y otras a las cuatro de la mañana. Pero volvían a abrirlas a las seis. Muchos fuimos los que salíamos al cierre, botella en mano, para sentarnos en la acera, escanciar su contenido y esperar a que volvieran a abrir a las seis para clavarnos de nuevo en una mesa junto al piano. La policía se limitaba a vigilar de lejos a estos noctívagos alicorados que sólo esperaban de nuevo su música.

VB: Dentro de ese ambiente tanguero se afirma que Larroca, Armando Moreno y Pepe Aguirre eran importantes en Medellín. ¿Qué otros cantantes y orquestas tenían tanta aceptación?
RP: Los que usted menciona en su pregunta eran populares, como también lo eran Julio Martel, Charlo, Agustín Magaldi, Carlos Roldán, Eduardo Adrián, Carlos Dante, Enrique Campos, Alberto Echagüe, Armando Laborde, Jorge Ortíz, Andrés Falgás, Alberto Podestá, Raúl Iriarte, Raúl Berón, Argentino Ledesma y otros. Entre las orquestas, sobresalían las de Francisco Canaro, Miguel Caló, Juan D’ Arienzo, Rodolfo Biagi, Alfredo de Angelis y Enrique Rodríguez.

En general todos los nombres que acabamos de mencionar debían su popularidad a los programadores de las empresas discográficas, quienes por egoísmo, por desconocimiento o por comercialización – aunque esto último es muy relativo – saturaron a los amantes del tango con sus grabaciones. Y sobre la comercialización o mercadeo, vuelvo a mi tesis: el marrano se cría con lo que le echa el amo a la porqueriza. A fines de los años 50’, cuando comenzaron a imprimirse aquí las marcas Odeón, RCA Víctor y Columbia, principalmente, a los tangueros se les hartó a punta de Canaro, Caló, D’ Arienzo, De Angelis, Rodríguez y Biagi, y muy poco o casi nada del resto, excepto Ángel Vargas. Hasta Troilo, Di Sarli y Pugliese, entre los más conocidos, sólo eran suministrados en avaras dosis a los tangueros. Y ni hablar de Alfredo Gobbi, Joaquín Do Reyes, Fulvio Salamanca, José Basso, Francisco Rotundo, Manuel Buzón, José García, Enrique Alesio, Jorge Caldara y tantos más. Aunque justo es reconocer que después de muchos años estos últimos fueron llegando al mercado, pero ya el oído y el público estaban muy mal acostumbrados.

VB: ¿Qué tangos y compositores colombianos le llaman la atención?
RP: En concreto no es que me llamen la atención, pero indudablemente el más importante de todos ellos y el que mayor trascendencia tuvo con sus tangos fue el antioqueño Libardo Parra Toro, más conocido como Tartarín Moreira, a quien Agustín Magaldi le grabó sus temas Son de campanas y En la calle; Hugo del Carril, “Malditos celos” y varios intérpretes más, entre ellos Alberto Podestá, “Amargura”. De Tartarín hay que mencionar también “Es mejor que no vuelvas”, del cual apenas se conoce la versión llevada al disco por el Dueto de Antaño, letra que según el erudito Luciano Londoño, es la mejor de Tartarín. Otros autores colombianos a quienes cantantes reconocidos les grabaron sus creaciones, fueron José Barros, el de Viejo Carrusel, de Carlos Dante; Abel de J. Salazar, el autor de Cruel incertidumbre, grabado por Pepe Aguirre; Alfonso García, autor de Cuesta abajo, totalmente distinto al de Gardel, grabado por Ricardo Herrera con la orquesta de Enrique Rodríguez, y Eduardo Carrasquilla Mallarino, el autor de El Brujo, primer tango de un colombiano llevado al disco, esta vez por Carlos Gardel.

VB: Usted afirma lo siguiente: “Pugliese, porque en mi concepto es el que marca la gran renovación del tango – que no su deformación – después de lo aportado por Julio de Caro. No piensa que la música evoluciona o ¿es un purista del tango?
RP: Yo me considero un tanguero tradicionalista y defiendo el tango de verdad, no el que aparenta y quiere ser tango sin serlo. Yo no lo llamo tango, ni lo acepto, ni lo escucho, ni lo defiendo, ese esperpento que llaman tango electrónico; o lo que canta un tal Melingo. Si estos deformadores creen que hacen tango, allá ellos, lo mismo que Bajo Fondo y otros grupos del mismo corte. La música, como todo en la vida, evoluciona. Pero no por eso alguien puede venir ahora, dizque por evolucionador y modernista, a tocar de distinta manera la Serenata de Shubert, o los valses de Staruss, o la quinta sinfonía de Bethoven. Eso se escribió hace más de doscientos años y ahí está y ahí seguirá para eterna memoria. El hombre también evoluciona, pero que tal si al crecer en lugar de caminar derecho comenzará a reptar; y si en lugar de hablar coordinadamente regresara a emitir sonidos guturales. Esa no sería evolución sino deformación, y eso es lo que algunos dementes y mesiánicos creen que pueden hacer con el tango. Si por lo anterior me tildan de troglodita, cavernario y retrógrado, vale, lo acepto plenamente, pero a esta edad no voy a martirizar el oído escuchando “huevonadas”.

VB: En la encuesta sobre la antología personal del tango, usted decía… “POR ESO TE QUIERO, tal vez el menos difundido entre el grueso público de los cinco tangos que he seleccionado. Pero lo he hecho porque en la práctica es el más fiel retrato de mi vida, es como una especie de autobiografía. Sus versos pertenecen al popular poeta Reinaldo Yiso y la música es de Carlos Dante, quien interpreta las dos versiones que se conocen del tema. Usted dice que esa letra es “el más fiel retrato de mi vida”. ¿Por qué le da tanta importancia a las letras de tango, son en realidad un reflejo de la vida cotidiana?
RP: Hablemos primero del tema que usted menciona en su pregunta: si yo me hubiera propuesto plasmar mi vida en una canción, la contenida en esos versos de Reinaldo Yiso y música de Carlos Dante habrían sido la mejor síntesis. Como no tengo esa capacidad, aprovecho la inspiración de los otros y la hago mía. Lo que narra y describe ese tango es mi vida resumida.

Ahora, el tango es la más exacta visión de cuanto puede acontecer a cualquier ser humano, solo que contado de la manera más bella posible. Con la más supina ignorancia, algunos se atreven a decir que el tango es un caso de policía, pero son aquellos que desconocen del todo la poesía que hay en su letra, sin negar que hay algunas que narran o se refieren a situaciones truculentas o trágicas, como también están plasmadas en muchas otras canciones de distinto género, rancheras, pasillos, música guasca y hasta en la ópera.

Pero en el tango usted encuentra temas dedicados a la madre, al padre, a los hermanos, la abuela, a la fiesta, al campo, a las flores, a la novia, la amante, la esposa, el cabaret, el café, el barrio, la guerra, la iglesia, el dinero, las prostitutas, los amanerados, el fútbol y otros deportes, los políticos, los oportunistas, los envalentonados, los cobardes, los ricos, los pobres, el juego, la hípica, el casino, sin contar aquellos testimoniales que realzan personajes de la historia, el deporte, las artes y habría un largo etc. para terminar este punto. Las situaciones de cualquier índole y en todos los campos que vive y enfrenta el ser humano, tienen a la mano un tango que las describe y evoca de la mejor manera. Distinto es que otros géneros de música popular no hayan podido alcanzar la grandeza y majestuosidad del tango en esa tarea de plasmar en bellas metáforas y en música acorde con ellas, el discurrir diario del hombre.

VB: De qué tangos nos puede decir que tienen buena música pero no buena letra y lo contrario, como si hubieran resultado un intento fallido del autor o autores.
RP: Difícil respuesta porque todo resulta subjetivo, y lo que para unos puede ser bueno para otros no lo es tanto. Pero vale la pena citar el tango Recuerdo, de Osvaldo Pugliese, considerado por muchos estudiosos y conocedores como digno de estar en los primeros lugares de cualquier antología referida a temas instrumentales. Dicen, sin embargo, que Eduardo Moreno, al ponerle letra a la música de Pugliese, no estuvo a la altura del genial pianista. Pero esos son juicios y conceptos que pueden compartirse o no. Ahora, si me pregunta a mí por letras malas, yo le pondría en primer lugar y fuera de concurso la de Sangre maleva.

VB: ¿Ha sido coleccionista de tangos? Háblenos de su discoteca personal.
RP: Si por coleccionista se entiende aquel que hace hasta lo imposible por conseguir un disco de pasta, lo pule y brilla todos los días y se ufana de ello, no soy coleccionista. Como dice el doctor Jesús Vallejo Mejía, a mí también me interesa más el contenido que la forma. Un ejemplo: Mercedes Simone jamás grabó el tango El Adiós, pero yo poseo una versión suya interpretando en vivo ese tango en el año 1935. Según la teoría de algunos, como eso no está en pasta no vale la pena. Yo pienso distinto y disfruto el tema. Me definiría más bien como “seleccionista”, si cabe el término. Creo tener unas ocho o nueve mil versiones de música argentina y todos los días procuro, sin hacer de la tarea una obligación ni una obsesión, acrecentar ese número mediante la búsqueda y el intercambio con buenos amigos. Pero a estas alturas de la vida pensar en buscar o mantener un disco de pasta o un L.P. como gran cosa, no es mi oficio. Para eso inventaron el CD y muy buena parte del tango se encuentra ya en este formato.

VB: Desde los años 50’ se dio una relación entre el tango y el fútbol con la llegada de jugadores argentinos. ¿Qué nos puede hablar de eso?
RP: Obvio que algo pudo influir la llegada de jugadores argentinos, sobre todo en la época que usted menciona, cuando todavía el tango estaba en pleno furor en Buenos Aires. Algunos jugadores trajeron algún material y les continuaban enviando desde Argentina lo que iba saliendo. Hubo una imbricación mayor, seguramente, cuando Los Caballeros del Tango, un conjunto aceptable, vino a Medellín y tuvo una larga temporada, la que aprovechó para lanzar un tema en honor del Nacional y su campeonato alcanzado en 1954. Otros jugadores argentinos tuvieron programas de tangos en emisoras locales – Oscar Contreras Rossi, por ejemplo – y uno más, José Manuel Moreno “El Charro Moreno” era el yerno del cantante Alberto Echagüe, por lo que podría mencionarse que con él también hubo algo de fomento y conocimiento del tango. Aunque es justo decir que Echagüe no lo podía ver ni en pintura y alguna vez en Buenos Aires lo persiguió para cobrarle los malos tratos que le daba a su hija.

VB: ¿Qué aspecto del tango de ahora le interesa en cuanto a cantantes, orquestas, composiciones?
RP: El ahora que usted incluye en su pregunta no sé si se refiera al año 2009. Si es así, ignoro que pasa hoy en Buenos Aires. Conozco y escucho, sin embargo, a figuras de los últimos años, por ejemplo, entre cantores, Ariel Ardit, Brian Chambuleyron, Daniel Aste, Walter Laborde y Enrique Lear, entre muchos más. En cancionistas, Valeria Lima, Ana Medrano, Sandra Luna y Marcela Bublik. A propósito de mujeres intérpretes, valga un apunte sobre Nelly Omar y sus 97 años, quien acaba de presentarse en el Luna Park con arrollador éxito porque todavía canta y lo hace supremamente bien. Finalmente, entre las orquestas del momento, podrían estar la Sans Souci, la Color Tango, la de Juan Migliore y Los Reyes del tango.