lunes, 23 de noviembre de 2020

ANTE JAIME JARAMILLO PANESSO / Darío Ruiz Gómez

Jaime Jaramillo Panesso

ANTE  JAIME  JARAMILLO PANESSO

Darío Ruiz Gómez

“Negro, te recojo” Me anunciaba cuando salíamos a buscar algún bar de tangos para charlas y matar la tarde y si me sonó raro fue debido al hecho de que le acababan de  extraer un riñón. Llegamos a un cafecito e inesperadamente pidió una botella de wisky y comenzamos a beber, yo con la confianza de que después de tres tragos regresaríamos temprano a casas pues con solo un riñón ya no podría beber. Gran error al no darme cuenta de que el riñón que le habían extraído era el riñón que no bebía y el que le habían dejado era el que mantenía su vocación de dipsómano empedernido. Unos años después sentados en un bar sacó una botella de “Glenfiddich” pidió hielo y comenzamos a brindar solemnemente por nuestras vidas y nuestros hijos hasta que un profesor que pasaba preguntó por la celebración y le contamos y que estábamos celebrando 50 años de amistad lo que lo emocionó pues consideraba que nunca había encontrado en su vida un amigo. Nos conocimos hacia el año 57 en la recién inaugurada BPP en la Playa y formamos un grupo intelectual definido por el periódico “Movimiento”.  Se dice hoy que alguien se levanta y exclama:” Soy de izquierdas” y ya está. A nosotros la barbarie nos cortó la juventud ante la visión directa de las represiones , ante la constatación in situ de cómo se asesinaba la Constitución y la República  y ante el hecho de que definirse por un Partido político implicaba el conocimiento previo de lo que filosóficamente suponía la teoría política escogida: era el escenario  de las razzias de los grupos de choque, el bandolerismo, la nueva violencia guerrillera, enmarcando la derrota de la propuesta de una verdadera democracia, estaban los despidos masivos y la intemperancia del ultramontanismo. Al comenzar los estudios de Derecho la violencia ya nos había definido en defensa de los valores de la Cultura Occidental y la defensa de la libertad. La catarsis la constituía el amor al tango y al baile, escogencias de vida, contenidos de juventud como repulsa a la opresión, amor a los valores del barrio. Durante mis largos años en España Jaime no dejó de informarme sobre la situación del país y su compromiso ya definitivo frente a la lucha por un país más justo. Creyó en la filosofía  de la Alianza Popular Nacional y desde esa plataforma se convirtió en un agitador, en un gran orador, el joven Jaime, el eterno enamorado de las mujeres  y de la amistad, enamorado de un país que  fue conociendo a través de su lucha, a través de su compromiso con la Paz traicionada una y otra vez por el ELN, las FARC ,  en los distintas conversaciones  y conocedor directo de las marrullas de esos personajes sanguinarios convertidos en supuestos emancipadores  por la “Iglesia de la liberación”. Fue capaz en la cárcel de convertir en amigos a un grupo de exguerrilleros y de ex paramilitares, tarea silenciosa para  responder con la debida  civilidad a los verdaderos enemigos de la paz disimulados  éstos  en refritos de proclamas  pseudorevolucionarios. Contradictorio, injusto como todo espíritu recio muchas veces dejamos de hablarnos, pero jamás dejamos de considerar que sin lo que nos hace humanos o sea la contradicción, la política nos convierte en simples marionetas. Un intenso fuego interior lo ha llevado a pelearse con todo el mundo, a deshacerse insatisfecho con cualquier tipo de conformismo político y el más puro sentido de la amistad le ha permitido demostrar su admiración por Álvaro Uribe y soportar los denuestos de esa izquierda “científica” que aún se cree inteligente sin darse cuenta de que ya los hechos la han sobrepasado. Hay quienes viven de la política y quienes viven desde dentro los azares y desventuras de la política.  ¿Cuántas veces estuvo Jaime en la cárcel acusado por su rebeldía? ¿En selvas y montañas cuántas veces se expuso a morir con tal de convencer a unos guerrilleros de que dejaran libre a unos secuestrados? El eterno muchacho jamás recurrió al exhibicionismo de alardear de su hoja de vida pues en su caso ya la suerte está echada.  ¡Me quito el sombrero! Hermano Jaime.  


lunes, 9 de noviembre de 2020

Pepe Aguirre en Medellín (2) /Víctor Bustamante

 


.. .. .. ..

Pepe Aguirre en Medellín (2)

Víctor Bustamante

El destino de los cantantes es incierto, ya que cuando la generación que lo acompañó crece en edad, muchas veces apacigua sus gustos, o se desinteresan de su música y denigran de su juventud antes fervorosa en la mundanidad. Entonces, llega otra generación que intenta avasallar con nuevas propuestas musicales tanto a nivel de instrumentos, como a nivel de letras que expresa sus preocupaciones del mundo contemporáneo. Hay una constante en el ser humano: el canibalismo en todas las esferas. La idea de progreso y futuro, muchas veces, lleva a desdecir de las manifestaciones artísticas anteriores como anticuadas, como fuera de tono, ya que impera la moda como trasunto de lo moderno. Por esa razón se acuña y aplica el concepto de modernidad, pero no olvidemos que la modernidad también envejece, en lo teórico, al correr sus alambradas en cada generación. A pesar de estas disquisiciones teóricas, queda algo: la música, al escucharla, instala ciertos destellos, como cuchillos que se deslizan hacia la nostalgia como refugio y quimera.

Ante esa variabilidad, insaciabilidad se antepone lo clásico; lo clásico es lo que queda, lo que se contrapone a las modas. Para llegar a su estatus de creatividad se necesita talento; eso es el tango, lo clásico. Lo imponderable. Muchas músicas llamadas modernas se destiñen a los dos o tres años, ya que la insaciabilidad del maketing aceita la maquinaria publicitaria para los incautos. En este orden de ideas me atrevo a decir que Pepe Aguirre es un clásico de lo popular, que difiere del tango considerado como música culta. De todas maneras, ambos son la cara de la misma moneda.

De ahí que mientras Pepe Aguirre ante el avasallamiento de la Nueva Ola chilena, fuera dejado de lado, así como ocurrió en otras latitudes. Pero él no quería verse jubilado ante los medios que cerraban sus canales, ante los cafés que cambiaban de decorado, de música y de saloneras. En la Argentina misma cayeron en la trampa tendida por el maketing, ya que otra generación tuvo como enlace más próximo a Elvis Presley, caso de Sandro y Palito Ortega. Esa rebeldía, impugnó al tango, solo se atrevió a desafiarlo Astor Piazzolla creando lo que se llama una variación, el tango clásico. Muchos argentinos desdeñaron de lo valioso de su patrimonio, comparable al Jazz y al blues. Y esto es decirlo todo. De tal manera muchos tangueros huyeron del mismísimo Buenos Aires creando una diáspora.

Algo es cierto el tiempo ubica su puñado de melancolías y trae otras propiciadas por las disqueras. Si miramos en YouTube la aceptación de Pepe Aguirre, notamos lo siguiente, Frivolidad posee 8 millones y medio de visitas, y también observamos el grado de aceptación de Muñeca de loza, de Naufragio, mientras son pocas las visitas para escuchar a Gloria Aguirre, su hija, con sus canciones modernas que no calaron sino en su momento. Es decir, Pepe Aguirre se impone aún después de grabar estas canciones hace tanto tiempo. Posee sus adeptos, sus noctámbulos comidos por la tristeza, y el sedentario sitio del sentimental en las diversas cantinas. Ser sentimental es una fuerza interior que se desliza hacia la melancolía y a su grado más alto, la tristeza. Precisamente esas canciones populares expresan ese estado, y más fervoroso si es acompañado con licor en un bar, con la angustia de ver una salonera caminando, y si es bella, es más triste esa soledad: corta con sus agujas. Si en Proust al tomar una magdalena se le vino de golpe el mundo de los recuerdos para escribirlos, y describirlos en una obra maestra total, En búsqueda del tiempo perdido. Así funciona la música, al escucharla, entrega de nuevo momentos de esplendor, o instantes desolados; o sea, los destellos que sacuden. De ahí que el mundo de las sensaciones y el ser sentimental abre sus territorios oscuros, para muchos primarios, pero es innegable, hacen parte de cada persona para tiznar el imaginario popular. ¿Sí o no?

Precisamente ese sentir llevó a que Pepe Aguirre, fuera tan escuchado en Guayaquil, ya que su público lo iba a buscar allá entre licores y las mujeres de todos y de nadie; total desolación. Eso sí con todo el licor y otros caramelos multicolores de alto octanaje.

¿Uno se pregunta por qué? ¿Qué hay en estas canciones? Por supuesto, que la vida que destila gota a gota y que discurre tango a tango en su icono preferido, una mesa de cantina. En Frivolidad de Mario Ríos, un vals, hay nada menos que la historia de un amigo que bebe con otro de más experiencia, el cual le pide que no beba más ante los celos y el desamor. En este vals del Pacífico con letra de tango que asume las características del vals peruano, Pepe Aguirre le da su toque, su voz resuena en esos adeptos comidos por la melancolía más procaz, la de los hombres que, al no querer llorar, lloran de otra manera, bebiéndose el mundanal ruido. De igual manera en Muñeca de Loza, también de Mario Ríos, existe el gesto nunca aplazado de María Isabel que se casa por dinero y apellido con el hombre que no amaba; clásica situación que se da en el theatrum mundi, al cual responde con soltura y desparpajo, otra María Isabel, que dice, eso es cierto, pero con el tiempo una empieza a quererlos y si tiene mucho dinero, se les quiere más rápido. Mientras tanto el drama irremediable persiste en esa canción al escucharla y al beber de nuevo. Otra de las canciones solicitadas de Pepe Aguirre es Jornalero, donde se narra el caso del obrero que trabaja día y día, sin poder remediar su existencia mientras el patrón lo exime de una vida de lujo al este continuar en la eterna mansedumbre de su trabajo mal pagado.

Carlos Serna había enviado su cuestionario a Pepe Aguirre y a su esposa, pero nada que respondían. Como a Medellín había llegado a presentarse el empresario Juan Carrera con su hijo Juan Carlitos le pidió el favor de que lo contactara con Pepe Aguirre. Juan Carlitos, con el tiempo se convirtió de niño prodigio, en musicalizador de programas en la televisión chilena, hasta llamarse Juan Carlos, “Caco”, Carrera. Cuando por fin respondió Pepe Aguirre, contó que estaba casado con Carmen Hayden y tenía un hijo que se llamaba José Luis. Sus gustos musicales eran Gardel y Charlo. Además, no había salido de su país, y le gustaban los deportes. Admiraba a Porfirio Díaz como un maestro de la música. Le envió una foto autografiaba. Además, contaba que había trabajado en el Banco del Estado.

Cuando Aguirre llega a Medellín ya había perdido el entusiasmo por sus tangos. De ahí que, en el Club Unión, haya querido cantar canciones de Gardel como Tomo y obligo, y no las suyas. Aún él se haya herido por esa generación posterior que no quería escucharlo.

En Barrio Triste, que no es triste sino de profusa labor de mecánicos, por supuesto, bebedores. Cuando a un mecánico se le extravía algún tornillo de un carburador, solo le queda un trago áspero en la mañana y a cualquier hora, ante el olor a grasa y a gasolina, para seguir buscando el tornillo. El Pibe Mendoza, en su almacén, había situado la foto de Gardel y de otros cantores en la pared de su oficina, acompañados en las aceras por la sucesión de los talleres vecinos nada menos que por diversas piezas de autos desbaratados, que quizá algún día servirían para algún cliente afanado. Por supuesto, que fulgía la foto acompañado de Pepe Aguirre, en su taller. Allí fábrica espárragos, y se llama Espárragos El Minuto, que son tornillos con tuercas a lado y lado, sin cabeza. El Pibe era todo un tanguero de ley así no poseyera una vasta colección de discos. Eso sí, cada 24 de junio, con Chepe Rúa, llamado por el Gordo Aníbal, “el Ruiseñor de los Alpes”, celebraba la muerte de Gardel. En Manrique, junto a su estatua, le había dispuesto un farolito, para que lo iluminara cada noche. Cada 24, desde la mañana iba a pintar la estatua de Gardel, y en las noches le daba una serenata. Alguna vez ideó un mano a mano entre Juan Carlos Godoy, Armando Moreno y Pepe Aguirre. Allí cada uno le entonaba dos o tres de sus mejores tangos acompañados por bandoneón y guitarras, incluso el Pibe cantaba un tango de su autoría para vivir su noche de gloria, y eso sí seguir bebiendo en las últimas casas de Lovaina, y maldecir a quien siempre le robaba el farol a Gardel. Aun recordaba las palabras de un cliente, si quieres ser alguien en tu puta vida, aprende tangos de Gardel.

El Pibe Mendoza dirigía el equipo de futbol de Barrio Triste, formado, eso sí por mecánicos, también de la Bayadera. El equipo se llamada nada menos que Espárragos, pertenecía a la categoría de ascenso en la Liga Antioqueña de Fútbol. Espárragos tenía un pequeño problema, muchas veces para los partidos la alineación se encontraba incompleta, ya que algunos de los mecánicos se asilaban en su guardería de Enciso, que era su guarida, escuchando tangos y bebiendo, como homenaje a ese coctel de fiesta: futbol y tangos. El mejor jugador del equipo se llamaba Orlando Saraz que llegó a jugar en el Poderoso DIM, le decían Meleguindo. Nada.

La afición por Pepe Aguirre continúa con el coleccionista Toño Cuellar que, durante los Juegos Panamericanos de Cali en 1970, buscó en la delegación chilena a algunos deportistas para preguntarles por Pepe Aguirre; quedaron lelos, nada sabían de su compatriota, pero sí el médico de la delegación, quien le prometió contactarlo con el cantante. Toño necesitaba algunos discos para completar su colección. A los días el mismísimo Pepe le respondió que no poseía ninguno de los títulos pedidos y, por el contrario, le solicitó que le enviara diversos discos que él tampoco poseía. Luego, Toño decidió venirse a vivir a trabajar de plomero a Itagüí, se trajo su colección de discos, unos siete mil. Además, venía con su empleada, Edilma, que seleccionaba discos de 78 RPM en su Bar Donde Toño. A Itagüí fue Pepe Aguirre a visitarlo.

Pepe Aguirre tuvo como acompañante musical con su acordeón a Federico Restrepo hasta 1977. Federico se convertiría en su acompañante fiel durante esos años hasta que entró a trabajar en la Casa Gardeliana. Federico actuó en Los músicos de Víctor Gaviria. Además, es un músico talentoso que persiste, a pesar de las dificultades de su visión. También en Medellín a Pepe Aguirre lo acompañó en sus conciertos el guitarrista Carlos Jaramillo. 

Miguel Ángel Nova, guitarrista y compositor, director musical de Discos Victoria, trabajó diez años con Pepe Aguirre. Añade en una entrevista que le realizó Alberto Burgos Herrera que, a él, le perdonaba todo porque fue el cantante más querido que conoció: “Pepe, de más de 70 años, parecía un muchacho y la vida para él era una sola fiesta, jamás se le veía aburrido y era un hombre espontáneo, suelto, tomatrago, parrandero, enamorao, y el hombre más feliz que yo conocí en mi vida; cuando le escribía su hija Gloria Aguirre, que vivía en Nueva York, me decía:

—Me escribió mi hija, dice que me vaya, pero yo no me voy de aquí de Medellín.

Pepe para mí fue un gran amigo, y cuando murió yo me puse a llorar. Una vez nos fuimos con él a trabajar a Turbo —actuábamos lunes día de fiesta—; salimos de acá desde el jueves anterior, Alonso Galdini, Alberto Laverde, Bolívar, Miriam Araque, Saúl Valencia (Valenti), Pepe Aguirre, mi persona y otros; en total éramos 12 personas. Como éramos tan miedosos para montar en avión, entonces cogimos la línea terrestre a las 6 de la tarde; cada uno compramos una botellita de aguardiente pa'l camino, pues eran 14 horas de viaje; Pepe Aguirre había comprado una garrafa de aguardiente. En Chigorodó, este maestro solo, se había tomado una garrafa de aguardiente; entonces se bajó y compró otra botella y cuando llegamos a Turbo, no tenía sino un asientico.... y ¿sabe qué decía?:

—A mí, aquí en Medellín, no me hace falta nada, ni nadie”.

Queda la certidumbre de saber la razón por la cual Pepe Aguirre se vino de Chile a Medellín. Aquí descubrió el ambiente y el reconocimiento tanguero, aquí entre guitarristas, cantantes, cafés, bares y prostíbulos, y un ambiente bohemio, se encontraba su hábitat propicio. La música, los valses y los tangos y, sobre todo, la música cantada por él era escuchada en los bares y emisoras. Manejar taxi en Santiago de Chile no era oficio para un gran cantante, era la letanía para su fracaso y para el olvido. Lo comprobó cuando al salir a cantar en el coliseo cubierto durante el Festival de Tango en 1974, el aplauso ensordecedor, el fragor de los vivas, los gritos, más aplausos, y el coro con su nombre presente en el bullicio, lo desconcertaron. Sí, esa manifestación espontánea de cariño, era para él. Nunca había escuchado un público que cantaba sus canciones. Nunca había escuchado una manifestación de apoyo que, cómo un chantaje afectivo, lo obligaron a mirar hacia platea, hacia las tribunas que no era el tribunal de una generación, sino un público que no conocía, amoroso y contundente, vital y entregado a él. Nunca olvidaría como esos aplausos, eran no solo el reconocimiento que requiere un artista sino el fervor que necesitaba para sacarlo del ostracismo. Algo era cierto, en otra ciudad, Medellín, su música acompañaba a los solitarios y bebedores nocturnos que son los únicos que también manifiestan su verdad. No olvidemos ese adagio que señalaba, en una inscripción en el Bar Árabe ahí en el corazón de Guayaquil, Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Así Medellín se convirtió en su otra ciudad. No era para menos, aquellas personas salidas del azar y de la baraja del destino, por las calles, en los cafés, en los bares, en sus conciertos; él, sí, él ya las había descrito en sus tangos.

Una noche, con sus músicos, terminaron por los lados del Bosque. Los acompañaba un músico con las sienes plateadas, merendero que, con los arañazos perezosos a su guitarra destemplada cautivó al cantor, ya que imitaba su voz y vivía de sus canciones de bar en bar por las calles nocturnas de Medellín. Pepe, toda una estrella, conmovido, lo invitó a esa noche de farra, agradecido por perpetuar su memoria. Además, Pepe quería buscar a Matilde. Al llegar a la Cueva del Oso, fue una fiesta. Desde la madame hasta las pupilas lo reverenciaban, diciéndole Maestro. Luego, mientras sus músicos de clase conversaban alejados, el guitarrista, en un allegro ma no tropo, se quedó bebiendo en un rincón a oscuras, y tocando su guitarra con las canciones de Pepe Aguirre, serenata casual, mientras lo acompañaba a la distancia. En su cuarto a Pepe su amiga le susurraba sus propios tangos. A Matilde, le decían la Galleta, -todos los feligreses querían comérsela-. Ella se casó con uno de sus clientes y ahora es una gozosa abuela jubilada que dice: conocí la música de Pepe Aguirre cuando tenía diez años. Con el tiempo toda la familia lo escuchaba en las emisoras y luego en la radiola de la sala. ¡Siempre me imaginaba que él era un hombre muy bueno, amistoso, generoso, un amor!  Y ahora qué tristeza todos están muertos incluyendo hasta mi madre. ¡Que música tan bella! Donde esté Pepe sé que está prendidito y rodeado de guitarras y notas musicales.

 

Desde mayo de 1945, Pepe Aguirre había interpretado de un compositor colombiano, Abel de Jota Salazar el tango Cruel incertidumbre. Ellos no se conocieron; Aguirre vivía su esplendor en Santiago de Chile y Abel de Jota, vivía de una manera apacible en Chinchiná, administraba su cantina, El cantor, poseía un gran perro negro casi amaestrado, eso sí muy responsable, que le llevaba no solo el almuerzo al trabajo desde la finca, sino que cuando Abel de Jota, iba de fiestas y a dar serenatas le traía de regreso las notas musicales, sus partituras, y a veces la guitarra.

Uno de sus amigos con el cual alternaba Pepe Aguirre, en presentaciones de conciertos fue el cantante, Carlos Alberto, El Morocho del tango. Ambos se presentaron en heladerías por la América, en la Casa Gardeliana y en diversos pueblos de Antioquia. Me decía Carlos Alberto: Pepe fue uno de mis ídolos, era una persona amable, y con una costumbre bárbara, le gustaba mucho tomar lo que él llamada el Peinemono. Me refiero al perico, pero del bueno, añade, que era echarle a un pocillo de café con leche dos rones. En esas se mantenía Pepe, tomando café con leche, lo cual sorprendía a sus fans al verlo tan serio y tan dedicada a su arte, pero ya sabía él que dos rones en cada perico, le mantenían el pulso para sus actuaciones.

Pepe Aguirre, ya a sus anchas en Medellín, junto a Juan Carlos Godoy, Roberto Mancini, y Eliseo Marchesse, con los bailarines German y Marina visitaron barrios y grilles, teatros y cantinas, para mostrar su arte junto a la Heroína Carrancha, una mujer morena de cabello negro de ojos almendrados, al decir de Jairo Osorio, gran bebedora, bailarina de tangos y pasodobles, originaria de la Cantina de los Carranchos, ahí en Los Huesos, regentada por Carolina Álvarez que prestaba a sus hijas para la fiesta en su casa familiar convertida en cantina de noche y poder vender licor

Alberto Rossi, uno de los cantantes de tango de Aranjuez, relata entre su lunfardo que no lo dejaba concentrarse, porque una de sus patrias era Buenos Aires, como logró que la Sociedad de Mejoras Públicas del barrio, le patrocinara los Sábados de Tango, en el segundo piso del Café el Faro, acompañados por el maestro Eliseo Marchesse ejecutando el bandoneón, el guitarrita peruano, el Cholo Gómez, y Rafael Brand. Rossi con El esquinazo, llegó a invitar y a compartir escenario allí con Pepe Aguirre, Oscar Larroca, Andrés Falgás, Armando Moreno y Alberto Podestá.

En Medellín, por Maturín, Pepe Aguirre dirigió su negocio propio; El Hotel el Deportista, que era un lugar de paso para las personas provenientes de los pueblos, personas de un perfil diferente a las que habitaban las pensiones de paso en el Guayaquil profundo. Pero también, Pepe, poseía un hotelito, Lindas, por Cundinamarca cerca a la Plazuela de Rojas Pinilla, para las parejas efímeras que se poseían en los fulgores del deseo y que recuerdan como a través de esa manera queremos unirnos, aunque sea momentáneamente, con otra persona. Idea que viene de Platón y que Schopenhauer reforma en otro sentido, que el cauto Borges llama, el secreto, pero que en lenguaje popular se denomina follar, hacer el amor.

Pepe Aguirre tuvo una pareja en Medellín, Amparo Castañeda.

Y es cierto, el mundo de Pepe Aguirre discurría al lado de Ovidio Barreiro, Carolina Gómez, Aníbal Rey, Alberto Rossi, Armando Moreno, Óscar Larroca, Andrés Falgás, Agustín Irusta, Juan Carlos Godoy, Alberto Podestá, el Sexteto del Tango, Raúl Aguirre, Coco Potenza, Lalo Martel, Roberto Mancini, Hugo del Carril, Agustín Volpe, Orlando Contreras, Eliseo Marchesse el Cholo Gómez. Este era su ambiente primordial, y aquí cantó junto a ellos, aquí los vivía en su plenitud. A Medellín por nada lo dejaría. Las personas de esta ciudad le habían arrojado los afectos y lo habían atrapado. Necesitaba cantarles, así como los aplausos, las mujeres, la bohemia; es decir, respiraba de una manera total su universo poblado de sus tangos y de sus valses.

Esa presencia por el cantor, por Pepe Aguirre en Medellín, la manifiesta Jaime Jaramillo Panesso:

 

Sucre

Cuellona la cosa señor

si usted trata de averiguar

por el trio San Juan

o por Los Panchos

cuellona señor

porque ya no viven allí

pero durante muchos años

cantaron con los muchachos esquineros

las barras hacían globos y papeletas

que reventaban a la media noche

del diciembre trasnochador

y en los cercanos puentes de La Toma

mezclaban a Agustín Irusta

con Pepe Aguirre y Olimpo Cárdenas

 y así bachilleril y trompo

con canas de barrio salesiano

creció Sucre Boston delgado

con árboles cascovaca

y balones en las calles de leve inclinación

cuellona la cosa señor

pero se puede ir al parque

y ver las bancas con obreros textiles

que no viven allí

con doctores que si son vecinos

y toman jugos al medio día

y aún comen sabaletas fritas

de un río que ya murió.

 .

Bibliografía:

-Serna Carlos. Entrevista por correspondencia a Pepe Aguirre. El Colombiano

-Burgos Herrera. Alberto: Aquí también se canta el tango, Medellín, 2007.

-Así es la vida de un coleccionista de música, Revista Diners, Bogotá, Ed. 152 de noviembre de 1982.

-Bustillo Naranjo Hugo. Aranjuez 80 años. Ed, Vieco e hijas, 1998.

-Osorio Jairo, Niquitao. Una geografía de cruces. ITM, Medellín, 2008.

-Jaramillo, Jaime Escobar. Medellín en la poesía # 25. Biblioteca Básica de Medellín, ITM, 2006.