Carlos
querido.
Volví
a ver, por Telepacífico, la Caravana. Mucho mejor que la primera vez, pues tuve
modo de detenerme en ciertos detalles. Quedé fascinado. Definitivamente, es un
inmenso logro cinematográfico. Seré breve:
La
fotografía es espectacular. Los primeros planos de esos rostros tan expresivos,
que transmiten la absolutamente necesaria impresión de la verdad. Son rostros
verdaderos. En el arte, esto se llama verosimilitud, es decir, creíbles.
El
color sepia. Esta película tiene un color sepiado que transmite el tono de lo
que está pasando. Bellísimo. Los colores tienen un mensaje inconsciente para el
espectador. Jerala, un tío mío por el lado materno, íntimo de tu padre en
Cartago, ya en la cama del fin de su vida, me pidió un día que le permitiera
leer la novela en el manuscrito, cuando todavía no se había impreso. A los ocho
días fui a visitarlo y ya la había leído. Le pregunté qué había sentido,
exactamente así, sentido, y me respondió: es una novela entre sepia y
violeta. Quedé estupefacto. Y mandó
traer dos coñacs. Los colores son definitivos al tono y clima del cine. Fue un
acierto. Esos colores están en la novela.
Otro
punto es el de los paisajes. ¡Qué belleza! La naturaleza aplastante de nuestro
país. También absolutamente necesaria a la película, en razón de la historia
narrada. Color, sumado al entorno natural. Y a la verdad de los rostros de los
personajes que van desfilando, por Damasco. Y esa voz de la Gardelita, ese
rostro suyo cantando. Y esa otra bandida vieja que canta
"Cicatrices". Yo fui quedando no sólo fascinado sino conmovido. Me
arrugué.
Y
luego esas escenas de Buenaventura. Me ericé. Esos cantos, esos rostros, esas
sombras. Y el barco en el mar.
Y
esa canoa detrás, de un boga solitario, dando a la escena esa verdad. No sabes,
quizás, el peso y el arraigo a la verdad que este boga le agrega a la escena.
Y
el entierro. Mejor dicho, esos rostros, esa Gardelita. Y la superposición de
las fotos viejas. Ese entierro es espectacular. Esa colina, esa tierra que cae,
que golpea. Y, finalmente, esa lenta bajada por la colina, todos callados,
todos con su personal dolor. No hablan entre ellos, separados bajando cada
quien en lo suyo. Otra gran verdad de la película.
Entonces,
Carlitos y Ángela, reciban mi abrazo desde la cordillera. Un gran logro,
definitivamente. Y esta es la razón para que la Caravana se vuelva la caravana
que merece ser, por las ciudades y los pueblos del mundo. Ya lo verán, el tango
no muere. Está en Perfume de mujer, está en Marlon Brando y en grandes
películas del mundo. Porque el tango es lo más humano que he oído en mi vida.
Gran
abrazo.
Fernando
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