martes, 13 de enero de 2009

Sergio Bravo Uribe: su antología del tango

Sergio Bravo Uribe:
su antología del tango
Cuando se hace una selección, es más lo que dejamos por fuera que lo que en ella incluimos. Hay temas y versiones de los mismos que son inolvidables; versiones que por las circunstancias particulares en las que se conocieron, un cierto estado de ánimo, hicieron una marca en la memoria y en el gusto. De todas formas la pregunta, nos indaga por el gusto, el nuestro individual.
Haciendo la salvedad que los gustos, en la selección, no solo están determinados por la composición, pues para mí una partitura es igual a que estuviese escrita en sánscrito, es necesario señalar que la interpretación del tema es definitiva.

Tangos Instrumentales:

Recuerdo, de Osvaldo Pugliese, en la interpretación del sexteto de Julio De Caro de 1926.
Inspiración, de Peregrino Paulos, interpretada por Aníbal Troilo en 1951.
Desde El Alma, de Rosita Melo, las varias interpretaciones de Osvaldo Pugliese, particularmente la acompañado por Astor Piazzolla tal vez en Amsterdam en 1989.
Bahía Blanca, Carlos Di Sarli, quizá aún sobre las interpretaciones del mismo Di Sarli, la de Florindo Sassone de 1959.
Zorro Gris, de Rafael Tuegols, en la interpretación de la Orquesta de Francisco Lomuto del año 1941.

Tangos Anteriores a 1955:

Pompas, de Roberto Goyeneche – Enrique Cadícamo, además de la de estreno de Gardel, en la versión de Roberto Goyeneche acompañado por Ernesto Baffa y Osvaldo Berlingieri
La Casita De Mis Viejos, de Juan Carlos Cobián y letra de Enrique Cadícamo, una de las interpretaciones, posiblemente de 1970, de Edmundo Rivero con Horacio Salgán, con un precioso prólogo de piano totalmente innovador.
Como Abrazado a Un Rencor, de Rafael Rossi y Antonio Podestá, en la interpretación de Ángel ‘Paya’ Díaz con la Orquesta de Horacio Salgán.
No Te Apures Carablanca, de Roberto Garza y letra de Carlos Bahr, magistralmente interpretada por Ignacio Corsini con la orquesta del compositor.
Alma De Bandoneón, de Enrique Santos Discepolo y letra de Luis César Amadori y Discepolo, en la interpretación de Alberto Gómez con la Orquesta Típica Victor.

Tangos Posteriores a 1955:
Desencuentro, de Aníbal Troilo y Cátulo Castillo, (creo es posterior a 1955) cualquiera de las interpretaciones de Goyeneche, aún aquellas que irritan a algunos.
Balada Para un Loco, de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, también cualquiera de las interpretaciones del Roberto Goyeneche.
Vuelvo Al Sur, de Astor Piazzolla y Fernando Solanas, nuevamente en las versiones de Goyenche, y para quienes no les molestan las versiones muy modernas, la de Lina Avellaneda.
La Última Curda, de Aníbal Troilo y Cátulo Castillo, quizá la interpretación de Edmundo Rivero con Aníbal Troilo de 1956

Compositor
Aunque quizá sea donde menos certezas tenga, me quedaría con Juan Carlos Cobián y con Pedro Laurenz.
Autor
Para mi gusto, por lo desgarrador, Enrique Santos Discepolo.
Cantor
Sin entrar en discusiones sobre Carlos Gardel, me atrevería, a mi gusto, a decir que Roberto Goyeneche. Quisiera llamar la atención sobre una época del tango canción, aquella de los estribillistas, entre quienes se encuentran una voces que vale la pena escuchar: Luis Díaz, Alberto serna, Antonio Buglione, Genaro Veiga, Antonio Rodríguez Lesende y tantos otros a quienes la historia ha cubierto con un injusto olvido.
Cancionista
Mercedes Simone, pero como anotaba el Dr.Jesús Vallejo, hay versiones únicas que han hecho inolvidalbles a algunas cancionistas, como la de Nelly Vásquez y Anibal Troilo de Madreselva. Sin embargo, hay otras cancionistas como Rosita Quiroga o, menos conocida como Virginia Vera, a quienes vale la pena escuchar.
Orquesta
Aníbal Troilo… pero es difícil hacer la elección habiendo disfrutado las de Julio De Caro, Osvaldo Fresedo y Roberto Firpo y, en general, aquellas conocidas como la Guardia Vieja.
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Versiones:

Jaime Jaramillo Panesso: su Antología del Tango

                                                                                                    Foto cortesía de Cambio


Jaime Jaramillo Panesso: su Antología del Tango


Cinco tangos instrumentales
1. Margarita de agosto:  Raúl Garello (1936)
2. Al maestro con nostalgia:  Carlos García (1914-2006)
3. Tinta verde:  Agustín Bardi (1884-1941)
4. Papas calientes: Eduardo arolas (1892-1924)
5. Contrabajeando: Aníbal Troilo (1914-1975-astor Piazzolla(1921-1992)

Cinco tangos de ayer
1. Amurado:  Pedro Maffia-Pedro Láurenz-José de Grandis
2.
De barro: Sebastián Piana – Homero Manzi
3.
Naranjo en flor:   Virgilio y Homero Expósito
4.
Rubí:   Juan Carlos Cobián – Enrique Cadícamo
5.
Una canción:  Aníbal Troilo – Cátulo Castillo

Cinco tangos de hoy
1. La última grela:   Horacio Ferrer-Astor Piazzolla
2.
El último round:   Chico Novarro
3.
Con las pocas palabras:   Rubén y Raúl Garello
4.
El corazón al sur: Eladia Blásquez (1931-2005)
5.
Capricho otoñal:  Leopoldo Federico (1927)

Cantor: Floreal Ruiz
Cancionista: Tita Merello (1904-2002)
Letrista: Homero Manzi (1907-1951)
Músico: Raúl Garello
Orquesta: Sexteto Mayor del Tango

Medellín, enero 2009.

Versiones:
Se dice de mi.....: Tita Merello


lunes, 12 de enero de 2009

Reinaldo Spitaletta: su antología del tango

Foto de Jairo Ruiz






Reinaldo Spitaletta:
su antología del tango

Mi selección tanguera de hoy
Mi querido Víctor. Vos sabés que toda selección es casi un acto suicida. Y más en el tango, el género musical popular que más controversias crea. Y pasa que, en el tango -también en la literatura- las antologías personales dependen de muchos factores, que a veces trascienden la estética y los intelectualismos. Así que hoy puedo elegir unos tangos como los que más me dicen de asuntos de la existencia, que me alteran los nervios, que me ponen a correr el corazón; mañana, quizá, sean otros. Digo, con don Luciano, que casi todos los tangos me entusiasman, a veces me inspiran para una nota de periódico o de diario íntimo, en ocasiones me ponen a delirar. O hablar solo, mientras camino por alguna calle. El tango es pasión y pensamiento. De ahí, de esa mezcla explosiva, su grandeza. Aquí van, entonces, los elegidos, según lo solicitado.


Tangos instrumentales:


Adiós Nonino (Astor Piazzolla)
Libertango (Astor Piazzolla)
A fuego lento (Horacio Salgán)
Responso (Aníbal Troilo)
El Amanecer (Roberto Firpo)


Cinco tangos canción de ayer (antes de 1955)


Niebla del Riachuelo (Cobián-Cadícamo)
Tinta Roja (Cátulo Castillo-Sebastián Piana)
Tormenta (Enrique Santos Discépolo)
Una Canción (Cátulo Castillo-Aníbal Troilo)
Naranjo en flor (Homero Expósito-Virgilio Expósito)


Cinco tangos canción de hoy (después de 1955)


Balada para un loco (Piazzolla-Ferrer)
La última curda (Troilo-Castillo)
Sueño de barrilete (Eladia Blázquez)
El último café (Cátulo Castillo-Héctor Stamponi)
A un semejante (Eladia Blázquez)

Cantor: Roberto Goyeneche
Cancionista: Mercedes Simone
Orquesta: Aníbal Troilo
Letrista: Cátulo Castillo
Músico: Aníbal Troilo

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Versiones:

Jesús Vallejo Mejía: su Antología de Tango

                                                                   Foto cortesía de Semana

Jesús Vallejo Mejía: su Antología de Tango


No soy tan rotundo en los gustos y en los disgustos como mi gran amigo Luciano, quien por lo demás puede ser la persona más autorizada en la materia, no sólo en Colombia sino en muchos países más.

Hace unos años grabé cinco cassetes con lo que consideraba los 100 mejores tangos cantados y no estoy seguro de haber acertado en la selección. Si la fuera a hacer hoy, probablemente haría muchos cambios. Al fin y al cabo los gustos musicales son muy subjetivos y dependen en buena medida de estados de ánimo, vivencias, recuerdos y, en general, inquietudes que van evolucionando con los años.

Yo tengo gustos musicales muy versátiles. Además, todos los días oigo mucha música. Por ejemplo, en este momento estoy oyendo piezas francesas de la Belle Époque interpretadas por el cellista Yo Yo Ma, pero en la mañana escuché las sonatas para violín y piano de Brahms, por Isaac Stern, y tres de Schubert por el mismo violinista, acompañado por Daniel Beramboim al piano.

Cuando me hacen preguntas como las suyas me ponen contra la pared. Trataré de responder pensando en los temas que a pesar de haber oído muchas veces siempre me detengo a escucharlos con atención o me vienen con frecuencia a la mente o al silbido de los labios.

Luciano hizo una precisión necesaria al poner a Gardel fuera de concurso. En estos días me la pasé oyéndolo en el carro y puedo reiterar que cada día canta más y mejor. Quién sea el segundo, es asunto de nunca acabar. Le diré, como alguna vez lo hizo José María Contursi, que, después de Gardel, Fiorentino, que con su media voz cantaba con el corazón.

Respecto de los temas instrumentales, mencionaré estos cinco: El Entrerriano, Derecho Viejo, El Marne, El Caburé, Tanguera...Hay cien más de la misma categoría, pero usted le puso límite a la selección.

Lo mismo pasa con los tangos con letra anteriores a 1955. Habría que dejar por fuera de concurso los de Gardel, no sólo los clásicos sino también los del Gardel que poca gente conoce, como Y si la ves dale un beso, Gimiendo, Culpas Ajenas, Pordioseros, Pa´l Cambalache, Por qué soy reo, Lechuza, A Contramano, Medianoche, Muñeca y centenares más. No puedo dejar de impactarme cuando escucho Qué Vachaché, Como abrazado a un rencor, Siga el corso, Amigazo, Enfunda la mandolina, Padrino Pelado, Noches del Colón, Almagro, Al pie de la Santa Cruz,etc.

Hay algunos temas de Gardel que encuentro mejor interpretados por otros cantores. Es difícil superar a Corsini en Griseta o en Sombras, lo mismo que en Dulce Amargura y Más Allá, temas éstos que no le tocaron a Gardel. Y creo que Carlitos Roldán le gana al Morocho en la versión de Tengo Miedo que hizo con Rotundo. Igual sucede con El Motivo, en que Goyeneche y Tito Reyes le ganan mucho más que por una cabeza.

Magaldi es único en Disfrazado, Dios te salve m´hijo, Levanta la frente o Libertad.

A Media Luz, Canción Desesparada o Uno por Hugo del Carril son de antología, lo mismo que Sosiego en la noche. Recordando y Dos Vidas, por Irusta no pueden faltar en ninguna antología, lo mismo que las versiones de Perdóname, Olvido o La Canción Inolvidable por Charlo. Y lo que hizo Alberto Gómez a principios de los años 30, como Mi Dolor, Manón, Alma, Seguime Corazón, etc. y después en Cuba en los cuarenta, como Garúa u Otra Noche, también estaría fuera de concurso. Igual calificación merece todo lo que hicieron Marino, Floreal y Rivero con Troilo. De esta última dupla destaco las versiones de Sur, La Última Curda, Mi Noche Triste (no tiene nada que envidiarle a la clásica de Gardel) o La Viajera Perdida, que supera a la de Corsini y yo no la dejaría por fuera en ninguna antología.

En realidad, a Troilo con sus cantores hay que ponerlos en el mismo nivel de Gardel y declarar que están por fuera del concurso.

La versión de Abuelita qué horas son, de Floreal con Rotundo, siempre me toca al de la zurda, igual que las de Ninguna y María, de Rufino con Troilo, o la de Claveles Blancos, también de Rufino. No puedo dejar de mencionar la versión de Príncipe de Héctor Mauré, que a mi juicio supera a la de Gardel, siendo ésta magnífica, así como las de Barrio Reo, Amarras o Claudinette.

Tengo amigos a los que les dasagrada Mores, pero en mi antología personal siempre estarán El Estrellero(la versión de Dumas es exquisita),Oro y Gris, El Patio de la Morocha ,Frente al Mar o Sin Palabras.
Suele criticarse a Alberto Arenas, pero es grandioso en Sentimiento Gaucho o Sin embargo no estoy triste.
San José de Flores y Pasional por Alberto Morán con Pugliese siempre me erizan la piel, lo mismo que Corrientes y Esmeralda de Echagüe con D´Arienzo. En fin, como canta Fiorentino, Pa´ qué seguir.

Coincido con Luciano en que la cancionista más destacada es Mercedes Simone y lo máximo de ella es, a mi juicio, Cuando tú te alejes. Una cancionista de un solo tema para la inmortalidad es Aida Luz, con Patio Mío. Y Virginia Luque en Martirio es sin igual. Por lo demás, es difícil encontrar un tango más denso. Le recomiendo que oiga la versión de Rivero. Lo dejará de una sola pieza.

No puedo dejar de mencionar un tema muy grato para mi corazón: La Canción más Triste, de Alberto Marino. Troilo dijo alguna vez que la nostalgia y la ternura son los sentimientos dominantes en el tango, y en esta tema se los expresa con una finura exquisita.
Respecto de los temas posteriores a 1955,la Balada para un loco creo que se lleva las palmas. Los otros cuatro temas, a mi juicio, podrían ser Qué falta que me hacés, Sin Piel, El Miedo deVivir y El Último Café.

Elegir el letrista máximo es otra tarea endemoniada. Igual que a Luciano, me gusta mucho Expósito. Pero pienso que en justicia los laureles deben ser para Manzi. Aunque me fascinan los tangos arrabaleros, carcelarios y prostibularios, la dignidad que Manzi le aportó al género lo pone por encima de todos los letristas. Sur y Discepolín lo resumen todo.

Sobre mis orquestas favoritas, creo que primero está la de Troilo; segundo y tercero, Troilo; después, las demás. Me gustan mucho Fresedo, Di Sarli, Salgán, Salamanca, Pontier, Gobbi, Maderna, Francini a fines de los 50, Caló, Basso y, entre las populares, Canaro. Con todos sus defectos, Canaro es el tango. Tiene una fuerza que agarra y penetra a mucha profundidad en el sentimiento. No menosprecio, desde luego, a De Caro, Pugliese, D´Arienzo, Biagi, De Angelis, Varela, Demare, Laurenz o Tanturi, pero hay jerarquías en el gusto y es lo que usted quiere escudriñar.

Piazzolla y Mores no entran en este concurso porque sus orquestas son atípicas. El primero odiaba al segundo, pero a mí me gustan los dos. Quizás un poco más el segundo que el primero.
No le mencioné en mi comentario anterior a un extraordinario vocalista de Troilo, que sólo hizo con él dos grabaciones que son históricas. Me refiero a Carlos Olmedo. Su Recordándote no tiene nada que envidiarle al de Gardel. Al fin y al cabo, Troilo decía que su orquesta se mantenía lista como si tuviera que acompañar al Zorzal.

Post data: Incurrí en la imperdonable ligereza de no mencionar a Firpo, al que siempre escucho con deleite. Su orquesta es muchísimo más fina que las de Canaro y Lomuto, y lo que logró con su cuarteto es increíble.
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Versiones:

domingo, 11 de enero de 2009

Luciano Londoño López: su Antología del Tango

Luciano Londoño

Hace pocos días en una conversación con el doctor Jaime Jaramillo Panesso y el excelso escritor Darío Ruiz Gómez les había planteado la consulta acerca de cuál era el tango que mas les gustaba. Ripostó Jaramillo Panesso con una variante, porqué no consultar con personas de tango en Medellín y preguntarles cuáles eran sus cinco tangos preferidos. Más tarde y por Internet al comentar con el gran investigador del tema don Luciano Londoño, dio otra idea porqué no tener en cuenta diversos aspectos como:


Cinco tangos instrumentales.
Cinco tangos de ayer (hasta 1955) y
Cinco tangos de hoy (después de 1955).
Cantor: (excepto Gardel)
Cancionista.
Letrista.
Músico
Orquesta.

Perfeccionado el cuestionario, don Luciano Londoño López nos envió sus preferencias, luego consultaremos a nivel nacional.
Es interesante ya que no sólo veremos los conocimientos tangueros que nos abren perspectivas sino que es una forma de compartir una visión sobre ese gran legado del tango, música nacional argentina, sólo comparable a la herencia del jazz y al blues.
Victor Bustamante

Luciano Londoño López: su Antología del Tango

Mis cinco tangos (en orden de importancia) serían los siguientes, aunque debo aclarar que me gustan casi todos con excepción de algunos con letras ramplonas y música muy elemental:

Doce tangos instrumentales:
La Bordona: (Emilio Balcarce)
Mi refugio: (Juan Carlos Cobián)
La cachila: (Eduardo Arolas)
Quejas de bandoneón: (Juan de Dios Filiberto)
Libertango: (Astor Piazzolla)
Triunfal: (Astor Piazzolla)
Lo que vendrá: (Astor Piazzolla)
Gallo ciego: (Agustín Bardi)
El pensamiento: (José Martínez)
Orlando Goñi: (Alfredo Gobbi)
¡Qué noche!: (Agustín Bardi)
Pablo: (José Martínez)

Ocho tangos (canción) de ayer (antes de 1955):
Una canción: (Catulo Castillo-Aníbal Troilo)
Bailongo de los domingos: (Francisco García Jiménez- Oscar Antonio Arona)
Bajo Belgrano: (Francisco García Jiménez-Anselmo Aieta)
Bailarín compadrito: (música y letra de Miguel Bucino)
Tango de otros tiempos: (Alberto Marino)
Para que te quiero tanto: (Catulo Castillo – Juan Larenza)
Perdóname: (Catulo Castillo- Héctor Stamponi)
Muriéndome de amor: (Carlos Bahr – Manuel Sucher)

Cinco tangos (canción) de hoy (después de 1955):
Madrugada: (Fernando Rolón), con la advertencia de que la música es plagiada de la música que Pedro Noda le puso al tango “Mi barrio tenía cosas”
Ilustre desconocido: (Juanca Tavera- Osvaldo Tarantino)
Sin piel: (Eladia Blázquez)
Café la Humedad: (Cacho Castaña)
Barrio: (Juan Carlos Cáceres), murga argentina

Cantor: Roberto Rufino, Enrique Campos
Cancionista: Ada Falcón, Mercedes Simone
Letrista: Homero Expósito
Músico: Aníbal Troilo
Orquesta:
(En orden preferencial): Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli y Julio de Caro

Versiones:
La Bordona: Oscar Oubel & Ayaka Takeda
Canción para un breve final: Roberto Rufino, Francini, Pontier
Envidia: Ada Falcón
Bandoneón Tango "Quejas de bandoneón": A. Troilo





Roberto Goyeneche y Luciano Londoño
Yoshinori Yoneyama, Luciano Londoño, Leopoldo Federico
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sábado, 10 de enero de 2009

Aurora


Federico Barreto Bustíos





“AURORA”, un vals de autor peruano

Luciano Londoño López


Señor Presidente:

La discografía Gardeliana (1) señala a Carlos Gardel y José Razzano como autores y compositores del vals AURORA, el cual grabaron en 1919 (Matriz 55/Ac. Odeón, acompañados del guitarrista José Ricardo). Por su parte en Cuba se ha dicho que dicha canción es de Manuel Corona y de ella existen varias versiones, entre ellas la Carusito y la de la Orquesta Almendra.


La letra que interpretan Gardel-Razzano dice así (2):

“¡Ay Aurora! Me has echado al abandonoyo que tanto y tanto te he querido,¡ay Aurora! Me has echado al abandonoyo que tanto y tanto te he querido,y tu negra traición me echó al olvido.¡Ay Aurora! Si te amo todavía…

“Mas yo no debo castigarla como debo esta falsía.
¡Castígala, Señor! con toda tu energía.
Que sufra mucho, pero que nunca muera…
¡Ay Aurora!... Si te amo todavía…

“Mas no pretendas recuperar el trono
que tenías en mi pecho, y lo has perdido.
Mas no pretendas recuperar el trono
que tenías en mi pecho, y lo has perdido.
Hasta el fondo del alma, me has heridoy del fondo del alma, te perdono…

“Mas yo no debo castigarla como debo esta falsía.
¡Castígala, Señor! con toda tu energía.
Que sufra mucho, pero que nunca muera…
¡Ay Aurora!... Si te amo todavía…
“Mas yo no debo castigarla como debo esta falsía.
¡Castígala, Señor! con toda tu energía.
Que sufra mucho, pero que nunca muera…
¡Ay Aurora!... Si te amo todavía…”



El AURORA conocido en Cuba tiene la misma música que el vals “Aurora”, pero en ritmo de danzón y la letra que los cubanos dicen compuso Manuel Corona, en 1910, es la siguiente:

Según la versión que interpreta la Orquesta Almendra:

“¡Ay Aurora! me has echado al abandonoyo que tanto y que tanto te he queridopor tu negra traición me has engañadoy en el fondo del alma me has herido.

Has tratado de engañar el alma mía
Castígala Gran Dios con mano fiera
Que sufra mucho pero que no muera
¡Ay Aurora! Yo te quiero todavía”.
La versión de AURORA que interpreta Carusito dice:

“¡Ay Aurora! me has entregado al abandonoy yo que tanto y tanto te he queridoy tu negra traición echó al olvidoni disculpo tu error ni te perdono. “No intentes recuperar el trono
que en mi pecho tuviste y has perdidoen el fondo del alma me has heridoy en el fondo del alma esta el encono “Yo no podría, es cierto, aunque quisieracastigar como debo tu falsíamás la mano de Dios es justicieraque sufra mucho pero que nunca mueramira que yo te adoro todavía”.

No obstante lo anterior, el vals AURORA no es argentino (de Gardel-Razzano) ni cubano (de Manuel Corona). En el Perú desde hace algún tiempo se viene diciendo que “Aurora” es autoría de un peruano y que Gardel conoció esta obra en 1917 en Chile (3) y (4).

Al poeta peruano Federico Barreto Bustíos (nacido en Tacna el 8 de febrero de 1868 y fallecido en Marsella, Francia, el 30 de octubre de 1929) pertenece un soneto titulado JASPE, el cual fue convertido en el vals "AURORA".
Este soneto fue publicado el 28 de febrero de 1903, en la revista "Actualidades", edición Nº 8, página 115. Posteriormente este soneto con el nombre de “Queja a Dios” hizo parte del poemario titulado “Algo mío”, el cual ganó gran popularidad y agotó la edición. En
1924 se publicó una segunda edición, igualmente agotada.
La letra del soneto JASPE, de Federico Barreto Bustíos, dice así (5):
“Jaspe
“Me has entregado, ingrata, al abandono,
y yo, que tanto y tanto te he querido,
ni tu negra traición echo en olvido
ni disculpo tu error… ni te perdono!

“No intentes, pues, recuperar el trono
que en mi pecho tuviste, y has perdido,
en el fondo del alma me has herido,
y en el fondo del alma está mi encono.

“Yo no podría, es cierto, aunque quisiera,
castigar como debo tu falsía;
mas la mano de Dios es justiciera…

¡Castígala, Señor, con energía;
que sufra mucho; pero que no muera…
“¡Mira que yo te adoro todavía!”

Ya está claro que fue Federico Barreto el autor de la letra de AURORA. Desconocemos quién es el autor de la música. Es posible que hayan sido Gardel-Razzano quienes le cambiaron el nombre al vals AURORA, aunque es también probable que el tema cuando lo escucharon Gardel-Razzano ya existiera con título, letra y música, tal como ocurrió con las canciones colombianas que también Gardel aprendió en Chile en el año 1917 y de las cuales también Gardel-Razzano se dijeron autores y compositores.

Es bien conocido que durante la primera mitad del siglo XX, debido a que no existían leyes que protegieran los derechos de autor, en casi todo el mundo se tomaron creaciones de otros y se hicieron pasar como si fueran del que las interpretaba o le ponía música. Son muchos los ejemplos de estas "similitudes", nombre con el que se denomina piadosamente a las apropiaciones.
Se sabe del oportuno rescate que Carlos Gardel hizo de muchísimas melodías, a las cuales, con su genialidad interpretativa, les confirió el pasaporte de la fama. Gardel agregaba siempre su cuota personal a las obras que interpretaba.
En otros casos Gardel tomó ciertas melodías ajenas, restos de los cantares que guardaba en su memoria, a los que agregaba notas propias para completar la frase melódica. En un principio, Gardel y Razzano no incluyeron su firma en varias de sus composiciones de origen anónimo, al menos en las partituras. En muchas de ellas se señala el carácter tradicional de las obras con la inclusión únicamente de la inscripción “Repertorio Gardel-Razzano” (9).
Todos los cantores populares, desde el siglo XIX hasta la segunda década del siglo XX, utilizaban melodías anónimas; músicas que andaban de boca en boca y a nadie pertenecían. De modo que ninguno de aquellos interpretes se tomaba la tarea de componer, porque las melodías ya estaban hechas y circulaban libremente por los teatros, almacenes, bailes, etc. Sólo era cuestión de agregarles un texto propio o ajeno y largarse a cantarlas. Si el público las aceptaba eran llevadas al disco, en cuya etiqueta aparecía la firma del creador de la versión, no del autor original, el cual generalmente se desconocía. No había delito alguno en ello, todo el mundo lo hacía (9).
Carlos Gardel y José Razzano se dijeron autores y compositores del vals AURORA, al igual que se dijeron autores de las canciones colombianas que Gardel conoció en Chile en 1917 y que grabó en 1919 (6): MIS PERROS (bambuco, letra del poeta Federico Rivas Frade y música de Alejandro Wills), EL VAGABUNDO (bambuco, canción del folklor colombiano, música de Fulgencio García), RUMORES (cuyo verdadero título es TRAS DE LAS VERDES COLINAS y también conocido con el título de “Las aguas del Magdalena”, ritmo bambuco, letra del poeta bogotano Francisco Restrepo Gómez y música de Alejandro Wills. Esta canción fue grabada en 1914 por el dúo colombiano de Wills y Escobar (Alejandro Wills y Alberto Escobar), en una máquina portátil de la Víctor en Bogotá.
No serían éstas las únicas veces que Gardel y/o Razzano firmaran temas que no les pertenecían. Enrique Cadícamo en sus memorias (7) dice que en París encontró muchos temas suyos grabados en discos que ostentaban la estampilla GR (Gardel-Razzano) quienes percibían los derechos de autor.


Se sospecha que en todas las canciones de las películas “Melodía de arrabal” y “Espérame” colaboró Horacio Pettorossi, aunque sólo figure como coautor de “Silencio”. El propio Gardel dijo en una entrevista: “Las composiciones las improvisábamos en el set con mi amigo Pettorossi” (8).

Vale decir que quizás haya algunas notas del guitarrista en “Melodía de arrabal”, “Mañanita de sol”, “Me da pena confesarlo”, “Criollita de mis amores”, “Estudiante”, “Recuerdo malevo” y “Quiéreme”. Para componer, Gardel improvisaba con su canto una frase melódica sobre algunas líneas poéticas que Lepera le suministraba. El desarrollo era labor de Terig Tucci. El tango “Recuerdo malevo”, en la segunda parte, evoca la segunda parte del tango “Mano blanca”. El tango “Viejos tiempos” fue compuesto a medias entre Gardel y Alberto Castellanos. Su tema inicial es una ampliación de las ocho primeras notas de “Naipe marcado”, de Ángel Greco y, en el final de la primera parte, reaparece la conclusión de la segunda parte del tango “Mano blanca, de Antonio De Bassi (9).

Otro ejemplo de lo anterior es el caso del tango “Mano a mano”, el cual Gardel-Razzano también firmaron como propia la música, y ya se sabe que fue compuesta por José Ricardo, el guitarrista, cuya familia cobra hoy los derechos.

Sobre las canciones que figuran como de la autoría de Gardel y en realidad pertenecen a otros han escrito los Académicos de la APL don Roberto Selles (9) y don Ricardo Ostuni .

Éste último narra el caso del vals “A mi madre” (Con los amigos) adjudicado a Gardel-Razzano y al poeta Almafuerte. En el trabajo escrito para la revista que dirigía don Oscar Himschoot (10), señala que Raúl Lafuente dio la noticia de haber encontrado unos versos muy similares a los de la letra del vals “A mi madre”. Posteriormente el Académico don Ricardo Ostuni confirmó la certeza del hallazgo, después de examinar todos los seudónimos utilizados por Almafuerte y revisar el poema “Últimos ayes de un bardo”, del uruguayo S. Alfredo Robles, en la revista semanal literario-jocosa llamada Bric-a-Brac, del 26 de noviembre de 1896.


FUENTES CONSULTADAS:

(1) PUGA, Boris. “Carlos Gardel –discografía- guía especializada para coleccionistas y estudiosos”. Cuaderno Nº 7 de Tangueando, publicación del Club de la Guardia Nueva, Segunda edición, Montevideo, mayo de 1970.

(2) ARIAS, Pedro Eliseo y CAPRISTO, Leonardo. “Carlos Gardel, compilación poética, estudio cronológico, Tomo 1 (de 3), página 46, Corregidor, Buenos Aires, 2003.



(3) MEJIA, DARIO. “Discusiones sobre criollismo”.
http://209.85.165.104/search?q=cache:GctRAN1TnZQJ:www.perumagiayencanto.com/Publicaciones%2520X%2520fechas%25202006/SEP%252023,2006/Discusiones%2520sobre%2520el%2520criollismo.htm+%22Aurora%22+%22vals%22+%22versiones%22&hl=es&ct=clnk&cd=2&gl=co&lr=lang_es

(4) MEJIA, DARIO.”Efemérides Criollas”.
http://209.85.165.104/search?q=cache:BNt2Uh4h- i0J:www.listamusicacriolla.com/efemerides/+%22Efem%C3%A9rides+criollas%22&hl=es&ct=clnk&cd=1&gl=co&lr=lang_es


(5) BARRERO BUSTÍOS, Federico. Poemario “Algo mío” y su soneto “Jaspe”.

(6) LONDOÑO LÓPEZ, Luciano. “Las canciones colombianas del repertorio de Carlos Gardel”. Academia Porteña del Lunfardo, Buenos Aires, Comunicación Académica 1303 de junio 24 de 1993.

(7) CADICAMO, Enrique. “Mis memorias”. Páginas 108, 109 y 132, Corregidor, 3ª edición, Buenos Aires, 1998.

(8) PELUSO, Hamlet y VISCONTI, Eduardo. “Carlos Gardel y la prensa mundial”. Corregidor, Buenos Aires, 1990.


(9) SELLES, Roberto. “Gardel compositor”. Revista Universidad de América, año 2, Nº 2, Bayamón, Puerto Rico, diciembre de 1990.


(10) OSTUNI, Ricardo. “Carlos Gardel-Almafuerte, la dupla que no fue”, revista Club de Tango Nº 11, Buenos Aires, octubre de 1994.
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ACADÉMIA PORTEÑA DEL LUNFARDO

COMUNICACIÓN ACADÉMICA Nº 1644

Del Académico Correspondiente en Colombia, con residencia en Medellín, LUCIANO LONDOÑO LOPEZ

Medellín, 14 de marzo de 2008
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Versión de Aurora

viernes, 9 de enero de 2009

Astor Piazzolla... ¡y en el 3000 también!





Astor Piazzolla... ¡y en el 3000 también!


Reinaldo Spitaletta


1.Preludio con herejía

Uno de sus sueños era llenar el mundo de la música de Buenos Aires. Y, a más de 15 años de su muerte, ocurrida el 4 de julio de 1992, lo sigue cumpliendo. Todas las orquestas sinfónicas de Europa tienen en su repertorio alguna obra de Astor Piazzolla. Interpretado, por ejemplo, por Rostropovich (hermosa versión de Le Grand Tango), Yo-Yo Ma y Gidon Kremer, entre tantos, la figura de este compositor argentino cada día tiene más admiradores en el orbe.

Piazzolla no es sólo tango. Trasciende la música porteña, a la que le otorgó nuevas sonoridades y la elevó al pódium de las expresiones populares más elaboradas, para convertirse en un creador de referencia obligada en el desarrollo musical de lo que fue el siglo XX en este aspecto. En el alma de sus composiciones está el tango, pero su búsqueda como artista, en la que permanentemente estuvo renovándose, fue siempre más futuro que pasado, más revolución que tradición. Un hombre-cambio, opuesto a los cánones conservadores.

Los herejes surgen en los ambientes donde predomina el dogma, en los medios estáticos, apegados a la costumbre y las rigideces. A las camisas de fuerza. Así, por ejemplo, Giordano Bruno no hubiese podido existir sin la Inquisición. Arde en la hoguera para mostrarnos otros infinitos mundos. Los entornos propios para el ejercicio de la ortodoxia son los que se prestan, como si fueran un caldo de cultivo de su contrario, para la irrupción de los heterodoxos. La importancia del hereje está en la de romper moldes, ir contra la uniformidad y el quietismo. Vulnerar lo que aparentemente es intocable. Visto así, Piazzolla es el gran hereje del tango (en general, un género conservador), pero, a su vez, su máximo creador.

Varias veces abjuró de las formas estrechas del tango, del cual, de todos modos, jamás se desprendió. Esta rica expresión de la porteñidad, o, mejor, de la cultura de Buenos Aires, lo acompañó en su creatividad. Y ahí está presente en sus obras, en las de “carácter popular”, por supuesto, y, como leitmotiv, en sus conciertos y otras formas musicales más complejas. En esto sigue la línea de Bartók y Stravinsky, por ejemplo.

“La música de Piazzolla lo que hace es fundar una región a partir de la cual hay que reconsiderar al tango y lo clásico en la cultura argentina”, escribe Carlos Kuri, en su libro Piazzolla, la música límite.

2. Un músico diabólico

Sí, Piazzolla es un fundador. Su música es tan contundente, tan revolucionaria, que no origina una escuela. O sí: ésta nace con su creador. Y con él, muere. Es como si habláramos, en literatura, de Joyce. Produce, en efecto, imitadores, artistas que utilizan sus recursos. El compositor de Adiós Nonino (quizá su más celebrado tango), de Concierto para bandoneón y guitarra, de La muerte del ángel, vivió bajo el signo de la malditud, de lo demoníaco (ésa es la condición del hereje). Y, por eso, como alguien lo comparó, se podría decir que fue el Adrian Leverkuhn del Río de la Plata, haciendo la analogía con el músico diabólico que, en la novela de Thomas Mann, el Doctor Fausto, evoca a Schönberg.
Nacido en Mar del Plata, el 11 de marzo de 1921, Piazzolla llegó tocado por la gracia. “Ese hijo mío va a ser grande, acordate bien de lo que te digo”, le dijo el peluquero Vicente, su padre, a un amigo, en momentos en que Astor estrenaba llanto. En 1925 su familia se trasladó a Nueva York, donde residió hasta 1936 (más tarde, volvería a vivir allá). Cuando tenía ocho años, su papá le regaló el primer bandoneón. Después, en el 33, recibió clases de música con el pianista Bela Wilda, discípulo de Rachmaninov. “Con él aprendí a amar a Bach”, recordaría, luego, Piazzolla.

Su primer “bautismo tanguero” lo tuvo con Gardel, en 1934. “Toda una noche acompañé a Carlos Gardel. Ese ha sido el gran gusto de mi vida y fue el gran bautismo, además”, dijo, en 1982, en una entrevista del diario El Colombiano, de Medellín. Casi un año estuvo el pibe con el Zorzal Criollo, en reuniones familiares, en discos, en las presentaciones en el teatro Campo Amor de Nueva York y en la película El día que me quieras, en la cual, Astor representó, en un corto papel, a un canillita (vendedor de periódicos).

Incluso, en 1935, Gardel lo invitó a la que sería la última gira del cantor. El chico se salvó de morir incinerado en Medellín porque sus padres no le dieron permiso de viajar. Bueno, esto es anecdótico. El joven siguió estudiando. En 1938 descubrió el Sexteto de Elvino Vardaro, en lo que se ha considerado su segundo bautismo tanguero y, al año siguiente, entró a la orquesta de Aníbal Troilo Pichuco (tercer bautismo), el Gordo que apenas comenzaba a construir su propio mito. Aquel muchacho que habitó en un sector lumpen, en el Italy, parte del Greenwich Village, en el que padeció la marginalidad, en el que aprendió a enfrentar las agresiones de los hijos de inmigrantes italianos y judíos y en la que, con otro pelado, Jack La Motta, intercambiaba pugilismo, continuaba con los ojos puestos en ser un gran músico. Y no sólo de tango.

Los cinco años que estuvo con el “Bandoneón mayor de Buenos Aires” le sirvieron al inquieto Piazzolla “para aprender lo que quería y no quería ser”. Sustituyó el alcohol, el juego, las mujeres y las trasnochadas (considerados entonces paradigmas de los artistas tangueros) por clases matinales de música con el maestro Alberto Ginastera. Y esa situación, tal como lo han expresado sus biógrafos, también despertaba sospechas, en un medio donde los músicos populares eran más intuitivos (“orejeros”) que con academia.

Después de estudiar piano con Raúl Spivak y componer la Suite para cuerdas y arpa, en 1943, dirigió la Orquesta Típica del cantor Francisco Fiorentino (1944). Dos años más tarde, formó su primera orquesta (la Orquesta del 46), en lo que sería el inicio de una serie de formaciones que él tuvo, como nonetos, quintetos, octetos. En 1949, cuando estudió dirección orquestal con Hermann Scherchen, comenzó a mostrar la que sería otra de sus cualidades creativas: componer música para películas.

3. Lo que vendrá

Es en los cincuentas cuando Piazzolla comienza su revolución. Ya la profetizaba con composiciones como Para lucirse, Tanguango, Prepárense, Contrabajeando, Triunfal y Lo que vendrá, que lo matriculan con honores en el repertorio de orquestas típicas como las de Troilo, Osvaldo Fresedo, José Basso y Francini-Pontier. Lo que seguiría serían bombazos que estremecieron las estructuras del tango y lo pusieron a oscilar, a él, entre el odio de los conservadores y otros sectores atrasados y la admiración de los vanguardistas. Eran los prolegómenos de la “guerra de uno contra todos”.

El tango le quedaba corto. Piazzolla quería convertirse en un director y compositor sinfónicos. Un hecho lo haría replantear su destino. En 1953, ganó el Premio Fabien Sevitzky con la Sinfonía Buenos Aires, lo que le otorgó el derecho para estudiar en París con la maestra Nadia Boulanger, condiscípula de Maurice Ravel y profesora de Leonard Bernstein, Aaron Copland e Igor Markevitch, entre otros. Un año estuvo con ella. Y es ella, en una sesión que ha sido mil veces contada y sobre la cual se han tejido diversas interpretaciones, la que lo hace “descubrir” su propio tango, o, mejor, el espíritu que debían tener sus composiciones. Ese año también conoció, en Francia, al Octeto de Gerry Mulligan.
El primer cataclismo que produjo Piazzolla fue la fundación de su Octeto Buenos Aires, en 1955, fecha que señala el inicio del tango contemporáneo. No sólo logra que “cierto goce jazzístico” se infiltre en el tango, sino que, además, “la improvisación se instale en el tango y que el tango someta, domine ese juego”, tal como lo aprecia Kuri, en su ya citado texto.

Luego, continuaría cambiando, explorando, enriqueciendo sus composiciones con invenciones, armonías y sonoridades nuevas. Con una música, que como diría el violinista Gidon Kremer, que a su vez calificó a Piazzolla como el “maestro de las formas breves”, seduce tanto como Mozart, Chopin o Schubert.

4. Epílogo con un sueño

Piazzolla no se parece a nadie. Sólo a sí mismo. Claro, bebió de Alfredo Gobbi, Troilo, Pugliese, Julio De Caro y Horacio Salgán, en lo que al tango se refiere, y de Bartok, Stravinsky, Ravel, Gershwin, y de músicos e intérpretes de jazz (y, a su vez, éstos de él), como Mulligan, Getz, Burton... Demostró que el tango no es solemne ni aburrido. Ni siempre triste (qué tal Libertango o Escualo...). Y amó en todos los períodos de su vida los desafíos, tanto los creativos como los que algunos tradicionalistas le ponían en la calle, cuando intentaban agredirlo por su genialidad. Tuvo coraje para romper con lo establecido, para no quedarse en el pasado, para crear una música enérgica que hoy, precisamente, identifica a Buenos Aires.

Ese buen lector de Verlaine, Mann, Baudelaire, que en 1965 se unió con Borges para crear el álbum El Tango, al leer Cien años de soledad, compuso Años de soledad, como un homenaje a la obra de García Márquez. Después, en el 69, sería con Horacio Ferrer, el creador del último éxito que ha tenido el tango-canción en el mundo: Balada para un loco.Piazzolla, hoy uno de los compositores más interpretados del mundo, tuvo un sueño, para el cual se preparó toda su vida: “Que mi música se siga tocando en el 2000 y en el 3000 también”. En todo caso, no se equivocó don Vicente: su hijo llegó a ser grande.

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Algunas obras de Piazzolla

Astor Piazzolla - Libertango

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Adios Nonino/Astor Piazzolla

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Muerte Del Angel/Astor Piazzolla

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Astor Piazzolla Live at the Montreal Jazz Festival