martes, 16 de agosto de 2011

Leonel Ospina




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Leonel Ospina
Víctor Bustamante

La palabra merendero, se refiere en forma despectiva a esos músicos callejeros que vegetan en las noches de Medellín. Pero hasta ahí esa denominación, porque cuando uno los encuentra, ellos vienen cargados de muchas noticias de su cansada ambición de no haber sido artistas de fuste. Muchos de ellos claudicaron, pero sus caminadas por la noche de la ciudad, sus llevadas de serenatas, así como la música que interpretan, es algo digno de sobrevivir en la memoria. Así alguna vez conocí en el Bar Jurídico, donde nunca vi jueces, uno de ellos: tenía a lo sumo unos 80 años y aun recorría los bares de Medellín desde la Playa hasta la plazuela Nutibara hasta Guayaquil buscando dar serenatas o interpretar canciones ante borrachitos terrenales deseosos de una sentimentalidad en vivo y en directo en las mesas atiborradas de licor, y, por ello recibir unas magras monedas. Este señor con su guitarra se quedaba con nosotros, poetas a la intemperie, y terminaba más borracho con su guitarra destemplada. Pero este señor anónimo como muchas de sus canciones alguna vez me entregó una canción que no había escuchado. “Rondeles”, como si su memoria aun cantara al país de 1950
De esta manera en la Villa se le dice merendero a una persona, un músico que no ha triunfado y se ha quedado cantando canciones ajenas y dando serenatas a desprogramados bebedores nocturnos o a novias desconsoladas.
Por supuesto que no voy a referirme a Leonel Ospina de esta manera. Leonel Ospina fue un grande de la música parrandera antes que muchos cantantes de ahora existieran. Basta escuchar “María Teresa”, “Ya nació el niño” o “El Jardinero”, canciones que siempre regresan en diciembre para saber de quién se trata.
Ahora Leonel Ospina en los billares de La Playa una mañana de domingo nos acompaña con un bolero y un tango: “La Abandoné y no sabía”

viernes, 29 de julio de 2011

LUCIANO LONDOÑO Y RICARDO OSTUNI, TANGÓFILOS RECONOCIDOS



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LUCIANO LONDOÑO


Y


RICARDO OSTUNI,


TANGÓFILOS RECONOCIDOS

Orlando Ramírez Casas
Medellín, 27 de junio de 2011


Yo supongo, y no paso de suponer, no más; que cuando vino a Medellín Su Santidad, el Papa Juan Pablo II; el escritor Fernando Vallejo y otros por el estilo exclamaron “¡Valiente gracia la bulla que le hacen a ese sujeto que no pasa de ser un travesti con sotana!”. Ustedes ya saben la agriera que los asuntos de “La Puta de Babilonia” le producen a Fernando Vallejo. En gracia del pluralismo yo, que soy católico, diré que tal atrabilismo es “respetable”.
Igual sucedió cuando la visita del argentino don Ricardo Ostuni para los actos académicos del Festival Internacional de Tango de Medellín 2011, a los que vino invitado por la Asociación Gardeliana de Colombia y la Academia Colombiana del Tango. Me preocupé por hacerle bulla entre mis contactos, y por hablar de él con mucho respeto y admiración. Quería que los que no lo conocen recibieran de parte mía una impresión muy favorable sobre él, y de ella se contagiaran. No en vano son él y don José Gobello gurúes de esa especie de vaticano tanguero que es la Academia Porteña del Lunfardo en Buenos Aires, Argentina; a la que pertenece como miembro correspondiente el abogado Luciano Londoño López de Medellín, “el único colombiano que conozco como miembro correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo pero que, además, ha contribuido con muchísimos artículos profundos, eruditos, informativos; a enriquecer todo el acervo que nosotros tenemos en la Academia”, me dijo don Ricardo en la entrevista que me concedió en el Hotel Plaza Rosa de El Poblado en la mañana del lunes 27 de junio de 2011, cuando se disponía a dar una charla sobre “Ernesto Sábato y el tango”, en el auditorio del Parque Biblioteca de Belén. Don Ricardo Ostuni (1937) es un escritor, poeta, investigador, historiador y ensayista argentino, autor de muchos trabajos, que entre otros ha publicado los libros “Viaje al corazón del tango”, Repatriación de Gardel”, y “Borges y el tango”. Suyo es el poema “Treinta versos para sentir el tango”, aquel que dice que “El tango es tan antiguo como el hombre y nació con el primer dolor del alma… viene desde un tiempo inmemorial de música y palabras”. Tiene don Ricardo un blog en la red donde publica sus comentarios sobre el tema que lo apasiona: .

Sé, don Ricardo que usted admira grandemente al Dr. Luciano Londoño López, y que su admiración solamente es superada por la que él siente por usted. Así me lo ha dicho él, y así acaba de reconocérmelo usted, le dije.
“Luciano es un hombre tan singular que yo podría decir que me sobran dedos de la mano para contar las personas que son de su estirpe cultural. Voy a nombrar a Hipólito “El tuco” Paz de Buenos Aires, por ejemplo; es decir, la gente que realmente tiene cultura, pero cultura con C mayúscula. Uno con Luciano puede hablar de tango, puede hablar de jazz, puede hablar de bolero, puede hablar de Historia, puede hablar de Filosofía, puede hablar de cine. Con Luciano tenemos por email conversaciones en que hablamos de cine, pero no solamente hablamos comentando la película sino que nos metemos en las profundidades del estilo del director, etc. Es un ser único. Yo creo, dificulto, que no sólo aquí en Medellín sea poco habitual encontrar una personalidad tan rica, tan completa, y tan versada, y además con la facilidad que tiene él para escribir y para hablar”.
Me hubiera gustado, don Ricardo, oírlos a usted y a Luciano en un conversatorio sobre tango…
”Para mí hubiera sido un honor tener a Luciano al lado y enriquecernos mutuamente con sus opiniones, a lo mejor no coincidentes con las mías o las mías no coincidentes con las de él, pero entre dos personas que más o menos manejamos el tema y tenemos un vasto bagaje cultural podemos llegar a hacerlo interesante para el oyente y permitir al espectador que pueda sacar conclusiones por sí solo”.
Me han dicho que en algún momento pensaron en él para que le hiciera compañía a usted en una de las mesas, pero que tal vez él tenía inconvenientes para hacerlo, don Ricardo.
“Luciano no es fácil, usted lo sabe mejor que yo, es un hombre difícil, con muchos principios que hace muy bien en cumplirlos, pero que a veces le impiden por su propia decisión no participar de algunos eventos que yo creo jerarquizarían enormemente cualquier acontecimiento donde él se presentase”.
Estamos de acuerdo, don Ricardo. Yo me imagino lo que deben ser esas conversaciones entre ustedes, conversaciones que no deben tener nada de banales y seguramente se enriquecen con los aportes de cada quien. ¿Cuánto hace que ustedes son amigos?
“Yo a Luciano lo conocía de nombre porque en Argentina toda la gente que está vinculada a la cultura, al tango, a la investigación, y cuestiones de ese tipo, saben quién es Luciano Londoño López. Por el año de 1994 yo publiqué el libro “Repatriación de Gardel” y ambos colaborábamos en una revista denominada “Club de tango” que editaba nuestro común amigo, ya fallecido, a quien llevo en mi memoria y en el corazón, Oscar B. Himschoot. Allí me enteré de que Luciano había recibido mi libro y había hecho una crítica muy elogiosa que fue publicada primero en una revista de Los Ángeles (USA) y luego mandó una copia a Buenos Aires, y yo le escribí para agradecerle. Allí fue nuestro primer contacto y él me proporcionó unos datos sobre Gardel para insertar en la segunda edición del libro, porque la primera se había agotado rápidamente”.
Si en asuntos de amistad pudiera hablarse, tal como se habla en asuntos de amor; yo diría, don Ricardo, que lo de ustedes fue una “amistad a primera vista”.
“Desde hace unos 20 años tenemos una amistad en que a veces hablamos de tango, otras veces hablamos de política. En días pasados tuvimos una larga intercomunicación estudiando el problema que pasan muchos países europeos con el asunto de la crisis en países como Grecia o como España, y su imposibilidad de devaluar porque el euro es moneda internacional. Luciano es un analista económico político de primera categoría. En otros momentos hablamos del cineasta Ingmar Bergman. En otros recordamos la muerte de Peter Falk, el actor inglés que hizo el papel de Columbo. Y así con Luciano, bueno, nosotros dos podemos hablar de tango, pero no para comentar qué bien canta fulano sino para meternos en la profundidad de la letra, o de la interpretación, o del arreglo… Es él de las pocas personas con las que puedo tocar un repertorio o abanico amplio de temas que es lo que justamente para mí es la esencia de la cultura, que no es acumular conocimiento sino saberlo comunicar, y eso es en lo que Luciano es un ser sin par”.
Podríamos entonces, don Ricardo, hablar de un tema que los ha unido a ustedes, y es el que tiene qué ver con el lugar de nacimiento de Carlos Gardel…
“Ese, bueno, ya es otro tema; y hablar de él puede dar hasta para escribir un libro, amigo Orlando”.
La vida ha puesto a estos dos hombres hambrientos de buena conversación en el camino, y la circunstancia de que el uno viva en Argentina y el otro en Colombia, gracias a la tecnología, no ha sido óbice para que puedan enriquecerse con los aportes de su mutua amistad y enriquecernos, de paso, a los que somos sus amigos y nos enteramos de los estudios que ellos realizan. No tendría sentido que esos conocimientos quedaran encerrados dentro de las limitadas paredes de un claustro conventual, como sucedía en épocas medievales.

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Ii Parte


El abogado y tangófilo colombiano Luciano Londoño López (Medellín, 1951) escribió el prólogo de mi libro “Buenos Aires, portón de Medellín”, y en él recoge la frase de André Gide: “Todas las cosas ya fueron dichas pero, como nadie escucha, es preciso comenzar de nuevo…”. Nada nuevo en esta entrevista que le hice al tangófilo argentino don Ricardo Ostuni (Buenos Aires, 1.937) encontrarán los lectores, que no haya sido dicho ya innumerables veces por parte de Luciano en cuanto medio de comunicación haya tenido la oportunidad de decirlo. Otra frase es recogida en el prólogo de mi libro: “Por ello su autor, con la mayor honestidad, ha hecho suyo el pensamiento de Arturo Jaureche: `Diré ahora que incurro en transcripciones a menudo extensas. Lo hago por humildad, porque me parece que si otro lo ha dicho mejor que yo, mejor es reproducirlo que parasitarlo´…”. Siguiendo esa pauta, copiaré la introducción de la entrevista que Víctor Bustamante Cañas le hizo a Luciano Londoño en Envigado el 10 de febrero de 2009:
Luciano Londoño López es académico correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo y de la Academia Nacional del Tango (ambas de Buenos Aires, Argentina), y asociado correspondiente de la Academia de Tango de la República Oriental del Uruguay. En su labor como difusor del tango ha dictado numerosas charlas en universidades y centros culturales. Sus investigaciones y entrevistas han sido publicadas en periódicos y revistas de Colombia, Venezuela, Puerto Rico, España, Estados Unidos, México, Argentina, Uruguay y Australia. Hasta la fecha, sus trabajos han sido incluidos o citados en veintisiete libros de autores de diversos países americanos. En palabras de José Gobello, presidente de la Academia Porteña del Lunfardo en Buenos Aires (Argentina), “Luciano Londoño es el principal referente del tango en Colombia”. El investigador uruguayo Nelson Bayardo, por su parte, le dedicó el libro “Carlos Gardel a la luz de la Historia” con estas palabras: “En expreso reconocimiento a una trayectoria que lo ubica en el máximo nivel de expertos en música popular de las Américas”. Su vida y obra fueron exaltadas por el Municipio de Medellín, mediante Decreto 0898 de junio 20 de 2008, en el cual se destacó que él es un reconocido experto en la canción ciudadana y que un hijo de sus calidades humanas y profesionales constituye un orgullo para la ciudad. El periodista Reinaldo Spitaletta dijo que Luciano Londoño es un amante de la “Teoría de los indicios”, propuesta por el historiador italiano Carlo Ginzburg. Y agregó que es dueño de prodigiosa memoria y además “lector de literatura e historia, que sabe de las viejas guardias, de la guardia nueva, de Astor Piazzolla, de Aníbal Troilo, de historia argentina (...) Conoce de grabaciones y versiones, discografías, fechas clave. Y, siguiendo los lineamientos de José Gobello, presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, ha retirado a Gardel del anecdotario y lo ha puesto en la historia”. Agrega Spitaletta que Luciano “ha leído con fruición y apasionamiento a Roberto Arlt, Osvaldo Soriano, Mempo Giardinelli, Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Silvina Bullrich, Olga Orozco y un sin fin de escritores y poetas argentinos”.
Nada tengo que agregar a esta presentación que del tanguero Luciano Londoño López hace Víctor Bustamante, aparte de que a él puede aplicarse la definición de don Rodrigo Pareja sobre lo que es un tanguero de ley: “alguien que escucha un disco y sabe cuál es su título, quién lo canta, cuáles son su autor y compositor, qué orquesta lo acompaña, lo sabe todo”. De Luciano venía hablando yo con el tanguero argentino, también de ley, don Ricardo Ostuni; y hacíamos referencia en nuestra conversación al hecho de que su amistad con Luciano comenzó cuando don Ricardo expuso en su libro “Repatriación de Gardel” la tesis uruguayista sobre el origen del cantante, y Londoño escribió una nota identificándose con sus planteamientos, que fue publicada por don Oscar B. Himschoot en su revista “Club de tango”. Para los nuevos lectores debo aclarar que hay dos hipótesis sobre el nacimiento de Gardel. La una afirma que él nació en Toulouse, Francia; la otra afirma que nació en Tacuarembó, Uruguay. Los partidarios de una y otra, con sus respectivos argumentos, se encuentran en posiciones irreconciliables. El asunto se dilucidaría con una prueba que en la década prima del siglo XXI es bastante sencilla de hacer, pero costosa. Esto ha dicho don Ricardo en la entrevista que me concedió:
Es posible, don Ricardo, le dije; que uno de los dos hubiera llegado primero a la tesis uruguayista sobre el nacimiento de Carlos Gardel, y hubiera influido en el otro acerca de esa tesis, ¿Cómo se dieron las cosas entre usted y el Dr. Luciano Londoño?
Yo no conocía los planteamientos de Luciano cuando publiqué la primera edición de mi libro “Repatriación de Gardel” y él escribió el comentario que le mandó a Oscar Himschoot sobre el accidente de Gardel, sobre las canciones colombianas que Gardel cantó, en fin. Yo le quiero decir, Orlando, que no soy caprichosamente un defensor de la teoría uruguaya, ni soy cerril para abrir la mente. Si alguien viene con argumentos, me puede convencer de que estoy equivocado porque toda investigación tiene que partir de un forzoso principio inamovible: El investigador tiene el derecho de interpretar los hechos como quiera, como él crea que los debe interpretar; lo único que le está vedado es tergiversar esos hechos; y esto es lo que me ocurre a veces con una gente que desarrolla la teoría francesa y parten del desarrollo de un sofisma porque si es falsa la premisa, es falsa la conclusión. Esto lo hemos hablado con Luciano. Es cierto que Gardel dejó un testamento donde dijo que era francés, supuestamente, y hubo un reconocimiento de la justicia argentina diciendo que ese testamento era válido; pero, veinte años antes, Gardel había sacado la ciudadanía argentina diciendo con otro documento que era uruguayo, y la justicia argentina también dijo que era válido; entonces aquí lo que hubo fue un error garrafal de contradicción de la justicia argentina. La justicia argentina, cuando se presenta la testamentaria de Gardel, debió tener en cuenta que en 1923 había dicho que Gardel era uruguayo al aceptarlo para lo de la ciudadanía. Entonces se quieren desconocer la validez del documento de la ciudadanía; los contratos que Gardel firmó diciendo que era uruguayo; las declaraciones que hizo a la prensa diciendo que era criollo, uruguayo, rioplatense; hay una cantidad de elementos que deben ser conectados unos con otros, no ser cerrados y abrirse a otras posibilidades; y esto es lo que yo no he conseguido de mis amigos contradictores, a quienes considero mis amigos y no los trato con el encono con que a veces ellos suelen tratarnos. Yo les pido que nos colaboremos mutuamente. A lo mejor alguno me suministra un antecedente que yo no hubiera tenido en cuenta, o viceversa. Pero no, no se puede con ellos trabajar conjuntamente porque se han aferrado a una verdad que es para ellos como verdad de la Biblia; y ya sabemos que la Biblia, lo dijo el Papa, está escrita con metáforas y no se puede tomar al pie de la letra. Uno, cuando investiga, tiene que tener la mente abierta y dejar el corazón de lado. En un párrafo de mi libro digo que yo muchas veces he llegado a conclusiones a las que hubiera deseado no llegar y hubiera querido que las circunstancias me dijeran otra cosa, pero si yo quiero ser historiador tengo que ser respetuoso de la verdad que encuentro o elaboro con los elementos que tengo, y no puedo forzar a la verdad a que coincida con lo que yo quisiera.
Los hombres públicos giran alrededor de un mito, y muchos se dedican a desmitificarlos, don Ricardo.
La discusión sobre el origen de Gardel se da como con lo que en mi país, por lo menos, llamamos el “revisionismo histórico”. Empiezan a querer hurgar en la Historia y a querer bajar del pedestal a los grandes próceres. No se puede juzgar la actitud de un prócer como Bolívar, Santander, o San Martín, hace doscientos años; con la mentalidad y la ética de nuestros días. Si les aplicamos a ellos las valoraciones éticas de hoy, seguramente les vamos a encontrar muchos defectos. No nos olvidemos que cuando ellos salían a campaña la vida no tenía el valor que tiene en nuestro tiempo; entonces, si uno se sale del contexto, las conclusiones a las que llega son conclusiones absolutamente falsas.
Bueno, don Ricardo, pero retomando a Gardel yo tengo claridad en que los derechos de autor y las regalías de las canciones que compuso y de las que interpretó para este momento ya han caducado y no hay, además, grandes bienes de fortuna que estén en discusión, bienes que motiven a los herederos a disputar su posesión; entonces, ¿Por qué no ha sido posible que autoricen la prueba de ADN a los restos de Carlos Gardel, a los de doña Berta Gardés, y a los del coronel Carlos Escayola; para afirmar o desvirtuar la posibilidad de que alguno de estos no hubiera tenido paternidad biológica sobre el cantor?
Los derechos de las canciones ya han caducado y no sé si los de las películas que filmó ya lo hayan hecho o estén a punto de hacerlo. El caso es que en este momento, para empezar, no hay herederos que tengan derecho de posesión sobre los restos físicos de Carlos Gardel, y así lo han aceptado contradictores como mi amigo el Sr. Juan Carlos Esteban; entonces se requiere que el Estado, a través de una entidad como la Secretaría de Cultura, o el Museo de Historia Nacional, intervenga. Porque alguien tiene que disponer la autorización para que abran la tumba de Gardel y exhumen el cadáver, tiene que haber alguien que autorice a hacer ese estudio tanto en Argentina como en Uruguay. Incluso en Francia, que nunca mostró ningún interés oficial por Gardel. Lo que se ha hecho allá ha sido hecho por argentinos. A usted no se le escapa lo que cuesta ese estudio. Miles de dólares. ¿Quién los va a pagar? Entonces, si el Estado no asume ese estudio, el problema es de financiación.
Hay quién dice que la familia de Escayola se opone a que se practiquen esas pruebas.
Yo no he escuchado nunca tal cosa, ni sabía eso. He conversado mucho con uruguayos sobre ese tema; incluido el Dr. Nelson Sica, que es el presidente de la Academia de Tango en Uruguay, otro hombre exquisito, de una gran cultura y sabiduría; y ellos me dicen que están dispuestos a hacerlo pero la dificultad sigue siendo la misma: falta de dinero para financiar las costosas pruebas. Puede ser que los descendientes de Escayola den su autorización y que las autoridades argentinas den los permisos de exhumación pero ¿Quién paga eso, cuántos miles de dólares vale? ¿Quién pagará los honorarios de los forenses, patólogos, investigadores de todo tipo que se requieren? Ahí está el embrollo. Coincido con el alcance de su pregunta. Es la única forma de terminar con esta discusión. Tendría que haber la voluntad política de hacerlo, tal como se ha hecho recientemente con unas momias, o se ha hecho con los restos de Colón. Eso lo pagó el Estado. Si los estados argentino y uruguayo quisieran intervenir en este asunto, la discusión se termina en un año.
Gracias por esos conceptos, don Ricardo, que me reafirman en la teoría uruguayista a la que yo me había cambiado, puesto que empecé siendo francesista pero cambié de opinión por los sólidos argumentos que me expuso el Dr. Luciano Londoño.
Yo también era francesista hasta que me adentré en las investigaciones para mi libro. Entonces me encontré con la circunstancia de que Gardel, que no era cantor de tangos sino cantor criollo, de canciones criollas, dio el paso de cantor nativo a cantar tangos. Cuando empecé a buscar documentación encontré que había cosas incompatibles; incongruencias en que sobre algunas cosas Gardel, en algún momento, decía blanco; y luego, sobre las mismas cosas, decía negro. Por ejemplo, en algún momento Gardel aparece integrando la claque (personas aleccionadas y pagadas para vivar y aplaudir a un artista) de Luis “Patasanta” Ghiglione, el que inventó tal cosa en Buenos Aires. Yo me encuentro con que Ghiglione dejó de tener claque en 1895; entonces, ¿a qué edad integraba Gardel la claque de ese artista? Para esa fecha Gardel era un niño. ¿Qué sentido tiene que los armadores del mito francesista lo anoten como estudiante de un colegio donde en la matrícula dice “nacionalidad no se sabe”. O un acta escolar donde Gardel tiene 10 absoluto en todas las materias y simultáneamente aparece en otra acta como detenido en la Comisaría Prudencio Varela? No tiene sentido: o usted es un gran alumno, o anda por ahí de vago atorranteando. De esas cosas encontré cantidades. A raíz de esas inconsistencias dejé de lado el trabajo que había iniciado y me entregué durante cinco años y pico a profundizar en estas dudas. Ana, mi mujer, aquí a mi lado, es testigo de cuántos interrogantes me asaltaban y cuántas dudas tenía que resolver en mi investigación porque ¿Con quién más iba yo a comentar esas cosas sino con ella, la que me ha acompañado? Traté de unir datos del modo más lógico y coherente posible, para poder armar una historia cronológica que fuera más o menos digerible; y cuando uno arma esa historia, la única manera que tiene de que tenga sentido es con la premisa de que Gardel hubiera nacido en Uruguay o en el Río de la Plata… y además está lo de sus declaraciones. En algún momento confiesa a un periodista, refiriéndose a que todo lo que había ganado hasta ese momento lo había gastado porque “a uno que lleva sangre criolla en las venas no lo asusta el porvenir”. Eso lo dice alguien que se considera criollo hasta la médula. El tenía genes criollos por algún lado. No sé si por la madre, no sé si por el padre, por algún lado; y en algún momento, en que se especulaba sobre su lugar de nacimiento, él concluye tajantemente “Terminemos. Nací en Tacuarembó”. En mi investigación, y en mi intento por despejar las dudas, yo he llegado a la conclusión de que toda investigación histórica es provisoria, es provisional. ¿Cómo alguien puede decir rotundamente que esta es la verdad inamovible? Lo es, mientras no aparezcan nuevos datos, nuevos indicios, que conduzcan hacia otros caminos.
Yo aspiro, don Ricardo, a que la verdad sobre Gardel no se conozca porque entonces ¿De qué vamos a conversar?
Estoy de acuerdo con usted. El día en que se sepa la verdad sobre Gardel, se acabó el tema.

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SILENCIOS
Ricardo Ostuni

A Luciano Londoño López

… y yo me até –silencio con silencio-
en nudo de papel y de palabras,
libro y labios cerrados, en clausura
-la escritura y la voz abandonadas-

Sé que soy nada más que la certeza
de aquello que ya fui, sin la esperanza
de serlo alguna vez
la certidumbre
de ser tiempo que huye
memoria que cabalga.

¿Qué más he de decir?
Ya dije todo,
Insisto en el silencio de las lágrimas
hay voces que se ocultan en el ruido
hay otras que se van por la distancia
hay tardes pasajeras del otoño
que nos traen la voz de la hojarasca
y noches desganadas del estío
que son de pesadilla para el alma.

¿Qué más he de decir?
Cerré los versos,
Clausuré de las rimas, las ventanas,
sólo filtra la luz de la penumbra
de una vaga vigilia por el alba.

Rueda el último minuto de la calle
con un dolor antiguo a las espaldas
y es hora de callar.
Pero hay silencios
que tan sólo se dicen con palabras.


sábado, 23 de julio de 2011

Ricardo Ostuni



















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Ricardo Ostuni
Víctor Bustamante

......................................................................................A Luciano Londoño.

Conversar con Ricardo Osten es sentir que ésta no ha perdido su sentido y su peso especifico, es decir, la conversación se vuelve creativa, e insospechada ya que aparecen meandros, especulaciones, laberintos donde se enriquece el habla; aquí el habla denota que es una presencia y esa presencia es Ostuni.
Aquí hay una aproximación sobre esa relación entre tango y literatura. Siempre es conocida esa interacción entre ambas, a pesar de que cada una posee su campo determinado, pero ambas se acercan de una manera mutua para después alejarse, pero ambas, al mismo tiempo, enriquecen el patrimonio cultural. Una buena letra con una buena música crea una gran canción, en este caso un tango.
También es digno mencionar la relación entre letristas de tango y nada menos que poetas una extraña simbiosis: muchos grandes poetas nunca fueron grandes letristas. Es paradójico que quien maneje la palabra en el sentido de encontrarle otros significados, una música secreta, nunca hayan sido grandes letristas.
De todas maneras ambos se encuentran en ese lugar, la música, aportan sus letras a algunos tangos aunque en la mayoría los letristas de tangos, podrán ser algo superfluos, algo banales pero en esa banalidad existe algo que compagina con la música ya que una letra muy estructurada de un poeta verdadero es difícil que encuentre una buena música, hay como algo artificioso. Por eso llega el momento en que nunca se encuentran y más bien se repelen.
Cuando me refiero a grandes letristas son aquellos que nunca llegaron a tener el reconocimiento de ser grandes poetas. Un gran letrista como Homero Manzi con toda su dignidad y con todo su tesón y mirada a Buenos Aires nunca se podría equiparar al genio de la calle Maipú: Borges. Es mas Borges creó una literatura e influyó a todos escritores y lectores, Homero Manzí como letrista es de una sensibilidad suprema: ambos brillan como soles majestuosos. Es como si de una vez los letristas de tangos asumieran ese poder de captar los sentimientos populares y los definieran con sus palabras.
En esta conversación aparecen Almafuerte, Macedonio, Carriego, Sábato, Homero Manzi, Ben Molar, Gardel y por supuesto el gran Borges, junto a tangos desconocidos y a otros que tenemos cerca.
Faltaron temas por abordar: la Academia Porteña del Lunfardo, ese hombre mítico tan mencionado por Borges: Xul Solar, las calles de Buenos Aires, qué significa ser porteño, y sobre todo la obra ensayística y poética del propio Ostuni.
Cierto, Ostuni nos trajo una presencia del tango, Buenos Aires, sus historias, su literatura, pero sobre todo su inteligencia, su amistad.
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Nota Bene: Esta conversación fraccionada en siete partes puede verse completa en Youtube

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Irma Ocampo, Héctor Agustini, Ricardo Ostuni, Victor Bustamante y Jaime Jaramillo Panesso en la Casa Gardeliana.



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Riardo Osatuni y su esposa, y junto a ellos Viviana Posada la camarografa de Babel-tango.

miércoles, 20 de julio de 2011

Inauguración Placa Gardel en París



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HOMENAJE EN PARÍS



Juan Carlos Esteban

24/06/2011


Con la presencia del Embajador Argentino en Francia, Dr. ALDO FERRER, el Embajador Itinerante y gran pianista Miguel Angel Estrella; el Alcalde del 8° quartier de Paris Sr. Francois Level, el Presidente del CENTRO DE ESTUDIOS GARDELIANOS, Enrique Espina Rawson y los miembros de la Asociación Gardeliana de Toulouse, Monique Ruffié de Saint-Blancat y Georges Galopa, se llevó a cabo una Ceremonia frente a la última Residencia que ocupara CARLOS GARDEL en París; 14 Rue L arcade.



Este acto tuvo lugar a las 11 de la mañana del dia 24 de junio, 76° Aniversario de la trágica desaparición del cantor, y consistió en el descubrimiento de una placa donada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, que consigna la información reseñada, más los datos de su nacimiento en Toulouse, el 11 de diciembre de 1890, y su fallecimiento el 24 de junio de 1935.



Habló para referirse a la significación de hecho, el Embajador, Dr. Aldo Ferrer, quien luego cedió la palabra al Embajador Estrella, cerrando el acto Enrique Espina Rawson, en nombre de la COMISIÓN DE HOMENAJE PERMANENTE A CARLOS GARDEL, de la LEGUISLATURA PORTEÑA y del CENTRO DE ESTUDIOS GARDELIANOS.




Inauguración Placa Gardel en París. El 24 de junio. Fotos de Aldo Ferrer Embajador en Francia y los coautores de mis libros
Cordialmente Juan Carlson Esteban




sábado, 16 de julio de 2011

BUENA MIEL PA’ TANTO ACÍBAR

Ricardo Ostuni y Rodrtigo Pareja


BUENA MIEL PA’ TANTO ACÍBAR

Rodrigo Pareja

El título condensa, quizá en forma un tanto avara, la presencia de Ricardo Ostuni en Medellín, quien sin ser cantor o músico reconocido del género, fue, con sobra de méritos, la figura principalísima de la quinta versión que tuvo el Festival Internacional del Tango realizado en esta ciudad.
Ostuni, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo, justificó con creces la expectativa que había a su alrededor, y salvó, él solito, la parte académica y cultural de un certamen, cada vez más dedicado a hacer prevalecer el baile sobre el tango en sí, y a ignorar lo verdaderamente esencial e importante del género.
Conferencias suyas en el augusto recinto del Paraninfo de la Universidad de Antioquia; en Otraparte – la casa museo que evoca al filósofo Fernando González, y una más en el parque Biblioteca de Belén, fueron piezas maestras que confirmaron su sapiencia en los temas por él expuestos con suma brillantez.
Lástima, eso sí, que en el primero de los escenarios haya sido sometido al irrespeto de tener que compartir mesa de honor con un advenedizo que jamás podrá estar a su altura y dignidad, y a que por una actitud atrabiliaria y fuera de toda lógica, se le haya impedido por parte de quienes se apoderaron de su itinerario, estar en el Centro de Historia del municipio de Bello, donde había sido invitado, y él había aceptado, para dar una charla sobre Borges y el tango.
Catedrático, investigador, ensayista, poeta y estudioso, no sólo del tango sino de otras músicas, dueño de sólida cultura y poseedor de un verbo envolvente y cautivador, Ricardo Ostuni dejó bien sentado aquí su prestigio y suscribió tarjeta de invitación permanente a esta ciudad tanguera por excelencia, necesitada hoy más que nunca de personajes con su trayectoria y sabiduría en estas materias.
Regocija constatar que mientras existan personas de su corte intelectual y de su consagración a la investigación y difusión del tango en todos sus aspectos, éste – como él mismo lo afirma – jamás morirá porque va a permanecer mientras exista el amor y el dolor, algo consustancial y propio de todo ser humano.
Consignada entonces la presencia gratísima del gran personaje del Festival, hay que decir de nuevo que del certamen no quedó nada positivo ni perdurable para el tango, y mucho menos algo que en el futuro lo haga merecedor de evocación o recuerdo grato, excepto lo del maestro Ostuni.
Dentro de su mediocridad, el Festival del Tango de Medellín ha llegado a un punto tal que da igual si se hace o no se hace; con decir que ya sus organizadores – ignorantes en su mayoría de lo que es el verdadero tango – deben estar preparando el del año próximo para conmemorar los 77 años de la muerte de Gardel como gran número de atracción.
Se volverá entonces con la misma cantinela de siempre, el mismo accidente, la misma recordación, las mismas frases de cajón para decir que Gardel canta mejor todos los días, mientras el tango seguirá en las mismas, si acaso interpretado por algún regular cantor o conjunto contratados a las carreras, cuando no por alguna agrupación bazofia, tipo Bajo Fondo o Tanguetto.
Y es con éstos últimos con los que intentan dizque inducir a la juventud hacia el tango, lo que resulta tan enrevesado como pretender que en el pre kínder se trabaje primero a Nietzsche que a don Evangelista Quintana con su inolvidable Alegría de Leer.
Otro lunar es que sus organizadores siguen considerando que es más importante el baile que el tango como música y canto, y equivocadamente lo privilegian en detrimento de vocalistas y músicos, para gusto, eso sí, de mirones y voyeristas que sólo asisten para descubrir las tangas de las bailarinas, que más que alumnas aplicadas de Terpsícore, parecen acróbatas o maromeras de circo.
El Festival del Tango de Medellín está pidiendo a gritos eso que ahora llaman reingeniería, porque al paso que va no dejará de ser un pasajero e intrascendente espectáculo que nada en realidad le aporta al verdadero tango y a los tangueros.

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EL MUNDO Medellín martes 12 de julio de 2011

Orlando Ramírez Casas:



HOLA; JOVENES






Orlando Ramírez Casas




El Festival de Tango de Medellín 2011 apenas termina, y apenas empezamos a tener balances y opiniones sobre el mismo. Don Rodrigo Pareja Montoya, cuyo programa de tango en Colmundo Radio es extraordinario y se sale de lo común, ha hecho un balance que con el título "El tango es más que Gardel" publica hoy el periódico El Mundo en la columna Entretelones.
En mi caso estuve muy pendiente de la actividad académica representada en la invitación que la Asociación Gardeliana de Colombia le hizo a don Ricardo Ostuni para dar charlas sobre tango en Medellín, y apenas diría que estuve de paso por las actividades artísticas programadas.
Los paisas somos bastante folclóricos y bastante montañeros, no hay que negarlo. No sabemos distinguir entre lo que es una presentación profesional y lo que son actividades cotidianas amateurs. Está bien que durante el año las escuelas de danza tengan actividades de capacitación y preparación de bailarines. Está bien que durante el año hagan concursos y eliminatorias para seleccionar cuáles de esos bailarines ya han alcanzado un nivel profesional que los capacite para representar a la ciudad en encuentros foráneos. Está bien que una o dos de esas parejas ganadoras se intercalen en presentaciones para el festival, un festival que se supone debe atraer turistas para presenciar una actividad única. Pero hacer las eliminatorias dentro del festival y poner a los artistas traídos de fuera como relleno, es algo de lo que ya me cansé. Hacer del festival un acto público final de guardería en la que los párvulos muestran sus gracias para aplauso de los padres, tíos y abuelos de las criaturas, es algo fuera de tono. Presentar a un retardado y agripado señor Héctor Agustini como si fuera la máxima sapiencia tanguera y él se limitó a dar "un saludo a mis patrocinadores, a mi apá, a mi amá, a la prensa hablada y escrita, a los fanáticos, a los que me han apoyado..." como si fuera un ciclista boyacense, es algo que no se justifica. Traer a un hombre que fue gloria del canto, que fue gloria tanguera, que es un recuerdo venerable de una época ya ida, y presentarlo a sus casi 90 años con la voz cascada, es una falta de respeto con él y con el público. Los empresarios nos han colgado un sombrero de minusvalía a los antioqueños, y esa minusvalía la tenemos merecida porque comemos cuento y lo tragamos sin masticarlo. Otros harán el balance de la parte artística de este festival pero, por mi parte, y viendo los toros desde la barrera, la considero pobre. Muy pobre.

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El tango es más que Gardel




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.El tango es más que Gardel

Rodrigo Pareja




No puede negarse que Medellín es una ciudad tanguera por tradición, que en el mes de junio se acentúa ese gusto por todo lo que tenga que ver con el inmortal género musical del sur del continente y que todos los ciudadanos, quien más quien menos, se convierten en expertos y confesos gardelianos.
No importa que la mayoría de ellos en su mate apenas tengan presentes o recuerden diez o doce canciones del celebrado cantor, comenzando por ese “Volver” que todos cantan cuando tienen más de cuatro copas encima, o el socorrido “El día que me quieras”, que bien puede pasar como un bolerito insulso en cualquier parte del mundo.
El anterior preámbulo que ya debe haber levantado roncha en los veinte o treinta idólatras locales de Gardel que creen que él es el tango y nada más, vale para señalar precisamente lo contrario: Ni Carlos Gardel es el tango ni el tango es solamente Carlos Gardel.
Centenares, por no decir miles de poetas, compositores, directores de orquesta, cantantes y cancionistas, estudiosos e historiadores, forjaron la grandeza y la historia de esta música que llega a lo más hondo del sentimiento, y que ha servido para cantar del modo más bello posible, lo que acontece al ser humano en todas las situaciones susceptibles de ser vividas.
Así, pues, el tango ni nació ni murió el 24 de junio de 1935 con el fallecimiento trágico de Gardel, hecho que apenas fue uno más dentro de su prolija e inacabable historia, circunstancia si se quiere triste, medular y determinante en sus anales, pero apenas una anécdota más de la gloriosa gesta que ostenta.
Por eso no tiene explicación ni justificación alguna que en Medellín, ciudad tanguera por excelencia, quienes organizan los festivales anuales estén como corcho en remolino con el fácil expediente de sumar año a año los aniversarios del fatídico accidente, y para colmo, le den al baile una preeminencia sobre otros aspectos sustanciales del género.
Al tango como tal, los certámenes que año tras año patrocina la alcaldía de Medellín no le han dejado absolutamente nada, si por réditos importantes se entiende su difusión, la recepción de la misma, su asimilación por personas interesadas en aprender de su historia y sus protagonistas y su consecuente réplica en otras latitudes y escenarios.
Para corroborar lo anterior baste decir que con las dos ediciones anteriores se pretendió rendir homenaje a la memoria de Juan D’ Arienzo y de Julio Martel, protagonistas importantes del tango, uno como director y otro como cantante, pero fuera del anuncio oficial en cada caso, la información sobre los personajes resultó nula.
A ningún entendido en la materia se le escuchó una charla – que no conferencia – en la que informara a la audiencia por qué fue importante D’ Arienzo y que fue lo que hizo a mediados de la década del treinta que marcó la resurrección del tango; no se habló de sus orígenes, de sus primeros pasos en la música, de su copiosa discografía y de sus cantores.
Tampoco de Julio Martel hubo referencias importantes dadas por conocedores, no se mencionó palabra alguna sobre su temprano retiro de la actividad artística ni de las explicaciones que dio para justificar tal proceder.
Lo del baile merece un párrafo especial ya que se le ha querido poner por encima de ejecutantes y cantores, lo que no es cierto, dándole una preeminencia que no se corresponde con la realidad.
Con el agravante de que aquí lo han convertido en espectáculo circense, más propio de contorsionistas y maromeros, eso sí, a discreción de los cientos de voyeristas que aunque ignoren quien fue, por ejemplo, Eduardo Arolas, viven a su modo morboso la exhibición.
Por ahora, porque quedan muchos aspectos para tratar, un apunte final sobre el llamado tango electrónico o tango rock, la negación total del género, con la contratación de unos conjuntos que como Tanguetto, ahora, o Bajo Fondo, antes, constituyen una ofensa para los verdaderos conocedores y admiradores del tango.
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EL MUNDO Medellín martes 28 de junio de 2011