martes, 3 de junio de 2014

El cambalache que yira y yira de Jaime Jaramillo Panesso



El cambalache que yira y yira
Jaime Jaramillo Panesso

Enrique Santos Discépolo, (1901-1951),- Discepolín le decían sus amigos - nunca imaginó que su tango bandera, Cambalache, hubiera de sufrir tantas vicisitudes, como la prohibición durante la dictadura militar en Argentina. Quizás tampoco que se hiciera verdad su premonición de pesimista redomado: llegar y pasar el año dos mil y aún estar lleno de truhanes, embaucadores y traidores a la buena fe de los ciudadanos.

Pequeño, pero vigoroso y trabajador, Discépolo quedó huérfano desde muy temprana edad. Sin padres, estuvo bajo la protección de su hermano Armando quien le enseñó el teatro en una ciudad que, como Buenos Aires, siempre le ha prodigado tanta atención a este género literario. La orfandad lo marcó de por vida. La ausencia de la madre la compensó con el estreno de casi todos sus temas musicales por voces femeninas muy famosas en la canción ciudadana. Llegó al tango por el camino del teatro y su inspiración estuvo profundamente influida por dos elementos: la crítica situación económica de los años treinta que vivía su país y el mundo, derivada de la denominada Crisis del 29, el crack o quiebra de la economía. Y la impronta del lunfardo como habla popular porteña. De allí que se le diga que es un “filosofo” en el tango, un tanto panfletario, puesto que sus letras son más para pensar, reflexionar, que para disfrutar su contenido estético.

En sus letras se evidencia la protesta y  la sátira social. Una sola enunciación será suficiente para conocer el autor: Cambalache, Chorra, Yira, Uno, Tormenta, Secreto, Confesión, Victoria. Discépolo sabía ponerla en la nota central de su discurso letrístico. Hombre culto, en su juventud anduvo en tertulias de sus paisanos emigrantes italianos que profesaban  el anarquismo como filosofía política, herencia de los europeos que poblaron la Argentina y de los cuales él era descendiente.

La crítica social que se encuentra en sus temas es el resultado de la “mishiadura”, aquella situación que afectaba a miles de personas como el desempleo, los bajos salarios, el empobrecimiento y la agonía social que produjo la crisis económica y luego las dictaduras, la década infame, que sucedieron a la caída de Hipólito Irigoyen. Santos Discépolo fue el compositor y autor que expresó ese tiempo y de allí que sus tangos los denominan “tango mishio”. A él se le debe esa soberbia definición del género musical rioplatense: “El tango es un pensamiento triste que se puede bailar”.

En uno de sus diversos viajes que realizó llegó a Marruecos y mientras recorría unos viejos barrios de mercaderes moriscos de la ciudad de Tetuán, escuchó en una victrola las notas de su tango Yira Yira. Entonces entró al almacén por cuya puerta se colaban los sonidos y su asombro fue mayor al mirar que un dependiente, un trabajador del mostrador, cantaba a media lengua su canción.

Gremialista combativo, enfrentó a viejas glorias de las orquestas de su ciudad para desbancarlos de la junta de SADAIC – Sociedad Argentina de Autores y Compositores- cuando consideró que no cumplían acertadamente su papel. En tales conflictos se notaba la pugna de peronistas  y los contrarios que dividió a los tangueros para siempre.

La crítica que encierran sus letras se dirige a la confusión de los valores sociales, al papel del dinero, la pérdida de la personalidad y del carácter y la cosificación del hombre y la mujer. En Discépolo es mejor no buscar la metáfora ni la artesanía en el buen decir, porque en él lo que se encuentra es la figura fuerte de su letra que rompe los moldes de la sumisión y la hipocresía.

Contemporáneo de los grandes poetas del tango como Homero Manzi, Homero Expósito o Cátulo Castillo, es, sin embargo, el menos poeta, pero el más iconoclasta y lacerante. Viene a nuestra memoria porque hizo sus tangos a su manera: “Yo tengo alma de valija, pero de valija que vuelve. Mi vida fue eso: un ir y volver…. Soy como un boomerang, por temperamento. Como los criminales, como los novios y como los cobradores, yo regreso siempre….”

Con ocho meses de diferencia, pero en el mismo año, 1951, murieron Manzi y Discépolo. En el sanatorio, Manzi escribe un poema dedicado a su amigo Discépolo. El poema lo dicta por teléfono a Aníbal Troilo “Pichuco” quien lo convierte en un tango memorable. Mientras tanto Discépolo, con su cigarrillo casi inacabable, dicta su sentencia: “La tristeza es el corazón que piensa”. De tanto pensar su corazón, le entraron las ganas de no vivir más. Pero sus tangos viven en el año dos mil. Y en el tres mil también.




viernes, 28 de febrero de 2014

Estatua de Carlos Gardel de Alfonso Góez



Estatua de Carlos Gardel de Alfonso Góez

Monumento a Carlos Gardel. Estatua original dedicada al reconocido cantante, compositor, Carlos Gardel. Esculpida por Alfonso Góez Está ubicada en el barrio Manrique de la ciudad de Medellín. La obra en granito fue inaugurada en 1968, y reemplazada por la actual en bronce, según algunas versiones; al ser destruida por accidente en mayo de 1973, cuando dos borrachos se abrazaron a la estatua y la tumbaron.


miércoles, 29 de enero de 2014

martes, 11 de junio de 2013

Libertad Lamarque en Medellín de Jenaro Briñon






Libertad Lamarque en Medellín

Jenaro Briñon 

En Medellín se presenta en el teatro Bolívar. A la recepción ofrecida a la diva en el aeropuerto de la capital antioqueña, asiste como uno de sus admiradores Alberto González integrante del Trío Los Romanceros. Al año siguiente, en enero de 1948, regresa la cantante argentina a Medellín. Nuevamente hace presentaciones en el Teatro Bolívar. Su próximo destino sería la ciudad de Barranquilla. 

Al enterarse ella de que allá se baila mucho el porro, se muestra interesada en aprender algunos pasos para ejecutarlos en su presentación en esa ciudad. Al pedir que le indiquen quién podría enseñarle, le informan que Los Romanceros tocaban muy buenos porros y que ellos podrían ayudarle. Así fue en efecto, y Jorge Valle y Alberto González se encargan de darle la clase que ella buscaba. Con su guitarra Jorge Valle punteaba un porro, mientras Alberto con las maracas llevaba el ritmo y le enseñaba a ella los pasos. Contaba Alberto que mientras Libertad bailaba con ellos, su esposo el pianista y compositor argentino Alfredo Malerba, se mostraba muy contrariado, y le pedía insistentemente que diera por terminada la lección.

Ella en tono fuerte tuvo que decirle, que la dejara tranquila que ella lo que estaba haciendo era trabajar, aprendiendo un nuevo ritmo. En agradecimiento por la clase de baile la estrella le obsequió a Alberto una postal con el retrato de ella y con una dedicatoria autografiada.




viernes, 31 de mayo de 2013

Visita de Miguel Caló a Medellín década del 60

 
 



.
.

Visita de  Miguel Caló a Medellín década del 60

Miguel Caló (28 de octubre, 1907, en el barrio de Balvanera, Buenos Aires, Argentina - † 24 de mayo, 1972), Buenos Aires, fue un director de orquesta, compositor y bandoneonista argentino.

Estudió violín y bandoneón y trabajó en orquestas de gran importancia desde 1926; ese año integró la línea de bandoneones de la orquesta de Osvaldo Fresedo y al siguiente la del pianista y director Francisco Pracánico.

Formó su primera orquesta en 1929, que luego disolvió para ingresar a la orquesta del pianista y poeta Cátulo Castillo con la que realizó una gira por España en la que también participaron los hermanos Malerba y el cantor Roberto Maida.

De regreso en Buenos Aires formó una nueva orquesta con el bandoneonista Domingo Cuestas, los violinistas Domingo Varela Conte, Hugo Gutiérrez y Enrique Valtri, el contrabajista Enzo Ricci y el pianista Luis Brighenti, la que más adelante dejó para unirse a la orquesta de Fresedo con la que viajó a Estados Unidos.

En 1932 grabó por primera vez, registrando con la voz de Román Prince para el sello Splendid el tango Milonga porteña -música de Caó y Luis Brighenti sobre letra de Mario César Gomila- y el vals Amarguras de Miguel Nijensohn y Jaime de los Hoyos.

En 1934 formó una nueva orquesta, con un estilo claramente influenciado por Fresedo y un sonido que recuerda a Di Sarli. En el conjunto estaba el pianista Miguel Nijensohn, quien dejó un sello que perduraría por siempre en su estilo: su instrumento tenía a su cargo encadenar las frases musicales, con una cadencia y un ritmo ideal para los bailarines. Cabe destacar el aporte del cantor Carlos Dante, con quien registró 18 temas de una relevante belleza.

Desde 1937 contó con Argentino Galván como arreglador y en 1939 incorporó como cantor a Raúl Berón. También Alberto Morel y su hermano Roberto Caló fueron cantantes en esta etapa. En 1942 los directivos de la emisora donde tocaba Caló le sugirieron que desvinculara a Berón porque no les satisfacía, pero en ese momento apareció el disco que habían grabado para Odeón el 29 de abril de 1942 con el tango Al compás del corazón de Domingo Federico y Homero Expósito y el vals El vals soñador con tanto éxito que los mismos directivos revieron su opinión.

Caló era un gran director, capaz de convocar a un conjunto de músicos jóvenes de extraordinaria capacidad y solvencia, que con el tiempo pasaron a formar sus propias agrupaciones. Valga citar a Domingo Federico, Armando Pontier, Carlos Lazzari, Eduardo Rovira, Julián Plaza, José Cambareri (bandoneones), Enrique Mario Francini, Antonio Rodio, Nito Farace (violines), Ariel Pedernera y Juan Fassio (contrabajo

En 1961 junto a los bandoneones de Armando Pontier y Domingo Federico, los violines de Enrique Francini y Hugo Baralis, el piano Orlando Trípodi, y la voz de Raúl Berón y Alberto Podestá, Miguel Caló formó la orquesta que denominó "Miguel Caló y su orquesta de las estrellas" con la que actuó con gran éxito por Radio El Mundo y grabaron para Odeón 12 nuevos temas entre el 16 de abril y el 7 de junio de 1963.

Escribió los tangos instrumentales Milonga porteña, Mi gaucha, Garabito, Todo es mentira, Ternuras y Campanita oración y de tangos cantables como Me llamo Anselmo Contreras,, Si yo pudiera comprender, Que falta me hacés y Como le digo a mi vieja. En colaboración con Osmar Maderna escribió la letra y música de Jamás retornarás y Qué te importa que te llore que fueron grabados por Raúl Berón. También compuso el tango Dos fracasos, con letra de Homero Expósito y la milonga Cobrate y dame el vuelto con letra de Enrique Dizeo.

Escribe José Gobello que quizás haya sido Miguel Caló quien entre los integrantes de la llamada "guardia del cuarenta" del tango haya logrado más plenamente el equilibrio del baile, tango y música.1

Miguel Caló falleció en Buenos Aires el 24 de mayo de 1972.

Bibliografía:
-Wikipedia

Fotografías
cortesía de:

-Fotos antiguas de Medellín, Gabriel Carvajal,
Biblioteca Pública Piloto

sábado, 4 de mayo de 2013

El padre de Gardel de Georges Galopa, Monique Ruffié y Juan Carlos Esteban







El padre de Gardel
Georges Galopa, Monique Ruffié y Juan Carlos Esteban

Víctor Bustamante

Juan Carlos Esteban ha sido un acucioso investigador de tango, ahora leo de él, y sus coautores, Georges Galopa, Monique Ruffié un libro apasionante para el mundo del tango: El padre de Gardel. Es tan severa y seria la investigación, junto a sus otros libros sobre el tema del nacimiento de Carlos Gardel que cualquier otra impostura sobre su lugar de nacimiento solo da pie para decir que deberíamos leer sus libros para aclarar esta verdad de a puño: Carlos Gardel nació en Toulouse.
 Sus autores parten de un simple dato otorgado en una entrevista donde la madre de Gardel añade que el padre del cantor, Paul Jean Lasserre, era litógrafo en la empresa Sirven, los investigadores indagaron sobre su paradero, servicio militar, lugares de trabajo, así como sus amistades peligrosas y sus fechorías.
Por supuesto que ante la falta de evidencia porque la investigación es muy seria, queda as dudas sobre si en realidad Lasserre es el padre de Gardel, aunque todas las circunstancias  apuntan hacia él. Pero la seriedad de los investigadores piden pruebas de ADN para confirmar esta paternidad, eso sí anotando como la señora Gardes viajó desde Francia con su hijo Charles Romual Gardes hacia Buenos Aires.
En síntesis, una investigación apasionante que nos lleva al mundo inicial del que sería el afamado cantor del tango, buscado en archivos de ministerios, en partidas de bautismo, en declaraciones sobre la vida oscura de Lassere, sobre posibles viajes de este a Buenos aires pero siempre con el escepticismo ético de sus autores al faltar la prueba reina de ese posible encuentro entre: Berthe Gardes y Paul Jean Lasserre.

lunes, 29 de abril de 2013

Ovidio Barreiro

.
.

.
.

Ovidio Barreiro

Víctor Bustamante

Momentos de tango en el Homero Manzi. Esta noche canta Ovidio Barreiro quien no nos trae los conocidos tangos, que por supuesto son hermosos, sino que él sorprende con tangos poco conocidos para nosotros tangueros de mesa de licor, con el peso de las melodías que acongojan y golpean el espíritu. Él arriesga al hacernos conocer otros tango poco escuchados, y digo arriesga, por una razón de peso, quiere establecer una presencia distinta: su sello personal para tangueros ávidos de caminos poco transitados.

De tal manera su arte no puede estar mediado por los tangos más escuchados sino por los que nos harán admírarlo a partir de lo ya presente de su arte, de su voz, de sus cadencias y así de su investigación, de los caminos que propone. Es decir, un tango popular suena hermosa muchas veces. Ovidio Barreiro huye de esa facilidad y propone otros caminos, la dureza de aprender otros tangos poco populares o al menos de volverlos a escuchar en su voz.

Con Ovidio aún estamos en deuda de realizarle una conversación sobre sus caminos transitados del tango. No lo hemos olvidado. Por estos momentos disfrutemos de su arte que ya nos contará dentro de poco su andar, su presencia del tango en Medellín, por supuesto en su voz.