miércoles, 23 de noviembre de 2011

Música de Víctor Bustamante

.
.
.
Música

Víctor Bustamante
-

Por una sonata de Mozart
Por un lied de Schubert
Por una balada de Lennon o de Harrison
Qué daría por esa música.
Música que llega de las calles del puerto de Liverpool.
Música espigada desde las campiñas de Flandes
Música que llega de la capilla de Dresde, del capellmaister de Dresde
Música que acaricia los vientos de los Andes
Música que retorna del amor y el mar.
Música que revela la dulzura del corazón, mi dulce Señor,
Música que expresa también el Dies Irae, furioso Señor.
Violines de Brahms en las noches de Brahms.
Guitarra de Rodrigo que entrega el corazón y las cenizas de España.
Cítaras de Shankar que expresan el misterio del Ganges.
Oboes de Frescobaldi con el sueño medieval.
Música de los paseantes que encierran la ciudad en su puño
Para ti los bandoneones luteranos que recalaron en Buenos Aires,
y The thrill is gone de B.B. King con la memoria del blues en el Delta del Missisipi.
Para ti los tibios cobres de las papayeras al alba de un verano en las arenas de Arboletes
Para ti la música vegetal de los aguaceros de octubre
y el sonido del arpa de hierro que sale del corazón.
-
.
.
Tango en la Pensión Primavera


El ruido monótono del ventilador
su hélice que no lleva a ningún lugar.
El tufo de tu boca
El programa de música en la emisora que no sabe a quien va.
Tu corsé de mujer cansada tirado en la inusual coqueta
El espejo que te repite sentada y desnuda mirando desde la ventana como en una tela de Edward Hopper.
Las sábanas sospechosamente limpias.
La pastilla de jabón y la toalla doblada, junto al rollo de papel higiénico.
Habría que saber donde quedaron las flores de plástico
así como los cuadros sórdidos cabalgando en las paredes.
Una llave gotea.
La mucama trae dos cervezas heladas
con la seriedad de saber que asiste a una ceremonia.
Detrás de las puertas cerradas los amantes despiden su soledad.
El sueño que aparece cuando me has vencido.
El afán de vestirte y la figura que te recobra.
En la calle los vagos miran curiosos a los amantes recién bañados con la conjetura de no participar en esa costumbre.
El ruido que vomita la tarde,
la tarde que vomita la noche y a los pasajeros del cuarto 405 compartido y tibio.
Y la noche serena
y el afán de regresar a no tener sueños,
a no tener sueños.

1 comentario:

Irene Nieto dijo...

Realmente preciosos. Me encantaron ambos. Felicitaciones. No dejes de escribir.