domingo, 12 de julio de 2020

Pepe Aguirre en Santiago de Chile (1) / Víctor Bustamante

Pepe Aguirre
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Pepe Aguirre en Santiago de Chile (1)



Para Gustavo Escobar Vélez

Víctor Bustamante


Días del 68 en Barbosa desde las cuatro de la tarde en El Familiar, desde El Familiar, empiezan a salir las notas de las canciones de Gardel, de Armando Moreno, de Oscar Larroca, y de Pepe Aguirre. Los cuatro clásicos del tango popular para audiciones involuntarias. De tanto escucharlos terminé aprendiendo sus letras e identificando sus voces 

Desde las puertas de artesonado de madera de color azul con sus dos ventanas laterales o eran tres, con sus bancas y mesas redondas también metálicas, en la acera, solo en la acera, la música actuaba como un atrapa tangueros, para aquellos melómanos que eran sorprendidos in situ y de una esa música invitaba a beber, a sentarse a escuchar esas melodías. Rodrigo Ramírez, su administrador, sabía sabio que la música, los tangos, eran, son un camino no solo para soñar, sino para vender licor y mantener vigente su negocio, ahora mucho más familiar en el recuerdo.

En ese tiempo se iniciaba la Nueva Ola con el Club del Clan en la Heladería Taboga, que era para otro público más joven, pero yo ya estaba también condenado con mi banda, Los Beatles, que sí. Pero algo le ganaba a los de Liverpool, nada menos que las letras eran en español de ahí que sabía la melodía o distinguía a alguna palabra, en cambio los tangos me eran entregados de una manera total, música y letras para el adolescente desubicado como siempre.

Gardel era, es el clásico con sus letras que son muchas veces poemas, y su música tan precisa. A unos les gusta sus canciones con guitarras y denigran cuando él es acompañado por una orquesta, sin caer en cuenta que es la evolución de un cantor creativo, que lleva a pensar en Buenos Aires, en su lunfardo, que es una manera de señalar el origen del tango. Escucharlo era, es, una manera de salir de estas tardes y de mirar desde el tercer piso allá al Familiar, siempre tan familiar en el recuerdo que acuchilla. También aun escucho a Larroca con su poderosa voz y ese timbre de tanto colorido con sus malevos sangrientos, con sus aires de reclamo y fatalidad. Sigue Armando Moreno con su voz y su tono festivo de algunos fox-trops. Su presencia, en las fotos, era el más actual de ellos y con ese sello de la Orquesta de Enrique Rodríguez. pero faltaba Pepe, sí, Pepe Aguirre que daba la otra compañía en estas tardes con sus cinco o seis tangos que en definitiva han quedado agregados a la memoria que los registra, y eso que ha pasado tanta música: boleros, baladas, rock, heavy metal, pero siempre el tango habita ahí inconmensurable, eterno. Cierto, todos ellos, Gardel, Larroca, Moreno y Aguirre, algo tuvieron que ver con Medellín, la ciudad que los adoptaría de una manera diversa. Aun aquí yace y se ha quedado Pepe Aguirre, así como Gardel, como Larroca, como Armando Moreno son colombianos.

En ellos existe un logro que envidiaría cualquier artista: la aceptación de sus canciones que se deslizan hacia lo popular, es decir un gusto inusitado por la conjugación entre las letras y en su música, y, sobre todo, por quien canta y expresa esos dramas cotidianos.

Hoy solo me referiré a Pepe Aguirre del que menos se habla, pero igual se escucha como los cantantes mencionados. Más tarde, en Medellín, supe que vivía en la ciudad y era mencionado por su talento y popularidad en Guayaquil, y del caso extraordinario de Carlos Serna que fue a buscarlo con Luis Guillermo Roldán a Chile, donde lo encontraron manejando taxi. En el año 1972, Carlos Serna, encargado en El Colombiano de la columna de Farándula y de Viejos tiempos, también enviaba cuestionarios a diversos cantantes que le respondían a los meses con sus respuestas, acompañadas de fotos y autógrafos. Uno de esos reportajes fue a Pepe Aguirre. Cuenta Luis Guillermo Roldán que cuando él continuó con el Festival de Tango de Medellín, y Pepe Aguirre, ya en la ciudad, había olvidado sus tangos y quería cantar los de Gardel, pero no, él debía reaprender sus tangos, ya que aquí en la ciudad poseía su público, aún era una estrella así hubiera cantado sus tangos en la década del 40 y 50. Por tal motivo cuando vino en 1974, ya con 63 años, le consiguieron algunos casetes con sus tangos grabados en Santiago de Chile y con buen licor se dedicó a escuchar sus letras que ya había olvidado. La llamada Nueva Ola, de la cual hacía parte su hija, Gloria, lúcida y escandalosa, había ayudado a olvidar el tango, en esa dinámica de las generaciones que piensan que, con sus actitudes y manifestaciones artísticas, inician la ruptura, pero en realidad reiteran la misma suma de fragmentos de la diversidad humana.

Pepe Aguirre había nacido en La Serena, Chile, ciudad costera, que se puebla de turistas en verano, así como también persevera en su vocación minera. Entre sus personajes primordiales aparece Gabriela Mistral, adoptada, ya que ella nació en Vicuña. Pepe Aguirre no resuena en su ciudad natal. Si Gardel posee libros y análisis sobre su nacimiento, sobre su discurrir, sobre la tragedia de su muerte. A Aguirre nadie se lo disputa, solo sabemos que ambos murieron en Medellín. Gardel en llamas y Aguirre tranquilo y, a lo mejor, ebrio en la cama.


La Serena
José Gastón Aguirre que había cambiado su nombre para ocultar una deuda, eso sí por gastón, no quería que lo buscaran durante sus presentaciones de tango al leer su nombre verdadero en los carteles. Debutó como cantante en 1932 en Radio Universo con uno de sus temas preferidos, El Peregrino. Radio Universo, ya trasmitía el primer radio teatro de Santiago de Chile. La emisora quedaba en el Pasaje Phillips, cerca la Plaza Santiago de Armas, el mismo edificio donde vivía el político Jorge Alessandri Rodríguez que sería presidente en 1968. En los años 40 Pepe Aguirre era el artista más mencionado y aplaudido con sus éxitos, como Muñeca de Loza, Colegiala, Frivolidad, Payaso, Naufragio, y donde se presentara, ya fuera en emisoras, en salones de fiesta, eso sí mucha bohemia, y en la demanda por sus discos. 

En 1935, el año en que murió Gardel, se organizó por el compositor y bandoneonista argentino, Pedro Maffia, de gira por Chile, un concurso de tango en el Teatro Esmeralda, en Santiago, donde resultaron ganadores Pepe Aguirre y Lucy del Río, que fueron proclamados el Rey y la Reina del tango. 

Pepe Aguirre, a pesar de los teóricos del tango, perdura en su hábitat, los bares y cafés y en la nobleza de los hombres solitarios y tristes que lo buscan en su voz definitiva y en sus canciones; todos tenemos derecho a la nostalgia y a ser sentimentales, ¿sí o no? A Lucy del Río parece que se la llevó el río; no tengo noticias de ella. En esa época, comenzaba a perfilarse el cantor de tango como una figura independiente y no como un miembro más de la orquesta. Los tiempos se repiten, Pepe Aguirre quería ser como Gardel, y no es para menos, Sandro, Jonhy Halliday, los Beatles querían ser como Elvis. 

El sitio preferido para presentarse Pepe Aguirre era el parque El Rosedal, donde alternaban dos orquestas. Una de ellas la del Negro Secundino Zamora que conmovía a la concurrencia. Allí tres pistas de baile eran disfrutadas por sus visitantes. Había un jardín con magníficos rosales, había una entrada de autos por un costado, sus árboles se adornaban con luces. En el Rosedal, el día domingo en la tarde, se transmitía por radio estas presentaciones, bajo la dirección y la animación de Nano Neira. Era una fiesta familiar, donde también se almorzaba. Los niños tenían espacios para jugar, y el lugar era visitado por personas de diversas clases sociales. Pepe Aguirre era la estrella de la quinta El Rosedal, allí fue acompañado por la Orquesta de Ángel Capriolo, que tocaba el bandoneón. Capriolo recaló en Santiago debido a que en Buenos Aires otros músicos de mucho talento ocupaban los espacios. Viajero, como tantos tangueros, fundó su orquesta, y, además, regentó varios negocios, como La Cabaña y otra quinta, La Glorieta. Pepe Aguirre con Capriolo compuso el fox, Mujeres feas, que más tarde Armando Moreno popularizaría quitándole algunos versos. Mucho más tarde, Alberto Castillo dio a conocer allí La que murió en París. También en El Rosedal cantaba Armando Bonasco acompañado por la Orquesta de Porfirio Díaz. Bonasco había sido encontrado por Porfirio Díaz debido a la casualidad, ya que Bonasco manejaba un camión, y al escucharlo Porfirio, lo vinculó a su orquesta; no podía dejar al camionero cantor perderse en las vacías carreteras trasportando carga. Añade un cantante, compadre de Pepe Aguirre, que cuando él andaba con la garganta muy mala, lo reemplazaba, se subía al escenario, agarraba el micrófono y se ponía a cantar.

En su otra de teatro, Los Matarifes, Luis Rivano describe a un personaje, Belisario, que va los sábados a bailar a El Rosedal escuchando Reminiscencias de Pepe Aguirre. Ya han pasado muchos años y ese recuerdo de infancia persiste en él. Cierto, la música popular expresa las emociones y las aflicciones no expresadas en otras esferas; lleva a la melancolía. La música crea esa colusión de regresar al pasado ya que ella fue moderna en su tiempo, y de ese pasado es la única manifestación artística que no se decolora. Esta letra es un poema y una melodía que persiste: “Que de reminiscencias hay en los sueños míos / crepúsculos enteros he llorado por ti / aún están mis ojos de llanto humedecido, añorando esas horas que aún viven en mí”. Luis Aguirre Pinto escribió, Reminiscencias, para Lucía Azagra, de quien estaba enamorado. No sabemos si esta letra tan llena de fervor hacia ella la conmovió.


Plaza Santiago de Armas (1930)


A Pepe Aguirre también lo acompañó Porfirio Díaz, considerado el bandoneón mayor de Chile, y un gran compositor. Con Porfirio Díaz y su orquesta típica, grabó su tango preferido El Peregrino y Civilización.

Gabriel Clausi, que vivió unos diez años en Chile dirigiendo con su bandoneón diversas formaciones, consideraba a Pepe Aguirre uno de sus mejores cantantes. Con él grabó Rosas de otoño, Adiós Muchachos (1945), Los cien barrios de SantiagoNoche de Pascua (1946), los dos últimos, tangos pertenecientes a Clausi. Se estima que Clausi dejó unas ciento cincuenta composiciones. Entre sus cantantes también contaba con: Chito Faró, Víctor Acosta y Carmen Carol. 

En su devenir artístico Pepe Aguirre se encuentra con los Hermanos Carbone (Atilio, Ernesto y Víctor), tocaba con ellos un pianista, n violinista, y el contrabajista, Domingo Donnaruma. Ellos abrieron un salón de baile y para escuchar tangos en Valparaíso. Atilio Carbone, el más talentoso, es el autor de la música y la letra de Jornalero, canción insignia de Pepe Aguirre, grabada en 1956. Además, esta canción mantiene esa "necedad", un reclamo social, sería prohibida por la Junta Militar Argentina. 

Carbone también acompañaría a Pepe Aguirre en su salón de Valparaíso. Muchas veces, luego de las faenas de tango visitaban una taberna del puerto perteneciente a un alemán que decía, ya ebrio, y que resumía sin saberlo la letra de un tango: “No hay pena que no se pase, ni puta que no se case”. Aguirre también cantaría con Los Carbone: Déjame morir, Mi morochita, Solo un recuerdo, Sonia. También acompañó a Pepe Aguirre el Dúo Rey Silva dueto folclórico chileno, junto al bandoneonista argentino Julio Vivas que vivió en Chile durante cinco años desde 1943.

Pepe Aguirre grabó sus canciones en tres sellos. Odeón, RCA Víctor y Columbia. Pepe Lucena, que cultivaba el género español, recuerda los estudios de grabación de la casa Odeón, en la calle Agustinas, al llegar al Cerro Santa Lucia en Santiago de Chile: "Era una casa antigua, con una amplia sala, cuyas ventanas se cubrían con gruesas cortinas de sacos. Desde el techo colgaba un único micrófono, enorme como esos tarros parafineros, frente al cual debía cantar, mientras a mi alrededor estaban los músicos de la orquesta. No había "retorno", por lo que yo no podía escucharme, menos aún con el sonido de la orquesta, y eso me hacía levantar la voz. Después de dos o tres ensayos grabábamos, pero de tanto gritar yo... ya estaba sinfónico......."




Pepe Aguirre

Antofagasta (1918), vals Boston del pianista y compositor Armando Carrera fue interpretado por Pepe Aguirre y orquesta, RCA Víctor, en 1948. Una historia de amor desgarrado inspiró su vals. La letra fue escrita por Manuel Espinosa, quien se la envió a Carrera. "Oh, dulce amor mío, dancemos este vals…"

Este vals es uno los clásicos de la música chilena, de la popular digo. En este análisis notamos la valoración hacia Pepe Aguirre: “Mezcla acentos locales con el uso de una voz tanguera, de carácter nasal y con un recio vibrato de garganta. Su capacidad vocal se manifiesta plenamente en la tercera sección del vals, de carácter instrumental, con rápidas corcheas descendentes que son cuidadosamente articuladas por Aguirre. En una época de gran aceptación del tango, se entiende el éxito de la versión de Pepe Aguirre, similar a la de los valses de las orquestas típicas argentinas”. En estas líneas es posible notar la capacidad de Aguirre para cantar, así como la presencia y la estima en el mundo de la música.

Un hecho inesperado ocurrió el 17 de septiembre de 1949, las emisoras de Santiago dieron la noticia, Armando Carrera había muerto. En el American Bar, de la calle Bandera, quizá el lugar más emblemático de la bohemia en Santiago, el bandoneonista Ángel Capriolo, pidió silencio, habló a la concurrencia del músico. Callaron los presentes y la orquesta tocó el vals Antofagasta. La pista de baile permaneció solitaria y en penumbra. Concluida la pieza, vino un largo silencio. Miramos la pista de baile, con tristeza. La noche saludaba, pura y sutil, a uno de sus más finos adoradores. La década del 30 en Chile, representa la época de mayor esplendor de la bohemia y la vida artística especialmente en las ciudades de Santiago y Valparaíso. Ya que las orquestas típicas, quintetos, cuartetos, tríos y solistas contaban con diversos lugares para sus actividades: El Embassy, El Moulin Rouge y las quintas de recreo El Rosedal, Las Higueras la Hostería Cerro Navia, 

Con Jornalero, Aguirre, se adelanta a la canción protesta creo que ni Violeta Parra ni Víctor Jara sabían y menos Los Prisioneros de ese precedente. Eso sí Lautaro Parra, hermano de Violeta, fue guitarrista de Pepe Aguirre. 

Pepe Aguirre vivió y llegó a actuar en Valparaíso. Allí había una emisora fundada en 1935 que se llamaba Radio Presidente Prieto situada detrás del Teatro Valparaíso, allí se llegó a presentar un conocido en la televisión colombiana, Alejandro Michell Talento, le decían el Conejito Blanco. Un Trío de Guitarras, Bahamonde, Quintana y Reyes, era considerado la "orquesta" oficial que acompañaba en sus actuaciones a artistas como: Arturo Gatica, Raúl Videla, Raúl Gardy, Esther Soré, Pepe Aguirre, Nené Donoso y Olga Donoso. 

Pepe Aguirre se casó con la actriz Bernardita de la Cruz y tuvieron una hija la cantante Gloria Aguirre, también se casó con Carmen Heyden con la cual tuvo un hijo, José Luis. 

En Historia social de la música popular en Chile (1890-1950), Pepe Aguirre es el único cantante que participa con tres canciones: Después de una ilusión un desengaño y Reminiscencias, Antofagasta. 

Hay un boxeador nacido en Iquique, Arturo Godoy, quien peleó en diversas ciudades como La Habana, Miami, Barcelona. Sus éxitos en el ring lo llevaron a disputarle el título mundial de los pesos pesados a Joe Louis en 1940, en el 8 round estuvo a punto de noquearlo, pero le faltó pegada. Al final perdió por puntos. Luego del combate y de su resonancia fugaz, Chaplin lo invita a cenar, Ava Gardner se hace amiga suya. A su regreso a Santiago de Chile, Floridor Pérez le escribió, Canto a la derrota de Arturo Godoy, y Pepe Aguirre le cantó un tango donde dice: “El destino fue tan cruel y tan tirano al quitarle la victoria merecida”. 

Pepe cantó uno de los tangos en una modalidad de contestación a otro tango, en este caso Mano a mano (contestación) y Frivolidad de Pepe Aguirre, Porfirio Díaz con letra de Carlos Ulloa, Frívola, en su contestación. 

En 1970 Pepe Aguirre vivía en una parcela en la calle Miraflores Malloco. En reuniones de familia la canción que más le gustaba cantar era Reminiscencias. La cantaba con mucha entereza y exaltación; expresaba que era su favorita. Una carta de Carlos Serna desde Medellín lo había sorprendido. Él no sabía que, en esa ciudad lejana, lo escuchaban, que es tenerlo presente. Era saber que el artista se mantenía vivo en otras tierras. 

Con Pepe Aguirre ocurría lo que tantas veces se ha repetido. No voy a mencionar la frase que anota, Nadie es profeta en su tierra, sino que el destino para Aguirre había sido el olvido, ante la llegada de la Nueva Ola chilena. Entonces, él prefirió irse a vivir a otra ciudad, Medellín, donde era, es escuchado y venerado.





Valparaíso, 1960

Bibibliografía y Fotografías:
-Santiago nostálgico
-Radio Valparaíso
-Historia Profe Roberto
-Pinterest
-Tango Viajero, Molina Cristian y Eileen Karmy
-Documentos y Joyas del Folclore Chileno en Facebook
-Música popular/ Cl



7 comentarios:

LUis Palacios dijo...

Muchas garcias don Victor. pensaba qeu el mismisismo Pepe Aguirre era colombiano.

Octavio G dijo...

Mediante esta interesante investigación, reflexiono sobre el destino de los cantantes, caracterizados por esa desenvoltura de conectar fácilmente con sus emociones y usar las palabras adecuadas para cantar situaciones, encuentros o desencuentros, y darnos una mirada distinta respecto a lo que desean transmitir. Con sus temas nos van entregando sabiduría y sentimiento a través de una de las formas de expresión más breves: el tango.
Pepe Aguirre es uno de los que dicen.
FElicitaciones...

Tirado dijo...

Excelente¡¡¡¡¡¡

Biblioteca Nacional de Chile dijo...

Estimado Víctor:
¡Muchas gracias por compartirnos esta información!
Gracias por tu interés en Memoria Chilena.
Saludos cordiales,

Comunicaciones Memoria Chilena, Chile para Niños y Biblioteca Nacional Digital
Biblioteca Nacional de Chile

Lucho dijo...

Extraordinario

Álvarochoa dijo...

Don Víctor Bustamante es toda una autoridad en música. Ha hecho la mejor semblanza que se pudo haber hecho de don Pepe Aguirre a quien recuerdo haber visto cantando en Manrique al lado de don Andrés Falgás. Aguirre y Falgás, seguramente, están cantando en "la peña del cielo".

Anónimo dijo...

EDGAR BUSTAMANTE :Este trabajo minucioso tiene la sutileza de conservar por siempre a los artistas.
Buena esa.