Tango desde Brasil en Salón Canning, Olivia Teixeira,
Fernando Lima.
El tango en el Brasil
Agilmar Machado
El Brasil acompaña a la evolución del tango, en todas sus
manifestaciones, con el mismo interés y admiración de todos los países
latinoamericanos. Aún después de 1960, con el advenimiento del rock and roll y,
principalmente por eso, el arraigado interés del brasileño aumentó de manera
considerable, notablemente en aquellos que aprendieron a admirar la impecable
presentación del ritmo porteño, su melodía, su poesía, su danza y sus
intérpretes.
Podemos afirmar, con absoluta convicción, que ante el
anuncio de un espectáculo tanguero y el de una banda de rock (incluso las más
famosas), en cualquier ciudad brasileña importante, el primero producirá un
efecto más trascendente, convocando a un público fiel y seguidor, honrando y
aplaudiendo a los que preservan las raíces plantadas por Ángel Villoldo,
Eduardo Arolas, Rosendo Mendizábal y decenas de otros precursores.
El brasileño, admirador del tango, sigue «descubriendo
novedades» que no veía ni escuchaba en las décadas del 40 y 50, del reciente
siglo pasado. Incluso en el extremo sur brasileño, donde la identidad con los
países del Plata es más íntima y fuerte, nos acostumbramos, en aquel lapso de
veinte años conocido como la «era de oro del tango», a aplaudir a Hugo Del
Carril, Alberto Castillo, entre los cantores. Las orquestas más conocidas se
limitaban a Francisco Canaro (y el Quinteto Pirincho) —que lideraba
holgadamente—, Aníbal Troilo, Trío Ciriaco Ortiz y muy poco de Julio De Caro,
Osvaldo Fresedo, Rodolfo Biagi, Miguel Caló, Juan de Dios Filiberto y Alfredo
De Angelis.
No eran difundidos otros tantos valores, ya que los
citados habían estado por aquí, en giras o a través de los pocos discos de
pasta (78 rpm) que se encontraban, eventualmente, en las exiguas discotecas de
las pequeñas emisoras de radios y servicios de propaladoras de la época.
Maestros y orquestas, cantores, poetas y arregladores de
valor admirable, permanecían lejos del alcance de los tangueros brasileños.
Recién a partir de los 60, pudimos conocer las bellas ejecuciones de Ángel
D'Agostino, Francisco Rotundo, Osvaldo Pugliese, Armando Pontier y otros de la
misma línea y categoría.
De la misma manera, cantores como Ángel Vargas, Enrique
Campos, Nelly Vázquez, Alberto Marino, Alberto Podestá, Floreal Ruiz, hasta el
gran Edmundo Rivero, entre otros, despuntaron después de 1960, cuando la
nostalgia tanguera hizo que los aficionados buscaran las remasterizaciones,
gracias a las que se recuperó la memoria del tango en toda su plenitud, en los
días actuales.
Se conocía, sí, a Libertad Lamarque, Imperio Argentina,
en grabaciones solistas, así como Alberto Arenas, Enrique Lucero, Mario Alonso,
Charlo, Ernesto Famá, Nelly Omar y Ángel Ramos (todos pasaron por la orquesta
de Canaro, cuyas visitas al Brasil eran frecuentes); y los ya citados Gardel,
Castillo y Del Carril. Las etiquetas de los discos, en su mayoría, sólo
mencionaban a las orquestas y cnatores. El cantor (o el estribillista) quedaba
olvidado o en un segundo plano.
Un historiador calificó a Canaro y su relación con el
Brasil: «Francisco Canaro formó y dirigió la que fue, y aún es, en la historia
del tango y de los demás ritmos del Plata, la más famosa y celebrada orquesta».
En cuanto a la unanimidad actual, contradecimos al historiador, sin embargo, en
lo que se refiere a las décadas del 40 y 50, coincidimos con él.
Obsérvese, también, que esos astros del tango
participaban frecuentemente de películas sonoras; de allí, la admiración de los
aficionados al tango (que tenían como principal diversión las pantallas de los
cines). Los poetas más comentados eran, de lejos, Enrique Santos Discépolo y
Alfredo Le Pera.
Los orígenes del tango en el Brasil son coetáneos al
desarrollo del género en el Plata. Grandes compositores de finales del siglo
XIX compusieron tangos, que trascendieron: Chiquingha Gonzaga, Zequinha de
Abreu y más acá en el tiempo Ernesto
Nazareth.
En la primera década del siglo XX ya se verifican
grabaciones de tangos creados e interpretados por artistas brasileños. Más
adelante, ya en la década del 20, algunos cantores de fama nacional adhirieron
al tango incluyéndolo en sus repertorios. Uno de los precursores fue Francisco Alves,
conocido como el «Rey de la voz», quien tenía un notable programa en la
principal emisora radial brasileña de la época, Radio Nacional de Río de
Janeiro, en el horario central dominical del mediodía.
Surgía, entonces, Eladir Porto, cuyas grabaciones son hoy rarísimas.
Fue la preferida en los eventos del Palacio do Catete (palacio presidencial),
en la primera época del Presidente Getúlio Vargas (1930 - 1945). A ella le
siguió Dalva de Oliveira
que, después de su alejamiento del Trío de Ouro (Trío de oro), de Herivelto Martins —su
marido—, del que se separó, pasó a ser solista, alcanzando lugares envidiables
en las encuestas. Dueña de una voz privilegiada —ya que alcanzaba tonos muy
elevados—, llegó a grabar con Francisco Canaro, en Río de Janeiro, tangos
famosos como: “Tristeza marina”, “Madreselva” y “Uno”.
Otro cantor —cuya carrera se centraba en los éxitos
carnavaleros— y que grabó, sin embargo, muchos tangos, fue Albertinho Fortuna. Entre
sus mejores grabaciones están: “El día que me quieras”, “Nostalgias”, “Y
todavía te quiero”, “La cumparsita”, “Mentira”, “Cuesta abajo”, “Garúa” y “Sus
ojos se cerraron”, entre otros, todos en versiones en portugués. Carlos José,
quien prefería las músicas portuguesas, contribuyó con algunos tangos.
Los poetas brasileños que se dedicaron a hacer versiones
de los más famosos tangos argentinos y uruguayos, fueron: David Nasser, Haroldo
Barbosa, Juracy Camargo, Maestro Ghiarone y Adelino Moreira. Éste último,
compositor inspirado y compañero del cantor Nelson Gonçalves, hizo para este
versiones inolvidables y compuso tangos brasileños. De las versiones más
conocidas, podemos citar: “Nostalgias”, “Confissão” (“Confesión”), “Inveja”
(“Envidia”), “Voltou uma noite” (“Volvió una noche”), “Triste abandono”
(“Cuesta abajo”), “Sem palavras” (“Sin palabras”) y “Amarras”.
Gonçalves consagró el tango brasileño
“Carlos Gardel”, compuesto por Herivelto Martins, en cuya letra —de David
Nasser—, cantaba en su final: «...por eso mientras haya un tango triste, un
otario, un cabaret y una guitarra, tú vivirás también, Carlos Gardel».
Vive aún, en la ciudad de San Pablo, una de las marcas
registradas del tango en el Brasil: Carlos Lombardi; cuya perfección
interpretativa fue reconocida en varias oportuniades en la Argentina y el
Uruguay.
Lombardi se abocó a la elección de un selecto repertorio
de tangos. Sus éxitos más aplaudidos se basan en las interpretaciones de “Sueño
azul”, “Fueron tres años”, “A media luz”, “Envidia”, “Un tropezón”, “Milonga
sentimental” (con un excelente arreglo), “Qué tarde que has venido”, entre
otros. Es un cantor completo, con pinta de galán, un don similar a Del Carril o
Castillo. Su voz es potente, melodiosa y vibrante, y su poder interpretativo
ejemplar.
Carlos Lombardi también realizó arreglos en tango y en
versión castellana, de algunos éxitos de la música popular brasileña, como: “La
distancia” (de Roberto y Erasmo Carlos, versión de Buddy McCluskey) y “Dime
cómo estás” (“Como vai você”, de Antônio Marcos, en versión de María Losov).
Un maestro que merece especial mención en este artículo
es José Fernandes, pues, además de formar su propia orquesta típica, fundó y
mantuvo, mientras vivió, dos casas de tango (en San Pablo y Río de Janeiro), en
las que era muy difícil conseguir lugar.
Con nuevo y prometedor impulso, traído por la nostalgia
de melodías efectivamente inspiradas, con historia y tradición, los brasileños
adhieren, cada vez en mayor número, al tango. Ciudades como Porto Alegre,
Florianópolis, Curitiba, San Pablo y Río de Janeiro, disponen en la actualidad
de ambientes eminentemente tangueros. Además, sus casas de espectáculos y
teatros siempre se llenan cuando se anuncian: Uma noite em Buenos Aires, con
Alberto Podestá, Carlos Buono, Sandra Luna, Nora Roca y otros; o Antônio
Magallanes, su conjunto y bailarines, o el siempre presente Raúl Bordale, que
difundó el tango durante muchos años en Europa, hoy afincado definitivamente en
San Pablo, brillando en el espectáculo Esta noche... ¡Tango!, acompañado por el
bandoneonista César Cantero y sus Milongueros del 40, Roberto Abitante (piano),
y otro cantor, Carlos Esteves, además de los bailarines Eduara y el Cuerpo de
Baile 4x2, formado en el Brasil. Otra figura que actúa frecuentemente en
programas de televisión en São Paulo es el cantor argentino Alberto Cabañas.
Destacamos, además, el trabajo de una excelente
intérprete tanguera argentina, radicada desde hace muchos años en el Brasil:
Mariana Avena. Con varios CDs editados, fundó una academia en Santos, ciudad en
la que reside, y otra en São Paulo.
Traducido del portugués por Federico García Blaya.
* Artigo extraído do site argentino Todotango
Agilmar Machado
Enviado por Paulo Miranda em 11/01/2021
nelson goncallvez
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