sábado, 31 de agosto de 2024

ULYSES PETIT DE MURAT, y el tango.

 

Ulyses Petit de Murat

A Pichuco el tango le trajo contratos, un montón de plata, soberbias encamadas con mujeres incontables, el amor hasta el fin de Zita y la amistad atropellando el fondo de la noche en extrañas, cada vez más extrañas noches, prolongadas al dar espaldas a la madrugada. Había millares de copas y algo más, para desarraigarlo. Quería salirse fuera de su cuerpo gordo, de sus dedos mágicos, tal vez de la vida, que se lo había dado todo. Se quedó excesivamente quieto.

Estuve a visitarlos en su departamento del centro para hablar de un tango que no hicimos nunca. Estaba como indiferente. Me dijo que no alcanzaba a caminar el largo balcón que se establecía frente a nosotros. Los centenares de noches con Homero Manzi y conmigo y con Barquina podían estar a sus pies como otras tantas cosas inefables y muertas. Recordamos como Homero, una noche, bien "adobado", pero sin perder la noción profunda del mal que lo desgarraba, se ensangrentó los puños rompiendo un espejo en el que no podía soportar su rostro. O no podía entender cómo estaba signado por una muerte cruel, inevitable. El viaje de Pichuco no consentía esas alteraciones. Era un viaje quieto, cuyos ocultos resortes nadie podía adivinar del todo.

 ULYSES PETIT DE MURAT, La noche de mi ciudad. Emecé, 1979.


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Como mencionamos anteriormente, durante los años treinta Ulyses Petit de Murat comienza su labor como crítico cinematográfico en las páginas del diario Crítica. Son tiempos políticamente versátiles. En relación a este universo, el investigador Darío Macor examina las representaciones que se asocian con los términos década infame. Estos años “…han quedado en la memoria colectiva como período de crisis profunda… donde muchos de estos rasgos estaban inscriptos en las modalidades que la política argentina había asumido a partir de la ampliación de la participación electoral producida en 1912.”

(Macor, 2001:139). La instauración de las fórmulas institucionales republicanas construyó diversas filiaciones políticas fundadas en visiones totalizantes y del otro. Los gobiernos del presidente Hipólito Yrigoyen y de Marcelo T. de Alvear y luego de la revolución del 6 de setiembre de 1930, las presidencias de los generales José Uriburu y Agustín Justo personifican dos polos opuestos de pensamientos. En ese sentido se establece el significado de la “causa” radical y la “razón” conservadora, ambas ineptas para considerar genuina la existencia de una oposición.

Dentro de este clima sociopolítico y promediando la década, Petit de Murat se relaciona con el poeta Homero Manzi. Ambos escritores son seducidos por las ideas profesadas por el movimiento político F.O.R.J.A. (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), grupo político consecuente con el pensamiento del historiador y economista Raúl Scalabrini Ortiz. Apoyado en este ideario, tanto en sus críticas cinematográficas como en su producción como guionista resaltan las gestas, epopeyas y próceres de nuestra historia, que exaltan el coraje del gaucho y honran al ser argentino.

Durante el año 1939, en una entrevista realizada por el periodista Carmelo  Esta agrupación funcionó desde el 29 de junio de 1935 hasta el 15 de noviembre de 1945 y en ella militaron el mismo Manzi y Arturo Jauretche hasta el advenimiento del peronismo.

Santiago, el escritor Petit de Murat es nombrado como un “enamorado de las cosas nativas” que busca en su trabajo una “esencia eminentemente argentinista” (Santiago, 1938:60-61). Recordemos que el año anterior escribe su primer texto cinematográfico junto con Darío Quiroga: Prisioneros de la tierra (Mario Soffici, 1939). El libro está basado en cuentos de Horacio Quiroga.

Esta película, señala algunos de los elementos característicos de la producción del guionista, esbozados insistentemente en su trabajo como crítico cinematográfico al estimular a un cine con personajes y temáticas nacionales.

La dupla Petit de Murat – Manzi es convocada por la productora Artistas Argentinos Asociados como adaptadores y guionistas del sello y comienza una labor jalonada por el éxito comercial. Sobre el trabajo en común con Homero Manzi, Petit de Murat recuerda:

 

En el sentido de poner voluntad a la tarea, me parece que le hizo

mucho bien a Manzi asociarse conmigo. Y yo, a través de él, conocí

lados muy profundos de lo popular. Él lo manejaba a la perfección,

sin ninguna caída en lo populachero, como lo muestran sus tangos y

milongas (…) únicamente con Homero fue una colaboración a un

riguroso cincuenta por ciento... Era un notable repentista, con una

gran facilidad poética y algunos de sus versos eran, en realidad,

muy buenos. Siempre me sorprendió que pudiese escribir un tango

en unos minutos, en un alto de la filmación. (Salas, 2001:200)

Para Artistas Argentinos Asociados la reunión de ambos guionistas, con singulares personalidades era sinónimo de calidad. También era conocida la pasión de Homero Manzi por la noche, lo que lo convertía en indisciplinado para con el trabajo, tenía su contrapartida en la figura de Petit de Murat quién tenía fama de cumplidor. Años más tarde el guionista afirma: “La asociación de Homero Manzi conmigo colocó después al cine argentino en el mundo.

Dominamos el mercado de habla española.” (Petit de Murat, Búsqueda, 1982:78-81

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Tomado de:

Ulyses Petit de Murat, la escritura como puente entre la vanguardia y el Cine por Julia M. Bermúdez


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