domingo, 2 de septiembre de 2007

Notas de Bandoneón


Manos en el fuego


Notas de Bandoneón

Jaime Jaramillo Panesso

El símbolo de la música ciudadana es el bandoneón. Mejor dicho, el tango se distingue por el bandoneón, un instrumento musical aerófono, portátil, que suena gracias a un fuelle de cartón plegado, revestido de papel. El bandoneón se ejecuta con las dos manos que accionan sobre botones situados en ambos extremos del instrumento, extremos donde están sendas cajas armónicas y en cuyo interior vibran, por la presión del aire, un conjunto de lengüetas metálicas.

Los bandoneonístas profesionales utilizan el bandoneón acromático que emite distintos sonidos según entre o salga el aire, es decir, cuando el fuelle se amplía o encoge, alternativamente. El bandoneón cromático da una misma nota al abrir o cerrar el fuelle. El modelo estándar de bandoneón tiene 71 botones en total, 38 de ellos situados en el lado derecho que corresponden a los cantos o notas principales temáticas. Y 33 botones al lado izquierdo pertenecen a los bajos. Las cajas armónicas están construidas con maderas preciosas como haya o pino abeto y enchapadas con maderas finas como abedul o jacarandá. Generalmente son negras, con incrustaciones de nácar. Pero también existen bandoneones marrones, amarillos y blancos, estos últimos denominados “lecheritos”. Los ángulos de las cajas terminan ochavados y adornados con una lira. Los ejecutantes se ajustan a las manos un tipo de correas que están en la parte media de las cajas y los dedos quedan sueltos para presionar los botones. La entrada y salida del aire están reguladas por una válvula situada en la caja derecha.

El bandoneón es de origen alemán, pariente de la concertina y el acordeón. Su primer fabricante en l864, Alfred Arnold quien marcaba su producción con las letras “AA”, doble A. De allí que Piazzolla haya denominado uno de sus tangos de la misma manera. Arnold murió en 1933 y la tarea continuó en manos de su hijo Ernest quien perdió la fábrica en 1949 por expropiación del régimen socialista para ponerla a producir bombas para motores diesel. En Argentina intentó producir bandoneones Luis Mariani, pero el matrizado de las voces, es decir, de las notas precisas del instrumento, lo sacó de la producción.

Los ejecutantes del bandoneón lo hacen sobre sus muslos, sentados en una silla. Para evitar el deterioro de sus pantalones, los cubre con una manta de terciopelo. Otra forma de hacerlo sonar es en posición de pies o erecta, pero apoyando la pierna izquierda flexionada en una silla.

Probablemente el bandoneón llegó al puerto de Buenos Aires a finales del siglo XIX en la maleta de algún marinero alemán, cuando el tango primitivo, en su nacimiento, se interpretaba con violín, arpa o guitarra y flauta. Después de los primeros tríos, poco a poco se fue conformando la orquesta típica con el bandoneón, el piano y los cantores de estribillos, pues el tango con letra completa o tango canción, solo llegó en l917 con Gardel. Pero el tango venía de una evolución desde el surgimiento en l880 aproximadamente.

Entre los bandoneonístas precursores se destacan, por allá en los años de la vieja guardia, José Santacruz, el “Pardo” Sebastián y Ciriaco Ortiz. En la camada del treinta se destacan Pedro Maffia, Pedro Laurenz y Gabriel Clausi, “El Chula” que aún digita. En los cuarenta Aníbal Troilo, “Pichuco”, Julio Ahumada, Juan Sánchez Gorio y Héctor Varela. Una tradición que va en manos de la vanguardia y que continuaron el extinto Astor Piazzolla, renovador del estilo, Rodolfo Mederos, Leopoldo Federico, Osvaldo Ruggiero, Armando Pontier, Eduardo Rovira y muchos más. Cuando los dedos de un bandoneonista se posan sobre los botones del instrumento quejoso y sentimental, corre un río de notas que penetra en el alma de la ciudad.



lunes, 20 de agosto de 2007

EL FÚTBOL Y EL TANGO: DOS SENTIMIENTOS, UNA SOLA PASIÓN











EL FÚTBOL Y EL TANGO:
DOS SENTIMIENTOS, UNA SOLA PASIÓN

Gonzalo Medina Pérez,
PERIODISTA Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA.

El fútbol y el tango han recorrido caminos similares en su proceso de reconocimiento, comenzando por su origen y terminando por los escenarios en los cuales han recibido su carta mundial de ciudadanía.

Esta relación se ha ratificado en el caso del ambiente argentino, en donde uno y otro han crecido de la mano, enfrentando carencias y resistencias pero a la vez prodigando alegrías, sobre todo entre los miserables concentrados históricamente en el sur de Buenos Aires, el mismo sur en el que se han inspirado poetas como Homero Manzi.

Mientras que para algunos el tango es un sentimiento triste que se baila, para escritores como el uruguayo Horacio Ferrer, el tango “ es eso que provoca un clavel en mi solapa cuando no tengo ni para claveles, y voy a verte”; “en lo alto de los andenes una paloma se muere del todo por ése que muere un poco esperando a quien no llegó. Creo que eso es tango, querida”; creo que el náufrago en la ciudad, pero el náufrago de mayor aliento”. Y añade Ferrer que el tango no es triste sino serio “porque lo dice el alma en todos sus tonos, aunque siempre el alma con un rastro de re menor en clave”.

El fútbol, por su parte, también ha inspirado a distintos intelectuales, como por ejemplo a André Malraux, para quien este deporte es la expresión de un sentimiento a través del movimiento; hablando de Argentina, el periodista Dante Panzeri dijo que el fútbol es la dinámica de lo impensado, en alusión al talento y la creación que se requiere para practicarlo con sentido estético. Y no podemos olvidar la definición de un ex futbolista argentino, campeón mundial con su país en 1986, autodidacta por excelencia, escritor, como es Jorge Valdano: “el fútbol es un campo de batalla atravesado por la cultura”.

Estamos, pues, ante dos acumulados sociales, culturales y políticos de los cuales se sienten orgullosos los argentinos, sobre todo porque les han permitido afianzarse como nación en el contexto mundial.

Pero como esta charla es más para escuchar música que para disquisiciones trascendentales, vamos a comenzar presentándoles la voz de quien suscita toda esta actividad académica y cultural, luego de su muerte trágica hace 71 años en nuestra ciudad: Carlos Gardel. Él grabó temas relacionados con el fútbol, además de “Patadura”, cantó “Mi primer gol”, una suerte de analogía entre el amor y algunas situaciones propias del fútbol:

INCLUIR LETRA 164,
1. MI PRIMER GOL. . XXX CD. CORTE 13.

Entre sus diversas grabaciones, Alberto Gómez le hizo un homenaje a Herminio Masantonio, delantero de Huracán, el equipo del barrio Parque Patricios, el cuadro “del globito”, como también es conocido por el distintivo que lleva en su escudo, en homenaje a Jorge Newbery, aquel aventurero que viajó en un globo y nunca más volvió a saberse de él. Este tango se titula EL MORTERO DEL GLOBITO, dedicado a exaltar la potencia del disparo de Masantonio.

LEER TEXTO DE EL GRÁFICO
2. EL MORTERO DEL GLOBITO. CD. CORTE 2.


La historia latinoamericana muestra que muchos de nuestros mejores deportistas nacen en ambientes humildes y llenos de carencias, incluso de una pelota de fútbol. Por eso tienen que improvisar una con papel o con trapo. Esa práctica se lleva a cabo en el ya famoso potrero. A ese entorno de sabor rural pero metido en la ciudad, le canta el futbolista profesional, recordando sus inicios en ese espacio mágico. Roberto Ray interpeta el tango que escucharemos a continuación; su título Potrerito.

INCLUIR FRAGMENTO LIBRO SASTURAIN PAG.71.
3. POTRERITO. LADO 1 CASETTE 1. CD. CORTE 3.

La escena transcurre en un bar o boliche de cualquier barrio de Buenos Aires – pero igual puede suceder en otra ciudad latinoamericana -.Un grupo de amigos se reúne después de un partido de fútbol para comentarlo y para dar rienda suelta a sentimientos de rabia, tristeza, frustración o alegría por el resultado o por lo que no pudo ser. Pero uno de esos hinchas está pensando en algo muy distinto, algo que sólo sabe su propio corazón. El tango lo canta Raúl Berón con la orquesta de Miguel Caló, y se titula Domingo a la noche.

INCLUIR LETRA PAG.163.
4. DOMINGO A LA NOCHE. XXX. CD CORTE 4.



El triunfo y la derrota son situaciones inherentes a la vida de los seres humanos, más allá del ámbito deportivo. Por eso una de las grandes contribuciones pedagógicas del deporte es la de preparar a los niños y a los jóvenes para saber asimilar una y otra posibilidad.

En la marcha que escucharemos seguidamente, Fernando Díaz, con la orquesta de Francisco Lomuto, nos canta “La canción del deporte”, haciendo un poco más de énfasis en lo que para él es una divisa: “vencer o vencer”.

5. LA CANCIÓN DEL DEPORTE. CD. CORTE 5.


Todos conocemos bien lo que fue la migración italiana hacia Argentina y por ende lo que ha sido la influencia social, cultural, económica y política ejercida por los llamados “tanos” en el país sureño. Pero pocos nos preguntamos por la relación inversa. Eso es lo que nos cuenta “El rey del lunfardo”, Alberto Echagüe, en el siguiente tema, un tango en el que también se habla de las cebollitas de potrero que después triunfaron en Italia, vistiendo incluso la camiseta celeste de ese país, como Monti, Scopelli y Orsi, entre otros. La orquesta es la de Juan D´Arienzo.

FRAGMENTO LITERARIO ALBERT CAMUS PAG.77.

6. CEBOLLITA DE POTRERO. CD. CORTE 6.

Nos atrevemos a afirmar, partiendo de lo que es de dominio público, que el tema que mejor resume la relación tango – fútbol, es “El sueño del pibe”, cantado por el uruguayo Enrique Campos.

En esta ocasión queremos presentarles la segunda parte de esta historia, cuando el pibe ya es un ídolo y realiza su sueño de triunfar. Se titula “La realidad del pibe”, interpreta el cantante Pepe Aguirre.:

INCLUIR LETRA PAG.167.
7. LA REALIDAD DEL PIBE. CD. CORTE 7. XXX


Astor Piazzolla es un nombre que suscita reacciones disímiles entre los amantes del tango, sea que hablemos de espíritus ortodoxos o de mentes abiertas a nuevas elaboraciones.

Piazzolla grabó un disco de tangos alusivos al fútbol, con motivo del Mundial de Argentina 1978. Extractamos uno de esos temas, el cual por su ambientación y por el desenvolvimiento musical nos remite a la novela del alemán Peter Hanke, “El miedo del arquero al penalti”, una suerte de analogía entre el miedo que siente el delincuente de ser descubierto y el pánico que enfrenta el portero ante la pena máxima. El detalle sobresaliente en la novela de Hanke es que delincuente y arquero son la misma persona.
Les presentamos el tango orquestado “Penalti”, interpretado por Astor Piazzolla.

FRAGMENTO LIBRO 220
8. PENALTI. LADO 1. CASETTE LADO A.


Un niño agoniza en un hospital, víctima de una enfermedad incurable. Sabedor de su situación, él sólo piensa en su última voluntad: tener una pelota de fútbol, después… podrá morir tranquilo. La historia tiene unas glosas de Roberto Ray y la voz cantante de Tita Duval. Vale la pena precisar que esta versión, adaptada a la realidad colombiana, fue grabada en Medellín, aprovechando que para ese momento Tita y su esposo residían en la capital antioqueña.

FRAGMENTO LIBRO – LUIS TEJADA-. PAG.74.
9. LA #5. CD. CORTE 9. XXX

De los equipos argentinos que más pasión despiertan, sobresale Boca Juniors, perteneciente al famoso barrio porteño fundado por inmigrantes xeneizes. Resultado de ellos son los numerosos tangos que han sido creados para exaltar los colores azul y amarillo del club de La Rivera y rendirles homenaje a sus ídolos. De José Berra y Merlo, el tango “Muchachos, yo soy de Boca”, con la voz de “El Tata” Floreal Ruiz y la narración del gordo José María Muñoz.
LETRA PÁGINA 169.

10. “MUCHACHOS, YO SOY DE BOCA”. CD. CORTE 18.XXX

Letras, pases, notas, gambetas, acordes hacen parte del mundo que han compartido el tango y el fútbol y por extensión quienes vibramos con el arte, sea éste expresado en una cancha o en un teatro, sea protagonizado por músicos de frac o por intérpretes de uniforme. Tanto el tango como el fútbol siempre nos darán la posibilidad de congraciarnos con la vida, sobre todo cuando las amenazas son de tormenta. Muchas gracias.

jueves, 12 de julio de 2007

Aire de tango, el musical




Aire de tango, el musical

Una obra que se inspira en el Guayaquil del siglo pasado.


Muerte-vida-muerte es la estructura circular del musical.
Reportaje gráfico de
Marú Vélez
Diplomada de reportería gráficaYurupary-


Dentro del pecho pide rienda el corazón. ¿Amor? Amor son ganas...".
Aire de Tango, la Revista Musical, inspirada en la novela homónima de Manuel Mejía Vallejo, llevada a las tablas por los familiares del desaparecido autor antioqueño: Dora Ramírez, la suegra; Dora Luz Echeverría, la esposa y María José y Adelaida Mejía, las hijas, es el resultado del ambiente artístico y los temas que han obsesionado a ese clan relacionados con la cultura paisa.
La revista musical, fiel a la obra literaria, da cuenta a través del baile, la música y la puesta en escena de la cosmovisión que se desarrolló en el Guayaquil del siglo pasado, donde el tango y la muerte trágica de Carlos Gardel, en l935, en Medellín, marcaron de alguna manera la identidad individual y colectiva de los colombianos.
Fue un momento en el que el desarrollo atrajo a hombres y mujeres del campo que se vincularon a la vida de la ciudad como obreros, o en otros oficios: en el servicio doméstico o en el mundo oscuro de la prostitución. Más tarde fue otra cosa: a mediados del siglo XX la violencia obligó a los campesinos a migrar hacia un contexto urbano donde la poética de los tangos resumió su desarraigo, su desesperanza, toda la soledad que encontraron.
El musical tiene una estructura circular muerte-vida-muerte. La obra inicia con el accidente de Gardel y el nacimiento de Jairo y termina con el homicidio de éste, un personaje seductor, un bailarín que las mujeres se disputan, que es violento y peleador, respetado por todos y por el cual, con su muerte, Guayaquil se desintegra. La presencia del licor proyectada en un telón de fondo es integrada a la narrativa cuando se marcan 13 puntos de cambio en las escenas con una copa de aguardiente que se toma, cada vez, Ernesto Arango, personaje y narrador en off, el gran amigo y asesino de Jairo.
El contraste de los elementos artísticos están a disposición de la dramaturgia que desarrolla el musical. La tragedia y la fiesta; el tango tradicional contrapuntea con el del gran Astor Piazzolla; el sincronismo de las parejas de baile también lo hacen con la libertad y la "improvisación" de la danza contemporánea; la puesta en escena (donde se recrean en cinco cuadros situaciones típicas de Guayaquil), con proyecciones de video que complementan la información, o con las fotografìas de Gardel, las cuales ha coleccionado Jairo, intentando buscar en ellas su propia identidad como en un espejo, semejante al de los bailarines antes de salir al escenario para seducir a los espectadores con la recreación de la vida del arrabal.
Tal como sucede en la novela, la música aporta a la narración y se mete en las historias de tangos conocidos como Cambalache, Muñeca Brava, Cristal, Tengo el Corazón Hecho Pedazos, la Última Curda, Piazzola, y otras varias milongas. Pero también con salsa, boleros, habaneras o "Il adagio di Albinoni", al inicio del espectáculo, que hace de la muerte de Gardel y el nacimiento de Jairo un momento inolvidable y conmovedor.
"Jairo nació el día donde allí, en el aeropuerto, se tostó Carlos Gardel, como si quisiera asomarse a ver el choque. Tal vez porque decían: "murió Carlitos, naciste vos", le cogió rabia y queredera a esto de tangos y milongas. Desde patojo se las aprendió, era dicha de las tías verlo en arranques de guapo a destiempo. Hasta que un tío homosexual y trasnochero le dejó un cuchillo (...) y a los cuchillos se aficionó. Me parece verlo... "Vean, se mete uno a guapo y hay que seguir de guapo si es guapo, o sostener la cana si no lo es...".
Para Dora Luz Echeverría, la directora general de la Revista Aire de Tango, quien vivió la concepción de la novela, "...el musical se desenvuelve en un continuo musical, el cual es escénico a través de montajes coreográficos enlazados entre si, en cinco cuadros temáticos: Jairo y las mujeres, lo íntimo; Jairo y los hombres, la cantina; el desafío; la serenata; y el fin; cuadros que introducen al espectador en un mundo lleno de pasión e intensidad, que hablan de un Medellín pasado, un Medellín de recuerdos, pero también de un Medellín presente que mantiene la fuerza de la vida por encima de todo...".
Al terminar la función se tiene la impresión de haber vivido una noche en el Guayaquil de Jairo, Ernesto Arango, Pascasio, La Cachorra, Chelito, de La Muñeca Brava y de Juana Perucha, "la madame", cuyo suicidio, según María José Mejía "...al igual que la muerte de Jairo y Pascasio anuncian el destino del barrio y de su gente...".
Y nos vamos con el tango que concluye la novela y que escucharon ellos: "... Voy a meter en el piano la última moneda, que Gardel cante mi última canción: "Sentir que es un soplo la vida..." .


(El Colombiano 12 de julio 2007)

viernes, 6 de julio de 2007

El patio sin Aníbal

Manos en el fuego


El patio sin Aníbal


Jaime Jaramillo Panesso


Aníbal se llamaba. Le decían El Gordo, pero no era gordo de grasa, sino que estaba relleno de tango. Había pescado esta musical enfermedad durante su juventud, cuando apareció la pandemia. Como nunca ha existido vacuna para la tanguedia, al Gordo le ocurrió todo lo contrario de Alberto Aguirre, ese del pelo descachalandrado que escribe en una revista de fruslerías bogotana. A Alberto se le ralló el disco y lo intoxicó. Entonces se tornó alérgico delirante. Al Gordo lo reformó de su vida pasada y lo puso a vivir del tango, que ya había sido policía y carnicero.

Si esos iniciales oficios hubieran acicateado la inteligencia del jericoano Moncada, es muy probable que no desembocara en esa tormentosa bohemia de sus clientes y otras veces en la del propio Gordo. Uno de ellos fue otro jericoano de “nacencia”: Manuel Mejía Vallejo. Para que su amor por El Mudo Gardel prosperara, instaló una cantina con el nombre de Patio del Tango, primero en la frontera con el Barrio Guayaquil y luego la trasladó al Barrio Antioquia (dizque Barrio Trinidad, rebautizado así por concejales conservadores para tapar la metida de pata de haberlo declarado antes “Zona de Tolerancia” sexual). Allí Aníbal se asentó con toda su familia a trabajar el duro arte combinatorio de cantinero y jefe de cocina, con especialidad en carnes de corte argentino, como el churrasco a lo Moncada de 750 gramos, jugoso y limpio.

El Gordo montó El Patio del Tango a partir de su condición de “pater familias”. Allí laboraban su esposa, sus hijas, los maridos de estas, los nietos y llegó hasta el círculo de los biznietos, amén de los artistas cercanos a su corazón de empresario ad hoc y padrino, como Armando Moreno y Luís Correa. De tal manera que conformaba un todo residencial con hospedaje para cantores y músicos del género y las tres generaciones de Moncadas y moncaditas, todos ellos viviendo con “los cosos de al lado”.

Aníbal tuvo comunicación directa y extrasensorial con San Romualdo, forma piadosa como llamaba a Gardel. En cierta ocasión cayó enfermo con la mitad de su cara paralizada, impedido para cantar y para hablar, dirigió sus oraciones a San Romualdo y lo curó. En otra oportunidad una nube oscura y sin agüeros se vino encima de la tarima de los artistas que, esa tarde en la plaza de Andes, presentaban un espectáculo musical. Nadie dudaba de que caería el chubasco a la hora inicial del acto, ni el alcalde dudaba siquiera. Pues el Gordo habló secretamente con su ángel protector, Carlitos Gardel, y la nube se fue a llorar a otro paraje. En resumidas cuentas, Aníbal Moncada pudo justificar plenamente el altar que, en junio, precedía la conmemoración de su santo.

Complementó su formación todera con la fonomímica de cuenta chistes y música mexicana, para lo cual solía usar un inmenso sombrero charro. Pero dos actividades centraron su dedicación: cantar tangos y milongas y bailar los mismos géneros. Ese trasegar en la música ciudadana le permitió viajar en varias oportunidades a la Argentina, y al regresar, dar cátedra a los demás tangueros, a promocionar a sus ahijados cantores, hijos de figuras populares como los señalados atrás, pero inferiores a sus modelos paternos.

Sentarse a la mesa con el Gordo Aníbal era mirar la época violenta del barrio y su visión de los pandilleros, conversar sobre temas musicales o de la política local y verlo hacer gárgaras con el aguardiente puro, para descrestar a los contertulios. Sabemos que varios clientes dejaron vales firmados, deudas pendientes. Paguen. No ocurra que junto a sus nuevos compinches de milonga celestial, venga a cobrar el vento que le deben.

martes, 3 de julio de 2007

EL PATIO DEL TANGO

EL PATIO DEL TANGO
Darío Ruiz Gómez


Las palabras nos hacen, nos moldean, nos retrasan o adelantan en el tiempo interior que van alcanzando nuestras vidas. Tiempo interior que nada tiene que ver con el llamado tiempo de la Historia, o sea con aquello que sucede en la exterioridad, en la vida política y social. Al llegar a los cincuenta me decía alguna vez Aníbal Moncada, ya uno no cumple años sino que empieza a dejar de cumplirlos. Y lo aseveraba con la mirada extrañamente respetuosa de quien, como él, había transitado por entre dificultades y azares que son en el tráfago de la vida de las gentes populares algo más que simples anécdotas en boca de quienes reducen ese azar propio de la vida a superfluas anécdotas.
Cuando pienso en el Guayaquil que describía Aníbal Moncada me estremezco frente a aquellas tumultuosas imágenes de gentes viviendo en medio de una marejada incesante de crueldad, de desafiante violencia paradójicamente necesaria para lograr sobrevivir en territorios abandonados por la ley y cuyos propios códigos de honor constituían el único vinculo ético para lograr que la existencia no se dejara ir del todo hacia la vorágine de lo peor. Esto del cuchillero, del compadrito, un destino sin destino, lo percibió Borges con su crónica lucidez: el baile, la música representan un espacio autónomo donde lo lúdico es la respuesta a la muerte, al dolor, al sufrimiento, convirtiendo la ceremonia en metáfora de la condición humana y expresión de un instante que solo se repite cuando en el tiempo y los días se reinicia la ceremonia con la presencia de los muertos.
Sin voz, atento solo a lo que significa vivir entre esas músicas y letras tomadas como un origen propio, Aníbal Moncada fue testigo de todos los infortunios que las distintas violencias arrojaron sobre la vida de Medellín, sobre el arrabal que solo buscaba frente al atropello aspirar a esa calma necesaria para que la nostalgia se adelante a la hora de la muerte, para que los niños de la calle se sorprendan de su propia lucidez. Ahí a su lado desfiló el terror y la infamia de lo peor mientras Aníbal Moncada sostenía impasible ante los ejecutantes de esa crueldad que el baile y el canto constituían el área sagrada que se debía respetar. Por eso no se fue de su barrio ni cayó en el error de convertir su santuario en un escenario turístico maquillado.
Alguna tarde empezada ya la noche un automóvil se detuvo y se le acercó una moto con dos muchachos que recibieron una metralleta y algo espeluznante, una foto. El Gordo me miró indicándome la vigencia de los territorios que frente a su santuario se tocaban y que le permitían ser respetado en un lugar caracterizado por la extrema dureza de la violencia. El código adquiría su dimensión verdadera, los límites se respetaban frente al crimen y al delito que esos otros habían asumido. La fuerza sobrecogedora de la música, la persistencia de un ámbito social de enamorados de una forma de canción en extinción, ceremonia secreta de clandestinos oficiantes, el tango aquí en esta desolación alcanzaba un porqué, una razón de existir como expresión de firme resistencia de amistad, de realidad verbal transfigurada por la poderosa capacidad de un narrador convirtiendo en leyenda aquellas situaciones y llevándolas hacia las letras y las melodías donde la vida era triste y nostálgica, pero no infame.
Yo no sé si eso sea el tango o si Aníbal Moncada fue un excelso representante de esta música, solo sé, que aquel patio que caminó de Guayaquil al barrio Trinidad, tuvo la propiedad de convertirse para muchos desolados de si mismos en un lugar en el tiempo al cual seguirán para siempre acudiendo.

AL GORDO

AL GORDO

José Guillermo Ánjel R.

Querido y recordado Aníbal, usted fue el tango. Y en un país como el nuestro, que se parece tanto al barco de El holandés errante (que navega eternamente cargado de criminales, traidores y gente olvidada de D-s), lo tanguero, este estado de danza y desesperanza, es uno de las pocos espacios que aun quedan libres de miedo y atropellos Es que en el tango no se miente ni se baila sobre el muerto. Quizás se delire, se llore, se enloquezca, pero no se abusa ni se denigra. Y aun en la más dura de las situaciones, al final de cada asunto hay siempre dignidad. El tango, entonces, es una manera digna de marginarse a todo lo que es caos, confusión, servilismo y postración. No en vano los exilados (internos y externos) lo bailaron hasta olvidar toda soledad y abatimiento.

Se diría, Aníbal, que el tango es un escapismo. No, yo diría que es una protesta contra un mundo que no da más, que políticamente está podrido y éticamente es una mala ficción. Es una danza que contiene en su interior lo que todavía no se ha podido esclavizar: la pasión por estar vivos. Y cuando se vive, lo más importante es la vida, la claridad en la palabra, la acción honesta, el baile que seduce en lugar de hacer trastabillar. Usted bailaba el tango, la milonga, el candombe, el valsecito criollo. Y fue lindo ir hasta los lugares que habitó porque allí no existía más que lo que hacía sentir el bandoneón, el violín, el piano y el contrabajo. Había mucho de exorcismo en esos sitios.
A Émil Michel Cioran (el controvertido pensador rumano) le gustaba mucho el tango, querido Gordo Aníbal. Y tenía una razón: cada vez podía ser más triste pero, en esa tristeza, libre y libertario. Quizás usted pensara como Cioran o hasta es posible que no supiera siquiera que existía un filósofo tanguero. En el tango los seres anónimos son abundantes, la mayoría sobrevivientes de algo y, como en la novela La tregua, de Primo Levi, van en direcciones contrarias, teniendo claro que más importante que comer es tener zapatos. Porque primero hay que tener con qué llegar. Bueno, querido Gordo, murió usted en paz, de viejo, sin que le quitaran lo bailado. Ganó por una cabeza.
Memo Ánjel
EL COLOMBIANO, junio 30/2007

sábado, 30 de junio de 2007

Un gordo vacío dejó Aníbal


Un gordo vacío dejó Aníbal

Una emotiva ceremonia en Campos de Paz para decir adiós al amigo. Amigos y familiares despidieron al tanguero Aníbal Moncada.



John Saldarriaga



El viernes, después de las nueve y media de la noche se fue regando por Medellín la noticia: se murió el Gordo Aníbal.
A las 10 pasadas, la mala noticia llegó a uno de los escenarios del Festival Internacional de Tango. El secretario de Cultura, Jorge Melguizo, fue el portador de semejante mensaje. Lo transmitió al presentador, quien pidió un minuto de silencio. Pero la reacción espontánea de los presentes fue: "¡de silencio, no: de aplausos!" Y en efecto lo aplaudieron durante sesenta segundos.
Y así, durante la noche, algunos amigos se fueron dando cuenta de la noticia, que esperaban, sí, porque José Aníbal Moncada Arenas venía enfermo desde hace tiempos.
Complicaciones respiratorias, renales y sanguíneas padecía este hombre de 78 años que dedicó los más de ellos a la Canción Ciudadana. Pero todos hacían fuerza de que durara un poco más.
Gustavo Escobar, el que mantuvo un programa de música antigua en Radio Bolivariana durante decenios, quería que al menos durara hasta que se terminara el Festival.
Otros, al menos hasta ayer, 24 de junio, día del aniversario número 72 del Morocho del Abasto. La razón: El Gordo Aníbal adoraba la figura destacada del gran Carlitos Gardel y lo llamaba San Romualdo. A un cuadro del legendario cantor le encendía vela y hasta le rezaba, como si en efecto se tratara de un santo.
En cambio Luis Penagos, el cantor, dijo que estaba bien, que se había muerto en su salsa, como se dice, en pleno Festival.
En el patioEn Campos de Paz hubo muchos amigos suyos que lo recordaron: Hernán Caro, el del espacio radial Una Hora en Buenos Aires; Luis Penagos, patriarca de una familia dedicada a la música argentina, quien se presentó varias veces en el Patio del Tango; Jaime Jaramillo Panesso, uno de los grandes comentaristas de esta música del sur; Leonardo Nieto, el argentino del Salón Versalles... y muchos más.
Recordaban por turno algunas épocas con el Gordo. Penagos dijo que de la vieja guardia del tango en Medellín van quedando pocos. Que él y Aníbal se criaron juntos.
Gustavo recordó que al Patio del Tango, tanto en sus tiempos en que era un sótano de Junín, entre Maturín y Amador, venían algunos personajes célebres como Manuel Mejía Vallejo, Fanny Mikey, Darío Ruiz Gómez... "mejor dicho, todos nos encontrábamos allí", dijo Escobar, quien además hizo alusión a la orquesta de invidentes que tuvo Aníbal Moncada en ese sitio.
Vino CorreaLuis Martín Correa es un cantor argentino. Su padre fue tan amigo de Aníbal Moncada, que le entregó un hijo para que se lo cargara. No es Luis sino un hermano suyo, pero éste dice que es como si lo fuera, porque el antioqueño los recibía a todos con cariño.
Luis Martín viajó desde Buenos Aires con su esposa, Marina, y su hijo, Francisco -un pibe de cuatro años-, a saludar al Gordo Aníbal. Sabía que estaba desahuciado y "vea cómo es la vida, me tocó despedirlo".
Cuando dice despedirlo no se refiere sólo al hecho trascendental de estar cerca de él la noche de su muerte: la sala de velación número 7 de Campos de Paz se llenó con su voz que lo despidió cantando, unos minutos antes de la liturgia.
Después de esta ceremonia y de los cantos fúnebres, Gustavo Escobar leyó versos que le compuso al amigo, cuyo cuerpo yacía a esa hora con los pies hacia delante en medio la multitud, entre un cofre laqueado.
De noche tenía que morir Aníbal. Pasó su vida en las horas de sombra, cantando, bailando tango, hablando con amigos de bohemia, saludando amaneceres en el Patio.
Ayuda al lector Un poema para un hombre de tangoHace dos meses, el 28 de abril, Gustavo Escobar llegó a visitar a Aníbal en su lecho de enfermo, junto a amigos como Chepe Rúa y Jaime Jaramillo Panesso. El hombre de radio leyó unos versos de su autoría dedicados al Gordo, usando la jerga del lunfardo, que hicieron emocionar al enfermo y abrazarlo. El sábado los leyó en la capilla de Campos de Paz.
A mi gioma el DogorSos un cacho grandote de gotán/ Y en la amistad jamás serás fayuto;Arquetipo de rango y gran bacán/ Nunca fuiste de broncas con cachuzos.
Sos la milonga, sos el valsecito/ Y sos el sobrador del firulete...
¡Araca! San Romualdo te sigue despacito/ campaneando tu cuore de purrete. / Ñorse de la noche, ruiseñor del alba.../ Príncipe de boliches y garufas:En estos versos mi emoción chamuya/ Sobre el fueye sonoro de tu alma.
Glosario:Gioma: (pop.) forma vérsica de amigo. Fayuto: falso.
Cachuzos: sucios, deteriorados. Firulete: en el baile, pasos complicados¡Araca!: Atención, cuidado, voz de alarma. San Romualdo: Gardel, para Aníbal Moncada. Cuore: corazón. Purrete: niño, muchacho. Boliches: despacho de bebidas, bar, café. Garufas: diversión, juerga. Chamuyar: conversar. Fueye: bandoneón.




(El Colombiano)