miércoles, 5 de diciembre de 2012

Javier Ocampo

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Javier Ocampo

Víctor Bustamante

Javier Ocampo es esencialmente un hombre de tango, su fervor por Homero Manzi lo ha llevado a mantener la memoria de uno de los grandes poeta argentinos,  ya que  en la corporación cultural que lleva su nombre, el de Homero Manzi, su amistad con su hijo Acho ha establecido uno de los lugares más gratos donde se respira y se vive el tango en la ciudad.
El Centro de Medellín es necesario para el tango con este lugar. En cada velada nos sorprende el encuentro de personas crans, la calidez de los amantes de este aire argentino tan presente en la ciudad.
Alguna vez Jaime Jaramillo Panesso había escrito un hermoso texto sobre este lugar y, en efecto, ahora que lo grabamos, observamos como hay un embrujo en los sinzontes que cantan  en el segundo piso y hay uno de ellos que es tanguero.
Javier es la amabilidad en persona. Nunca lo he visto discutiendo o imponiendo puntos de vista sino que él aa sucumbido a esa serie de personas que son indispensables en un quehacer, ene ste caso el tango, y antes de desunir cohesiona todo este tipo de personas que acuden a su encuentro en cada una de sus milongas.
En esta conversación, que es un homenaje a su carácter, Javier nos cuenta parte de su historia. Es muy difícil que en tan poco tiempo se desplegué todo un quehacer, pero cuando la escuchamos es notorio todo ese trasegar por la ciudad, desde sus mas diferentes territorio, el Centro, Guayaquil, Manrique, donde cada uno de sus negocios, ya se Puente Alsina, Tango Bar, o el Homero Manzi le hayan dejado una huella y a nosotros la presencia actual, ya que en él y otra serie de personas muy valiosas han mantenido a flote la cercanía con el tango, también la amistad y no dejar que Medellín haya quedado como una ciudad donde el tango esa apenas una fachada donde Gardel murió.
Ahora que ha desaparecido Guayaquil como lugar del arrabal citadino, mejor del suburbio de Medellín, el tango se aparta de una condición: ser una manera de sentir y vivir la pasión del desalojo de lo atrabiliario porque se le ha dado un nuevo status, la búsqueda y el reconocimiento de una cercanía más vital y más calmada donde hay personas consagradas a esta melodía, donde es posible vivir un sitio como el Homero Manzi en las noches de Medellín, al cual se suma Adiós muchachos, La payanca, El Málaga que resistieron el embate ante el abandono de políticas culturales sobre el Centro de las diversas administraciones.
Cierto, Javier Ocampo ha mantenido la presencia de un lugar como el Homero Manzi, y hay una cofradía de amigos que persisten en esas hermosas veladas. Por eso ahora ya es el tiempo de reconocer su presencia, y su papel preponderante de mantener el pulso vital del tango en la ciudad.


5 comentarios:

jOTA dijo...

víctor
ANTE TODO FELICITACIONES, SIEMPRE NOS SORPRENDES CON TODO LO QUE HACES POR ESTA CIUDAD TANGUERA
Y A JAVIER NUESTRO ABRAZO CONTUNDENTES

Roberta Uribe dijo...

muy lindo, muy lindo, muy lindo

Mabel dijo...

Javier se merece todo tipo de consideracion, ya que es una persona que esta siempre presente en el tango de la ciudad.
Felicitaciones Victor y pr supeusto Javier por contarnos.

Luciana de Ostuni dijo...

Aunque me caigo bailando un tango, estoy que aprendo para tirar paso en el próximo festival

Bailongo dijo...

Recomendado para los que no saben bailar tango.

El tango argentino es un baile que apasiona a mucha gente alrededor del mundo. Sin embargo, no todo el mundo tiene la suerte de tener clases de tango argentino a su alcance.
Si éste es tu caso y quieres aprender a bailar tango, te sugiero que te matricules en clases de Ballroom que incluyan tango en su programa. El tango al estilo Ballroom es diferente al tango argentino.
Sin embargo, la versión Ballroom de tango, tanto el tango al estilo Internacional como el tango al estilo americano, conserva la esencia del tango. La gran ventaja es que estas adaptación del tango al Ballroom tienen un método de enseñanza organizado que facilita el aprendizaje del baile.
¡Estarás bailando tango en menos tiempo de lo que tú esperas!