lunes, 7 de mayo de 2007

¿QUÉ TANTO TANGO TENGO?


¿QUÉ TANTO TANGO TENGO?

Jaime Jaramillo Panesso

El tango es el ritmo principal de un género musical que se denomina “la música ciudadana”, de la cual hacen parte la milonga, el vals y el candombe. Se llama música ciudadana por haber surgido en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, a orillas del Río de La Plata, río que separa a la República Argentina de la República Oriental del Uruguay. De ahí que al tango lo llamen la música rioplatense. Y aunque existen otros géneros musicales que germinan en la ciudad, como el jazz en Nueva Orleáns o la salsa en Nueva York, el primero tiene raíces de negros esclavizados en las plantaciones, y la segunda proviene, no tan remotamente, de los trovadores y congueros cubanos, cuya evolución cae en el terreno abonado de los emigrantes latinos a los Estados Unidos, incluyendo a los cubanos que huyeron de la isla. El tango es enteramente ciudadano. No tiene relación con los gauchos ni con las tonadas indígenas, aunque existe una milonga rural y otra milonga urbana, que coayuda, con la habanera, a gestar el tango.
El tango llega a Medellín antes que Gardel, en discos de pasta en 78 rpm. Moviendo sus compases maliciosos y falderos en las victrolas de cuerda y pinchados por agujas, cavaron la muerte de los propios discos, con surcos fagocitos que se alimentaron con las canciones allí grabadas. Desde aquellas fuentes nacieron los coleccionistas, personajes a los cuales se deben los archivos y el goce de museo que los embarga. Otro camino que el tango escogió para llegar a Medellín fueron las “compañías teatrales”, que con revistas musicales y entonaciones cupleteras, llevaron el tango, con sabor español, a las ciudades del continente hispanoamericano. Díganlo las voces de Juan Pulido o Imperio Argentina, por ejemplo.
Hoy el tango ha recorrido en nuestra ciudad varias etapas: los esplendorosos años de los Festivales Internacionales con el apoyo del gobierno argentino que desde 1968 estuvieron articulados a la extinta Casa Gardeliana, vida popular y maleva de un tango que se asentó en el barrio Guayaquil, en las esquinas de Bello, Envigado e Itaguí, en los barrios Manrique, La Toma, Aranjuez, Moravia y Belén-San Bernardo. Se escuchaba en las cantinas y emisoras, en los patios universitarios con la muchachada cantando en coro el tango criollo “Lejos de Ti”.
Ninguna música popular latinoamericana pudo contener el paso huracanado de mercado internacional rockero. Además es necesario reconocer que la forma de sentir el amor y de enredar las gargantas y las neuronas no es lo mismo alrededor de un aguardiente o un pernod, que en la oferta febril de los alucinógenos y la emancipación femenina, cuando la emancipación iba más allá de la píldora y la estentórea mueca musical.
Sin embargo, como los cristianos en las catacumbas, la música ciudadana persiste, sobrevive, no importa la reminiscencia de una cumparsita inextinguible. Medellín vive el tango en los pies alegres de cientos de jóvenes que lo bailan en las academias o escuelas de baile. Son ellos la fortaleza del tango, han inventado pasos y vestuarios, han sacrificado tiempo. Pero triunfan en el exterior y son, cuando menos, iguales a las parejas de baile argentinas. Un equipo de músicos profesionales que tienen formato de quinteto, seis parejas de baile, tres voces masculinas y una femenina conforman el espectáculo de “Vos Tango” que con su voz, música y danza ganaron en la Argentina, días recientes, el premio al mejor conjunto de cultura integrada tanguera.
Con razón el Concejo municipal estableció el Festival Internacional de Tango en Medellín, a realizarse, posiblemente, a partir de 2007 en la fecha conmemorativa del 24 de Junio, aniversario de la creación funeraria y simbólica, a la vez, del mito Carlos Gardel. Este es un reconocimiento a un hecho cultural que superó a los argentinos y uruguayos, que hace parte de la historia de Medellín, que no se opone a los demás géneros musicales que abundan en la ciudad, como la música guasca y de carrilera, el rock, la ranchera mejicana, la salsa y el porro, el bolero y la balada, el vallenato, por señalar algunos, como tampoco excluye el trabajo de las sinfónicas y filarmónicas en la tarea inconmensurable de la música de escuela, mal llamada música culta, tan articulada a la música coral. Sean bienvenidos los estímulos al tango que persiste en evolucionar en las manos de Salgán, Berlingheri, Leopoldo Federico, Marconi, Garello, Adriana Varela, María Graña y las juveniles orquestas de aquí y de acullá. Que el corte y la quebrada brillando en las pantorrillas de Adelaida Mejía, lleguen tan alto como el silbo de un pájaro cantor.

Medellín, febrero de 2006

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